En el tiempo que Javier Velaza (Castejón, 1963) pasó leyendo las líneas de la mano de Irulegi , sus propias manos también escribían. No una ofrenda a la Fortuna, como la grabada por los vascones en esa singular placa de bronce hallada en Navarra. El catedrático de Filología Latina y decano de la facultad de Filología y Comunicación de la Universidad de Barcelona tecleaba poemas en su ordenador. Y, sin embargo, también entonces este experto en lenguas y escrituras paleohispánicas trataba de descifrar misterios. De intentar desentrañar el significado oculto en el antiguo texto vascónico, pasaba a explorar el de la propia vida a través de la poesía. Así nació ‘Las ignorancias’, su séptimo poemario con el que ha ganado el Premio Loewe 2024 . En estos versos el director del laboratorio de investigación de textos epigráficos romanos y antiguos Littera se adentra en la condición ignorante del ser humano, en la incapacidad de conocer, la misma que él experimenta como filólogo día a día. Le ocurre, por ejemplo, con la inscripción paleohispánica hallada en una mina de Navarra y dada a conocer el pasado octubre, o con la mano de Irulegi. «No llegamos a entender por completo qué dice y tenemos que vivir en ese no entender», comentaba en un descanso del XV Coloquio Internacional de Lenguas y Culturas Paleohispánicas celebrado en Madrid. En una sala de la Universidad Complutense, este miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán y presidente de la sección catalana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos habló con ABC de lenguas indescifradas, de poemas que no se explican y de ignorancias propias y ajenas.-¿Por qué ‘Las ignorancias’?El libro habla del carácter esencialmente ignorante del ser humano. En el siglo V a.C., un filósofo sofista pronunció un axioma triple, que es como una tremenda sentencia sobre las posibilidades de conocimiento y de comunicación. Gorgias dijo: «Nada existe, si algo existiera sería incognoscible y si algo existiera y fuera cognoscible sería incomunicable». La base del libro está ahí, en indagar y explorar desde el punto de vista poético la posibilidad de conocer. Incide en problemas en los que mi poesía trata desde siempre y en que eso no tiene por qué llevarnos a un nihilismo, a una forma negativa de ver las cosas, sino a una actitud ética y de redención del ser humano. (Hace una pequeña pausa) Explico peor esto que la mano de Irulegi, ¿verdad que sí? Porque la poesía no se explica. No recuerdo a qué poeta le pidieron que explicara un poema que había leído y lo volvió a leer, porque la única forma de decir poéticamente algo es la forma en que está dicho. Noticia Relacionada estandar Si Descubren una posible inscripción vascónica en una mina de Navarra Mónica Arrizabalaga-¿Qué tiene en común la poesía con las lenguas paleohispánicas que investigas?En el fondo, el filólogo es un detective, como el científico o el poeta. Escogen diferentes modos de investigar la realidad, la vida, la existencia. Hay un poema donde digo algo así como que la matemática es la forma más digna de la poesía. El matemático aspira a explicar el mundo y el poeta también. Las ciencias llegan a un umbral de conocimiento, pero a partir de ahí está el misterio, y ese misterio se explora a través de la poesía. Creo que cuando eres filólogo y tienes una vertiente poética, no son separables. Son todo uno. Es una forma de estar en el mundo. -¿Hay alguna referencia en tus poemas a esta vertiente de investigador de escrituras antiguas?Siempre las ha habido. Hay poemas que se refieren al gran problema de la lengua como instrumento de conocimiento y de comunicación a la vez. La lengua no es un instrumento perfecto. Con ella construyes una realidad a sabiendas de que es muy limitada. En la tercera parte, que trata de que si existiera algo cognoscible sería incomunicable, ahí hablo de la capacidad de la lengua para rendir cuenta del mundo.-Catedrático, decano, investigador, profesor, poeta, hasta crítico musical… pero, ¿también ignorante?-Totalmente. Este libro me ha hecho recapacitar sobre mí mismo. He hecho una reflexión biográfica y me he dado cuenta de que este poemario es también producto de mi experiencia vital como investigador. ¿Cuáles son nuestras posibilidades de llegar a un conocimiento auténtico de las cosas? Quizá hay que asumir esa ignorancia, vivir esa ignorancia de manera plena, aprovecharla, optimizarla. Soy muy consciente de los límites, de los míos y de los demás.