«Boom, boom, boom, boom, boom» resuena la pieza ‘Kaláshnikov’ que Goran Bregovic compuso para una película tan genial como desconcertante, ‘Underground’ (1995), de Emir Kusturica, ambientada en los Balcanes, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la desintegración de Yugoslavia. Jesús Malverde, el santo de los pobres y los narcos sinaloenses, es representado frecuentemente con uno o varios cuernos de chivo —de oro, en ocasiones—, nombre que designa al fusil AK-47, el kaláshnikov, y los narcocorridos norteños aluden una vez tras otra a esta arma. ENSAYO ‘Kaláshnikov. De Vietnam a Gaza: la historia de un siglo cruel encarnada en un arma’ Autor Domenico Quirico Editorial Deusto Año 2025 Páginas 271 Precio 21,95 euros 4En la bandera de Mozambique, con sus tres franjas horizontales (verde, negra, amarilla), figura, junto con un libro y una azada, un kaláshnikov —también, por cierto, en el emblema de Hezbolá —. Algunas de las imágenes que han inmortalizado al terrorista multimillonario Bin Laden lo muestran acompañado o disparando un kaláshnikov. Europa, América, África, Asia: por todos los continentes se reparten los millones y más millones de unidades vendidas, la mayoría de contrabando, de este fusil de asalto, barato, poco pesado y fácil de usar —incluso en manos de los niños soldados jemeres o congoleños—, inventado en 1947.Para el veterano periodista y reportero italiano Domenico Quirico , el kaláshnikov es el instrumento del Mal por excelencia Y su principal símbolo en el mundo de las últimas ocho décadas. Posiblemente se trata del arma que ha provocado más muertos en la historia. Al fusil AK-47 y a sus efectos y a sus guerras y a sus víctimas les ha dedicado un libro. No se ocupa, en cambio, de las características técnicas y otros detalles por el estilo. La parte humana es la principal en su relato. Nacido en la totalitaria URSS del estalinismo, el kaláshnikov se cargó de mística revolucionaria en Vietnam, para acabar convirtiéndose en el arma por excelencia de guerrilleros de toda ralea —yihadistas, chechenos, las FARC, palestinos— y, más adelante, del crimen organizado, las mafias del este y los narcos mexicanos. Sostiene el autor que se trata del único producto ruso famoso en todas partes —además del vodka—, así como del único exitoso creado por la «gran revolución proletaria» soviética. Un trágico y siniestro balance. Utilizando la fórmula de los capítulos alternos, Quirico reconstruye, por una parte, a partir de un ejercicio de autobiografía ficcional , la vida del inventor del fusil, Mijáil Kaláshnikov (1919-2013), desde la deportación de su familia hasta convertirse en un héroe soviético y del putinismo, pasando por la huida de Siberia, la Segunda Guerra Mundial, el Premio Stalin de 1949, el paso por el Soviet Supremo , el generalato otorgado por Yeltsin o el encuentro en Estados Unidos con Eugene Stoner, el inventor del «rival capitalista» el sofisticado M-16. Un Stoner inmensamente rico frente a un Kaláshnikov colmado de medallas y nunca arrepentido de su creación. Sostiene Quirico que es el único producto exitoso creado por la «gran revolución proletaria» soviética. Un trágico y siniestro balanceEn el resto de capítulos de la obra se narran algunos de los episodios bélicos que el autor cubrió como reportero y en los que el arma de marras adquirió una evidente y sangrienta centralidad: Mozambique, con las luchas entre Frelimo y Renamo; Somalia y el Congo del coltán; Siria y Chechenia , unos países en los que la gente se mata «fraternalmente, utilizando la misma arma»; Ucrania, y, asimismo, Gaza, en donde proliferan los ‘kalash’ de último modelo proporcionados por Irán o pagados por Catar. El recorrido es impresionante. «Boom, boom, boom, boom, boom» resuena la pieza ‘Kaláshnikov’ que Goran Bregovic compuso para una película tan genial como desconcertante, ‘Underground’ (1995), de Emir Kusturica, ambientada en los Balcanes, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la desintegración de Yugoslavia. Jesús Malverde, el santo de los pobres y los narcos sinaloenses, es representado frecuentemente con uno o varios cuernos de chivo —de oro, en ocasiones—, nombre que designa al fusil AK-47, el kaláshnikov, y los narcocorridos norteños aluden una vez tras otra a esta arma. ENSAYO ‘Kaláshnikov. De Vietnam a Gaza: la historia de un siglo cruel encarnada en un arma’ Autor Domenico Quirico Editorial Deusto Año 2025 Páginas 271 Precio 21,95 euros 4En la bandera de Mozambique, con sus tres franjas horizontales (verde, negra, amarilla), figura, junto con un libro y una azada, un kaláshnikov —también, por cierto, en el emblema de Hezbolá —. Algunas de las imágenes que han inmortalizado al terrorista multimillonario Bin Laden lo muestran acompañado o disparando un kaláshnikov. Europa, América, África, Asia: por todos los continentes se reparten los millones y más millones de unidades vendidas, la mayoría de contrabando, de este fusil de asalto, barato, poco pesado y fácil de usar —incluso en manos de los niños soldados jemeres o congoleños—, inventado en 1947.Para el veterano periodista y reportero italiano Domenico Quirico , el kaláshnikov es el instrumento del Mal por excelencia Y su principal símbolo en el mundo de las últimas ocho décadas. Posiblemente se trata del arma que ha provocado más muertos en la historia. Al fusil AK-47 y a sus efectos y a sus guerras y a sus víctimas les ha dedicado un libro. No se ocupa, en cambio, de las características técnicas y otros detalles por el estilo. La parte humana es la principal en su relato. Nacido en la