« Querido Matisse , he ido a ver la capilla de Vence . Todo es alegría y claridad, juventud. (…) Su obra me ha infundido valor (no es que me falte, pero he llenado mis odres con él). Esa pequeña capilla es un gran testimonio de lo verdadero. Gracias a usted, una vez más, la vida es bella . Gracias». Firma la carta, el 25 de agosto de 1951, Le Corbusier , autor de otra mítica capilla, la de Notre-Dame du Haut en Ronchamp. La sobrecogedora capilla del Rosario de Vence es el testamento artístico de Matisse. Este verano, el Centro Pompidou de París cerraba sus puertas durante cinco años para acometer una renovación de su sede, el icónico edificio con las ‘tripas al aire’ diseñado por Renzo Piano y Richard Rogers e inaugurado en 1977. Entre sus espléndidos fondos, 253 obras de Matisse que abarcan toda su carrera. Medio centenar de ellas (46 para ser exactos) han viajado al Paseo del Arte en Madrid. Se exhiben en CaixaForum. En 2019, la Fundación La Caixa y el museo parisino firmaron un acuerdo de colaboración, que se ha renovado. Noticias relacionadas estandar Si El Pompidou cerrará durante cinco años y habrá un relevo histórico al frente de dos grandes museos Natividad Pulido estandar Si ARTE Matisse-Miró: Unidos hasta en las diferencias Isabel LázaroEstamos invitados a ‘Chez Matisse’ , la casa del arte moderno, donde reina la hospitalidad; la casa del pintor, que frecuentaban numerosos artistas. Nos recibe el anfitrión, Henri Matisse (1869-1954), figura clave de la modernidad , con un autorretrato de 1900, a los 30 años, en el que se aprecia la huella del pintor simbolista Gustave Moreau , su maestro. A su lado, ‘Naturaleza muerta con chocolatera’, que evoca a Chardin , a quien copiaba en el Louvre. Obras maestras del artista francés cuelgan sobre paredes color rosa, muy matissiano . Algunas viajan por vez primera a España, otras no han salido de Francia desde hace más de un siglo. Es el caso de ‘Marguerite con gato negro’ , un espléndido retrato de su hija mayor a los 16 años, íntimo, muy conmovedor. Su hieratismo es deuda de la pintura bizantina. A unos metros, otro retrato, esta vez cubista, de Marguerite, cuatro años después. ‘Cabeza blanca y rosa’ es un cuadro desconcertante. «Prefería discutir sobre cubismo con Juan Gris antes que con Picasso», comenta la comisaria, Aurélie Verdier, conservadora jefe de las colecciones modernas del Pompidou. En ambos retratos, Marguerite luce cuello alto. Escondía las cicatrices por una grave operación. Fue su primera modelo. Después vendrían muchas otras, como la italiana Lorette . Luce un vestido verde en un cuadro en el que, curiosamente, la modelo está vestida y el pintor desnudo. Vuelve a aparecer en ‘Lorette con una taza de café’. Obras capitales del Pompidou han viajado a Madrid. Como ‘Lujo I’ , una pintura revolucionaria, protagonizada por una monumental Venus, que desconcertó a la crítica de la época cuando se presentó en el Salón de los Independientes de 1907. Evoca su viaje por Italia, su gusto por el Trecento, por Giotto. Semeja un fresco toscano. Y más joyas: ‘Naturaleza muerta con magnolia’ , una de sus obras experimentales, y ‘Lujo, calma y voluptuosidad’ , de 1904, bisagra en su carrera. Este paisaje arcádico, pintado en Colliure siguiendo el puntillismo de Signac, supuso para Matisse un cambio de rumbo. Colliure, odaliscas y un cuadro casi abstracto Arriba, varias de las obras presentes a la exposición (en primer plano, ‘Figura decorativa sobre fondo ornamental’, de Matisse). Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Lujo, calma y voluptuosidad’, de Matisse, otoño-invierno de 1904. Centro Pompidou, París. A la derecha, ‘Puerta-ventana en Colliure’, 1914, de Matisse. Centro Pompidou, París © Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2025 / © Fundación La CaixaLa I Guerra Mundial oscurece su paleta. Pinta grandes retrato s , como el del industrial y coleccionista Auguste Pellerin y el de la actriz Greta Prozor. Frente a ellos, un autorretrato de Matisse como violinista ante la ventana. Otra obra clave es ‘Puerta-ventana en Colliure’ . Semeja un Rothko . Para Louis Aragon, es el «más misterioso de los cuadros