La Princesa Leonor reclamó esta tarde «salir de la trinchera» y «sacudirnos el miedo» para construir confianza y unión. La Heredera apeló a «volver a lo esencial», a «los básicos» que sostienen cualquier sociedad democrática: el respeto, la educación y la empatía hacia los más vulnerables. Lo hizo ante el auditorio del Teatro Campoamor, durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, en un discurso que marcó un antes y un después en las intervenciones de Doña Leonor por sus mensajes potentes, cargados de reflexiones sobre el país que su generación aspira a construir.La Princesa defendió la importancia de valorar a los maestros y de entender la educación como el gran instrumento de igualdad y cohesión. Para ello recordó a quienes «no lo tienen fácil», a los jóvenes que luchan por formarse, por conseguir un empleo y por acceder a una vivienda propia, a las personas mayores que no desean estar solas y a los niños en riesgo de pobreza. Con empatía y sentido de responsabilidad, la Princesa reclamó «salir de la trinchera», «sacudirnos el miedo» y volver a mirar al otro para construir la confianza, convencida de que una sociedad que no se cuida a sí misma termina por fracturarse.La Princesa Leonor, durante su discurso.«La convivencia no es fácil –advirtió–, pero es el único camino hacia el progreso compartido». Con esa frase, Doña Leonor resumió el sentido de su mensaje: un llamamiento a proteger los valores que definen a España y a Europa —la libertad, la justicia, la democracia y los derechos humanos— frente a la intolerancia y la indiferencia. Su discurso sonó como una invitación a la responsabilidad colectiva, a la esperanza y a la acción, especialmente hacia los jóvenes que –como ella– buscan su lugar en un país que debe ofrecerles futuro, oportunidades y un hogar.«Tiene sentido cuidar y defender los valores que, como españoles y europeos, en realidad como ciudadanos de cualquier lugar, nos definen y nos guían. Confiar en ellos es confiar en la libertad frente al miedo, en la justicia frente a la arbitrariedad, en la democracia frente a la intolerancia, en el Estado social de derecho frente al abuso del poder, en los derechos humanos frente a la indiferencia», afirmó la Princesa. Y añadió: «Soy consciente de que a veces las palabras pronunciadas en un atril pueden sonar vacías, pero sé también que no está de más repasar y recordar la naturaleza de las dificultades, pero también de las soluciones, e insistir en que no hay fórmulas mágicas para gestionar esa complejidad». Ante 1.300 invitados, Felipe VI –con un discurso que cada año es más breve, para ceder más protagonismo a la Princesa, algo que, según dijo «es un honor como padre y también como Rey» pero que de momento seguirá vinculado a estos premios– llamó a reforzar la educación en valores en la sociedad actual, que se debate «demasiado a menudo entre dos extremos igualmente inquietantes»: el del individualismo radical y el de la indiferencia colectiva. Frente a esa deriva, defendió que «la convivencia democrática tiene su gran pilar en la educación», que es el antídoto contra la soledad y la incomunicación en una era hiperconectada. Felipe VI reivindicó la necesidad de formar ciudadanos comprometidos, capaces de anteponer el bien común al egoísmo y de preservar los valores que garantizan la cohesión social.La Princesa llama boomer a su padreLa intervención del Rey, que siguieron con atención la Reina Letizia y la Infanta Sofía desde el escenario, sirvió de contrapunto al mensaje de su hija: dos voces de distintas generaciones pero en plena sintonía sobre el papel de la educación y los valores compartidos como única vía para sostener la convivencia. Precisamente «en tiempos de inmediatez, de fugacidad, de virtualidades, de bits», la Princesa Leonor –«siendo de la generación zeta e hija de una equis y de un boomer »– reivindicó la pausa y la reflexión al realizar la laudatio de los premiados escribiendo una carta a cada uno de ellos. «Porque una carta permite pararse, profundizar y pensar más», explicó, subrayando así la importancia de la palabra y del pensamiento pausado en una era dominada por la prisa y la distracción. Así, la Princesa se tomó muy en serio el cometido que le encomendó su padre el año pasado de elogiar a los galardonados. De Eduardo Mendoza (premio de las Letras), la Princesa le agradeció haber demostrado que la literatura sigue siendo «el espacio de la reflexión frente a la pantalla». «Tu obra nos enseña a parar el scroll infinito y a