Pocas cosas en la vida tan valiosas como el tiempo. Y, sin embargo, nadie nos enseña a conseguirlo y no malgastarlo. Tampoco es que seamos totalmente propietarios del mismo. En nuestra sociedad hedonista , materialista y consumista, gran parte de ese tiempo lo tenemos hipotecado. Ha llegado el tiempo de hacer una nueva política del tiempo. Esto sería una revolución. Standing, director de programas en la OIT de la ONU y escritor, hace una historia de este elemento a lo largo de los siglo s. Desde el tiempo agrario (estaciones y meteorología); el tiempo industrial (la influencia del reloj y los bloques temporales); el tiempo terciario (basado en los servicios más que en la agricultura y la industria); y nuestro propio tiempo actual difuminado y volátil entre tantos usos nuevos. ENSAYO ‘La política del tiempo’ Autor Guy Standing Editorial Paidós Año 2024 Páginas 432 Precio 24 euros 4Desde las revoluciones europeas de mediados del siglo XIX, una de las reivindicaciones fundamentales fue la reducción de la jornada laboral y la libertad para regir nuestros propios usos del tiempo. Hoy en día la mayor parte de la gente trabaja más que nunca, sea en casa o en el centro de trabajo. Hay muchas profesiones invasivas y sin retribuir las horas extras. Keynes se equivocó cuando afirmó que en estos años trabajaríamos solo quince horas semanales. Quizás cuando la robótica esté en pleno funcionamiento se consiga. Y entonces, ¿en qué emplearán el tiempo los humanos? Standing cita a la periodista Suzanne Moore quien escribió que la cultura debería guiar ese reajuste, pero añadía algo verdadero y desolador, «la cultura ha perdido su capacidad para hacerlo». Y el autor de este ensayo lo ratificaba de esta manera: «Que eso responde a la erosión del procomún cultural en la reciente era del capitalismo rentista y de canalladas ideológicas como la austeridad». Si llegamos a los ochenta años, apenas habremos vivido cuatro mil semanas. Afortunadamente el gran físico Einstein diferenció el tiempo psicológico del físico. ¡ Toda una consolación! Einstein diferenció el tiempo psicológico del físico. ¡Toda una consolación!Fue en un debate con el filósofo Bergson . El psicológico está unido al recordar, pues se le atribuye una vivencia que se reputa anterior a las vivencias presentes. El caso es que siempre hemos estado esclavizados por el tiempo. En realidad quienes nos esclavizan son las fuerzas que mandan sobre nosotros. Y de ahí los levantamientos contra ellas. Hoy en día hay que conocer qué mecanismos están controlando (negándonos) nuestro tiempo y se necesita una estrategia política para superarlos. De esto también trata este libro donde se distingue la diferencia entre el trabajo general, el independiente y el trabajo como actividad laboral. También se estudia el recreo y el ocio. Es importante el procomún, las actividades compartidas y colaborativas por el bien común. Históricamente para occidente el Sabbat fue el primer día de descanso. Y la primera ley que convirtió el domingo en festivo fue decretada por el emperador Constantino en el 321 d. C. Las jornadas festivas , por lo general, a través de los siglos fueron mezclándose con las religiosas. En la antigua Grecia había cinco tipos de actividades: la laboral, la del trabajo, la del ocio, la del juego y la de la ergía (la contemplación). Todo nuestro mundo está en el aire. La garantía de empleo ya no es un derecho garantizadoEl ocio era muy importante porque estaba dedicado a participar en la vida de la polis. La ergía se podía equiparar con el aburrimiento que, para Nietzsche era una desagradable calma del alma. Después de los griegos hasta el ‘spleen’ poético, tuvo mala prensa. Yo tengo esta cita que le hubiera gustado a Standing, que es de Cicerón en ‘El orador’ y dice: «A mí no me parece que un hombre sea libre si en ocasiones no está sin hacer nada ». También era muy de agradecer la amistad cívica que se conocía como ‘philia’. Las mujeres y los niños fueron los mayores esclavos en la época industrial. Dickens, Hugo o Zola lo denunciaron. ¿Tener o no tener trabajo? Esa fue la cuestión durante toda la segunda mitad del siglo XIX. El trabajo a destajo sin tiempo lo convirtieron luego los soviéticos en el estajanovismo. Un obrero superhumano inventado por la propaganda. Lenin arengaba gritando que quienes no trabajasen no tenían derecho a comer. ¿Pero dónde estaba el trabajo? Incluso Hitler respetó el Uno de Mayo como día de los trabajadores. DesajustesSegún Standing, sindicatos y políticos socialdemócratas se mostraron cautelosos