Imagine Dragons acaban de estrenar su nueva película en cines, y a lo grande. Imagine Dragons: Live From The Hollywood Bowl es la grabación de los cuatro conciertos que el grupo estadounidense ofreció el año pasado en Los Ángeles acompañado de una orquesta sinfónica. En España se ha exhibido en 80 salas y viene a ser el prolegómeno de sus dos esperados conciertos previstos para este verano. El 28 de junio estarán en el estadio Metropolitano de Madrid y el 1 de julio en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona, dentro del segmento final de su Loom World Tour.
El carismático vocalista, Dan Reynolds, creó la banda en Las Vegas en 2008, y un año después se unieron sus otros dos componentes actuales: el guitarrista Wayne Sermon y el bajista Ben McKee. Su álbum de debut, Night Visions, apareció en 2012 y fue uno de los más vendidos de ese año en Estados Unidos. Desde entonces, nunca han dejado de estar en lo más alto. Llevan seis álbumes publicados en estos 13 años (el último, Loom, es de 2024), 74 millones de discos vendidos de entre todos ellos y 160.000 millones de reproducciones. En 2018 fue el grupo más escuchado en Spotify. Tres de sus temas (Believer, Thunder y Radioactive, que usted conoce aunque no lo crea por lo machaconamente que suenan en discotecas, tiendas y publicidad) son, según datos de la revista Billboard, las tres canciones de rock más reproducidas de la década del 2010. Y ellos son, también, el único grupo de guitarras nacido en esa era que es capaz de llenar estadios. En ese sentido, Imagine Dragons son la continuación natural de Coldplay, Muse o The Killers, pero con un valor añadido: que han sabido llegar a una audiencia de menor edad.
“Creo que, en parte, eso viene dado por su capacidad de adaptación a nivel letras y discursos. Siempre han enfocado su comunicación sobre los escenarios a un público joven, con mensajes que se viralizan cada dos por tres, y eso se refrenda en unas letras que, a pesar de ser un grupo de otra generación, están compuestas desde un prisma mucho más juvenil”, opina el crítico musical Rodri Míguez, quien ha seguido muy de cerca a la banda desde sus inicios. “Otros grandes grupos han pecado de olvidar dirigirse a la gente más joven a medida que han evolucionado sus carreras y han perdido ese factor diferencial que sí ha sabido aprovechar Imagine Dragons”.
Según el periodista, ellos “han sabido adaptarse mejor que nadie a las reglas del juego del capitalismo musical. Constantemente han estado produciendo, conciertos especiales, proyecciones en cines, productos de merchandising, bandas sonoras, colaboraciones… Es un goteo constante que impacta en la gente, amplía sus seguidores y genera expectación”.
“Mi primer recuerdo sobre el grupo es que estábamos un día en la oficina, nos llamó el director de marketing internacional de Interscope en Estados Unidos y nos preguntó: ‘¿qué está pasando en España con Imagine Dragons?‘. Empezamos a indagar, vimos que la canción era Radioactive, el segundo single del primer álbum, y descubrimos que todo venía porque había aparecido en un anuncio de un videojuego de la serie Assassin’s Creed”, recuerda Marta Vall, quien entonces era International Marketing Manager de la discográfica en España, y que trabajó estrechamente con Imagine Dragons en sus tres primeros discos.
Vall concede una vital importancia a la capacidad de trabajo del grupo en el plano promocional. “No ha sido un grupo complicado a la hora de desplazarse para trabajar en los mercados. Siempre han querido pisar los países para poder tener contacto con la gente. Desde el 2013 han hecho un montón de cosas aquí en España, como un concierto en el Teatro Barceló solamente para fans”. “Son gente muy humilde, que llegaron a tocar para solo una persona, abrir en un espectáculo de mimos, hacer 15 conciertos en tres días… la fama no les vino de un día para otro, y siempre han sido muy agradecidos con sus seguidores”, apunta Aina (que pide ser nombrada sin apellidos), responsable de las páginas de fans en redes sociales del grupo en España.