pensar más, para entender mejor el mundo que nos rodea», afirmó Doña Leonor. En este sentido, el autor de ‘Sin noticias de Gurb’ recurrió a su ironía de siempre para declararse «una joven promesa de la narrativa española». «Lo último que se pierde no es la esperanza, sino la vanidad», bromeó el escritor catalán. Aunque evitó entrar en cuestiones políticas o sociales, Mendoza sí comentó que no le gusta el mundo tal y como lo ve en la actualidad. «He tenido la suerte de vivir una larga etapa excepcional de relativa paz, estabilidad y bienestar. A mi edad, preferiría disfrutar de lo que hay y no andar quejándome de lo que falta, pero me temo que no podrá ser», lamentó. El filósofo Byung-Chul Han (premio de Comunicación y Humanidades) hizo un llamamiento a la sociedad para «agitar conciencias» y recuperar la sociabilidad y el contacto de unos con otros en una sociedad cada vez más digitalizada y presa de los smartphones y de la Inteligencia Artificial. La tenista Serena Williams (premio de los Deportes) se llevó una gran ovación al subir al escenario. Antes, la Princesa hizo un guiño a Venus, la hermana de Wiliams y así, al mismo tiempo, tuvo otro gesto de cercanía con su hermana Sofía: «Las hermanas cómplices son nuestras grandes compañeras de viaje». Los aplausos llenaron el Campoamor en este momento. MÁS INFORMACIÓN noticia No El Rey Felipe, sobre la Princesa Leonor: «Me corresponde ir cediéndole ya este espacio» noticia No El bigote de Mendoza y el moño de Byung-Chul Han noticia No Byung-Chul Han: «Uno se imagina que es libre, pero lo que hace es explotarse a sí mismo» noticia No Mario Draghi: «Por necesidad, el futuro de Europa debe ser un viaje hacia el federalismo» noticia No Doña Leonor: «La convivencia es el único camino para lograr el progreso compartido» noticia No Eduardo Mendoza: «Los años me han hecho valorar sobre todas las cosas el respeto»A Graciela Iturbide le costaba leer con la luz, pero dio igual. «La fotografía desvela un fragmento de realidad que yo procuro volver a velar, con el objeto de no dilapidar el misterio que recoge», explicó. Antes citó a Brassaï: «La vida no puede ser captada ni por el realismo ni por el naturalismo, sino solamente por el sueño, el símbolo o la imaginación». Y se despidió con un mensaje político: «El arte fotográfico no conoce fronteras (…) por más que algunos hombres poderosos pretendan limitar el libre tránsito entre los países y coartar la libertad de pensar y crear». Los otros galardonados fueron Douglas Massey (premio Ciencias Sociales), el Museo Nacional de Antropología de México (premio de la Concordia) y la genetista estadounidense Mary-Claire King (premio de Investigación Científica y Técnica), quien en el último momento se sintió indispuesta y no pudo asistir a la entrega de premios, después de haber pasado toda la semana en Oviedo entregada a todas las actividades de la Fundación Princesa de Asturias. Fue la primera vez en 45 ediciones de estos premios que un galardonado no pudo subir al escenario estando ya en Asturias. La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (premio de las Artes), dueña de una mirada innovadora, recordó que el arte fotográfico no entiende fronteras, pasaportes ni visados, en una clara crítica a las políticas migratorias y las decisiones de Donald Trump de impedir entrar en Estados Unidos a algunos ciudadanos del mundo, entre ellos los mexicanos. Mario Draghi (premio de Cooperación Internacional) reconoció que este galardón le confería una gran responsabilidad. En este sentido, reconoció que «construir Europa» ha sido «una misión esencial» en su carrera. «Los desafíos a los que nos enfrentamos son demasiado urgentes como para esperar a que surjan», advirtió. Apostó por un federalismo pragmático e hizo un llamamiento a los países europeos a seguir fomentando el multilateralismo para que los ciudadanos puedan volver a creer en Europa, «una Europa en la que los jóvenes crean» y «que no tenga miedo al declive». Aunque el discurso de la Princesa tuvo mayor extensión y protagonismo que el de su padre, fue Felipe VI quien en su condición de Rey tuvo la última palabra en las intervenciones sobre el escenario. Tras sus palabras, hubo una amplia ovación en el Campoamor y la Princesa Leonor convocó los Premios Princesa de Asturias 2026. La Real Banda de Gaitas de la Ciudad de Oviedo clausuró el acto con el himno de Asturias, después de haber abierto la ceremonia con el himno de España. Fueron, un año más, el cimiento emocional de los premios. La