-De las ignorancias…Ahora que se cumplen 50 años del primer Coloquio de Lenguas y Culturas Paleohispánicas, que se celebró en 1974 en Salamanca, te das cuenta de qué poco sabíamos entonces y de qué poco sabemos. Ahora conocemos mejor lo que no sabemos, identificamos caminos de investigación estériles, puertas cerradas y también somos conscientes de cómo nos equivocamos. Todos escribíamos, por ejemplo, que los vascones no habían conocido la escritura. La primera vez que se me ocurrió pensar que quizá sí fue en 2009, cuando planteé la posibilidad de que algunas cosas que había en Navarra pudieran ser vasconas. Y luego salió la mano de Irulegi. -¿Ha sido la gran aportación de la pieza, saber que los vascones escribían?Claro.-¿Y la relación de esa escritura con el euskera actual?Eso es más difícil porque solo tenemos esos textos, pero tenemos que ser humildes. Gente que había escrito previamente algo ahora no quiere modificar eso que escribió. Si los datos que han venido después lo desmienten, habrá que cambiar la posición, pero algunos son muy reluctantes a la rectificación. Hay personas que dicen que aunque la mano de Irulegi es un texto vascónico, el euskera no viene de ese vascónico, cuando no tienen elementos de demostración. Afirman que los vascones y su lengua desaparecieron y que la lengua vasca vino después, en el siglo V, desde Francia, pero no se puede comprobar porque no tenemos ninguna escritura de esa época. Todos tenemos que ser modestos. Sabemos poco. Con la mano de Irulegi no puedes reconstruir la lengua vascónica de esa época. ¡Solo tenemos cuatro líneas! O nos salen más textos… Tenemos 2.500 textos de lengua ibérica, ¡2.500! ¡Y no podemos traducir ni uno!«Tenemos 2.500 textos de lengua ibérica, ¡2.500! ¡Y no podemos traducir ni uno! Javier Velaza-¿Seguís investigando la mano de Irulegi?Ya hemos dicho lo que teníamos que decir. -Hay quien dice que después puntualizasteis.No cambiamos nada en la transcripción. Quizá al principio no se entendió bien. Por ejemplo, las diferencias entre el texto esgrafiado y el punteado. El texto esgrafiado decía ‘Sorioneke’ y el punteado ‘Sorioneku’. Hay un problema que nadie ha podido resolver y es si fue la misma persona la que hizo el esgrafiado y el punteado y si las diferencias entre los dos textos hacen mejor el primero o el segundo. Siempre dijimos que había esas dos lecturas y aunque se centró mucho el asunto en ‘Sorioneku’, en realidad lo fundamental es ‘Sorion’ porque es una formación incuestionable, que es «buena fortuna». Y además tiene paralelos en latín, en griego… Alguno ha llegado a decir que no lo tenemos documentado hasta el siglo XVII, pero es que del siglo XVI tenemos 12 textos y de los siglos anteriores, cero. Eso no quiere decir que el término nazca en el siglo XVII, es que no está documentado hasta entonces, porque no hay documentos. La lengua vasca se dejó de escribir durante siglos.-Eso es curioso.No es curioso, es espectacular.-¿Y por qué?Es algo extraordinariamente espectacular que no sabemos por qué se produjo. La lengua se dejó de escribir y se mantuvo a nivel oral solamente.-¿Y cómo se sabe que se mantuvo a nivel oral si no hay constancia escrita?Porque se mantuvo la lengua. Seguro que evolucionó, pero la lengua estaba allí. En Navarra, a mi modo de ver, desde época protohistórica, desde el siglo I a.C. En lo que es Euskadi ahora, ahí sí que no tenemos ni idea.-¿Qué misterio indescifrable te encantaría resolver? Si te concedieran el deseo de poder descifrar una lengua, ¿cuál elegirías? (Resopla pensativo) Quizás el ibérico, porque en el fondo no creo que el vascónico no esté descifrado. No tenemos textos, pero si aparecieran probablemente iríamos entendiendo cosas. En el ibérico se hace más complicado por algún motivo que no sabemos. Aunque hemos avanzado. Ahora comprendemos alguna palabra.