La niebla no es problema
Marta Vall tiene muy presente una anécdota que define la entrega de la banda. “En 2013 los invitaron a actuar en unos premios de Los 40 Principales en Madrid. El día anterior tenían un concierto en Alemania y la única manera de que pudieran estar en los premios era poniéndoles un avión privado. El día que tenían que venir ensayaban a las 12 de la mañana, abrían la gala y después se iban porque tenían a la mañana siguiente otro concierto. A las 7 de la mañana de ese día me llama la compañía y me dice que no pueden salir de Alemania porque hay niebla. Después, me llama el tour manager: ‘Los chicos desean ir porque no quieren defraudar a sus fans en España, a ver cómo lo podemos arreglar’. Entonces intentamos averiguar si en 100 kilómetros a la redonda había algún aeropuerto libre de niebla, encontramos uno, les mandamos furgonetas y pueden salir de Alemania pero, claro, son como las 4 de la tarde. Llegan al recinto, ya está entrando la gente y fue llegar, cambiarse de ropa, actuar y volverse a ir, todo ello por sus fans. Otros no lo habrían hecho, pero ellos se pegaron la paliza”.
Resalta también la que fuera directora de marketing de Interscope que la banda se ha mostrado comprometida con muchas causas. “Han cuidado mucho, por ejemplo, la Fundación Tyler Robinson, que montó Dan Reynolds en honor a un fan de la banda que tuvo cáncer, y cada año hacen un concierto para ella. El vocalista siempre se ha pronunciado muchísimo en el apoyo a la gente que puede sufrir depresiones por miles de motivos, u otras enfermedades. Es una banda muy concienciada de lo que pueda sufrir la gente joven”.
“Imagine Dragons es más que música. Es un refugio. Da igual si tienes depresión, ansiedad, quizás hayas sufrido bullying o has sido discriminado. El grupo y los fans son una familia y un lugar donde no te sientes juzgado”, afirma Aina. “Entre nosotros hay gente que ha perdido a un ser querido, que ha pasado por una enfermedad, que ha intentado suicidarse… hay historias muy duras, pero siempre tenemos eso en común: la música de Imagine Dragons nos ayuda a curar esas heridas. El año pasado tuve una recaída en mi depresión, fueron unos meses realmente duros. Dan también sufre de depresión, le hice una pregunta al respecto en un directo que hizo la banda con los fans y su respuesta me ayudó a retomar la terapia. Nos ha ayudado a muchos”.
Además, como apunta Rodri Míguez, “siempre han tenido discurso claro y directo contra la discriminación del colectivo LGTBIQ+. Eso genera rechazo en cierta parte de la sociedad, pero un apoyo ferviente entre quien sufre estas problemáticas”. “También han enarbolado la bandera trans”, añade Sebas Alonso, director de la web musical Jenesaispop. “Aunque hay gente que entenderá que se están aprovechando de lo queer, creo que es positivo que grupos de rock de hombres cis hetero se muestren como aliados y cuestionen su masculinidad tóxica. Algunas de sus letras hablan de eso, como Demons. También es verdad que apoyar la diversidad ha sido la tónica general de artistas y marcas en los últimos años. En medio de la nueva ola reaccionaria que hay en EE UU y otros países de Europa, y con los derechos de las personas trans mermados, esperemos que Imagine Dragons sigan sacando la bandera LGTBIQ+, porque en estos próximos cuatro años de Donald Trump se va a ver de verdad quién apoyaba realmente la causa y quién estaba ahí de paso”.
De hecho, hay acciones de la banda que también han sido cuestionadas desde sectores progresistas. Por ejemplo, en el verano de 2023 actuaron en Tel Aviv, ignorando a las organizaciones que les pidieron secundar el boicot a Israel. También sufrieron críticas por parte del vocalista de System Of A Down, Serj Tankian, por actuar en Azerbaiyán, al considerar que eso legitimaba el régimen autoritario de Ilham Aliyev. “No creo que debamos privar a nuestros fans de que vernos tocar por culpa de las acciones de sus líderes y gobiernos. Es una pendiente muy resbaladiza porque, en cuanto empiezas a hacer eso, aparecen líderes corruptos y belicistas por todo el mundo, ¿dónde pones el límite?”, respondió Dan Reynolds.
