Si hay algo más extraordinario que recorrer de punta a punta la Tierra Media, con sus maravillas y peligros, es hacerlo dibujando. De esa manera lo ha hecho el artista canadiense John Howe (Vancouver, 67 años), que ha seguido los pasos de Bilbo, Frodo y otros personajes de las obras de J. R. R. Tolkien desde Bolsón Cerrado, la vivienda de los dos hobbits en la Comarca, a Mordor, el reino oscuro de Sauron, visitando por el camino lugares tan famosos (y algunos tan ominosos) para los tolkinianos como Rivendel, Isengard, Khazad-dûm, Minas Tirith, Edoras o el Abismo de Helm. Howe ha recogido sus impresiones y sus dibujos en el fabuloso Cuaderno de viaje de la Tierra Media (Minotauro), una obra tan importante como el Libro Rojo de la Frontera del Oeste o el Libro de Mazarbul, que conservaba el enano Gimli. El ilustrador no solo ha viajado con la imaginación para hacerlo sino que ha estado en algunos lugares reales de la geografía de Tolkien: los escenarios de Nueva Zelanda donde se filmaron, en 1998 y 2009 respectivamente, El Señor de los Anillos y El Hobbit, las adaptaciones de Peter Jackson en las que Howe trabajó como diseñador artístico junto a Alan Lee, plasmando todo el universo de Tolkien, desde las pipas de los enanos a los colosales Argonath, los Pilares de los Reyes, pasando por los arcos y flechas de los elfos o la despensa de Bilbo.
John Howe, uno de los mayores especialistas visuales en la obra de Tolkien y a cuyo lápiz debemos imágenes de calendarios, posters, portadas e ilustraciones de libros del autor de El Señor de los Anillos (es uno de los ilustradores de los Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media, Minotauro, 2023), ha sido una de las estrellas invitadas del Salón del Cómic de Barcelona clausurado el domingo en estos días primaverales en los que parece florecer por todas partes el árbol blanco de Gondor. Cuando ves a Howe parece que venga realmente de muy lejos y hasta le podrías confundir con uno de los Montaraces del Norte que capitaneaba Aragorn bajo el nombre de Trancos. Cuando se lo dices y alabas su aspecto enjuto, serio y resuelto que atemorizaría a un trasgo o a un orco, incluso a uno premium de los Uruk-hai (Howe practica esgrima medieval con un grupo suizo de reconstrucción histórica), esboza una sonrisa y dice que tendrías que haberlo visto unos años antes cuando tenía más pelo y más largo. Entrando en materia, y dado que somos de la misma edad, le pregunto si recuerda la enorme impresión que causó a nuestra generación la lectura de El Señor de los Anillos. “Bueno yo tuve una lectura bastante catastrófica”, explica. “Tenía 12 años, no me podía permitir comprarme los libros y tuve que tomarlos prestados de la biblioteca pública, donde nunca estaba disponible el primer tomo, así que tuve que empezar por el segundo, Las dos torres, y luego leer el tercero, El retorno del Rey. Fue una lectura desordenada y caótica. Leída así la historia no tenía mucho sentido”. Cuando finalmente pudo leer toda la trilogía, “me impactó, aunque era muy joven y en ese momento me interesaron sobre todo las batallas y esas cosas; más tarde comprendí la verdadera dimensión de la obra”.
¿Qué personajes de Tolkien son más difíciles de dibujar? “No sabría decir, todos tienen su dificultad, algunos son más complejos, ciertamente, y tras las películas los hay que se han vuelto indisociables de los actores que los interpretaron. Quizá los más difíciles sean los elfos. Porque no tenemos experiencia personal en seres inmortales. Y la descripción que nos hace de ellos Tolkien tampoco es que sea muy precisa”. En el Cuaderno de viaje de la Tierra Media aparecen dibujados varios elfos, entre ellos Thranduil, el rey del Reino del Bosque, padre del popular y certero Legolas. En un dibujo, Howe le representa de manera impresionante con vistosa armadura y máscara y armado con una alabarda élfica durante la Batalla de los Cinco Ejércitos. En general los elfos de Howe son inquietantemente hermosos, con una rara fiereza etérea, salvaje e intimidante. “Al dibujarlos has de intentar evitar rostros modernos”, señala. “Y deben dar la impresión de estar más allá de toda belleza”.
