Es este un caso bastante llamativo… Se sitúa más allá del tópico de la ‘familia de artistas’: esta exposición inquietante muestra que los tres hijos de Jesús de la Sota (1924-1980) conocen un mismo secreto, indagan en lo mismo –cada cual desde una posición particular–, participan de una misma concepción del espacio pictórico; o más bien, del plano: sus obras son prácticamente monocromas; tampoco Jesús de la Sota estaba muy interesado en el color. No resulta fácil definir este afán común. Enrique Andrés Ruiz, el comisario, habla del «retraimiento: es una marca. En todos ellos hay una particular fidelidad del artista a la materia, una parquedad en el modo de hacerla hablar y de ponerse a su escucha, como una negación de sí mismos».Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘On Growing Sane in Insane Places’, en la galería The Ryder: Un escenario de juego empedrado Carlos Delgado Mayordomo estandar Si CRÍTICA DE: ‘Entremedias / In Between’, de Hisae Ikenaga en galería Max Estrella: La vida secreta del barro Francisco CarpioEs posible: él los ha conocido personalmente, así como a Amparo Cores, la mujer de De la Sota, también pintora. Pero más allá de esa honestidad, de ese rigor especial y de esa ausencia de vanidad, hay en Amparo, Pablo y Marta de la Sota un talento peculiar y similar; la misma elegancia, el mismo secreto geométrico: es muy elocuente, por ejemplo, el modo en que Marta lleva siempre las siluetas de los entes que dibuja sobre papeles antiguos–serpientes, insectos, plantas…– hasta el límite del soporte, hurtándoselos así a la Naturaleza y convirtiéndolos en un motivo geométrico, ornamental y racional. Minuciosidad y delicadezaLo mismo que hacía Pablo (fallecido prematuramente en 2015) con su escultura, toda ella al servicio de una estructura geométrica subyacente que, como maravillosamente muestra la cita, se relaciona con las investigaciones del padre. La tercera, Amparo, es una artista decididamente abstracto-geométrica, que borda motivos con la misma minuciosidad y delicadeza sobre telas envejecidas.José de la Mano ya le había dedicado una exposición a Jesús de la Sota (una figura tal vez eclipsada por la de su hermano Alejandro, el gran arquitecto, con el que trabajó a menudo) en 2012: ‘Silencios y ritmos’ se ocupaba de sus facetas de pintor y de diseñador (tuvo brevemente una tienda, maravillosa, Cores & Sota, a principios de los 70) y repasaba sus principales temas -peces, barcas, gramíneas, sillas, paisajes… De tal palo. De arriba abajo, ‘Sin título’ (2020), de Marta de la Sota; ‘Sin título’ (2022), de Amparo de la Sota; y ‘Sin título. Serie Peces’ (1955), de Jesúis de la Sota ABCHay una primera influencia de Vázquez Díaz, de quien fue alumno-; su pintura, oscura, terrosa, es objetiva en el sentido más puramente cézaniano, y los diseños, imaginativos y modernos, muy típicos de aquellos años, fueron a menudo comprados por Gastón y Daniela, como los de muchos otros informalistas protoabstractos (y detrás de todos ellos, Klee). Esta segunda exposición, con un montaje realmente exquisito, pone pues en relación algunas de sus pinturas y dibujos esquemáticos con las fascinantes obras de sus hijos apareciéndose, como señalaba, un mismo amor por la línea, el equilibrio, el refinamiento intelectual y material: delgados alambres salpicados de puntos neurálgicos en el caso del escultor, Pablo ( el único, señala Andrés Ruiz, que concluyó sus estudios artísticos; realmente la exposición demuestra que los tres tuvieron un insuperable maestro); los paisajes esenciales, insectos y plantas dibujados con precisión absoluta inseparables del rectángulo que los contiene de Marta («la reticencia, la aislada concentración del artista en un cultivo íntimo (…), el asombro ante la Naturaleza, el desvalimiento y la fragilidad de las criaturas»). ‘La huella de Jesús de la Sota. Amparo, Pablo y Marta. Un homenaje en su centenario’ Colectiva. Galería José de la Mano. Madrid. C/ Zorrilla, 21. Comisario: E. Andrés Ruiz. Hasta el 8 de febrero. Cuatro estrellas.Y las secuencias indescifrables de signos bordados de Amparo, la única que ha desarrollado, aunque con la discreción que detecta el comisario, una cierta carrera comercial en Tiempos Modernos. Es este un caso bastante llamativo… Se sitúa más allá del tópico de la ‘familia de artistas’: esta exposición inquietante muestra que los tres hijos de Jesús de la Sota (1924-1980) conocen un mismo secreto, indagan en lo mismo –cada cual desde una posición particular–, participan de una misma concepción del espacio pictórico; o más bien, del plano: sus obras son prácticamente monocromas; tampoco Jesús de la Sota estaba muy interesado en el color. No resulta fácil definir este afán común. Enrique Andrés Ruiz, el comisario, habla del «retraimiento: es una marca. En todos ellos hay una particular fidelidad del artista a la materia, una parquedad en el modo de hacerla hablar y de ponerse a su escucha, como una negación de sí mismos».Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘On Growing Sane in Insane Places’, en la galería The Ryder: Un escenario de juego empedrado Carlos Delgado Mayordomo estandar Si CRÍTICA DE: ‘Entremedias / In Between’, de Hisae Ikenaga en galería Max Estrella: La vida secreta del barro Francisco CarpioEs posible: él los ha conocido personalmente, así como a Amparo Cores, la mujer de De la Sota, también pintora. Pero más allá de esa honestidad, de ese rigor especial y de esa ausencia de vanidad, hay en Amparo, Pablo y Marta de la Sota un talento peculiar y similar; la misma elegancia, el mismo secreto geométrico: es muy elocuente, por ejemplo, el modo en que Marta lleva siempre las siluetas de los entes que dibuja sobre papeles antiguos–serpientes, insectos, plantas…– hasta el límite del soporte, hurtándoselos así a la Naturaleza y convirtiéndolos en un motivo geométrico, ornamental y racional. Minuciosidad y delicadezaLo mismo que hacía Pablo (fallecido prematuramente en 2015) con su escultura, toda ella al servicio de una estructura geométrica subyacente que, como maravillosamente muestra la cita, se relaciona con las investigaciones del padre. La tercera, Amparo, es una artista decididamente abstracto-geométrica, que borda motivos con la misma minuciosidad y delicadeza sobre telas envejecidas.José de la Mano ya le había dedicado una exposición a Jesús de la Sota (una figura tal vez eclipsada por la de su hermano Alejandro, el gran arquitecto, con el que trabajó a menudo) en 2012: ‘Silencios y ritmos’ se ocupaba de sus facetas de pintor y de diseñador (tuvo brevemente una tienda, maravillosa, Cores & Sota, a principios de los 70) y repasaba sus principales temas -peces, barcas, gramíneas, sillas, paisajes… De tal palo. De arriba abajo, ‘Sin título’ (2020), de Marta de la Sota; ‘Sin título’ (2022), de Amparo de la Sota; y ‘Sin título. Serie Peces’ (1955), de Jesúis de la Sota ABCHay una primera influencia de Vázquez Díaz, de quien fue alumno-; su pintura, oscura, terrosa, es objetiva en el sentido más puramente cézaniano, y los diseños, imaginativos y modernos, muy típicos de aquellos años, fueron a menudo comprados por Gastón y Daniela, como los de muchos otros informalistas protoabstractos (y detrás de todos ellos, Klee). Esta segunda exposición, con un montaje realmente exquisito, pone pues en relación algunas de sus pinturas y dibujos esquemáticos con las fascinantes obras de sus hijos apareciéndose, como señalaba, un mismo amor por la línea, el equilibrio, el refinamiento intelectual y material: delgados alambres salpicados de puntos neurálgicos en el caso del escultor, Pablo ( el único, señala Andrés Ruiz, que concluyó sus estudios artísticos; realmente la exposición demuestra que los tres tuvieron un insuperable maestro); los paisajes esenciales, insectos y plantas dibujados con precisión absoluta inseparables del rectángulo que los contiene de Marta («la reticencia, la aislada concentración del artista en un cultivo íntimo (…), el asombro ante la Naturaleza, el desvalimiento y la fragilidad de las criaturas»). ‘La huella de Jesús de la Sota. Amparo, Pablo y Marta. Un homenaje en su centenario’ Colectiva. Galería José de la Mano. Madrid. C/ Zorrilla, 21. Comisario: E. Andrés Ruiz. Hasta el 8 de febrero. Cuatro estrellas.Y las secuencias indescifrables de signos bordados de Amparo, la única que ha desarrollado, aunque con la discreción que detecta el comisario, una cierta carrera comercial en Tiempos Modernos.
Crítica de:
Madrid
Entra el arte ‘actual’ en José de la Mano a través del homenaje que la galería hace a Jesús de la Sota a través de sus hijos
Es este un caso bastante llamativo… Se sitúa más allá del tópico de la ‘familia de artistas’: esta exposición inquietante muestra que los tres hijos de Jesús de la Sota (1924-1980) conocen un mismo secreto, indagan en lo mismo –cada cual desde una …
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