En sus primeros versos, Freed from Desire –el himno eurodance por excelencia– celebra que las “fuertes creencias” son más importantes que la fama, el poder y el dinero. Una oda antimaterialista que defiende que la libertad, el amor y la alegría son las verdaderas claves vitales, antes de que el célebre “na na na na na” de su estribillo se adhiera como un imán rítmico al cerebro de quien la escucha. Gala Rizzatto, la cantante italiana que escribió esas líneas con apenas 20 años, parecía anticiparse al vaivén vital que seguiría al monumental éxito de su segundo tema como solista. Freed from Desire alcanzó el número uno en 1997 y, casi treinta años después, amenaza con convertirse de nuevo en la canción del verano gracias a su papel como himno del Mundial de Clubes de la FIFA. Un éxito duradero que, paradójicamente, no le ha reportado ni fama, ni poder, ni dinero a su autora, que lleva décadas denunciando la injusticia.
“La gente se imagina que vivo bajo cocoteros, en las Bahamas, bebiendo cócteles en la playa mientras cuento mis millones. ¡Pues no! No tengo ni para comprarme un piso». En una entrevista reciente con la revista Paris Match, la cantante de 49 años achacaba a un mal contrato, firmado sin conocimiento alguno de la industria, el hecho de no haberse beneficiado de un tema que, solo en Spotify, supera hoy los 600 millones de reproducciones. Sin representante, siguiendo el patrón habitual de la música electrónica en los noventa y presionada por un grupo de gente que “pensaba que eran mis amigos”, la artista cedió los derechos de autor y los royalties al productor de la canción, el también italiano Max Moroldo, dueño del sello Do It Yourself. “Era un trato escandalosamente injusto. Todo era confuso, él hacía lo que quería. Decía que yo era difícil, que me negaba a todo, pero es falso: ni siquiera me pedía permiso. Me pagaba lo que quería. Incluso descubrí contratos firmados por mí de los que no recuerdo nada. No era tonta, era ignorante”.
Rizzatto ve hoy la canción como un símbolo de su propia resiliencia. Nacida en el seno de una reconocida familia milanesa y bautizada en honor a la famosa musa de Salvador Dalí –su madre era pintora y su padre diseñador–, Gala supo desde niña que su pasión era cantar y bailar. Sin embargo, un problema médico en la columna la obligó a abandonar la danza. Se mudó a Nueva York y se convirtió en fotógrafa, especializándose en desnudos masculinos. A su regreso a Italia, conoció al DJ Phil Jay, quien le propuso grabar su primer single a cambio de que ella le hiciera las fotos para su próximo álbum. El tema, Everyone Has Inside, también producido por Moroldo, fue un éxito en su país natal. El siguiente, Freed from Desire, la convirtió en un icono de las pistas de baile de medio mundo.
“No estaba preparada para ser famosa. Me encanta grabar en estudio, cantar ante 50.000 personas, pero no soy como Madonna, que siempre quiso ser conocida. Eso es lo suyo. No lo mío”, reconoce. Gala se alejó de la primera línea y se embarcó en una cruzada para intentar renegociar el contrato con Moroldo, pidiendo ayuda a discográficas y representantes influyentes. No lo logró. Víctima del machismo crónico de la industria musical, acabó fundando su propio sello, Matriarchy Records, y luchó durante dos décadas por mantenerse en el sector sin demasiado respaldo. Ella y su teléfono. Llegó incluso a hacerse pasar por su propia representante para disimular lo precario de su situación.
Mientras tanto, decenas de aficiones de clubes o selecciones deportivas adoptaron su hit como cántico en sus gradas, y la canción comenzó a resonar en manifestaciones feministas, protestas estudiantiles en Serbia o marchas del colectivo LGTB. En 2024, la FIFA la eligió como himno oficial del Mundial de Clubes por “su conexión con los aficionados del planeta entero”. Solo Seven Nation Army de The White Stripes compite con ella como banda sonora popular del fútbol europeo. Rizzatto, pese a todo, se muestra orgullosa: “La intención detrás de la canción era liberarse, ir contra el sistema, inspirar a la gente y unirla. Fui hija única, siempre estaba sola, y quería reunir a todo el mundo. Quería una comunidad. Ahora, ver que esta canción hace exactamente eso… el colectivo LGBT, las marchas feministas, el deporte… une a la gente. Es la materialización de mi deseo de unidad”, declaró en The Independent. Esta misma semana, cuarenta mil personas han coreado su estribillo en un festival tecno en Luxemburgo.