El tema de los elfos hace reflexionar a Howe sobre la enorme capacidad creativa de Tolkien. “En los años veinte del siglo pasado, antes de que se publicaran El Hobbit y El Señor de los Anillos, si preguntabas a cualquier persona qué era un elfo te contestaban que una pequeña criatura feérica que vivía en un rincón del jardín. Tolkien revisó esa imagen y los convirtió en los seres tan distintos, altos, impresionantes y peligrosos, que imaginamos hoy. Es extraordinario que una sola persona le haya dado la vuelta a un imaginario tan arraigado durante siglos. En todo caso es difícil desentrañar exactamente que tenía Tolkien en la cabeza. ¿Son criaturas de la mitología anglosajona o escandinava, ángeles miltonianos exiliados del paraíso, una mezcla de todo, u otra cosa?”.
¿Relee las obras de Tolkien para poder dibujar su mundo mejor? “A eso dedico la mayor parte de mi tiempo, a intentar entender a Tolkien y las fuentes de inspiración de su mundo. Hay un libro muy interesante, Switzerland in Tolkien’s Middle Earth, de Martin Monsch [el prólogo es del propio Howe], que explica cómo un viaje a pie por los Alpes berneses a los 19 años, el verano de 1911, inspiró a Tolkien —él mismo lo dijo— los grandes paisajes montañosos de su universo literario”. Según el libro, el valle del Lauterbrunnen con sus precipicios le habría inspirado Rivendel y el grupo del Jungfrau y el Silberhorn las Montañas Nubladas, la gran cadena montañosa de la Tierra Media. “En realidad no basta con poner directamente los Alpes en la Tierra Media, la imaginación de Tolkien no funcionaba así. De lo que se trata es de entender lo que él sentía y cómo trasladó esa emoción a su obra”. En Cuaderno de viaje de la Tierra Media, en el que aparecen escenas que le sonarán mucho a los que hayan visto las películas de Jackson porque se realizaron específicamente para el desarrollo de las mismas, Howe incluye muchas de paisajes, algunas realmente sobrecogedoras. La Montaña Solitaria (Erebor en sindarin), donde vivía Smaug, se alza precisamente como el diente alpino del Matterthorn; las Montañas Nubladas dejan avizorar sus peligrosos pasos nevados; en lo alto del pico del Celebdil, con un aire del Jungfrau, vemos a Gandalf enfrentarse definitivamente al Balrog tras hacerlo en las profundidades de Moria; y el Monte del Destino, en el negro corazón de Mordor, parece esperar, eructando humo, a Frodo y su carga, el Anillo Único. ¿Prefiere dibujar paisajes o personajes? “Me fascina establecer una relación personal con el paisaje y, más allá de eso, con lo sublime, y he querido explorar dibujando incluso territorios que Tolkien solo menciona de pasada o brevemente. Por otro lado, me encanta dibujar monumentos, ciudades, ruinas, y personajes y también objetos cotidianos, artesanía y armas, hachas, espadas; materializar hasta los elementos más pequeños del mundo de Tolkien ha sido un reto y un privilegio”.
¿Es muy complicado Sauron?, para dibujarlo quiero decir. “Es un reto, desde luego; tiene detrás una larga historia que hay que observar cuidadosamente. Pero no es el personaje más complejo de Tolkien. Su dificultad es que es muy cambiante, es fundamental tener en cuenta su evolución. En El Señor de los Anillos el elemento básico es que en realidad no lo podemos ver, aunque en el filme de Jackson tenemos una visión durante la batalla inicial en la que pierde el Anillo. En mi libro hay precisamente un boceto de Sauron rompiéndole a Elendil su famosa espada, Narsil. La serie El Señor de los Anillos: Los anillos de poder nos ha permitido verlo cómo era antes, en su forma humana, y sus disfraces”. En el libro de Howe hay dibujados personajes malos y buenos: aparecen Melkor y la ur-araña Ungoliant, su hija Ella-Laraña, dragones como Glaurung, Ancalagon el Negro y Smaug, orcos, trasgos de Moria, tumularios, lobos huargos, Nazgûls y hasta un variag de la remota Khand que recuerda a Darth Maul; y en el otro bando águilas, Tom Bombadil, ents, elfos, Rohirrims… ¿Qué prefiere dibujar, a los unos o a los otros? “Todos son interesantes. No hay que reducir Tolkien a buenos contra malos, a una confrontación entre buenos y villanos, Tolkien es mucho más que eso”.