jamás pintados». «No es una abstracción –explica la comisaria–. Cuando no sabe qué poner, Matisse lo pinta de negro, como si fuera un parche». Inacabado y sin firmar, lo conservó toda su vida. Se descubrió tras su muerte. Pintor colorista por excelencia del siglo XX, Matisse llevaba el color en el ADN . Procede de una familia de tejedores y comerciantes de pigmentos. Hereda de ellos el gusto por el color y los tejidos. Una vida por y para el color. Matisse ha pasado a la historia del arte como el pintor de la alegría de vivir . Pero también es, según Verdier, « el pintor de la ansiedad y la inquietud ». Revolucionario, hizo experimentos radicales. Su llegada a Niza en 1917 produce un nuevo cambio estilístico en su pintura: ya no es el color sino la luz mediterránea la que se cuela en sus lienzos. En los años 20 aparecen las sensuales odaliscas , un harén que hereda de Ingres y Delacroix . Hay buenos ejemplos como ‘Figura decorativa sobre fondo ornamental’. Retrata a una joven española con mantilla, que cuelga junto a las pintadas por Van Dongen y Goncharova . Pero el tema se agota y su pintura sufre un bloqueo en los años 30. Con su amigo Pierre Bonnard , Matisse se mide con hermosos desnudos: ‘El sueño’ y ‘Desnudo rosa sentado’. En ambos, retrata a Lydia Delektórskaya , asistente y modelo preferida al final de su vida. Retratos y un autorretrato Arriba, una joven junto a tres obras en la exposición (‘La argelina’ y ‘Marguerite con gato negro’, ambas de Matisse, e ‘Yvette o el vestido a cuadros’, de Chabaud). Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Autorretrato’ de Matisse, de 1900, y ‘El lujo I’, de Matisse, 1907. A la derecha, ‘Interior con pecera’, 1914, de Matisse. Centro Pompidou, París © Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2025 / © Fundación La CaixaSolo por contemplar los 46 préstamos de Matisse del Pompidou ya merecería la pena visitar esta muestra, que estará en Madrid hasta el 22 de febrero de 2026 y después viajará a Barcelona. Pero el maestro no está solo. Le acompañan colegas y amigos, como los miembros del grupo fauvista ( André Derain, Maurice de Vlaminck… ), al que perteneció. Los fauves (fieras) utilizaban colores incandescentes, irreales. Baya (Fatma Haddad) es una jovencísima pintora argelina de 12 años, autodidacta, cuyas obras semejan a las de Matisse. Resulta difícil distinguirlas. Descubierta por Aimé Maeght, que expuso sus trabajos, fue apadrinada por Picasso, Breton, Camus, Dubuffet… Pese a ello es aún una desconocida. Los hermanos Stein (Gertrude y Leo) presentaron a Picasso y Matisse en 1906. Fueron buenos amigos, pero también grandes rivales. Su musa por entonces, Françoise Gilot, la ‘mujer flor’ , hizo buenas migas con Matisse. Bodegones de los tres se miden con Cézanne . Frente al virtuosismo de Picasso, la comisaria destaca el valor del trabajo en Matisse. La muestra se cierra con su huella en los artistas contemporáneos, incluidos Barnett Newman y Daniel Buren , a priori en las antípodas de Matisse. Raymond Hains y Jacques Villeglé dan movimiento a sus pinturas en ‘Penélope’, una película en 16 mm; Alain Jacquet hace una versión pop de ‘Lujo I’ y Zoulikha Bouabdellah evoca su pasión por la danza. El viejo y enfermo Matisse ‘pinta’ con tijeras (sus emotivos collages con papeles recortados) al final de su vida. Murió en Cimiez en 1954. Nos dejó un legado de gozo, hedonismo y sensualidad . « Querido Matisse , he ido a ver la capilla de Vence . Todo es alegría y claridad, juventud. (…) Su obra me ha infundido valor (no es que me falte, pero he llenado mis odres con él). Esa pequeña capilla es un gran testimonio de lo verdadero. Gracias a usted, una vez más, la vida es bella . Gracias». Firma la carta, el 25 de agosto de 1951, Le Corbusier , autor de otra mítica capilla, la de Notre-Dame du Haut en Ronchamp. La sobrecogedora capilla del Rosario de Vence es el testamento artístico de Matisse. Este verano, el Centro Pompidou de París cerraba sus puertas durante cinco años para acometer una renovación de su sede, el icónico edificio con las ‘tripas al aire’ diseñado por Renzo Piano y Richard Rogers e inaugurado en 1977. Entre