La idea de Freed from Desire surgió de su primer amor: un romance breve pero intenso con un joven senegalés de 19 años durante su etapa como estudiante de fotografía en Brooklyn. Una noche, tras volver de una cena en un restaurante de lujo frente a Central Park con otros privilegiados pero desdichados comensales, encontró a su novio y sus amigos tocando y bailando en una zona peligrosa de Harlem. “Comían en el suelo, pero rebosaban felicidad. Lo contrario a lo que había visto antes. El contraste entre el materialismo y la libertad fue revelador”, cuenta.
La suerte para Gala comenzó a cambiar a finales de 2023, cuando conoció a Ben Mawson, poderoso representante de artistas como Lana del Rey o Ellie Goulding. Mawson se sumó a su causa y logró que, como hiciera Taylor Swift para esquivar el control de su antiguo productor Scooter Braun, Gala pudiera regrabar una nueva versión de Freed from Desire y recuperar, casi tres décadas después, los derechos sobre su “na na na na na”. Gala Rizzatto vuelve a liderar las listas de éxitos y, esta vez, facturando por ello.
🎵 Suena el Freed From Desire en la victoria verdiblanca
El Betis se lleva el derbi pic.twitter.com/AJhlzkChfb
— Idolo Deportivo (@idolo_deportivo) March 30, 2025
En sus primeros versos, Freed from Desire –el himno eurodance por excelencia– celebra que las “fuertes creencias” son más importantes que la fama, el poder y el dinero. Una oda antimaterialista que defiende que la libertad, el amor y la alegría son las verdaderas claves vitales, antes de que el célebre “na na na na na” de su estribillo se adhiera como un imán rítmico al cerebro de quien la escucha. Gala Rizzatto, la cantante italiana que escribió esas líneas con apenas 20 años, parecía anticiparse al vaivén vital que seguiría al monumental éxito de su segundo tema como solista. Freed from Desire alcanzó el número uno en 1997 y, casi treinta años después, amenaza con convertirse de nuevo en la canción del verano gracias a su papel como himno del Mundial de Clubes de la FIFA. Un éxito duradero que, paradójicamente, no le ha reportado ni fama, ni poder, ni dinero a su autora, que lleva décadas denunciando la injusticia. “La gente se imagina que vivo bajo cocoteros, en las Bahamas, bebiendo cócteles en la playa mientras cuento mis millones. ¡Pues no! No tengo ni para comprarme un piso». En una entrevista reciente con la revista Paris Match, la cantante de 49 años achacaba a un mal contrato, firmado sin conocimiento alguno de la industria, el hecho de no haberse beneficiado de un tema que, solo en Spotify, supera hoy los 600 millones de reproducciones. Sin representante, siguiendo el patrón habitual de la música electrónica en los noventa y presionada por un grupo de gente que “pensaba que eran mis amigos”, la artista cedió los derechos de autor y los royalties al productor de la canción, el también italiano Max Moroldo, dueño del sello Do It Yourself. “Era un trato escandalosamente injusto. Todo era confuso, él hacía lo que quería. Decía que yo era difícil, que me negaba a todo, pero es falso: ni siquiera me pedía permiso. Me pagaba lo que quería. Incluso descubrí contratos firmados por mí de los que no recuerdo nada. No era tonta, era ignorante”.Rizzatto ve hoy la canción como un símbolo de su propia resiliencia. Nacida en el seno de una reconocida familia milanesa y bautizada en honor a la famosa musa de Salvador Dalí –su madre era pintora y su padre diseñador–, Gala supo desde niña que su pasión era cantar y bailar. Sin embargo, un problema médico en la columna la obligó a abandonar la danza. Se mudó a Nueva York y se convirtió en fotógrafa, especializándose en desnudos masculinos. A su regreso a Italia, conoció al DJ Phil Jay, quien le propuso grabar su primer single a cambio de que ella le hiciera las fotos para su próximo álbum. El tema, Everyone Has Inside, también producido por Moroldo, fue un éxito en su país natal. El siguiente, Freed from Desire, la