con esta interrupción laboral. No se era menos progresista por incitar a más producción. Paul Laforgue, yerno de Marx, cofundador del Partido Socialista francés, escribió el panfleto, ‘El derecho a la pereza’ (1883). Según su suegro era una crítica al capitalismo. En el fondo latía la abolición de la propiedad privada. Pero el trabajo siguió triunfando. El taylorismo lo puso en práctica Henry Ford : «Un trabajador solo tiene que hacer lo que se le ordena». La OIT (1919) se fundó para promover los derechos sociales. La idea procede de la Declaración de los Derechos del Hombre (1789). Tocqueville avisó del peligro del Estado como empresario. El autor de ‘La política del tiempo’ avanza por la historia del trabajo de una manera amena e interesante, al fin y al cabo este asunto nos afecta a todo el mundo. Sin trabajo la vida es insostenible. Su ausencia provoca desajustes sicológicos y ayuda al suicidio. La falta de control de nuestro tiempo está influyendo en el empobrecimiento democrático. No hay tiempo ni interés por la formación cívica. La pandemia y la automatización ; la actividad laboral a distancia; el teletrabajo; la deslocalización y el nomadismo digital; la robotización; son asuntos a los que el autor da mucha importancia. Todo nuestro mundo está en el aire. La garantía de empleo ya no es un derecho garantizado por el estado social, nunca lo fue en realidad. Quizás en el mundo tecnológico ya nadie trabajará. Quién sabe si muy pronto del Derecho al trabajo pasemos al Derecho a no trabajar. Pocas cosas en la vida tan valiosas como el tiempo. Y, sin embargo, nadie nos enseña a conseguirlo y no malgastarlo. Tampoco es que seamos totalmente propietarios del mismo. En nuestra sociedad hedonista , materialista y consumista, gran parte de ese tiempo lo tenemos hipotecado. Ha llegado el tiempo de hacer una nueva política del tiempo. Esto sería una revolución. Standing, director de programas en la OIT de la ONU y escritor, hace una historia de este elemento a lo largo de los siglo s. Desde el tiempo agrario (estaciones y meteorología); el tiempo industrial (la influencia del reloj y los bloques temporales); el tiempo terciario (basado en los servicios más que en la agricultura y la industria); y nuestro propio tiempo actual difuminado y volátil entre tantos usos nuevos. ENSAYO ‘La política del tiempo’ Autor Guy Standing Editorial Paidós Año 2024 Páginas 432 Precio 24 euros 4Desde las revoluciones europeas de mediados del siglo XIX, una de las reivindicaciones fundamentales fue la reducción de la jornada laboral y la libertad para regir nuestros propios usos del tiempo. Hoy en día la mayor parte de la gente trabaja más que nunca, sea en casa o en el centro de trabajo. Hay muchas profesiones invasivas y sin retribuir las horas extras. Keynes se equivocó cuando afirmó que en estos años trabajaríamos solo quince horas semanales. Quizás cuando la robótica esté en pleno funcionamiento se consiga. Y entonces, ¿en qué emplearán el tiempo los humanos? Standing cita a la periodista Suzanne Moore quien escribió que la cultura debería guiar ese reajuste, pero añadía algo verdadero y desolador, «la cultura ha perdido su capacidad para hacerlo». Y el autor de este ensayo lo ratificaba de esta manera: «Que eso responde a la erosión del procomún cultural en la reciente era del capitalismo rentista y de canalladas ideológicas como la austeridad». Si llegamos a los ochenta años, apenas habremos vivido cuatro mil semanas. Afortunadamente el gran físico Einstein diferenció el tiempo psicológico del físico. ¡ Toda una consolación! Einstein diferenció el tiempo psicológico del físico. ¡Toda una consolación!Fue en un debate con el filósofo Bergson . El psicológico está unido al recordar, pues se le atribuye una vivencia que se reputa anterior a las vivencias presentes. El caso es que siempre hemos estado esclavizados por el tiempo. En realidad quienes nos esclavizan son las fuerzas que mandan sobre nosotros. Y de ahí los levantamientos contra ellas. Hoy en día hay que conocer qué mecanismos están controlando (negándonos) nuestro tiempo y se necesita una estrategia política para superarlos. De esto también trata este libro donde se distingue la diferencia entre el trabajo general, el independiente y el trabajo como actividad laboral. También se estudia el recreo y el ocio. Es importante el procomún, las actividades compartidas y colaborativas por el bien común. Históricamente para occidente el Sabbat fue el primer día de descanso. Y la primera ley que convirtió el domingo en festivo