Un estilo sin estilo
Probablemente, lo que ha hecho más adorados y odiados a Imagine Dragons es su sonido, que recoge influencias de los lugares más dispares. Dan Reynolds ha citado entre sus inspiraciones a Arcade Fire, Nirvana, Muse, The Beatles, Paul Simon, Coldplay, Linkin Park, Harry Nilsson y U2, y como modelo de bandas alternativas que les ayudaron a ver el camino del éxito comercial, a Foster The People y Mumford & Sons. “Hacen música expresamente ideada para los grandes estadios”, afirma Sebas Alonso. “Parecen haber tomado nota de todas las bandas que lo han conseguido: suenan como mezclar las baterías y las voces de We Will Rock You de Queen con los aires mesiánicos y buenrollistas de U2 y Coldplay. Hay fraseos que pueden llevarte a Eminem, riffs que pueden llevarte a Red Hot Chili Peppers, y melodías que pueden llevarte a Katy Perry. Imagine Dragons es ese grupo que mezcla todo para gustar a todo el mundo. Excepto a la crítica musical, claro”.
En efecto, sus discos nunca han sido bien recibidos por parte de los críticos especializados. Un ejemplo, un artículo de la revista estadounidense Spin, de 2019, que se tituló: ¿Es Imagine Dragons la peor banda de todos los tiempos? En él, se hacía especial hincapié en sus letras, “una mezcla de lugares comunes motivacionales y gritos pseudodramáticos, que apenas merecen ser repetidos, aunque solo sea porque Reynolds parece siempre muy dispuesto a hacerlo él mismo”. “Sus textos pueden hablar explícitamente sobre la muerte, sobre el cáncer, sobre un dolor físico, un amago de divorcio, masculinidad tóxica… pero tienden a ser muy literales y obvios, muy poco imaginativos. Digamos que son funcionales”, apunta Sebas Alonso. Para Rodri Míguez, en cambio, “gran parte del éxito del grupo recae en esas letras, siempre certeras y que tocan problemáticas tangibles que poco importa que lo cante alguien multimillonario, que hacen reflexionar y empatizar a cualquiera”.
El otro punto polémico es la indefinición de su sonido. Según Aina, “Imagine Dragons muchas veces ha sido criticado por no ceñirse a un solo género. Ellos hacen lo que quieren y juegan con todo tipo de sonidos, pero Dan es capaz de darle una identidad propia”. “Hace poco entrevisté a un grupo holandés, Chef’s Special, que entendía como influidos por Imagine Dragons”, recuerda Sebas Alonso. “Ellos me dijeron que no, pero añadieron: ‘Nos gusta cómo Imagine Dragons intentan dar una interpretación moderna de lo que es una banda de rock’. Pocos grupos de rock, o supuestamente de rock, han jugado con el pop, el rap, la electrónica… como ellos. Y por tanto han impactado a una generación ya desprejuiciada que no se planteaba tonterías como ‘esto es demasiado hortera, ‘esto no es muy sutil’, ‘esto no es lo suficientemente alternativo’ o ‘esto no es lo suficientemente rock’. Recuerdo haberles odiado mucho, luego escucharles una Nochevieja pinchados en una sala más o menos underground como es el Ochoymedio de Madrid y pensar: entiendo perfectamente su éxito. Funcionan muy bien en situaciones grandilocuentes: estadios, macrofestivales, Nocheviejas… o en esta sensación eterna de fin del mundo que tenemos desde 2020″. No parece que el beneplácito de la crítica preocupe excesivamente al grupo. En España se espera que se agoten las entradas para sus dos próximos conciertos en estadios, pese a sus elevados precios.