convirtió en un icono de las pistas de baile de medio mundo. “No estaba preparada para ser famosa. Me encanta grabar en estudio, cantar ante 50.000 personas, pero no soy como Madonna, que siempre quiso ser conocida. Eso es lo suyo. No lo mío”, reconoce. Gala se alejó de la primera línea y se embarcó en una cruzada para intentar renegociar el contrato con Moroldo, pidiendo ayuda a discográficas y representantes influyentes. No lo logró. Víctima del machismo crónico de la industria musical, acabó fundando su propio sello, Matriarchy Records, y luchó durante dos décadas por mantenerse en el sector sin demasiado respaldo. Ella y su teléfono. Llegó incluso a hacerse pasar por su propia representante para disimular lo precario de su situación. Mientras tanto, decenas de aficiones de clubes o selecciones deportivas adoptaron su hit como cántico en sus gradas, y la canción comenzó a resonar en manifestaciones feministas, protestas estudiantiles en Serbia o marchas del colectivo LGTB. En 2024, la FIFA la eligió como himno oficial del Mundial de Clubes por “su conexión con los aficionados del planeta entero”. Solo Seven Nation Army de The White Stripes compite con ella como banda sonora popular del fútbol europeo. Rizzatto, pese a todo, se muestra orgullosa: “La intención detrás de la canción era liberarse, ir contra el sistema, inspirar a la gente y unirla. Fui hija única, siempre estaba sola, y quería reunir a todo el mundo. Quería una comunidad. Ahora, ver que esta canción hace exactamente eso… el colectivo LGBT, las marchas feministas, el deporte… une a la gente. Es la materialización de mi deseo de unidad”, declaró en The Independent. Esta misma semana, cuarenta mil personas han coreado su estribillo en un festival tecno en Luxemburgo. La idea de Freed from Desire surgió de su primer amor: un romance breve pero intenso con un joven senegalés de 19 años durante su etapa como estudiante de fotografía en Brooklyn. Una noche, tras volver de una cena en un restaurante de lujo frente a Central Park con otros privilegiados pero desdichados comensales, encontró a su novio y sus amigos tocando y bailando en una zona peligrosa de Harlem. “Comían en el suelo, pero rebosaban felicidad. Lo contrario a lo que había visto antes. El contraste entre el materialismo y la libertad fue revelador”, cuenta. La suerte para Gala comenzó a cambiar a finales de 2023, cuando conoció a Ben Mawson, poderoso representante de artistas como Lana del Rey o Ellie Goulding. Mawson se sumó a su causa y logró que, como hiciera Taylor Swift para esquivar el control de su antiguo productor Scooter Braun, Gala pudiera regrabar una nueva versión de Freed from Desire y recuperar, casi tres décadas después, los derechos sobre su “na na na na na”. Gala Rizzatto vuelve a liderar las listas de éxitos y, esta vez, facturando por ello. 🎵 Suena el Freed From Desire en la victoria verdiblancaEl Betis se lleva el derbi pic.twitter.com/AJhlzkChfb— Idolo Deportivo (@idolo_deportivo) March 30, 2025 Seguir leyendo
En sus primeros versos, Freed from Desire –el himno eurodance por excelencia– celebra que las “fuertes creencias” son más importantes que la fama, el poder y el dinero. Una oda antimaterialista que defiende que la libertad, el amor y la alegría son las verdaderas claves vitales, antes de que el célebre “na na na na na” de su estribillo se adhiera como un imán rítmico al cerebro de quien la escucha. Gala Rizzatto, la cantante italiana que escribió esas líneas con apenas 20 años, parecía anticiparse al vaivén vital que seguiría al monumental éxito de su segundo tema como solista. Freed from Desire alcanzó el número uno en 1997 y, casi treinta años después, amenaza con convertirse de nuevo en la canción del verano gracias a su papel como himno del Mundial de Clubes de la FIFA. Un éxito duradero que, paradójicamente, no le ha reportado ni fama, ni poder, ni dinero a su autora, que lleva décadas denunciando la injusticia.