-¿No existe ninguna inscripción bilingüe, en latín e ibérico, alguna piedra Rosetta?No. Hay tres o cuatro con texto en latín e ibérico, pero son muy cortas y la mayor, que es un arquitrabe de Sagunto, creo que no es bilingüe, que no dice lo mismo en latín que en ibérico. Entonces, no podemos comparar. Además hay que ser realista. Aunque se descubriera una inscripción bilingüe algo nos ayudaría, pero poco. La piedra Rosetta es un texto largo y con contenido jurídico escrito en dos lenguas (griego y egipcio) y tres sistemas de escritura (griego, demótico y jeroglífico). Conocemos textos bilingües en muchas lenguas del Mediterráneo de dedicaciones y demás, que no nos acaban de dar traducción. Para que existan inscripciones bilingües extensas se tienen que dar unas condiciones sociopolíticas determinadas y es posible que aquí, en el mundo ibérico, no se dieran. Probablemente la romanización y la latinización fueron más devastadoras y la lengua se abandonara antes de que se dieran las condiciones para necesitar textos bilingües largos. Es una especulación mía. -No sueñas con ser el Champollion del ibérico…Champollion descifró el signario jeroglífico. Nosotros tenemos el signario descifrado, aunque haya signos sobre los que debatamos, y cuando tenemos un texto lo leemos. Ya somos capaces de identificar si un texto es ibérico, celtibérico, vascónico… El problema en el ibérico es la traducción de la lengua.-¿Hay algún guiño a los iberos o a los vascones en tus poemas?Hay un guiño a una inscripción en la que aparece un nombre de un dios desconocido, a ese momento en que vuelve al mundo un dios olvidado durante 2.000 años. He querido transparentar esa condición mía de filólogo, investigador y también de profesor, que es muy importante. El poema introductorio habla de Gorgias, que pensaba que si algo existía y se conocía no se podía comunicar, pero dedicó su vida a la enseñanza. Eso es un acto casi heroico. Compartir también es para mí una apuesta vital. Hay un verso en este poemario que dice: «Solo se llama luz si es para todos». El poeta va a un sitio que no existe a buscar algo que ilumine aquí, pero si esa luz es solo para ti no es luz, se llama luz si es para todos. Yo creo en eso, en compartir con mis semejantes la luz que puedas traer de allí.-En la transmisión del conocimiento, la escritura ha sido fundamental. Silvia Ferrara dice en su libro que es ‘La gran invención de la humanidad’Es el gran invento porque no solo supone un instrumento para comunicarte a distancia, sino también a distancia cronológica. Cuando no había escritura, los conocimientos de una generación solo podían transmitirse a las siguientes de manera oral y era muy limitada. Además, cuando esa escritura se convierte en alfabética se produce una democratización extraordinaria del conocimiento. No hace falta aprenderse 3.500 ideogramas, con 25 puedes transmitir todo. En los últimos años se ha tenido la idea de que aprender a leer y escribir es algo complicado, pero en realidad es muy fácil. A mí me enseñó en casa mi abuelo, que era un maquinista jubilado de la Renfe.-Las escrituras no nacieron espontáneamente en la península, ¿a ti te nació espontáneamente la afición por la poesía o también tuviste una incursión ‘fenicia’?No lo sé. Escribo desde siempre, desde que era niño. Siempre he escrito poesía. La distancia del poema, su profundidad, es lo que más me gusta.-¿Se asemeja más a ese tipo de escrituras que estudias?Quizás. El ritmo de la poesía y su profundidad te permite reflexionar mucho más sobre el lenguaje, recrearlo, que la palabra vuelva a tener el significado original prístino. Limpiarla de adherencias que se le han ido poniendo con el uso. -¿Hay también un deseo de que tu escritura perdure, como esas escrituras de hace 2.500 años?Cuando uno escribe tiene una clara intención de comunicar, con los contemporáneos pero no necesariamente solo con ellos, aún con las limitaciones de un género como la poesía, que tiene unos lectores limitados. Pero sí que mi poesía aspira a la comunicación.A Velaza lo esperaban en el congreso para presentar a un ponente, pero el tiempo se había esfumado sin darnos cuenta y un colega tuvo que suplir su ausencia. «No te preocupes», dijo, mientras continuaba hablando con indisimulado orgullo de la estrecha colaboración entre las universidades de Barcelona, Zaragoza, País Vasco y Madrid en la investigación de inscripciones paleohispánicas. Sí, la suya es una apuesta vital por la comunicación y la divulgación. En el tiempo que Javier Velaza (Castejón, 1963) pasó leyendo las líneas de la mano de Irulegi , sus propias manos también escribían. No una ofrenda a la Fortuna, como la grabada por los vascones en esa singular placa