sus espléndidos fondos, 253 obras de Matisse que abarcan toda su carrera. Medio centenar de ellas (46 para ser exactos) han viajado al Paseo del Arte en Madrid. Se exhiben en CaixaForum. En 2019, la Fundación La Caixa y el museo parisino firmaron un acuerdo de colaboración, que se ha renovado. Noticias relacionadas estandar Si El Pompidou cerrará durante cinco años y habrá un relevo histórico al frente de dos grandes museos Natividad Pulido estandar Si ARTE Matisse-Miró: Unidos hasta en las diferencias Isabel LázaroEstamos invitados a ‘Chez Matisse’ , la casa del arte moderno, donde reina la hospitalidad; la casa del pintor, que frecuentaban numerosos artistas. Nos recibe el anfitrión, Henri Matisse (1869-1954), figura clave de la modernidad , con un autorretrato de 1900, a los 30 años, en el que se aprecia la huella del pintor simbolista Gustave Moreau , su maestro. A su lado, ‘Naturaleza muerta con chocolatera’, que evoca a Chardin , a quien copiaba en el Louvre. Obras maestras del artista francés cuelgan sobre paredes color rosa, muy matissiano . Algunas viajan por vez primera a España, otras no han salido de Francia desde hace más de un siglo. Es el caso de ‘Marguerite con gato negro’ , un espléndido retrato de su hija mayor a los 16 años, íntimo, muy conmovedor. Su hieratismo es deuda de la pintura bizantina. A unos metros, otro retrato, esta vez cubista, de Marguerite, cuatro años después. ‘Cabeza blanca y rosa’ es un cuadro desconcertante. «Prefería discutir sobre cubismo con Juan Gris antes que con Picasso», comenta la comisaria, Aurélie Verdier, conservadora jefe de las colecciones modernas del Pompidou. En ambos retratos, Marguerite luce cuello alto. Escondía las cicatrices por una grave operación. Fue su primera modelo. Después vendrían muchas otras, como la italiana Lorette . Luce un vestido verde en un cuadro en el que, curiosamente, la modelo está vestida y el pintor desnudo. Vuelve a aparecer en ‘Lorette con una taza de café’. Obras capitales del Pompidou han viajado a Madrid. Como ‘Lujo I’ , una pintura revolucionaria, protagonizada por una monumental Venus, que desconcertó a la crítica de la época cuando se presentó en el Salón de los Independientes de 1907. Evoca su viaje por Italia, su gusto por el Trecento, por Giotto. Semeja un fresco toscano. Y más joyas: ‘Naturaleza muerta con magnolia’ , una de sus obras experimentales, y ‘Lujo, calma y voluptuosidad’ , de 1904, bisagra en su carrera. Este paisaje arcádico, pintado en Colliure siguiendo el puntillismo de Signac, supuso para Matisse un cambio de rumbo. Colliure, odaliscas y un cuadro casi abstracto Arriba, varias de las obras presentes a la exposición (en primer plano, ‘Figura decorativa sobre fondo ornamental’, de Matisse). Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Lujo, calma y voluptuosidad’, de Matisse, otoño-invierno de 1904. Centro Pompidou, París. A la derecha, ‘Puerta-ventana en Colliure’, 1914, de Matisse. Centro Pompidou, París © Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2025 / © Fundación La CaixaLa I Guerra Mundial oscurece su paleta. Pinta grandes retrato s , como el del industrial y coleccionista Auguste Pellerin y el de la actriz Greta Prozor. Frente a ellos, un autorretrato de Matisse como violinista ante la ventana. Otra obra clave es ‘Puerta-ventana en Colliure’ . Semeja un Rothko . Para Louis Aragon, es el «más misterioso de los cuadros jamás pintados». «No es una abstracción –explica la comisaria–. Cuando no sabe qué poner, Matisse lo pinta de negro, como si fuera un parche». Inacabado y sin firmar, lo conservó toda su vida. Se descubrió tras su muerte. Pintor colorista por excelencia del siglo XX, Matisse llevaba el color en el ADN . Procede de una familia de tejedores y comerciantes de pigmentos. Hereda de ellos el gusto por el color y los tejidos. Una vida por y para el color. Matisse ha pasado a la historia del arte como el pintor de la alegría de vivir . Pero también es, según Verdier, « el pintor de la ansiedad y la inquietud ». Revolucionario, hizo experimentos radicales. Su llegada a Niza en 1917 produce un nuevo cambio estilístico en su pintura: ya no es el