No hay muchos personajes femeninos en el Cuaderno de viaje de la Tierra Media, aunque sale un dibujo de Éowyn armada como jinete de Roham con casco estilo Sutton Hoo con cimera, coraza de escamas y espada corta, junto al Rey Brujo de yelmo sin rostro al que mató en la Batalla de los Campos de Pelennor. ¿Era misógino Tolkien? “Era claramente old fashion, chapado a la antigua, muy discreto, y era inglés. Pero no creo que fuera misógino, era un hombre reflejo de su época, en la que las mujeres no tenían papeles tan activos como en el siglo XXI. No tenemos que proyectar en Tolkien ideas modernas. Sin embargo en sus cartas no vemos nada de misoginia. E intentó no dejar a las mujeres fuera de su obra. De hecho tenemos algunos personajes femeninos muy interesantes, Galadriel, Arwen, Éowyn. Mi favorita es una que en realidad no aparece, la madre de Boromir y Faramir [Finduilas de Dol Amroth], esposa del enajenado senescal regente de Gondor Denethor II. Dejó una familia disfuncional y me habría gustado saber más de ella”.
¿Le dan muchos disgustos los fans de Tolkien?, algunos pueden ser muy puntillosos. “No, no tengo problemas con ellos, pero soy muy consciente de su pasión, de su sentimiento de propiedad, y los entiendo. Me siento un privilegiado por participar de ese mundo. Es cierto que a veces tengo que recordarles que estamos en el mismo bando. Es crucial el respeto mutuo. En alguna ocasión me dicen que algo no es como yo lo he interpretado, y entonces les pregunto, ¿y como es?, y no saben responder. Cuando los veo muy preocupados les tranquilizo diciéndoles que muchas imágenes que pueden chocarles no van a perdurar si no conectan con el público, que no se preocupen. Hay una selección natural y lo que no funciona desaparece. En el otro lado, hay representaciones como la del Balrog, en las que todo el mundo está de acuerdo. Ha sido como una especie de creación colectiva, todas se parecen. Me fascina la capacidad de algunas imágenes de calar, solidificarse y perdurar en el imaginario colectivo como cultura compartida. Es sensacional, sobre todo porque se trata de cosas que no existen”.
De trabajar con Jackson dice Howe que fue una relación “muy estimulante y enriquecedora, con mucho diálogo” y recalca: “Para un artista es el top”. ¿Mejor el dibujo o el cine para Tolkien? “El cine es muy eficaz, te transporta muy fácilmente y comunica mucho, pero no sabría decir que es mejor para la obra de Tolkien, la ilustración da otra interacción”. Del hecho de que Tolkien mismo hiciera dibujos de sus obras, dice que no cree que eso condicione ni le limite a él. “Nada me limita como dibujante, ni coarta mi imaginación. Los dibujos de Tolkien pueden ser emocionantes, intrigantes, informativos pero también no necesariamente inspiradores. Lo interesante y significativo es que, magnífico maestro como era de la palabra, él sintió la necesidad en algunos momentos de ilustrar sus obras. Adoro esa sensación”.
John Howe no se ha limitado a las obras de Tolkien. Harper Collins editó una antología de sus dibujos, el libro Myth & Magic: The Art of John Howe, con prólogo de Jackson, epílogo de Alan Lee, y textos de Ian McKellen y escritores como Robert Holdstock, el autor de Bosque Mitago. Tiene un libro genérico sobre dragones (en Timun Mas), otro sobre mundos perdidos (Espasa) y también en Minotauro ha ilustrado El gran libro del rey Arturo, de John Matthews, con laminas a todo color y dibujos muy sugerentes a lápiz. “Me atrae del mundo artúrico la proximidad del fantástico en un universo real, mundano; la intrusión de las maravillas y el simbolismo, ver como se trata de revocar el reino de lo posible”. Uno de sus dibujos muestra la escena final de la espada arrojada al lago, ¿Recuerda Excalibur, de John Boorman? “¡Claro!, fue un shock ver ese filme. ¿Dice que Bormann era junguiano? No me extraña nada”.
