La labor textil, históricamente relegada al ámbito de la artesanía, ha alcanzado un lugar destacado en los principales espacios del arte contemporáneo, desde museos hasta bienales. En España, una figura clave en este proceso de revalorización es Teresa Lanceta (Barcelona, 1951), quien, desde la década de los setenta, ha creado tapices, alfombras, teñidos y bordados. Al igual que las prácticas pioneras de Eva Hesse o Robert Morris, su exploración formal y su reivindicación del proceso desafió los formatos convencionales del arte. No obstante, Lanceta siempre ha reivindicado la tradición del medio textil, asentada en un longevo código binario –urdimbre y trama– que se expande hacia infinitas posibilidades.Noticias relacionadas estandar Si Crítica de: ‘La otra selva’, de Pablo Capitán del Río en Art9: presencia e impermanencia Juan Bautista Peiró estandar Si CRÍTICA DE: ‘Reforzar los diques’: de catástrofes y palacios con Pablo Genovés en la galería Fernández-Braso Carlos Delgado MayordomoSu trabajo es contextual, guiado por el deseo de dialogar con expresiones locales, ya sea en el barrio del Raval en Barcelona, donde vivió, o en el Atlas Medio, que frecuentó durante tres décadas. En estos lugares, Lanceta ha establecido relaciones que trascienden la mera colaboración, generando lo que denomina «autorías compartidas». Si lo textil ha sido históricamente devaluado por su asociación con lo femenino, lo doméstico y lo artesanal, ella pone en valor estas mismas características para configurar una estética, de filiación feminista, que reconceptualiza lo artístico como un espacio de experiencias vitales y saberes compartidos.Lanceta ha reflejado un interés recurrente por los acontecimientos del pasado. Por ejemplo, su historia familiar y sus propios viajes sirvieron como punto de partida para ‘El paso del Ebro’ (2013-2015), donde exploró una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil española. En su último proyecto de envergadura, presentado el pasado año en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, nos trasladó al siglo XIII castellano para investigar la convivencia entre las culturas cristiana, musulmana y judía, así como las conexiones que estas establecieron mediante los talleres textiles de la época.En primera y tercera persona, En las imágenes, obras de la serie ‘Crónica de una batalla’ y ‘Sombra’ ABCLa exposición actual en la galería 1MiraMadrid continúa este proyecto, ahondando no solo en aquellas redes de intercambio cultural, sino también en el legado de violencia que las guerras dejaron tras de sí. La muestra incluye dibujos inéditos realizados con lápices de colores, telas bordadas con nuevas iconografías, y una instalación de lana y seda que examina las relaciones entre el valor y el volumen. En la última sala, la voz de la artista resuena relatando la memoria de quienes nunca regresaron de la batalla, al tiempo que evoca la condición subalterna de las mujeres.La metodología de Lanceta se nutre no solo de un exhaustivo análisis de los textiles de la época, sino también de una ruptura del tiempo lineal que le permite, por ejemplo, entretejer la historia de Leonor de Guzmán con la poesía de Alejandra Pizarnik. La comisaria Laura Vallés Vilches describe a la artista como una «historiadora de lo cotidiano y cronista de detalles olvidados». Una definición tan sugerente como problemática, ya que apunta al aspecto más controvertido de la memoria histórica cuando esta no es experiencia vivida: los hechos corren el riesgo de pasar a un segundo plano frente a sus representaciones, que terminan adquiriendo una especie de existencia autónoma. Teresa Lanceta ‘La cólcedra al filo del alba’. Galería 1MiraMadrid. Madrid. C/ Argumosa, 16. Hasta el 15 de marzo. Cuatro estrellas.El gran reto de Lanceta es evitar que el acto de narrar el pasado se convierta en una estrategia para legitimar ideas del presente . Y lo consigue gracias a su afán de no subordinar el pensamiento poético a la pesquisa historiográfica. La labor textil, históricamente relegada al ámbito de la artesanía, ha alcanzado un lugar destacado en los principales espacios del arte contemporáneo, desde museos hasta bienales. En España, una figura clave en este proceso de revalorización es Teresa Lanceta (Barcelona, 1951), quien, desde la década de los setenta, ha creado tapices, alfombras, teñidos y bordados. Al igual que las prácticas pioneras de Eva Hesse o Robert Morris, su exploración formal y su reivindicación del proceso desafió los formatos convencionales del arte. No obstante, Lanceta siempre ha reivindicado la tradición del medio textil, asentada en un longevo código binario –urdimbre y trama– que se expande hacia infinitas posibilidades.Noticias relacionadas estandar Si Crítica de: ‘La otra selva’, de Pablo Capitán del Río en Art9: presencia e impermanencia Juan Bautista Peiró estandar Si CRÍTICA DE: ‘Reforzar los diques’: de catástrofes y palacios con Pablo Genovés en la galería Fernández-Braso Carlos Delgado MayordomoSu trabajo es contextual, guiado por el deseo de dialogar con expresiones locales, ya sea en el barrio del Raval en Barcelona, donde vivió, o en el Atlas Medio, que frecuentó durante tres décadas. En estos lugares, Lanceta ha establecido relaciones que trascienden la mera colaboración, generando lo que denomina «autorías compartidas». Si lo textil ha sido históricamente devaluado por su asociación con lo femenino, lo doméstico y lo artesanal, ella pone en valor estas mismas características para configurar una estética, de filiación feminista, que reconceptualiza lo artístico como un espacio de experiencias vitales y saberes compartidos.Lanceta ha reflejado un interés recurrente por los acontecimientos del pasado. Por ejemplo, su historia familiar y sus propios viajes sirvieron como punto de partida para ‘El paso del Ebro’ (2013-2015), donde exploró