Princesa Leonor reclamó esta tarde «salir de la trinchera» y «sacudirnos el miedo» para construir confianza y unión. La Heredera apeló a «volver a lo esencial», a «los básicos» que sostienen cualquier sociedad democrática: el respeto, la educación y la empatía hacia los más vulnerables. Lo hizo ante el auditorio del Teatro Campoamor, durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, en un discurso que marcó un antes y un después en las intervenciones de Doña Leonor por sus mensajes potentes, cargados de reflexiones sobre el país que su generación aspira a construir.La Princesa defendió la importancia de valorar a los maestros y de entender la educación como el gran instrumento de igualdad y cohesión. Para ello recordó a quienes «no lo tienen fácil», a los jóvenes que luchan por formarse, por conseguir un empleo y por acceder a una vivienda propia, a las personas mayores que no desean estar solas y a los niños en riesgo de pobreza. Con empatía y sentido de responsabilidad, la Princesa reclamó «salir de la trinchera», «sacudirnos el miedo» y volver a mirar al otro para construir la confianza, convencida de que una sociedad que no se cuida a sí misma termina por fracturarse.La Princesa Leonor, durante su discurso.«La convivencia no es fácil –advirtió–, pero es el único camino hacia el progreso compartido». Con esa frase, Doña Leonor resumió el sentido de su mensaje: un llamamiento a proteger los valores que definen a España y a Europa —la libertad, la justicia, la democracia y los derechos humanos— frente a la intolerancia y la indiferencia. Su discurso sonó como una invitación a la responsabilidad colectiva, a la esperanza y a la acción, especialmente hacia los jóvenes que –como ella– buscan su lugar en un país que debe ofrecerles futuro, oportunidades y un hogar.«Tiene sentido cuidar y defender los valores que, como españoles y europeos, en realidad como ciudadanos de cualquier lugar, nos definen y nos guían. Confiar en ellos es confiar en la libertad frente al miedo, en la justicia frente a la arbitrariedad, en la democracia frente a la intolerancia, en el Estado social de derecho frente al abuso del poder, en los derechos humanos frente a la indiferencia», afirmó la Princesa. Y añadió: «Soy consciente de que a veces las palabras pronunciadas en un atril pueden sonar vacías, pero sé también que no está de más repasar y recordar la naturaleza de las dificultades, pero también de las soluciones, e insistir en que no hay fórmulas mágicas para gestionar esa complejidad». Ante 1.300 invitados, Felipe VI –con un discurso que cada año es más breve, para ceder más protagonismo a la Princesa, algo que, según dijo «es un honor como padre y también como Rey» pero que de momento seguirá vinculado a estos premios– llamó a reforzar la educación en valores en la sociedad actual, que se debate «demasiado a menudo entre dos extremos igualmente inquietantes»: el del individualismo radical y el de la indiferencia colectiva. Frente a esa deriva, defendió que «la convivencia democrática tiene su gran pilar en la educación», que es el antídoto contra la soledad y la incomunicación en una era hiperconectada. Felipe VI reivindicó la necesidad de formar ciudadanos comprometidos, capaces de anteponer el bien común al egoísmo y de preservar los valores que garantizan la cohesión social.La Princesa llama boomer a su padreLa intervención del Rey, que siguieron con atención la Reina Letizia y la Infanta Sofía desde el escenario, sirvió de contrapunto al mensaje de su hija: dos voces de distintas generaciones pero en plena sintonía sobre el papel de la educación y los valores compartidos como única vía para sostener la convivencia. Precisamente «en tiempos de inmediatez, de fugacidad, de virtualidades, de bits», la Princesa Leonor –«siendo de la generación zeta e hija de una equis y de un boomer »– reivindicó la pausa y la reflexión al realizar la laudatio de los premiados escribiendo una carta a cada uno de ellos. «Porque una carta permite pararse, profundizar y pensar más», explicó, subrayando así la importancia de la palabra y del pensamiento pausado en una era dominada por la prisa y la distracción. Así, la Princesa se tomó muy en serio el cometido que le encomendó su padre el año pasado de elogiar a los galardonados. De Eduardo Mendoza (premio de las Letras), la Princesa le agradeció haber demostrado que la literatura sigue siendo «el espacio de la reflexión frente a la pantalla». «Tu obra nos enseña a parar el scroll infinito y a