fue decretada por el emperador Constantino en el 321 d. C. Las jornadas festivas , por lo general, a través de los siglos fueron mezclándose con las religiosas. En la antigua Grecia había cinco tipos de actividades: la laboral, la del trabajo, la del ocio, la del juego y la de la ergía (la contemplación). Todo nuestro mundo está en el aire. La garantía de empleo ya no es un derecho garantizadoEl ocio era muy importante porque estaba dedicado a participar en la vida de la polis. La ergía se podía equiparar con el aburrimiento que, para Nietzsche era una desagradable calma del alma. Después de los griegos hasta el ‘spleen’ poético, tuvo mala prensa. Yo tengo esta cita que le hubiera gustado a Standing, que es de Cicerón en ‘El orador’ y dice: «A mí no me parece que un hombre sea libre si en ocasiones no está sin hacer nada ». También era muy de agradecer la amistad cívica que se conocía como ‘philia’. Las mujeres y los niños fueron los mayores esclavos en la época industrial. Dickens, Hugo o Zola lo denunciaron. ¿Tener o no tener trabajo? Esa fue la cuestión durante toda la segunda mitad del siglo XIX. El trabajo a destajo sin tiempo lo convirtieron luego los soviéticos en el estajanovismo. Un obrero superhumano inventado por la propaganda. Lenin arengaba gritando que quienes no trabajasen no tenían derecho a comer. ¿Pero dónde estaba el trabajo? Incluso Hitler respetó el Uno de Mayo como día de los trabajadores. DesajustesSegún Standing, sindicatos y políticos socialdemócratas se mostraron cautelosos con esta interrupción laboral. No se era menos progresista por incitar a más producción. Paul Laforgue, yerno de Marx, cofundador del Partido Socialista francés, escribió el panfleto, ‘El derecho a la pereza’ (1883). Según su suegro era una crítica al capitalismo. En el fondo latía la abolición de la propiedad privada. Pero el trabajo siguió triunfando. El taylorismo lo puso en práctica Henry Ford : «Un trabajador solo tiene que hacer lo que se le ordena». La OIT (1919) se fundó para promover los derechos sociales. La idea procede de la Declaración de los Derechos del Hombre (1789). Tocqueville avisó del peligro del Estado como empresario. El autor de ‘La política del tiempo’ avanza por la historia del trabajo de una manera amena e interesante, al fin y al cabo este asunto nos afecta a todo el mundo. Sin trabajo la vida es insostenible. Su ausencia provoca desajustes sicológicos y ayuda al suicidio. La falta de control de nuestro tiempo está influyendo en el empobrecimiento democrático. No hay tiempo ni interés por la formación cívica. La pandemia y la automatización ; la actividad laboral a distancia; el teletrabajo; la deslocalización y el nomadismo digital; la robotización; son asuntos a los que el autor da mucha importancia. Todo nuestro mundo está en el aire. La garantía de empleo ya no es un derecho garantizado por el estado social, nunca lo fue en realidad. Quizás en el mundo tecnológico ya nadie trabajará. Quién sabe si muy pronto del Derecho al trabajo pasemos al Derecho a no trabajar.
Pocas cosas en la vida tan valiosas como el tiempo. Y, sin embargo, nadie nos enseña a conseguirlo y no malgastarlo. Tampoco es que seamos totalmente propietarios del mismo. En nuestra sociedad hedonista, materialista y consumista, gran parte de ese tiempo lo tenemos hipotecado.
Ha llegado el tiempo de hacer una nueva política del tiempo. Esto sería una revolución. Standing, director de programas en la OIT de la ONU y escritor, hace una historia de este elemento a lo largo de los siglos. Desde el tiempo agrario (estaciones y meteorología); el tiempo industrial (la influencia del reloj y los bloques temporales); el tiempo terciario (basado en los servicios más que en la agricultura y la industria); y nuestro propio tiempo actual difuminado y volátil entre tantos usos nuevos.

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Autor
Guy Standing -
Editorial
Paidós -
Año
2024 -
Páginas
432 -
Precio
24 euros
Desde las revoluciones europeas de mediados del siglo XIX, una de las reivindicaciones fundamentales fue la reducción de la jornada laboral y la libertad para regir nuestros propios usos del tiempo. Hoy en día la mayor parte de la gente trabaja más que nunca, sea en casa o en el centro de trabajo. Hay muchas profesiones invasivas y sin retribuir las horas extras. Keynes se equivocó cuando afirmó que en estos años trabajaríamos solo quince horas semanales. Quizás cuando la robótica esté en pleno funcionamiento se consiga. Y entonces, ¿en qué emplearán el tiempo los humanos?