color sino la luz mediterránea la que se cuela en sus lienzos. En los años 20 aparecen las sensuales odaliscas , un harén que hereda de Ingres y Delacroix . Hay buenos ejemplos como ‘Figura decorativa sobre fondo ornamental’. Retrata a una joven española con mantilla, que cuelga junto a las pintadas por Van Dongen y Goncharova . Pero el tema se agota y su pintura sufre un bloqueo en los años 30. Con su amigo Pierre Bonnard , Matisse se mide con hermosos desnudos: ‘El sueño’ y ‘Desnudo rosa sentado’. En ambos, retrata a Lydia Delektórskaya , asistente y modelo preferida al final de su vida. Retratos y un autorretrato Arriba, una joven junto a tres obras en la exposición (‘La argelina’ y ‘Marguerite con gato negro’, ambas de Matisse, e ‘Yvette o el vestido a cuadros’, de Chabaud). Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Autorretrato’ de Matisse, de 1900, y ‘El lujo I’, de Matisse, 1907. A la derecha, ‘Interior con pecera’, 1914, de Matisse. Centro Pompidou, París © Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2025 / © Fundación La CaixaSolo por contemplar los 46 préstamos de Matisse del Pompidou ya merecería la pena visitar esta muestra, que estará en Madrid hasta el 22 de febrero de 2026 y después viajará a Barcelona. Pero el maestro no está solo. Le acompañan colegas y amigos, como los miembros del grupo fauvista ( André Derain, Maurice de Vlaminck… ), al que perteneció. Los fauves (fieras) utilizaban colores incandescentes, irreales. Baya (Fatma Haddad) es una jovencísima pintora argelina de 12 años, autodidacta, cuyas obras semejan a las de Matisse. Resulta difícil distinguirlas. Descubierta por Aimé Maeght, que expuso sus trabajos, fue apadrinada por Picasso, Breton, Camus, Dubuffet… Pese a ello es aún una desconocida. Los hermanos Stein (Gertrude y Leo) presentaron a Picasso y Matisse en 1906. Fueron buenos amigos, pero también grandes rivales. Su musa por entonces, Françoise Gilot, la ‘mujer flor’ , hizo buenas migas con Matisse. Bodegones de los tres se miden con Cézanne . Frente al virtuosismo de Picasso, la comisaria destaca el valor del trabajo en Matisse. La muestra se cierra con su huella en los artistas contemporáneos, incluidos Barnett Newman y Daniel Buren , a priori en las antípodas de Matisse. Raymond Hains y Jacques Villeglé dan movimiento a sus pinturas en ‘Penélope’, una película en 16 mm; Alain Jacquet hace una versión pop de ‘Lujo I’ y Zoulikha Bouabdellah evoca su pasión por la danza. El viejo y enfermo Matisse ‘pinta’ con tijeras (sus emotivos collages con papeles recortados) al final de su vida. Murió en Cimiez en 1954. Nos dejó un legado de gozo, hedonismo y sensualidad .
«Querido Matisse, he ido a ver la capilla de Vence. Todo es alegría y claridad, juventud. (…) Su obra me ha infundido valor (no es que me falte, pero he llenado mis odres con él). Esa pequeña capilla es un gran testimonio … de lo verdadero. Gracias a usted, una vez más, la vida es bella. Gracias». Firma la carta, el 25 de agosto de 1951, Le Corbusier, autor de otra mítica capilla, la de Notre-Dame du Haut en Ronchamp. La sobrecogedora capilla del Rosario de Vence es el testamento artístico de Matisse.
Este verano, el Centro Pompidou de París cerraba sus puertas durante cinco años para acometer una renovación de su sede, el icónico edificio con las ‘tripas al aire’ diseñado por Renzo Piano y Richard Rogers e inaugurado en 1977. Entre sus espléndidos fondos, 253 obras de Matisse que abarcan toda su carrera. Medio centenar de ellas (46 para ser exactos) han viajado al Paseo del Arte en Madrid. Se exhiben en CaixaForum. En 2019, la Fundación La Caixa y el museo parisino firmaron un acuerdo de colaboración, que se ha renovado.
Estamos invitados a ‘Chez Matisse’, la casa del arte moderno, donde reina la hospitalidad; la casa del pintor, que frecuentaban numerosos artistas. Nos recibe el anfitrión, Henri Matisse (1869-1954), figura clave de la modernidad, con un autorretrato de 1900, a los 30 años, en el que se aprecia la huella del pintor simbolista Gustave Moreau, su maestro. A su lado, ‘Naturaleza muerta con chocolatera’, que evoca a Chardin, a quien copiaba en el Louvre.