pensar más, para entender mejor el mundo que nos rodea», afirmó Doña Leonor. En este sentido, el autor de ‘Sin noticias de Gurb’ recurrió a su ironía de siempre para declararse «una joven promesa de la narrativa española». «Lo último que se pierde no es la esperanza, sino la vanidad», bromeó el escritor catalán. Aunque evitó entrar en cuestiones políticas o sociales, Mendoza sí comentó que no le gusta el mundo tal y como lo ve en la actualidad. «He tenido la suerte de vivir una larga etapa excepcional de relativa paz, estabilidad y bienestar. A mi edad, preferiría disfrutar de lo que hay y no andar quejándome de lo que falta, pero me temo que no podrá ser», lamentó. El filósofo Byung-Chul Han (premio de Comunicación y Humanidades) hizo un llamamiento a la sociedad para «agitar conciencias» y recuperar la sociabilidad y el contacto de unos con otros en una sociedad cada vez más digitalizada y presa de los smartphones y de la Inteligencia Artificial. La tenista Serena Williams (premio de los Deportes) se llevó una gran ovación al subir al escenario. Antes, la Princesa hizo un guiño a Venus, la hermana de Wiliams y así, al mismo tiempo, tuvo otro gesto de cercanía con su hermana Sofía: «Las hermanas cómplices son nuestras grandes compañeras de viaje». Los aplausos llenaron el Campoamor en este momento. MÁS INFORMACIÓN noticia No El Rey Felipe, sobre la Princesa Leonor: «Me corresponde ir cediéndole ya este espacio» noticia No El bigote de Mendoza y el moño de Byung-Chul Han noticia No Byung-Chul Han: «Uno se imagina que es libre, pero lo que hace es explotarse a sí mismo» noticia No Mario Draghi: «Por necesidad, el futuro de Europa debe ser un viaje hacia el federalismo» noticia No Doña Leonor: «La convivencia es el único camino para lograr el progreso compartido» noticia No Eduardo Mendoza: «Los años me han hecho valorar sobre todas las cosas el respeto»A Graciela Iturbide le costaba leer con la luz, pero dio igual. «La fotografía desvela un fragmento de realidad que yo procuro volver a velar, con el objeto de no dilapidar el misterio que recoge», explicó. Antes citó a Brassaï: «La vida no puede ser captada ni por el realismo ni por el naturalismo, sino solamente por el sueño, el símbolo o la imaginación». Y se despidió con un mensaje político: «El arte fotográfico no conoce fronteras (…) por más que algunos hombres poderosos pretendan limitar el libre tránsito entre los países y coartar la libertad de pensar y crear». Los otros galardonados fueron Douglas Massey (premio Ciencias Sociales), el Museo Nacional de Antropología de México (premio de la Concordia) y la genetista estadounidense Mary-Claire King (premio de Investigación Científica y Técnica), quien en el último momento se sintió indispuesta y no pudo asistir a la entrega de premios, después de haber pasado toda la semana en Oviedo entregada a todas las actividades de la Fundación Princesa de Asturias. Fue la primera vez en 45 ediciones de estos premios que un galardonado no pudo subir al escenario estando ya en Asturias. La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (premio de las Artes), dueña de una mirada innovadora, recordó que el arte fotográfico no entiende fronteras, pasaportes ni visados, en una clara crítica a las políticas migratorias y las decisiones de Donald Trump de impedir entrar en Estados Unidos a algunos ciudadanos del mundo, entre ellos los mexicanos. Mario Draghi (premio de Cooperación Internacional) reconoció que este galardón le confería una gran responsabilidad. En este sentido, reconoció que «construir Europa» ha sido «una misión esencial» en su carrera. «Los desafíos a los que nos enfrentamos son demasiado urgentes como para esperar a que surjan», advirtió. Apostó por un federalismo pragmático e hizo un llamamiento a los países europeos a seguir fomentando el multilateralismo para que los ciudadanos puedan volver a creer en Europa, «una Europa en la que los jóvenes crean» y «que no tenga miedo al declive». Aunque el discurso de la Princesa tuvo mayor extensión y protagonismo que el de su padre, fue Felipe VI quien en su condición de Rey tuvo la última palabra en las intervenciones sobre el escenario. Tras sus palabras, hubo una amplia ovación en el Campoamor y la Princesa Leonor convocó los Premios Princesa de Asturias 2026. La Real Banda de Gaitas de la Ciudad de Oviedo clausuró el acto con el himno de Asturias, después de haber abierto la ceremonia con el himno de España. Fueron, un año más, el cimiento emocional de los premios.
