Javier Inés vivió mucho y muy rápido. El apellido Inés era su íntimo homenaje a la monja que le cuidó en su infancia de orfanato. En Zaragoza, la ciudad donde nació en 1956, realizó su primera exposición con las fotos de una cámara Werlisa que le regalaron unos amigos. En 1981 la galería Spectrum Canon mostró una galería de personajes del teatro y la danza que era el mundo de su autor. Ave nocturna que cuatro años después voló a una Barcelona que competía con Madrid en mundanidad cosmopolita con cómics, rock layetano, diseño, bares musicales, urbanismo y las revistas contraculturales ‘Ajoblanco’ o ‘El Viejo Topo’. Un universo que el fotógrafo zaragozano atravesó cual cometa fugaz de 1985 a 1991. Un apretado sexenio con estación término: la muerte a causa del SIDA con solo 34 años.Vicente Córdoba con muñeco, de Javier Inés GALERÍA ROCIOSANTACRUZLa galerista Rocío Santa Cruz descubrió a Javier Inés a través de Colita. En 2018, la fotógrafa de la ‘gauche divine’ le puso en contacto con Juanjo Rotger, pareja del finado: «Javier es el fotógrafo de los ochenta. No era un desconocido ni mucho menos. Estaba de moda. Pero de repente su trayectoria se cortó en seco y eso fue tremendo porque tenía muchas cosas que hacer», le informó. Si la Parca no hubiera comparecido tan temprana, hoy sería un clásico. «Ya muy enfermo, Javier le pidió a Juanjo que conservara el archivo con diez mil fotos y Juanjo lo ha conservado treinta y cuatro años, la edad de Javier al morir», explica Rocío Santa Cruz. Noticia Relacionada Rafael Canogar estandar Si «Sorprende considerar obras de arte esa basura que dejó en el Reina Sofía un movimiento político» Natividad Pulido A punto de cumplir 90 años, el Ayuntamiento de Madrid inaugura su primera exposición institucional en la capital en 25 añosA falta de apoyo institucional, la vindicación de su obra la hace posible una galería privada. La exposición, que podrá verse hasta el 29 de marzo en el número 627 de la Gran Vía barcelonesa. Una pequeña pero significativa porción de su obra: las fotografías que Inés expuso en dos espacios carismáticos de la modernidad barcelonesa: KGB (1986) y Universal (1988). No hubo más exposiciones. Terenci Moix, por Javier Inés GALERÍA ROCIOSANTACRUZLa Barcelona de Javier Inés la pueblan diseñadores, roqueros, pintores, bohemios, personajes nocturnales, prostitutas, travestidos y presidiarios. La Barcelona que cambia de faz con las obras olímpicas revela una doble metamorfosis política y estética. A diferencia de la Movida madrileña, la barcelonesa «pivotaba entre el impulso modernizador institucional (urbanístico y cultural) y la contestación cultural; entre la euforia oficial y la subversión», apunta Santa Cruz. En sus retratos, añade la galerista, «Inés capta a sus protagonistas casi siempre en blanco y negro, en amables contraluces, de manera audaz, con empatía y humor, en un delicado equilibrio entre lo íntimo y lo teatral». Loquillo, inmortalizado por la cámara de Javier Inés Galería rociosantacruzDispuestos en dos espacios, los retratos de Inés son como ventanas. El ‘dramatis personae’ de la Barcelona ochentera: el discotequero Vicente Córdoba, Los Rebeldes, Loquillo, Amparo Moreno, Lita Claver ‘La Maña’, Regina do Santos (vedettes del Molino), Vicente Córdoba, Lindsay Kemp, Nazario, Terenci Moix, Àngel Pavlovsky, Colita, la periodista Nuria Ribó, Chus Burés, Antoni Miralda, la entrañable prostituta Mónica del Raval, el guitarra Bernardo Cortés y un preso de la Modelo… Iconografías nocturnales que vieron la luz en revistas del momento: ‘Ajoblanco’, ‘Vivir en Barcelona’, ‘Primera Línea’ o ‘El Canto de la Tripulación’, que dirigía en Madrid Alberto García Álix.Gracias a Rocío Santa Cruz; esto es, la iniciativa cultural privada, descubrimos a Javier Inés. Reconocimiento póstumo que la galerista realzará en Arco con un stand del fotógrafo. La feria de arte contemporáneo será el marco de la reivindicación por el Consorcio de Galerías de España: rebajar el IVA del 21 al 10 por ciento. «Con ese lastre fiscal, en España las inversiones en cultura juegan en desventaja. ¡No puede ser que una obra de arte tenga el mismo IVA que un yate!», lamenta la galerista. Javier