Standing cita a la periodista Suzanne Moore quien escribió que la cultura debería guiar ese reajuste, pero añadía algo verdadero y desolador, «la cultura ha perdido su capacidad para hacerlo». Y el autor de este ensayo lo ratificaba de esta manera: «Que eso responde a la erosión del procomún cultural en la reciente era del capitalismo rentista y de canalladas ideológicas como la austeridad». Si llegamos a los ochenta años, apenas habremos vivido cuatro mil semanas. Afortunadamente el gran físico Einstein diferenció el tiempo psicológico del físico. ¡ Toda una consolación!
Einstein diferenció el tiempo psicológico del físico. ¡Toda una consolación!
Fue en un debate con el filósofo Bergson. El psicológico está unido al recordar, pues se le atribuye una vivencia que se reputa anterior a las vivencias presentes. El caso es que siempre hemos estado esclavizados por el tiempo. En realidad quienes nos esclavizan son las fuerzas que mandan sobre nosotros. Y de ahí los levantamientos contra ellas. Hoy en día hay que conocer qué mecanismos están controlando (negándonos) nuestro tiempo y se necesita una estrategia política para superarlos.
De esto también trata este libro donde se distingue la diferencia entre el trabajo general, el independiente y el trabajo como actividad laboral. También se estudia el recreo y el ocio. Es importante el procomún, las actividades compartidas y colaborativas por el bien común.
Históricamente para occidente el Sabbat fue el primer día de descanso. Y la primera ley que convirtió el domingo en festivo fue decretada por el emperador Constantino en el 321 d. C. Las jornadas festivas, por lo general, a través de los siglos fueron mezclándose con las religiosas. En la antigua Grecia había cinco tipos de actividades: la laboral, la del trabajo, la del ocio, la del juego y la de la ergía (la contemplación).
Todo nuestro mundo está en el aire. La garantía de empleo ya no es un derecho garantizado
El ocio era muy importante porque estaba dedicado a participar en la vida de la polis. La ergía se podía equiparar con el aburrimiento que, para Nietzsche era una desagradable calma del alma. Después de los griegos hasta el ‘spleen’ poético, tuvo mala prensa. Yo tengo esta cita que le hubiera gustado a Standing, que es de Cicerón en ‘El orador’ y dice: «A mí no me parece que un hombre sea libre si en ocasiones no está sin hacer nada». También era muy de agradecer la amistad cívica que se conocía como ‘philia’.
Las mujeres y los niños fueron los mayores esclavos en la época industrial. Dickens, Hugo o Zola lo denunciaron. ¿Tener o no tener trabajo? Esa fue la cuestión durante toda la segunda mitad del siglo XIX. El trabajo a destajo sin tiempo lo convirtieron luego los soviéticos en el estajanovismo. Un obrero superhumano inventado por la propaganda. Lenin arengaba gritando que quienes no trabajasen no tenían derecho a comer. ¿Pero dónde estaba el trabajo? Incluso Hitler respetó el Uno de Mayo como día de los trabajadores.
Desajustes
Según Standing, sindicatos y políticos socialdemócratas se mostraron cautelosos con esta interrupción laboral. No se era menos progresista por incitar a más producción. Paul Laforgue, yerno de Marx, cofundador del Partido Socialista francés, escribió el panfleto, ‘El derecho a la pereza’ (1883). Según su suegro era una crítica al capitalismo. En el fondo latía la abolición de la propiedad privada. Pero el trabajo siguió triunfando. El taylorismo lo puso en práctica Henry Ford: «Un trabajador solo tiene que hacer lo que se le ordena». La OIT (1919) se fundó para promover los derechos sociales. La idea procede de la Declaración de los Derechos del Hombre (1789). Tocqueville avisó del peligro del Estado como empresario.
El autor de ‘La política del tiempo’ avanza por la historia del trabajo de una manera amena e interesante, al fin y al cabo este asunto nos afecta a todo el mundo. Sin trabajo la vida es insostenible. Su ausencia provoca desajustes sicológicos y ayuda al suicidio. La falta de control de nuestro tiempo está influyendo en el empobrecimiento democrático. No hay tiempo ni interés por la formación cívica. La pandemia y la automatización; la actividad laboral a distancia; el teletrabajo; la deslocalización y el nomadismo digital; la robotización; son asuntos a los que el autor da mucha importancia.
Todo nuestro mundo está en el aire. La garantía de empleo ya no es un derecho garantizado por el estado social, nunca lo fue en realidad. Quizás en el mundo tecnológico ya nadie trabajará. Quién sabe si muy pronto del Derecho al trabajo pasemos al Derecho a no trabajar.
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