La Princesa Leonor reclamó esta tarde «salir de la trinchera» y «sacudirnos el miedo» para construir confianza y unión. La Heredera apeló a «volver a lo esencial», a «los básicos» que sostienen cualquier sociedad democrática: el respeto, la educación y la empatía hacia los más … vulnerables. Lo hizo ante el auditorio del Teatro Campoamor, durante la ceremonia de los Premios Princesa de Asturias, en un discurso que marcó un antes y un después en las intervenciones de Doña Leonor por sus mensajes potentes, cargados de reflexiones sobre el país que su generación aspira a construir.
La Princesa defendió la importancia de valorar a los maestros y de entender la educación como el gran instrumento de igualdad y cohesión. Para ello recordó a quienes «no lo tienen fácil», a los jóvenes que luchan por formarse, por conseguir un empleo y por acceder a una vivienda propia, a las personas mayores que no desean estar solas y a los niños en riesgo de pobreza. Con empatía y sentido de responsabilidad, la Princesa reclamó «salir de la trinchera», «sacudirnos el miedo» y volver a mirar al otro para construir la confianza, convencida de que una sociedad que no se cuida a sí misma termina por fracturarse.
«La convivencia no es fácil –advirtió–, pero es el único camino hacia el progreso compartido». Con esa frase, Doña Leonor resumió el sentido de su mensaje: un llamamiento a proteger los valores que definen a España y a Europa —la libertad, la justicia, la democracia y los derechos humanos— frente a la intolerancia y la indiferencia. Su discurso sonó como una invitación a la responsabilidad colectiva, a la esperanza y a la acción, especialmente hacia los jóvenes que –como ella– buscan su lugar en un país que debe ofrecerles futuro, oportunidades y un hogar.
«Tiene sentido cuidar y defender los valores que, como españoles y europeos, en realidad como ciudadanos de cualquier lugar, nos definen y nos guían. Confiar en ellos es confiar en la libertad frente al miedo, en la justicia frente a la arbitrariedad, en la democracia frente a la intolerancia, en el Estado social de derecho frente al abuso del poder, en los derechos humanos frente a la indiferencia», afirmó la Princesa. Y añadió: «Soy consciente de que a veces las palabras pronunciadas en un atril pueden sonar vacías, pero sé también que no está de más repasar y recordar la naturaleza de las dificultades, pero también de las soluciones, e insistir en que no hay fórmulas mágicas para gestionar esa complejidad».
Ante 1.300 invitados, Felipe VI –con un discurso que cada año es más breve, para ceder más protagonismo a la Princesa, algo que, según dijo «es un honor como padre y también como Rey» pero que de momento seguirá vinculado a estos premios– llamó a reforzar la educación en valores en la sociedad actual, que se debate «demasiado a menudo entre dos extremos igualmente inquietantes»: el del individualismo radical y el de la indiferencia colectiva. Frente a esa deriva, defendió que «la convivencia democrática tiene su gran pilar en la educación», que es el antídoto contra la soledad y la incomunicación en una era hiperconectada. Felipe VI reivindicó la necesidad de formar ciudadanos comprometidos, capaces de anteponer el bien común al egoísmo y de preservar los valores que garantizan la cohesión social.
La Princesa llama boomer a su padre
La intervención del Rey, que siguieron con atención la Reina Letizia y la Infanta Sofía desde el escenario, sirvió de contrapunto al mensaje de su hija: dos voces de distintas generaciones pero en plena sintonía sobre el papel de la educación y los valores compartidos como única vía para sostener la convivencia. Precisamente «en tiempos de inmediatez, de fugacidad, de virtualidades, de bits», la Princesa Leonor –«siendo de la generación zeta e hija de una equis y de un boomer»– reivindicó la pausa y la reflexión al realizar la laudatio de los premiados escribiendo una carta a cada uno de ellos. «Porque una carta permite pararse, profundizar y pensar más», explicó, subrayando así la importancia de la palabra y del pensamiento pausado en una era dominada por la prisa y la distracción. Así, la Princesa se tomó muy en serio el cometido que le encomendó su padre el año pasado de elogiar a los galardonados.