Inés vivió mucho y muy rápido. El apellido Inés era su íntimo homenaje a la monja que le cuidó en su infancia de orfanato. En Zaragoza, la ciudad donde nació en 1956, realizó su primera exposición con las fotos de una cámara Werlisa que le regalaron unos amigos. En 1981 la galería Spectrum Canon mostró una galería de personajes del teatro y la danza que era el mundo de su autor. Ave nocturna que cuatro años después voló a una Barcelona que competía con Madrid en mundanidad cosmopolita con cómics, rock layetano, diseño, bares musicales, urbanismo y las revistas contraculturales ‘Ajoblanco’ o ‘El Viejo Topo’. Un universo que el fotógrafo zaragozano atravesó cual cometa fugaz de 1985 a 1991. Un apretado sexenio con estación término: la muerte a causa del SIDA con solo 34 años.Vicente Córdoba con muñeco, de Javier Inés GALERÍA ROCIOSANTACRUZLa galerista Rocío Santa Cruz descubrió a Javier Inés a través de Colita. En 2018, la fotógrafa de la ‘gauche divine’ le puso en contacto con Juanjo Rotger, pareja del finado: «Javier es el fotógrafo de los ochenta. No era un desconocido ni mucho menos. Estaba de moda. Pero de repente su trayectoria se cortó en seco y eso fue tremendo porque tenía muchas cosas que hacer», le informó. Si la Parca no hubiera comparecido tan temprana, hoy sería un clásico. «Ya muy enfermo, Javier le pidió a Juanjo que conservara el archivo con diez mil fotos y Juanjo lo ha conservado treinta y cuatro años, la edad de Javier al morir», explica Rocío Santa Cruz. Noticia Relacionada Rafael Canogar estandar Si «Sorprende considerar obras de arte esa basura que dejó en el Reina Sofía un movimiento político» Natividad Pulido A punto de cumplir 90 años, el Ayuntamiento de Madrid inaugura su primera exposición institucional en la capital en 25 añosA falta de apoyo institucional, la vindicación de su obra la hace posible una galería privada. La exposición, que podrá verse hasta el 29 de marzo en el número 627 de la Gran Vía barcelonesa. Una pequeña pero significativa porción de su obra: las fotografías que Inés expuso en dos espacios carismáticos de la modernidad barcelonesa: KGB (1986) y Universal (1988). No hubo más exposiciones. Terenci Moix, por Javier Inés GALERÍA ROCIOSANTACRUZLa Barcelona de Javier Inés la pueblan diseñadores, roqueros, pintores, bohemios, personajes nocturnales, prostitutas, travestidos y presidiarios. La Barcelona que cambia de faz con las obras olímpicas revela una doble metamorfosis política y estética. A diferencia de la Movida madrileña, la barcelonesa «pivotaba entre el impulso modernizador institucional (urbanístico y cultural) y la contestación cultural; entre la euforia oficial y la subversión», apunta Santa Cruz. En sus retratos, añade la galerista, «Inés capta a sus protagonistas casi siempre en blanco y negro, en amables contraluces, de manera audaz, con empatía y humor, en un delicado equilibrio entre lo íntimo y lo teatral». Loquillo, inmortalizado por la cámara de Javier Inés Galería rociosantacruzDispuestos en dos espacios, los retratos de Inés son como ventanas. El ‘dramatis personae’ de la Barcelona ochentera: el discotequero Vicente Córdoba, Los Rebeldes, Loquillo, Amparo Moreno, Lita Claver ‘La Maña’, Regina do Santos (vedettes del Molino), Vicente Córdoba, Lindsay Kemp, Nazario, Terenci Moix, Àngel Pavlovsky, Colita, la periodista Nuria Ribó, Chus Burés, Antoni Miralda, la entrañable prostituta Mónica del Raval, el guitarra Bernardo Cortés y un preso de la Modelo… Iconografías nocturnales que vieron la luz en revistas del momento: ‘Ajoblanco’, ‘Vivir en Barcelona’, ‘Primera Línea’ o ‘El Canto de la Tripulación’, que dirigía en Madrid Alberto García Álix.Gracias a Rocío Santa Cruz; esto es, la iniciativa cultural privada, descubrimos a Javier Inés. Reconocimiento póstumo que la galerista realzará en Arco con un stand del fotógrafo. La feria de arte contemporáneo será el marco de la reivindicación por el Consorcio de Galerías de España: rebajar el IVA del 21 al 10 por ciento. «Con ese lastre fiscal, en España las inversiones en cultura juegan en desventaja. ¡No puede ser que una obra de arte tenga el mismo IVA que un yate!», lamenta la galerista.