El artista, colaborador de Peter Jackson en sus versiones de ‘El Señor de los Anillos’ y ‘El Hobbit’, es autor de un fascinante ‘Cuaderno de viaje de la Tierra Media’
Si hay algo más extraordinario que recorrer de punta a punta la Tierra Media, con sus maravillas y peligros, es hacerlo dibujando. De esa manera lo ha hecho el artista canadiense John Howe (Vancouver, 67 años), que ha seguido los pasos de Bilbo, Frodo y otros personajes de las obras de J. R. R. Tolkien desde Bolsón Cerrado, la vivienda de los dos hobbits en la Comarca, a Mordor, el reino oscuro de Sauron, visitando por el camino lugares tan famosos (y algunos tan ominosos) para los tolkinianos como Rivendel, Isengard, Khazad-dûm, Minas Tirith, Edoras o el Abismo de Helm. Howe ha recogido sus impresiones y sus dibujos en el fabuloso Cuaderno de viaje de la Tierra Media (Minotauro), una obra tan importante como el Libro Rojo de la Frontera del Oeste o el Libro de Mazarbul, que conservaba el enano Gimli. El ilustrador no solo ha viajado con la imaginación para hacerlo sino que ha estado en algunos lugares reales de la geografía de Tolkien: los escenarios de Nueva Zelanda donde se filmaron, en 1998 y 2009 respectivamente, El Señor de los Anillos y El Hobbit, las adaptaciones de Peter Jackson en las que Howe trabajó como diseñador artístico junto a Alan Lee, plasmando todo el universo de Tolkien, desde las pipas de los enanos a los colosales Argonath, los Pilares de los Reyes, pasando por los arcos y flechas de los elfos o la despensa de Bilbo.
John Howe, uno de los mayores especialistas visuales en la obra de Tolkien y a cuyo lápiz debemos imágenes de calendarios, posters, portadas e ilustraciones de libros del autor de El Señor de los Anillos (es uno de los ilustradores de los Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media, Minotauro, 2023), ha sido una de las estrellas invitadas del Salón del Cómic de Barcelona clausurado el domingo en estos días primaverales en los que parece florecer por todas partes el árbol blanco de Gondor. Cuando ves a Howe parece que venga realmente de muy lejos y hasta le podrías confundir con uno de los Montaraces del Norte que capitaneaba Aragorn bajo el nombre de Trancos. Cuando se lo dices y alabas su aspecto enjuto, serio y resuelto que atemorizaría a un trasgo o a un orco, incluso a uno premium de los Uruk-hai (Howe practica esgrima medieval con un grupo suizo de reconstrucción histórica), esboza una sonrisa y dice que tendrías que haberlo visto unos años antes cuando tenía más pelo y más largo. Entrando en materia, y dado que somos de la misma edad, le pregunto si recuerda la enorme impresión que causó a nuestra generación la lectura de El Señor de los Anillos. “Bueno yo tuve una lectura bastante catastrófica”, explica. “Tenía 12 años, no me podía permitir comprarme los libros y tuve que tomarlos prestados de la biblioteca pública, donde nunca estaba disponible el primer tomo, así que tuve que empezar por el segundo, Las dos torres, y luego leer el tercero, El retorno del Rey. Fue una lectura desordenada y caótica. Leída así la historia no tenía mucho sentido”. Cuando finalmente pudo leer toda la trilogía, “me impactó, aunque era muy joven y en ese momento me interesaron sobre todo las batallas y esas cosas; más tarde comprendí la verdadera dimensión de la obra”.
¿Qué personajes de Tolkien son más difíciles de dibujar? “No sabría decir, todos tienen su dificultad, algunos son más complejos, ciertamente, y tras las películas los hay que se han vuelto indisociables de los actores que los interpretaron. Quizá los más difíciles sean los elfos. Porque no tenemos experiencia personal en seres inmortales. Y la descripción que nos hace de ellos Tolkien tampoco es que sea muy precisa”. En el Cuaderno de viaje de la Tierra Media aparecen dibujados varios elfos, entre ellos Thranduil, el rey del Reino del Bosque, padre del popular y certero Legolas. En un dibujo, Howe le representa de manera impresionante con vistosa armadura y máscara y armado con una alabarda élfica durante la Batalla de los Cinco Ejércitos. En general los elfos de Howe son inquietantemente hermosos, con una rara fiereza etérea, salvaje e intimidante. “Al dibujarlos has de intentar evitar rostros modernos”, señala. “Y deben dar la impresión de estar más allá de toda belleza”.