De Eduardo Mendoza (premio de las Letras), la Princesa le agradeció haber demostrado que la literatura sigue siendo «el espacio de la reflexión frente a la pantalla». «Tu obra nos enseña a parar el scroll infinito y a pensar más, para entender mejor el mundo que nos rodea», afirmó Doña Leonor. En este sentido, el autor de ‘Sin noticias de Gurb’ recurrió a su ironía de siempre para declararse «una joven promesa de la narrativa española». «Lo último que se pierde no es la esperanza, sino la vanidad», bromeó el escritor catalán. Aunque evitó entrar en cuestiones políticas o sociales, Mendoza sí comentó que no le gusta el mundo tal y como lo ve en la actualidad. «He tenido la suerte de vivir una larga etapa excepcional de relativa paz, estabilidad y bienestar. A mi edad, preferiría disfrutar de lo que hay y no andar quejándome de lo que falta, pero me temo que no podrá ser», lamentó.
El filósofo Byung-Chul Han (premio de Comunicación y Humanidades) hizo un llamamiento a la sociedad para «agitar conciencias» y recuperar la sociabilidad y el contacto de unos con otros en una sociedad cada vez más digitalizada y presa de los smartphones y de la Inteligencia Artificial.
La tenista Serena Williams (premio de los Deportes) se llevó una gran ovación al subir al escenario. Antes, la Princesa hizo un guiño a Venus, la hermana de Wiliams y así, al mismo tiempo, tuvo otro gesto de cercanía con su hermana Sofía: «Las hermanas cómplices son nuestras grandes compañeras de viaje». Los aplausos llenaron el Campoamor en este momento.
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El Rey Felipe, sobre la Princesa Leonor: «Me corresponde ir cediéndole ya este espacio»
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El bigote de Mendoza y el moño de Byung-Chul Han
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Byung-Chul Han: «Uno se imagina que es libre, pero lo que hace es explotarse a sí mismo»
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Mario Draghi: «Por necesidad, el futuro de Europa debe ser un viaje hacia el federalismo»
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Doña Leonor: «La convivencia es el único camino para lograr el progreso compartido»
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Eduardo Mendoza: «Los años me han hecho valorar sobre todas las cosas el respeto»
A Graciela Iturbidele costaba leer con la luz, pero dio igual. «La fotografía desvela un fragmento de realidad que yo procuro volver a velar, con el objeto de no dilapidar el misterio que recoge», explicó. Antes citó a Brassaï: «La vida no puede ser captada ni por el realismo ni por el naturalismo, sino solamente por el sueño, el símbolo o la imaginación». Y se despidió con un mensaje político: «El arte fotográfico no conoce fronteras (…) por más que algunos hombres poderosos pretendan limitar el libre tránsito entre los países y coartar la libertad de pensar y crear».
Los otros galardonados fueron Douglas Massey (premio Ciencias Sociales), el Museo Nacional de Antropología de México (premio de la Concordia) y la genetista estadounidense Mary-Claire King (premio de Investigación Científica y Técnica), quien en el último momento se sintió indispuesta y no pudo asistir a la entrega de premios, después de haber pasado toda la semana en Oviedo entregada a todas las actividades de la Fundación Princesa de Asturias. Fue la primera vez en 45 ediciones de estos premios que un galardonado no pudo subir al escenario estando ya en Asturias.
La fotógrafa mexicana Graciela Iturbide (premio de las Artes), dueña de una mirada innovadora, recordó que el arte fotográfico no entiende fronteras, pasaportes ni visados, en una clara crítica a las políticas migratorias y las decisiones de Donald Trump de impedir entrar en Estados Unidos a algunos ciudadanos del mundo, entre ellos los mexicanos.
Mario Draghi (premio de Cooperación Internacional) reconoció que este galardón le confería una gran responsabilidad. En este sentido, reconoció que «construir Europa» ha sido «una misión esencial» en su carrera. «Los desafíos a los que nos enfrentamos son demasiado urgentes como para esperar a que surjan», advirtió. Apostó por un federalismo pragmático e hizo un llamamiento a los países europeos a seguir fomentando el multilateralismo para que los ciudadanos puedan volver a creer en Europa, «una Europa en la que los jóvenes crean» y «que no tenga miedo al declive».
Aunque el discurso de la Princesa tuvo mayor extensión y protagonismo que el de su padre, fue Felipe VI quien en su condición de Rey tuvo la última palabra en las intervenciones sobre el escenario. Tras sus palabras, hubo una amplia ovación en el Campoamor y la Princesa Leonor convocó los Premios Princesa de Asturias 2026. La Real Banda de Gaitas de la Ciudad de Oviedo clausuró el acto con el himno de Asturias, después de haber abierto la ceremonia con el himno de España. Fueron, un año más, el cimiento emocional de los premios.
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