“La gente se imagina que vivo bajo cocoteros, en las Bahamas, bebiendo cócteles en la playa mientras cuento mis millones. ¡Pues no! No tengo ni para comprarme un piso». En una entrevista reciente con la revista Paris Match, la cantante de 49 años achacaba a un mal contrato, firmado sin conocimiento alguno de la industria, el hecho de no haberse beneficiado de un tema que, solo en Spotify, supera hoy los 600 millones de reproducciones. Sin representante, siguiendo el patrón habitual de la música electrónica en los noventa y presionada por un grupo de gente que “pensaba que eran mis amigos”, la artista cedió los derechos de autor y los royalties al productor de la canción, el también italiano Max Moroldo, dueño del sello Do It Yourself. “Era un trato escandalosamente injusto. Todo era confuso, él hacía lo que quería. Decía que yo era difícil, que me negaba a todo, pero es falso: ni siquiera me pedía permiso. Me pagaba lo que quería. Incluso descubrí contratos firmados por mí de los que no recuerdo nada. No era tonta, era ignorante”.
Rizzatto ve hoy la canción como un símbolo de su propia resiliencia. Nacida en el seno de una reconocida familia milanesa y bautizada en honor a la famosa musa de Salvador Dalí –su madre era pintora y su padre diseñador–, Gala supo desde niña que su pasión era cantar y bailar. Sin embargo, un problema médico en la columna la obligó a abandonar la danza. Se mudó a Nueva York y se convirtió en fotógrafa, especializándose en desnudos masculinos. A su regreso a Italia, conoció al DJ Phil Jay, quien le propuso grabar su primer single a cambio de que ella le hiciera las fotos para su próximo álbum. El tema, Everyone Has Inside, también producido por Moroldo, fue un éxito en su país natal. El siguiente, Freed from Desire, la convirtió en un icono de las pistas de baile de medio mundo.
“No estaba preparada para ser famosa. Me encanta grabar en estudio, cantar ante 50.000 personas, pero no soy como Madonna, que siempre quiso ser conocida. Eso es lo suyo. No lo mío”, reconoce. Gala se alejó de la primera línea y se embarcó en una cruzada para intentar renegociar el contrato con Moroldo, pidiendo ayuda a discográficas y representantes influyentes. No lo logró. Víctima del machismo crónico de la industria musical, acabó fundando su propio sello, Matriarchy Records, y luchó durante dos décadas por mantenerse en el sector sin demasiado respaldo. Ella y su teléfono. Llegó incluso a hacerse pasar por su propia representante para disimular lo precario de su situación.

Mientras tanto, decenas de aficiones de clubes o selecciones deportivas adoptaron su hit como cántico en sus gradas, y la canción comenzó a resonar en manifestaciones feministas, protestas estudiantiles en Serbia o marchas del colectivo LGTB. En 2024, la FIFA la eligió como himno oficial del Mundial de Clubes por “su conexión con los aficionados del planeta entero”. Solo Seven Nation Army de The White Stripes compite con ella como banda sonora popular del fútbol europeo. Rizzatto, pese a todo, se muestra orgullosa: “La intención detrás de la canción era liberarse, ir contra el sistema, inspirar a la gente y unirla. Fui hija única, siempre estaba sola, y quería reunir a todo el mundo. Quería una comunidad. Ahora, ver que esta canción hace exactamente eso… el colectivo LGBT, las marchas feministas, el deporte… une a la gente. Es la materialización de mi deseo de unidad”, declaró en The Independent. Esta misma semana, cuarenta mil personas han coreado su estribillo en un festival tecno en Luxemburgo.
La idea de Freed from Desire surgió de su primer amor: un romance breve pero intenso con un joven senegalés de 19 años durante su etapa como estudiante de fotografía en Brooklyn. Una noche, tras volver de una cena en un restaurante de lujo frente a Central Park con otros privilegiados pero desdichados comensales, encontró a su novio y sus amigos tocando y bailando en una zona peligrosa de Harlem. “Comían en el suelo, pero rebosaban felicidad. Lo contrario a lo que había visto antes. El contraste entre el materialismo y la libertad fue revelador”, cuenta.
La suerte para Gala comenzó a cambiar a finales de 2023, cuando conoció a Ben Mawson, poderoso representante de artistas como Lana del Rey o Ellie Goulding. Mawson se sumó a su causa y logró que, como hiciera Taylor Swift para esquivar el control de su antiguo productor Scooter Braun, Gala pudiera regrabar una nueva versión de Freed from Desire y recuperar, casi tres décadas después, los derechos sobre su “na na na na na”. Gala Rizzatto vuelve a liderar las listas de éxitos y, esta vez, facturando por ello.
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