de bronce hallada en Navarra. El catedrático de Filología Latina y decano de la facultad de Filología y Comunicación de la Universidad de Barcelona tecleaba poemas en su ordenador. Y, sin embargo, también entonces este experto en lenguas y escrituras paleohispánicas trataba de descifrar misterios. De intentar desentrañar el significado oculto en el antiguo texto vascónico, pasaba a explorar el de la propia vida a través de la poesía. Así nació ‘Las ignorancias’, su séptimo poemario con el que ha ganado el Premio Loewe 2024 . En estos versos el director del laboratorio de investigación de textos epigráficos romanos y antiguos Littera se adentra en la condición ignorante del ser humano, en la incapacidad de conocer, la misma que él experimenta como filólogo día a día. Le ocurre, por ejemplo, con la inscripción paleohispánica hallada en una mina de Navarra y dada a conocer el pasado octubre, o con la mano de Irulegi. «No llegamos a entender por completo qué dice y tenemos que vivir en ese no entender», comentaba en un descanso del XV Coloquio Internacional de Lenguas y Culturas Paleohispánicas celebrado en Madrid. En una sala de la Universidad Complutense, este miembro correspondiente del Instituto Arqueológico Alemán y presidente de la sección catalana de la Sociedad Española de Estudios Clásicos habló con ABC de lenguas indescifradas, de poemas que no se explican y de ignorancias propias y ajenas.-¿Por qué ‘Las ignorancias’?El libro habla del carácter esencialmente ignorante del ser humano. En el siglo V a.C., un filósofo sofista pronunció un axioma triple, que es como una tremenda sentencia sobre las posibilidades de conocimiento y de comunicación. Gorgias dijo: «Nada existe, si algo existiera sería incognoscible y si algo existiera y fuera cognoscible sería incomunicable». La base del libro está ahí, en indagar y explorar desde el punto de vista poético la posibilidad de conocer. Incide en problemas en los que mi poesía trata desde siempre y en que eso no tiene por qué llevarnos a un nihilismo, a una forma negativa de ver las cosas, sino a una actitud ética y de redención del ser humano. (Hace una pequeña pausa) Explico peor esto que la mano de Irulegi, ¿verdad que sí? Porque la poesía no se explica. No recuerdo a qué poeta le pidieron que explicara un poema que había leído y lo volvió a leer, porque la única forma de decir poéticamente algo es la forma en que está dicho. Noticia Relacionada estandar Si Descubren una posible inscripción vascónica en una mina de Navarra Mónica Arrizabalaga-¿Qué tiene en común la poesía con las lenguas paleohispánicas que investigas?En el fondo, el filólogo es un detective, como el científico o el poeta. Escogen diferentes modos de investigar la realidad, la vida, la existencia. Hay un poema donde digo algo así como que la matemática es la forma más digna de la poesía. El matemático aspira a explicar el mundo y el poeta también. Las ciencias llegan a un umbral de conocimiento, pero a partir de ahí está el misterio, y ese misterio se explora a través de la poesía. Creo que cuando eres filólogo y tienes una vertiente poética, no son separables. Son todo uno. Es una forma de estar en el mundo. -¿Hay alguna referencia en tus poemas a esta vertiente de investigador de escrituras antiguas?Siempre las ha habido. Hay poemas que se refieren al gran problema de la lengua como instrumento de conocimiento y de comunicación a la vez. La lengua no es un instrumento perfecto. Con ella construyes una realidad a sabiendas de que es muy limitada. En la tercera parte, que trata de que si existiera algo cognoscible sería incomunicable, ahí hablo de la capacidad de la lengua para rendir cuenta del mundo.-Catedrático, decano, investigador, profesor, poeta, hasta crítico musical… pero, ¿también ignorante?-Totalmente. Este libro me ha hecho recapacitar sobre mí mismo. He hecho una reflexión biográfica y me he dado cuenta de que este poemario es también producto de mi experiencia vital como investigador. ¿Cuáles son nuestras posibilidades de llegar a un conocimiento auténtico de las cosas? Quizá hay que asumir esa ignorancia, vivir esa ignorancia de manera plena, aprovecharla, optimizarla. Soy muy consciente de los límites, de los míos y de los demás.