La banda liderada por Dan Reynolds es despreciada por la crítica por crear rock manufacturado para los estadios pero entusiasma a millones de jóvenes que los han convertido en la banda de rock más exitosa de su generación. Este verano se pondrán de nuevo a prueba en dos conciertos en España
Imagine Dragons acaban de estrenar su nueva película en cines, y a lo grande. Imagine Dragons: Live From The Hollywood Bowl es la grabación de los cuatro conciertos que el grupo estadounidense ofreció el año pasado en Los Ángeles acompañado de una orquesta sinfónica. En España se ha exhibido en 80 salas y viene a ser el prolegómeno de sus dos esperados conciertos previstos para este verano. El 28 de junio estarán en el estadio Metropolitano de Madrid y el 1 de julio en el Estadi Olímpic Lluís Companys de Barcelona, dentro del segmento final de su Loom World Tour.
El carismático vocalista, Dan Reynolds, creó la banda en Las Vegas en 2008, y un año después se unieron sus otros dos componentes actuales: el guitarrista Wayne Sermon y el bajista Ben McKee. Su álbum de debut, Night Visions, apareció en 2012 y fue uno de los más vendidos de ese año en Estados Unidos. Desde entonces, nunca han dejado de estar en lo más alto. Llevan seis álbumes publicados en estos 13 años (el último, Loom, es de 2024), 74 millones de discos vendidos de entre todos ellos y 160.000 millones de reproducciones. En 2018 fue el grupo más escuchado en Spotify. Tres de sus temas (Believer, Thunder y Radioactive, que usted conoce aunque no lo crea por lo machaconamente que suenan en discotecas, tiendas y publicidad) son, según datos de la revista Billboard, las tres canciones de rock más reproducidas de la década del 2010. Y ellos son, también, el único grupo de guitarras nacido en esa era que es capaz de llenar estadios. En ese sentido, Imagine Dragons son la continuación natural de Coldplay, Muse o The Killers, pero con un valor añadido: que han sabido llegar a una audiencia de menor edad.
“Creo que, en parte, eso viene dado por su capacidad de adaptación a nivel letras y discursos. Siempre han enfocado su comunicación sobre los escenarios a un público joven, con mensajes que se viralizan cada dos por tres, y eso se refrenda en unas letras que, a pesar de ser un grupo de otra generación, están compuestas desde un prisma mucho más juvenil”, opina el crítico musical Rodri Míguez, quien ha seguido muy de cerca a la banda desde sus inicios. “Otros grandes grupos han pecado de olvidar dirigirse a la gente más joven a medida que han evolucionado sus carreras y han perdido ese factor diferencial que sí ha sabido aprovechar Imagine Dragons”.

Según el periodista, ellos “han sabido adaptarse mejor que nadie a las reglas del juego del capitalismo musical. Constantemente han estado produciendo, conciertos especiales, proyecciones en cines, productos de merchandising, bandas sonoras, colaboraciones… Es un goteo constante que impacta en la gente, amplía sus seguidores y genera expectación”.
“Mi primer recuerdo sobre el grupo es que estábamos un día en la oficina, nos llamó el director de marketing internacional de Interscope en Estados Unidos y nos preguntó: ‘¿qué está pasando en España con Imagine Dragons?‘. Empezamos a indagar, vimos que la canción era Radioactive, el segundo single del primer álbum, y descubrimos que todo venía porque había aparecido en un anuncio de un videojuego de la serie Assassin’s Creed”, recuerda Marta Vall, quien entonces era jefa de marketing de la discográfica en España, y que trabajó estrechamente con Imagine Dragons en sus tres primeros discos.
Vall concede una vital importancia a la capacidad de trabajo del grupo en el plano promocional. “No ha sido un grupo complicado a la hora de desplazarse para trabajar en los mercados. Siempre han querido pisar los países para poder tener contacto con la gente. Desde el 2013 han hecho un montón de cosas aquí en España, como un concierto en el Teatro Barceló solamente para fans”. “Son gente muy humilde, que llegaron a tocar para solo una persona, abrir en un espectáculo de mimos, hacer 15 conciertos en tres días… la fama no les vino de un día para otro, y siempre han sido muy agradecidos con sus seguidores”, apunta Aina (que pide ser nombrada sin apellidos), responsable de las páginas de fans en redes sociales del grupo en España.