totalitaria URSS del estalinismo, el kaláshnikov se cargó de mística revolucionaria en Vietnam, para acabar convirtiéndose en el arma por excelencia de guerrilleros de toda ralea —yihadistas, chechenos, las FARC, palestinos— y, más adelante, del crimen organizado, las mafias del este y los narcos mexicanos. Sostiene el autor que se trata del único producto ruso famoso en todas partes —además del vodka—, así como del único exitoso creado por la «gran revolución proletaria» soviética. Un trágico y siniestro balance. Utilizando la fórmula de los capítulos alternos, Quirico reconstruye, por una parte, a partir de un ejercicio de autobiografía ficcional , la vida del inventor del fusil, Mijáil Kaláshnikov (1919-2013), desde la deportación de su familia hasta convertirse en un héroe soviético y del putinismo, pasando por la huida de Siberia, la Segunda Guerra Mundial, el Premio Stalin de 1949, el paso por el Soviet Supremo , el generalato otorgado por Yeltsin o el encuentro en Estados Unidos con Eugene Stoner, el inventor del «rival capitalista» el sofisticado M-16. Un Stoner inmensamente rico frente a un Kaláshnikov colmado de medallas y nunca arrepentido de su creación. Sostiene Quirico que es el único producto exitoso creado por la «gran revolución proletaria» soviética. Un trágico y siniestro balanceEn el resto de capítulos de la obra se narran algunos de los episodios bélicos que el autor cubrió como reportero y en los que el arma de marras adquirió una evidente y sangrienta centralidad: Mozambique, con las luchas entre Frelimo y Renamo; Somalia y el Congo del coltán; Siria y Chechenia , unos países en los que la gente se mata «fraternalmente, utilizando la misma arma»; Ucrania, y, asimismo, Gaza, en donde proliferan los ‘kalash’ de último modelo proporcionados por Irán o pagados por Catar. El recorrido es impresionante.
«Boom, boom, boom, boom, boom» resuena la pieza ‘Kaláshnikov’ que Goran Bregovic compuso para una película tan genial como desconcertante, ‘Underground’ (1995), de Emir Kusturica, ambientada en los Balcanes, desde la Segunda Guerra Mundial hasta la desintegración de Yugoslavia.
Jesús Malverde, el santo de los pobres y los narcos sinaloenses, … es representado frecuentemente con uno o varios cuernos de chivo —de oro, en ocasiones—, nombre que designa al fusil AK-47, el kaláshnikov, y los narcocorridos norteños aluden una vez tras otra a esta arma.

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Autor
Domenico Quirico -
Editorial
Deusto -
Año
2025 -
Páginas
271 -
Precio
21,95 euros
En la bandera de Mozambique, con sus tres franjas horizontales (verde, negra, amarilla), figura, junto con un libro y una azada, un kaláshnikov —también, por cierto, en el emblema de Hezbolá—. Algunas de las imágenes que han inmortalizado al terrorista multimillonario Bin Laden lo muestran acompañado o disparando un kaláshnikov. Europa, América, África, Asia: por todos los continentes se reparten los millones y más millones de unidades vendidas, la mayoría de contrabando, de este fusil de asalto, barato, poco pesado y fácil de usar —incluso en manos de los niños soldados jemeres o congoleños—, inventado en 1947.
Para el veterano periodista y reportero italiano Domenico Quirico, el kaláshnikov es el instrumento del Mal por excelencia Y su principal símbolo en el mundo de las últimas ocho décadas. Posiblemente se trata del arma que ha provocado más muertos en la historia. Al fusil AK-47 y a sus efectos y a sus guerras y a sus víctimas les ha dedicado un libro. No se ocupa, en cambio, de las características técnicas y otros detalles por el estilo.
La parte humana es la principal en su relato. Nacido en la totalitaria URSS del estalinismo, el kaláshnikov se cargó de mística revolucionaria en Vietnam, para acabar convirtiéndose en el arma por excelencia de guerrilleros de toda ralea —yihadistas, chechenos, las FARC, palestinos— y, más adelante, del crimen organizado, las mafias del este y los narcos mexicanos. Sostiene el autor que se trata del único producto ruso famoso en todas partes —además del vodka—, así como del único exitoso creado por la «gran revolución proletaria» soviética. Un trágico y siniestro balance.
Utilizando la fórmula de los capítulos alternos, Quirico reconstruye, por una parte, a partir de un ejercicio de autobiografía ficcional, la vida del inventor del fusil, Mijáil Kaláshnikov (1919-2013), desde la deportación de su familia hasta convertirse en un héroe soviético y del putinismo, pasando por la huida de Siberia, la Segunda Guerra Mundial, el Premio Stalin de 1949, el paso por el Soviet Supremo, el generalato otorgado por Yeltsin o el encuentro en Estados Unidos con Eugene Stoner, el inventor del «rival capitalista» el sofisticado M-16. Un Stoner inmensamente rico frente a un Kaláshnikov colmado de medallas y nunca arrepentido de su creación.
Sostiene Quirico que es el único producto exitoso creado por la «gran revolución proletaria» soviética. Un trágico y siniestro balance
En el resto de capítulos de la obra se narran algunos de los episodios bélicos que el autor cubrió como reportero y en los que el arma de marras adquirió una evidente y sangrienta centralidad: Mozambique, con las luchas entre Frelimo y Renamo; Somalia y el Congo del coltán; Siria y Chechenia, unos países en los que la gente se mata «fraternalmente, utilizando la misma arma»; Ucrania, y, asimismo, Gaza, en donde proliferan los ‘kalash’ de último modelo proporcionados por Irán o pagados por Catar. El recorrido es impresionante.
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