Se cumplen ya cinco años de la muerte de Luis Eduardo Aute , y en estos días se publica una biografía total del artista, que firma Miguel Fernández, en Plaza y Janés. El título, tomado de una letra inolvidable de Aute, se aúpa esclarecedor: ‘Me va la vida en ello’ . A Aute, sí, le iba la vida en ello, que en su caso era la palabra y la belleza, que este libro inminente se encarga de celebrar, entre el homenaje y el documento. Aute era un joven de muchos años que una semana nos traía el milagro de un disco y otra semana ponía en pie el prodigio de un poemario. Y en una u otra cosa siempre era Aute, un estrés de belleza , un infarto de poesía, un aullido de coherencia. Era, y es. Porque regresa hoy eterno. Le gustaba la palabra intemperie, la jerga de La Habana, y Sharon Stone . Cuando de él he escrito, que ha sido mucho, emocionadamente, siempre asomaba Eduardo, y ponía rápido un correo agradecido, y muy escrito, porque él era del género epistolar, y un elegante, aunque las épocas nos condenen a internet. Le admiro desde que yo era un adolescente, o por ahí, y me enamoraban enseguida las chicas de melena en llama, cansadas de juventud, que iban enamoradas de Eduardo, lo cual era para mí una garantía de sensibilidad. Noticia Relacionada estandar No Cristina Narea: «Estaré eternamente agradecida por haberme sentido familia de Aute» Nacho Serrano La escudera del maestro fallecido le rinde homenaje este lunes en ClamoresLe he adornado antes de elegante, y me parece que Eduardo es eso, entre otras muchas cosas meritorias, porque practicaba un modo propio de estar en el mundo, que es, a rachas, incluso un modo de no estar, que aún más me importa, barajando la tristeza sin cura y la estatura de lentitud. Siempre cargó algo de hombre recién hastiado, pero no paraba. De pronto era un pintor que te pegaba el susto cuajando un disco inolvidable y al día siguiente despertaba un poeta que te aparejaba el sobresalto de dirigir una película de dibujos animados propios. Y todo sin quitarse el mismo vaquero gastado , que en él fue un vaquero antimoda.Flota en todas sus cosas un desmayo de esteta, y una reversión de sí mismo, bajo aquel lema de Píndaro : «Aprende a hacerte el que eres». Yo no sé de dónde sacaba tiempo para echarse un pitillo. Se nos fue el que vuelve, un elegante de la inteligencia, un dandi de mirarse sólo en los espejos interiores. Se cumplen ya cinco años de la muerte de Luis Eduardo Aute , y en estos días se publica una biografía total del artista, que firma Miguel Fernández, en Plaza y Janés. El título, tomado de una letra inolvidable de Aute, se aúpa esclarecedor: ‘Me va la vida en ello’ . A Aute, sí, le iba la vida en ello, que en su caso era la palabra y la belleza, que este libro inminente se encarga de celebrar, entre el homenaje y el documento. Aute era un joven de muchos años que una semana nos traía el milagro de un disco y otra semana ponía en pie el prodigio de un poemario. Y en una u otra cosa siempre era Aute, un estrés de belleza , un infarto de poesía, un aullido de coherencia. Era, y es. Porque regresa hoy eterno. Le gustaba la palabra intemperie, la jerga de La Habana, y Sharon Stone . Cuando de él he escrito, que ha sido mucho, emocionadamente, siempre asomaba Eduardo, y ponía rápido un correo agradecido, y muy escrito, porque él era del género epistolar, y un elegante, aunque las épocas nos condenen a internet. Le admiro desde que yo era un adolescente, o por ahí, y me enamoraban enseguida las chicas de melena en llama, cansadas de juventud, que iban enamoradas de Eduardo, lo cual era para mí una garantía de sensibilidad. Noticia Relacionada estandar No Cristina Narea: «Estaré eternamente agradecida por haberme sentido familia de Aute» Nacho Serrano La escudera del maestro fallecido le rinde homenaje este lunes en ClamoresLe he adornado antes de elegante, y me parece que Eduardo es eso, entre otras muchas cosas meritorias, porque practicaba un modo propio de estar en el mundo, que es, a rachas, incluso un modo de no estar, que aún más me importa, barajando la tristeza sin cura y la estatura de lentitud. Siempre cargó algo de hombre recién hastiado, pero no paraba. De pronto era un pintor que te pegaba el susto cuajando un disco inolvidable y al día siguiente despertaba un poeta que te aparejaba el sobresalto de dirigir una película de dibujos animados propios. Y todo sin quitarse el mismo vaquero gastado , que en él fue un vaquero antimoda.Flota en todas sus cosas un desmayo de esteta, y una reversión de sí mismo, bajo aquel lema de Píndaro : «Aprende a hacerte el que eres». Yo no sé de dónde sacaba tiempo para echarse un pitillo. Se nos fue el que vuelve, un elegante de la inteligencia, un dandi de mirarse sólo en los espejos interiores.
Ladrón de fuego
Hace cinco años murió Luis Eduardo Aute, un estrés de belleza, un infarto de poesía, un aullido de coherencia
Se cumplen ya cinco años de la muerte de Luis Eduardo Aute, y en estos días se publica una biografía total del artista, que firma Miguel Fernández, en Plaza y Janés. El título, tomado de una letra inolvidable de Aute, se aúpa esclarecedor: ‘ … Me va la vida en ello’. A Aute, sí, le iba la vida en ello, que en su caso era la palabra y la belleza, que este libro inminente se encarga de celebrar, entre el homenaje y el documento.
Aute era un joven de muchos años que una semana nos traía el milagro de un disco y otra semana ponía en pie el prodigio de un poemario. Y en una u otra cosa siempre era Aute, un estrés de belleza, un infarto de poesía, un aullido de coherencia. Era, y es. Porque regresa hoy eterno. Le gustaba la palabra intemperie, la jerga de La Habana, y Sharon Stone. Cuando de él he escrito, que ha sido mucho, emocionadamente, siempre asomaba Eduardo, y ponía rápido un correo agradecido, y muy escrito, porque él era del género epistolar, y un elegante, aunque las épocas nos condenen a internet. Le admiro desde que yo era un adolescente, o por ahí, y me enamoraban enseguida las chicas de melena en llama, cansadas de juventud, que iban enamoradas de Eduardo, lo cual era para mí una garantía de sensibilidad.
Le he adornado antes de elegante, y me parece que Eduardo es eso, entre otras muchas cosas meritorias, porque practicaba un modo propio de estar en el mundo, que es, a rachas, incluso un modo de no estar, que aún más me importa, barajando la tristeza sin cura y la estatura de lentitud. Siempre cargó algo de hombre recién hastiado, pero no paraba. De pronto era un pintor que te pegaba el susto cuajando un disco inolvidable y al día siguiente despertaba un poeta que te aparejaba el sobresalto de dirigir una película de dibujos animados propios. Y todo sin quitarse el mismo vaquero gastado, que en él fue un vaquero antimoda.
Flota en todas sus cosas un desmayo de esteta, y una reversión de sí mismo, bajo aquel lema de Píndaro: «Aprende a hacerte el que eres». Yo no sé de dónde sacaba tiempo para echarse un pitillo. Se nos fue el que vuelve, un elegante de la inteligencia, un dandi de mirarse sólo en los espejos interiores.
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