La niebla no es problema
Marta Vall tiene muy presente una anécdota que define la entrega de la banda. “En 2013 los invitaron a actuar en unos premios de Los 40 Principales en Madrid. El día anterior tenían un concierto en Alemania y la única manera de que pudieran estar en los premios era poniéndoles un avión privado. El día que tenían que venir ensayaban a las 12 de la mañana, abrían la gala y después se iban porque tenían a la mañana siguiente otro concierto. A las 7 de la mañana de ese día me llama la compañía y me dice que no pueden salir de Alemania porque hay niebla. Después, me llama el tour manager: ‘Los chicos desean ir porque no quieren defraudar a sus fans en España, a ver cómo lo podemos arreglar’. Entonces intentamos averiguar si en 100 kilómetros a la redonda había algún aeropuerto libre de niebla, encontramos uno, les mandamos furgonetas y pueden salir de Alemania pero, claro, son como las 4 de la tarde. Llegan al recinto, ya está entrando la gente y fue llegar, cambiarse de ropa, actuar y volverse a ir, todo ello por sus fans. Otros no lo habrían hecho, pero ellos se pegaron la paliza”.

Resalta también la que fuera directora de marketing de Interscope que la banda se ha mostrado comprometida con muchas causas. “Han cuidado mucho, por ejemplo, la Fundación Tyler Robinson, que montó Dan Reynolds en honor a un fan de la banda que tuvo cáncer, y cada año hacen un concierto para ella. El vocalista siempre se ha pronunciado muchísimo en el apoyo a la gente que puede sufrir depresiones por miles de motivos, u otras enfermedades. Es una banda muy concienciada de lo que pueda sufrir la gente joven”.
“Imagine Dragons es más que música. Es un refugio. Da igual si tienes depresión, ansiedad, quizás hayas sufrido bullying o has sido discriminado. El grupo y los fans son una familia y un lugar donde no te sientes juzgado”, afirma Aina. “Entre nosotros hay gente que ha perdido a un ser querido, que ha pasado por una enfermedad, que ha intentado suicidarse… hay historias muy duras, pero siempre tenemos eso en común: la música de Imagine Dragons nos ayuda a curar esas heridas. El año pasado tuve una recaída en mi depresión, fueron unos meses realmente duros. Dan también sufre de depresión, le hice una pregunta al respecto en un directo que hizo la banda con los fans y su respuesta me ayudó a retomar la terapia. Nos ha ayudado a muchos”.
Además, como apunta Rodri Míguez, “siempre han tenido discurso claro y directo contra la discriminación del colectivo LGTBIQ+. Eso genera rechazo en cierta parte de la sociedad, pero un apoyo ferviente entre quien sufre estas problemáticas”. “También han enarbolado la bandera trans”, añade Sebas Alonso, director de la web musical Jenesaispop. “Aunque hay gente que entenderá que se están aprovechando de lo queer, creo que es positivo que grupos de rock de hombres cis hetero se muestren como aliados y cuestionen su masculinidad tóxica. Algunas de sus letras hablan de eso, como Demons. También es verdad que apoyar la diversidad ha sido la tónica general de artistas y marcas en los últimos años. En medio de la nueva ola reaccionaria que hay en EE UU y otros países de Europa, y con los derechos de las personas trans mermados, esperemos que Imagine Dragons sigan sacando la bandera LGTBIQ+, porque en estos próximos cuatro años de Donald Trump se va a ver de verdad quién apoyaba realmente la causa y quién estaba ahí de paso”.