El tema de los elfos hace reflexionar a Howe sobre la enorme capacidad creativa de Tolkien. “En los años veinte del siglo pasado, antes de que se publicaran El Hobbit y El Señor de los Anillos, si preguntabas a cualquier persona qué era un elfo te contestaban que una pequeña criatura feérica que vivía en un rincón del jardín. Tolkien revisó esa imagen y los convirtió en los seres tan distintos, altos, impresionantes y peligrosos, que imaginamos hoy. Es extraordinario que una sola persona le haya dado la vuelta a un imaginario tan arraigado durante siglos. En todo caso es difícil desentrañar exactamente que tenía Tolkien en la cabeza. ¿Son criaturas de la mitología anglosajona o escandinava, ángeles miltonianos exiliados del paraíso, una mezcla de todo, u otra cosa?”.
¿Relee las obras de Tolkien para poder dibujar su mundo mejor? “A eso dedico la mayor parte de mi tiempo, a intentar entender a Tolkien y las fuentes de inspiración de su mundo. Hay un libro muy interesante, Switzerland in Tolkien’s Middle Earth, de Martin Monsch [el prólogo es del propio Howe], que explica cómo un viaje a pie por los Alpes berneses a los 19 años, el verano de 1911, inspiró a Tolkien —él mismo lo dijo— los grandes paisajes montañosos de su universo literario”. Según el libro, el valle del Lauterbrunnen con sus precipicios le habría inspirado Rivendel y el grupo del Jungfrau y el Silberhorn las Montañas Nubladas, la gran cadena montañosa de la Tierra Media. “En realidad no basta con poner directamente los Alpes en la Tierra Media, la imaginación de Tolkien no funcionaba así. De lo que se trata es de entender lo que él sentía y cómo trasladó esa emoción a su obra”. En Cuaderno de viaje de la Tierra Media, en el que aparecen escenas que le sonarán mucho a los que hayan visto las películas de Jackson porque se realizaron específicamente para el desarrollo de las mismas, Howe incluye muchas de paisajes, algunas realmente sobrecogedoras. La Montaña Solitaria (Erebor en sindarin), donde vivía Smaug, se alza precisamente como el diente alpino del Matterthorn; las Montañas Nubladas dejan avizorar sus peligrosos pasos nevados; en lo alto del pico del Celebdil, con un aire del Jungfrau, vemos a Gandalf enfrentarse definitivamente al Balrog tras hacerlo en las profundidades de Moria; y el Monte del Destino, en el negro corazón de Mordor, parece esperar, eructando humo, a Frodo y su carga, el Anillo Único. ¿Prefiere dibujar paisajes o personajes? “Me fascina establecer una relación personal con el paisaje y, más allá de eso, con lo sublime, y he querido explorar dibujando incluso territorios que Tolkien solo menciona de pasada o brevemente. Por otro lado, me encanta dibujar monumentos, ciudades, ruinas, y personajes y también objetos cotidianos, artesanía y armas, hachas, espadas; materializar hasta los elementos más pequeños del mundo de Tolkien ha sido un reto y un privilegio”.

¿Es muy complicado Sauron?, para dibujarlo quiero decir. “Es un reto, desde luego; tiene detrás una larga historia que hay que observar cuidadosamente. Pero no es el personaje más complejo de Tolkien. Su dificultad es que es muy cambiante, es fundamental tener en cuenta su evolución. En El Señor de los Anillos el elemento básico es que en realidad no lo podemos ver, aunque en el filme de Jackson tenemos una visión durante la batalla inicial en la que pierde el Anillo. En mi libro hay precisamente un boceto de Sauron rompiéndole a Elendil su famosa espada, Narsil. La serie El Señor de los Anillos: Los anillos de poder nos ha permitido verlo cómo era antes, en su forma humana, y sus disfraces”. En el libro de Howe hay dibujados personajes malos y buenos: aparecen Melkor y la ur-araña Ungoliant, su hija Ella-Laraña, dragones como Glaurung, Ancalagon el Negro y Smaug, orcos, trasgos de Moria, tumularios, lobos huargos, Nazgûls y hasta un variag de la remota Khand que recuerda a Darth Maul; y en el otro bando águilas, Tom Bombadil, ents, elfos, Rohirrims… ¿Qué prefiere dibujar, a los unos o a los otros? “Todos son interesantes. No hay que reducir Tolkien a buenos contra malos, a una confrontación entre buenos y villanos, Tolkien es mucho más que eso”.