-De las ignorancias…Ahora que se cumplen 50 años del primer Coloquio de Lenguas y Culturas Paleohispánicas, que se celebró en 1974 en Salamanca, te das cuenta de qué poco sabíamos entonces y de qué poco sabemos. Ahora conocemos mejor lo que no sabemos, identificamos caminos de investigación estériles, puertas cerradas y también somos conscientes de cómo nos equivocamos. Todos escribíamos, por ejemplo, que los vascones no habían conocido la escritura. La primera vez que se me ocurrió pensar que quizá sí fue en 2009, cuando planteé la posibilidad de que algunas cosas que había en Navarra pudieran ser vasconas. Y luego salió la mano de Irulegi. -¿Ha sido la gran aportación de la pieza, saber que los vascones escribían?Claro.-¿Y la relación de esa escritura con el euskera actual?Eso es más difícil porque solo tenemos esos textos, pero tenemos que ser humildes. Gente que había escrito previamente algo ahora no quiere modificar eso que escribió. Si los datos que han venido después lo desmienten, habrá que cambiar la posición, pero algunos son muy reluctantes a la rectificación. Hay personas que dicen que aunque la mano de Irulegi es un texto vascónico, el euskera no viene de ese vascónico, cuando no tienen elementos de demostración. Afirman que los vascones y su lengua desaparecieron y que la lengua vasca vino después, en el siglo V, desde Francia, pero no se puede comprobar porque no tenemos ninguna escritura de esa época. Todos tenemos que ser modestos. Sabemos poco. Con la mano de Irulegi no puedes reconstruir la lengua vascónica de esa época. ¡Solo tenemos cuatro líneas! O nos salen más textos… Tenemos 2.500 textos de lengua ibérica, ¡2.500! ¡Y no podemos traducir ni uno!«Tenemos 2.500 textos de lengua ibérica, ¡2.500! ¡Y no podemos traducir ni uno! Javier Velaza-¿Seguís investigando la mano de Irulegi?Ya hemos dicho lo que teníamos que decir. -Hay quien dice que después puntualizasteis.No cambiamos nada en la transcripción. Quizá al principio no se entendió bien. Por ejemplo, las diferencias entre el texto esgrafiado y el punteado. El texto esgrafiado decía ‘Sorioneke’ y el punteado ‘Sorioneku’. Hay un problema que nadie ha podido resolver y es si fue la misma persona la que hizo el esgrafiado y el punteado y si las diferencias entre los dos textos hacen mejor el primero o el segundo. Siempre dijimos que había esas dos lecturas y aunque se centró mucho el asunto en ‘Sorioneku’, en realidad lo fundamental es ‘Sorion’ porque es una formación incuestionable, que es «buena fortuna». Y además tiene paralelos en latín, en griego… Alguno ha llegado a decir que no lo tenemos documentado hasta el siglo XVII, pero es que del siglo XVI tenemos 12 textos y de los siglos anteriores, cero. Eso no quiere decir que el término nazca en el siglo XVII, es que no está documentado hasta entonces, porque no hay documentos. La lengua vasca se dejó de escribir durante siglos.-Eso es curioso.No es curioso, es espectacular.-¿Y por qué?Es algo extraordinariamente espectacular que no sabemos por qué se produjo. La lengua se dejó de escribir y se mantuvo a nivel oral solamente.-¿Y cómo se sabe que se mantuvo a nivel oral si no hay constancia escrita?Porque se mantuvo la lengua. Seguro que evolucionó, pero la lengua estaba allí. En Navarra, a mi modo de ver, desde época protohistórica, desde el siglo I a.C. En lo que es Euskadi ahora, ahí sí que no tenemos ni idea.-¿Qué misterio indescifrable te encantaría resolver? Si te concedieran el deseo de poder descifrar una lengua, ¿cuál elegirías? (Resopla pensativo) Quizás el ibérico, porque en el fondo no creo que el vascónico no esté descifrado. No tenemos textos, pero si aparecieran probablemente iríamos entendiendo cosas. En el ibérico se hace más complicado por algún motivo que no sabemos. Aunque hemos avanzado. Ahora comprendemos alguna palabra.