De hecho, hay acciones de la banda que también han sido cuestionadas desde sectores progresistas. Por ejemplo, en el verano de 2023 actuaron en Tel Aviv, ignorando a las organizaciones que les pidieron secundar el boicot a Israel. También sufrieron críticas por parte del vocalista de System Of A Down, Serj Tankian, por actuar en Azerbaiyán, al considerar que eso legitimaba el régimen autoritario de Ilham Aliyev. “No creo que debamos privar a nuestros fans de que vernos tocar por culpa de las acciones de sus líderes y gobiernos. Es una pendiente muy resbaladiza porque, en cuanto empiezas a hacer eso, aparecen líderes corruptos y belicistas por todo el mundo, ¿dónde pones el límite?”, respondió Dan Reynolds.
Un estilo sin estilo
Probablemente, lo que ha hecho más adorados y odiados a Imagine Dragons es su sonido, que recoge influencias de los lugares más dispares. Dan Reynolds ha citado entre sus inspiraciones a Arcade Fire, Nirvana, Muse, The Beatles, Paul Simon, Coldplay, Linkin Park, Harry Nilsson y U2, y como modelo de bandas alternativas que les ayudaron a ver el camino del éxito comercial, a Foster The People y Mumford & Sons. “Hacen música expresamente ideada para los grandes estadios”, afirma Sebas Alonso. “Parecen haber tomado nota de todas las bandas que lo han conseguido: suenan como mezclar las baterías y las voces de We Will Rock You de Queen con los aires mesiánicos y buenrollistas de U2 y Coldplay. Hay fraseos que pueden llevarte a Eminem, riffs que pueden llevarte a Red Hot Chili Peppers, y melodías que pueden llevarte a Katy Perry. Imagine Dragons es ese grupo que mezcla todo para gustar a todo el mundo. Excepto a la crítica musical, claro”.
En efecto, sus discos nunca han sido bien recibidos por parte de los críticos especializados. Un ejemplo, un artículo de la revista estadounidense Spin, de 2019, que se tituló: ¿Es Imagine Dragons la peor banda de todos los tiempos? En él, se hacía especial hincapié en sus letras, “una mezcla de lugares comunes motivacionales y gritos pseudodramáticos, que apenas merecen ser repetidos, aunque solo sea porque Reynolds parece siempre muy dispuesto a hacerlo él mismo”. “Sus textos pueden hablar explícitamente sobre la muerte, sobre el cáncer, sobre un dolor físico, un amago de divorcio, masculinidad tóxica… pero tienden a ser muy literales y obvios, muy poco imaginativos. Digamos que son funcionales”, apunta Sebas Alonso. Para Rodri Míguez, en cambio, “gran parte del éxito del grupo recae en esas letras, siempre certeras y que tocan problemáticas tangibles que poco importa que lo cante alguien multimillonario, que hacen reflexionar y empatizar a cualquiera”.

El otro punto polémico es la indefinición de su sonido. Según Aina, “Imagine Dragons muchas veces ha sido criticado por no ceñirse a un solo género. Ellos hacen lo que quieren y juegan con todo tipo de sonidos, pero Dan es capaz de darle una identidad propia”. “Hace poco entrevisté a un grupo holandés, Chef’s Special, que entendía como influidos por Imagine Dragons”, recuerda Sebas Alonso. “Ellos me dijeron que no, pero añadieron: ‘Nos gusta cómo Imagine Dragons intentan dar una interpretación moderna de lo que es una banda de rock’. Pocos grupos de rock, o supuestamente de rock, han jugado con el pop, el rap, la electrónica… como ellos. Y por tanto han impactado a una generación ya desprejuiciada que no se planteaba tonterías como ‘esto es demasiado hortera, ‘esto no es muy sutil’, ‘esto no es lo suficientemente alternativo’ o ‘esto no es lo suficientemente rock’. Recuerdo haberles odiado mucho, luego escucharles una Nochevieja pinchados en una sala más o menos underground como es el Ochoymedio de Madrid y pensar: entiendo perfectamente su éxito. Funcionan muy bien en situaciones grandilocuentes: estadios, macrofestivales, Nocheviejas… o en esta sensación eterna de fin del mundo que tenemos desde 2020″. No parece que el beneplácito de la crítica preocupe excesivamente al grupo. En España se espera que se agoten las entradas para sus dos próximos conciertos en estadios, pese a sus elevados precios.
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