una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil española. En su último proyecto de envergadura, presentado el pasado año en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, nos trasladó al siglo XIII castellano para investigar la convivencia entre las culturas cristiana, musulmana y judía, así como las conexiones que estas establecieron mediante los talleres textiles de la época.En primera y tercera persona, En las imágenes, obras de la serie ‘Crónica de una batalla’ y ‘Sombra’ ABCLa exposición actual en la galería 1MiraMadrid continúa este proyecto, ahondando no solo en aquellas redes de intercambio cultural, sino también en el legado de violencia que las guerras dejaron tras de sí. La muestra incluye dibujos inéditos realizados con lápices de colores, telas bordadas con nuevas iconografías, y una instalación de lana y seda que examina las relaciones entre el valor y el volumen. En la última sala, la voz de la artista resuena relatando la memoria de quienes nunca regresaron de la batalla, al tiempo que evoca la condición subalterna de las mujeres.La metodología de Lanceta se nutre no solo de un exhaustivo análisis de los textiles de la época, sino también de una ruptura del tiempo lineal que le permite, por ejemplo, entretejer la historia de Leonor de Guzmán con la poesía de Alejandra Pizarnik. La comisaria Laura Vallés Vilches describe a la artista como una «historiadora de lo cotidiano y cronista de detalles olvidados». Una definición tan sugerente como problemática, ya que apunta al aspecto más controvertido de la memoria histórica cuando esta no es experiencia vivida: los hechos corren el riesgo de pasar a un segundo plano frente a sus representaciones, que terminan adquiriendo una especie de existencia autónoma. Teresa Lanceta ‘La cólcedra al filo del alba’. Galería 1MiraMadrid. Madrid. C/ Argumosa, 16. Hasta el 15 de marzo. Cuatro estrellas.El gran reto de Lanceta es evitar que el acto de narrar el pasado se convierta en una estrategia para legitimar ideas del presente . Y lo consigue gracias a su afán de no subordinar el pensamiento poético a la pesquisa historiográfica.
La labor textil, históricamente relegada al ámbito de la artesanía, ha alcanzado un lugar destacado en los principales espacios del arte contemporáneo, desde museos hasta bienales. En España, una figura clave en este proceso de revalorización es Teresa Lanceta (Barcelona, 1951), quien, desde la … década de los setenta, ha creado tapices, alfombras, teñidos y bordados.
Al igual que las prácticas pioneras de Eva Hesse o Robert Morris, su exploración formal y su reivindicación del proceso desafió los formatos convencionales del arte. No obstante, Lanceta siempre ha reivindicado la tradición del medio textil, asentada en un longevo código binario –urdimbre y trama– que se expande hacia infinitas posibilidades.
Su trabajo es contextual, guiado por el deseo de dialogar con expresiones locales, ya sea en el barrio del Raval en Barcelona, donde vivió, o en el Atlas Medio, que frecuentó durante tres décadas. En estos lugares, Lanceta ha establecido relaciones que trascienden la mera colaboración, generando lo que denomina «autorías compartidas». Si lo textil ha sido históricamente devaluado por su asociación con lo femenino, lo doméstico y lo artesanal, ella pone en valor estas mismas características para configurar una estética, de filiación feminista, que reconceptualiza lo artístico como un espacio de experiencias vitales y saberes compartidos.
Lanceta ha reflejado un interés recurrente por los acontecimientos del pasado. Por ejemplo, su historia familiar y sus propios viajes sirvieron como punto de partida para ‘El paso del Ebro’ (2013-2015), donde exploró una de las batallas más cruentas de la Guerra Civil española. En su último proyecto de envergadura, presentado el pasado año en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, nos trasladó al siglo XIII castellano para investigar la convivencia entre las culturas cristiana, musulmana y judía, así como las conexiones que estas establecieron mediante los talleres textiles de la época.



En las imágenes, obras de la serie ‘Crónica de una batalla’ y ‘Sombra’
ABC
La exposición actual en la galería 1MiraMadrid continúa este proyecto, ahondando no solo en aquellas redes de intercambio cultural, sino también en el legado de violencia que las guerras dejaron tras de sí. La muestra incluye dibujos inéditos realizados con lápices de colores, telas bordadas con nuevas iconografías, y una instalación de lana y seda que examina las relaciones entre el valor y el volumen. En la última sala, la voz de la artista resuena relatando la memoria de quienes nunca regresaron de la batalla, al tiempo que evoca la condición subalterna de las mujeres.
La metodología de Lanceta se nutre no solo de un exhaustivo análisis de los textiles de la época, sino también de una ruptura del tiempo lineal que le permite, por ejemplo, entretejer la historia de Leonor de Guzmán con la poesía de Alejandra Pizarnik. La comisaria Laura Vallés Vilches describe a la artista como una «historiadora de lo cotidiano y cronista de detalles olvidados». Una definición tan sugerente como problemática, ya que apunta al aspecto más controvertido de la memoria histórica cuando esta no es experiencia vivida: los hechos corren el riesgo de pasar a un segundo plano frente a sus representaciones, que terminan adquiriendo una especie de existencia autónoma.
Teresa Lanceta
‘La cólcedra al filo del alba’. Galería 1MiraMadrid. Madrid. C/ Argumosa, 16. Hasta el 15 de marzo. Cuatro estrellas.
El gran reto de Lanceta es evitar que el acto de narrar el pasado se convierta en una estrategia para legitimar ideas del presente. Y lo consigue gracias a su afán de no subordinar el pensamiento poético a la pesquisa historiográfica.
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