Javier Inés vivió mucho y muy rápido. El apellido Inés era su íntimo homenaje a la monja que le cuidó en su infancia de orfanato. En Zaragoza, la ciudad donde nació en 1956, realizó su primera exposición con las fotos de una cámara Werlisa … que le regalaron unos amigos. En 1981 la galería Spectrum Canon mostró una galería de personajes del teatro y la danza que era el mundo de su autor. Ave nocturna que cuatro años después voló a una Barcelona que competía con Madrid en mundanidad cosmopolita con cómics, rock layetano, diseño, bares musicales, urbanismo y las revistas contraculturales ‘Ajoblanco’ o ‘El Viejo Topo’.
Un universo que el fotógrafo zaragozano atravesó cual cometa fugaz de 1985 a 1991. Un apretado sexenio con estación término: la muerte a causa del SIDA con solo 34 años.
GALERÍA ROCIOSANTACRUZ
La galerista Rocío Santa Cruz descubrió a Javier Inés a través de Colita. En 2018, la fotógrafa de la ‘gauche divine’ le puso en contacto con Juanjo Rotger, pareja del finado: «Javier es el fotógrafo de los ochenta. No era un desconocido ni mucho menos. Estaba de moda. Pero de repente su trayectoria se cortó en seco y eso fue tremendo porque tenía muchas cosas que hacer», le informó. Si la Parca no hubiera comparecido tan temprana, hoy sería un clásico. «Ya muy enfermo, Javier le pidió a Juanjo que conservara el archivo con diez mil fotos y Juanjo lo ha conservado treinta y cuatro años, la edad de Javier al morir», explica Rocío Santa Cruz.
A falta de apoyo institucional, la vindicación de su obra la hace posible una galería privada. La exposición, que podrá verse hasta el 29 de marzo en el número 627 de la Gran Vía barcelonesa. Una pequeña pero significativa porción de su obra: las fotografías que Inés expuso en dos espacios carismáticos de la modernidad barcelonesa: KGB (1986) y Universal (1988). No hubo más exposiciones.
GALERÍA ROCIOSANTACRUZ
La Barcelona de Javier Inés la pueblan diseñadores, roqueros, pintores, bohemios, personajes nocturnales, prostitutas, travestidos y presidiarios. La Barcelona que cambia de faz con las obras olímpicas revela una doble metamorfosis política y estética. A diferencia de la Movida madrileña, la barcelonesa «pivotaba entre el impulso modernizador institucional (urbanístico y cultural) y la contestación cultural; entre la euforia oficial y la subversión», apunta Santa Cruz. En sus retratos, añade la galerista, «Inés capta a sus protagonistas casi siempre en blanco y negro, en amables contraluces, de manera audaz, con empatía y humor, en un delicado equilibrio entre lo íntimo y lo teatral».
Galería rociosantacruz
Dispuestos en dos espacios, los retratos de Inés son como ventanas. El ‘dramatis personae’ de la Barcelona ochentera: el discotequero Vicente Córdoba, Los Rebeldes, Loquillo, Amparo Moreno, Lita Claver ‘La Maña’, Regina do Santos (vedettes del Molino), Vicente Córdoba, Lindsay Kemp, Nazario, Terenci Moix, Àngel Pavlovsky, Colita, la periodista Nuria Ribó, Chus Burés, Antoni Miralda, la entrañable prostituta Mónica del Raval, el guitarra Bernardo Cortés y un preso de la Modelo… Iconografías nocturnales que vieron la luz en revistas del momento: ‘Ajoblanco’, ‘Vivir en Barcelona’, ‘Primera Línea’ o ‘El Canto de la Tripulación’, que dirigía en Madrid Alberto García Álix.
Gracias a Rocío Santa Cruz; esto es, la iniciativa cultural privada, descubrimos a Javier Inés. Reconocimiento póstumo que la galerista realzará en Arco con un stand del fotógrafo. La feria de arte contemporáneo será el marco de la reivindicación por el Consorcio de Galerías de España: rebajar el IVA del 21 al 10 por ciento. «Con ese lastre fiscal, en España las inversiones en cultura juegan en desventaja. ¡No puede ser que una obra de arte tenga el mismo IVA que un yate!», lamenta la galerista.
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