No hay muchos personajes femeninos en el Cuaderno de viaje de la Tierra Media, aunque sale un dibujo de Éowyn armada como jinete de Roham con casco estilo Sutton Hoo con cimera, coraza de escamas y espada corta, junto al Rey Brujo de yelmo sin rostro al que mató en la Batalla de los Campos de Pelennor. ¿Era misógino Tolkien? “Era claramente old fashion, chapado a la antigua, muy discreto, y era inglés. Pero no creo que fuera misógino, era un hombre reflejo de su época, en la que las mujeres no tenían papeles tan activos como en el siglo XXI. No tenemos que proyectar en Tolkien ideas modernas. Sin embargo en sus cartas no vemos nada de misoginia. E intentó no dejar a las mujeres fuera de su obra. De hecho tenemos algunos personajes femeninos muy interesantes, Galadriel, Arwen, Éowyn. Mi favorita es una que en realidad no aparece, la madre de Boromir y Faramir [Finduilas de Dol Amroth], esposa del enajenado senescal regente de Gondor Denethor II. Dejó una familia disfuncional y me habría gustado saber más de ella”.
¿Le dan muchos disgustos los fans de Tolkien?, algunos pueden ser muy puntillosos. “No, no tengo problemas con ellos, pero soy muy consciente de su pasión, de su sentimiento de propiedad, y los entiendo. Me siento un privilegiado por participar de ese mundo. Es cierto que a veces tengo que recordarles que estamos en el mismo bando. Es crucial el respeto mutuo. En alguna ocasión me dicen que algo no es como yo lo he interpretado, y entonces les pregunto, ¿y como es?, y no saben responder. Cuando los veo muy preocupados les tranquilizo diciéndoles que muchas imágenes que pueden chocarles no van a perdurar si no conectan con el público, que no se preocupen. Hay una selección natural y lo que no funciona desaparece. En el otro lado, hay representaciones como la del Balrog, en las que todo el mundo está de acuerdo. Ha sido como una especie de creación colectiva, todas se parecen. Me fascina la capacidad de algunas imágenes de calar, solidificarse y perdurar en el imaginario colectivo como cultura compartida. Es sensacional, sobre todo porque se trata de cosas que no existen”.

De trabajar con Jackson dice Howe que fue una relación “muy estimulante y enriquecedora, con mucho diálogo” y recalca: “Para un artista es el top”. ¿Mejor el dibujo o el cine para Tolkien? “El cine es muy eficaz, te transporta muy fácilmente y comunica mucho, pero no sabría decir que es mejor para la obra de Tolkien, la ilustración da otra interacción”. Del hecho de que Tolkien mismo hiciera dibujos de sus obras, dice que no cree que eso condicione ni le limite a él. “Nada me limita como dibujante, ni coarta mi imaginación. Los dibujos de Tolkien pueden ser emocionantes, intrigantes, informativos pero también no necesariamente inspiradores. Lo interesante y significativo es que, magnífico maestro como era de la palabra, él sintió la necesidad en algunos momentos de ilustrar sus obras. Adoro esa sensación”.
John Howe no se ha limitado a las obras de Tolkien. Harper Collins editó una antología de sus dibujos, el libro Myth & Magic: The Art of John Howe, con prólogo de Jackson, epílogo de Alan Lee, y textos de Ian McKellen y escritores como Robert Holdstock, el autor de Bosque Mitago. Tiene un libro genérico sobre dragones (en Timun Mas), otro sobre mundos perdidos (Espasa) y también en Minotauro ha ilustrado El gran libro del rey Arturo, de John Matthews, con laminas a todo color y dibujos muy sugerentes a lápiz. “Me atrae del mundo artúrico la proximidad del fantástico en un universo real, mundano; la intrusión de las maravillas y el simbolismo, ver como se trata de revocar el reino de lo posible”. Uno de sus dibujos muestra la escena final de la espada arrojada al lago, ¿Recuerda Excalibur, de John Boorman? “¡Claro!, fue un shock ver ese filme. ¿Dice que Bormann era junguiano? No me extraña nada”.
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