-¿No existe ninguna inscripción bilingüe, en latín e ibérico, alguna piedra Rosetta?No. Hay tres o cuatro con texto en latín e ibérico, pero son muy cortas y la mayor, que es un arquitrabe de Sagunto, creo que no es bilingüe, que no dice lo mismo en latín que en ibérico. Entonces, no podemos comparar. Además hay que ser realista. Aunque se descubriera una inscripción bilingüe algo nos ayudaría, pero poco. La piedra Rosetta es un texto largo y con contenido jurídico escrito en dos lenguas (griego y egipcio) y tres sistemas de escritura (griego, demótico y jeroglífico). Conocemos textos bilingües en muchas lenguas del Mediterráneo de dedicaciones y demás, que no nos acaban de dar traducción. Para que existan inscripciones bilingües extensas se tienen que dar unas condiciones sociopolíticas determinadas y es posible que aquí, en el mundo ibérico, no se dieran. Probablemente la romanización y la latinización fueron más devastadoras y la lengua se abandonara antes de que se dieran las condiciones para necesitar textos bilingües largos. Es una especulación mía. -No sueñas con ser el Champollion del ibérico…Champollion descifró el signario jeroglífico. Nosotros tenemos el signario descifrado, aunque haya signos sobre los que debatamos, y cuando tenemos un texto lo leemos. Ya somos capaces de identificar si un texto es ibérico, celtibérico, vascónico… El problema en el ibérico es la traducción de la lengua.-¿Hay algún guiño a los iberos o a los vascones en tus poemas?Hay un guiño a una inscripción en la que aparece un nombre de un dios desconocido, a ese momento en que vuelve al mundo un dios olvidado durante 2.000 años. He querido transparentar esa condición mía de filólogo, investigador y también de profesor, que es muy importante. El poema introductorio habla de Gorgias, que pensaba que si algo existía y se conocía no se podía comunicar, pero dedicó su vida a la enseñanza. Eso es un acto casi heroico. Compartir también es para mí una apuesta vital. Hay un verso en este poemario que dice: «Solo se llama luz si es para todos». El poeta va a un sitio que no existe a buscar algo que ilumine aquí, pero si esa luz es solo para ti no es luz, se llama luz si es para todos. Yo creo en eso, en compartir con mis semejantes la luz que puedas traer de allí.-En la transmisión del conocimiento, la escritura ha sido fundamental. Silvia Ferrara dice en su libro que es ‘La gran invención de la humanidad’Es el gran invento porque no solo supone un instrumento para comunicarte a distancia, sino también a distancia cronológica. Cuando no había escritura, los conocimientos de una generación solo podían transmitirse a las siguientes de manera oral y era muy limitada. Además, cuando esa escritura se convierte en alfabética se produce una democratización extraordinaria del conocimiento. No hace falta aprenderse 3.500 ideogramas, con 25 puedes transmitir todo. En los últimos años se ha tenido la idea de que aprender a leer y escribir es algo complicado, pero en realidad es muy fácil. A mí me enseñó en casa mi abuelo, que era un maquinista jubilado de la Renfe.-Las escrituras no nacieron espontáneamente en la península, ¿a ti te nació espontáneamente la afición por la poesía o también tuviste una incursión ‘fenicia’?No lo sé. Escribo desde siempre, desde que era niño. Siempre he escrito poesía. La distancia del poema, su profundidad, es lo que más me gusta.-¿Se asemeja más a ese tipo de escrituras que estudias?Quizás. El ritmo de la poesía y su profundidad te permite reflexionar mucho más sobre el lenguaje, recrearlo, que la palabra vuelva a tener el significado original prístino. Limpiarla de adherencias que se le han ido poniendo con el uso. -¿Hay también un deseo de que tu escritura perdure, como esas escrituras de hace 2.500 años?Cuando uno escribe tiene una clara intención de comunicar, con los contemporáneos pero no necesariamente solo con ellos, aún con las limitaciones de un género como la poesía, que tiene unos lectores limitados. Pero sí que mi poesía aspira a la comunicación.A Velaza lo esperaban en el congreso para presentar a un ponente, pero el tiempo se había esfumado sin darnos cuenta y un colega tuvo que suplir su ausencia. «No te preocupes», dijo, mientras continuaba hablando con indisimulado orgullo de la estrecha colaboración entre las universidades de Barcelona, Zaragoza, País Vasco y Madrid en la investigación de inscripciones paleohispánicas. Sí, la suya es una apuesta vital por la comunicación y la divulgación.
premio loewe de poesía 2024
El reputado filólogo, ganador del Premio Loewe de Poesía, habla sobre ‘Las ignorancias’ y antiguas lenguas
En el tiempo que Javier Velaza (Castejón, 1963) pasó leyendo las líneas de la mano de Irulegi, sus propias manos también escribían. No una ofrenda a la Fortuna, como la grabada por los vascones en esa singular placa de bronce hallada en Navarra. El …
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