Obras maestras del artista francés cuelgan sobre paredes color rosa, muy matissiano. Algunas viajan por vez primera a España, otras no han salido de Francia desde hace más de un siglo. Es el caso de ‘Marguerite con gato negro’, un espléndido retrato de su hija mayor a los 16 años, íntimo, muy conmovedor. Su hieratismo es deuda de la pintura bizantina. A unos metros, otro retrato, esta vez cubista, de Marguerite, cuatro años después. ‘Cabeza blanca y rosa’ es un cuadro desconcertante. «Prefería discutir sobre cubismo con Juan Gris antes que con Picasso», comenta la comisaria, Aurélie Verdier, conservadora jefe de las colecciones modernas del Pompidou. En ambos retratos, Marguerite luce cuello alto. Escondía las cicatrices por una grave operación. Fue su primera modelo. Después vendrían muchas otras, como la italiana Lorette. Luce un vestido verde en un cuadro en el que, curiosamente, la modelo está vestida y el pintor desnudo. Vuelve a aparecer en ‘Lorette con una taza de café’.
Obras capitales del Pompidou han viajado a Madrid. Como ‘Lujo I’, una pintura revolucionaria, protagonizada por una monumental Venus, que desconcertó a la crítica de la época cuando se presentó en el Salón de los Independientes de 1907. Evoca su viaje por Italia, su gusto por el Trecento, por Giotto. Semeja un fresco toscano. Y más joyas: ‘Naturaleza muerta con magnolia’, una de sus obras experimentales, y ‘Lujo, calma y voluptuosidad’, de 1904, bisagra en su carrera. Este paisaje arcádico, pintado en Colliure siguiendo el puntillismo de Signac, supuso para Matisse un cambio de rumbo.



Arriba, ‘Lujo, calma y voluptuosidad’, de Matisse, otoño-invierno de 1904. Centro Pompidou, París. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Naturaleza muerta con bogavante’, 1909-1910. de Natalia Goncharova. Centro Pompidou, París. A la derecha, ‘Figura decorativa sobre fondo ornamental’, de Matisse, invierno de 1925-1926. Centro Pompidou, París
© Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2025 / © Natalia Goncharova, VEGAP, Barcelona, 2025
La I Guerra Mundial oscurece su paleta. Pinta grandes retratos, como el del industrial y coleccionista Auguste Pellerin y el de la actriz Greta Prozor. Frente a ellos, un autorretrato de Matisse como violinista ante la ventana. Otra obra clave es ‘Puerta-ventana en Colliure’. Semeja un Rothko. Para Louis Aragon, es el «más misterioso de los cuadros jamás pintados». «No es una abstracción –explica la comisaria–. Cuando no sabe qué poner, Matisse lo pinta de negro, como si fuera un parche». Inacabado y sin firmar, lo conservó toda su vida. Se descubrió tras su muerte.
Pintor colorista por excelencia del siglo XX, Matisse llevaba el color en el ADN. Procede de una familia de tejedores y comerciantes de pigmentos. Hereda de ellos el gusto por el color y los tejidos. Una vida por y para el color. Matisse ha pasado a la historia del arte como el pintor de la alegría de vivir. Pero también es, según Verdier, «el pintor de la ansiedad y la inquietud». Revolucionario, hizo experimentos radicales.
Su llegada a Niza en 1917 produce un nuevo cambio estilístico en su pintura: ya no es el color sino la luz mediterránea la que se cuela en sus lienzos. En los años 20 aparecen las sensuales odaliscas, un harén que hereda de Ingres y Delacroix. Hay buenos ejemplos como ‘Figura decorativa sobre fondo ornamental’. Retrata a una joven española con mantilla, que cuelga junto a las pintadas por Van Dongen y Goncharova. Pero el tema se agota y su pintura sufre un bloqueo en los años 30. Con su amigo Pierre Bonnard, Matisse se mide con hermosos desnudos: ‘El sueño’ y ‘Desnudo rosa sentado’. En ambos, retrata a Lydia Delektórskaya, asistente y modelo preferida al final de su vida.



Arriba, ‘Filme abstracto’, 1952-1976, de Raymond Hains. Centro Pompidou, París. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Mujer tocando el laúd’, 1910, de August Macke. Centro Pompidou, París. Detalle. A la derecha, ‘Margarita con gato negro’, 1910, de Matisse. Centro Pompidou, París
© Succession H. Matisse/ VEGAP/ 2025 / © Raymond Hains, VEGAP, Barcelona, 2025
Solo por contemplar los 46 préstamos de Matisse del Pompidou ya merecería la pena visitar esta muestra, que estará en Madrid hasta el 22 de febrero de 2026 y después viajará a Barcelona. Pero el maestro no está solo. Le acompañan colegas y amigos, como los miembros del grupo fauvista (André Derain, Maurice de Vlaminck…), al que perteneció. Los fauves (fieras) utilizaban colores incandescentes, irreales.
Baya (Fatma Haddad) es una jovencísima pintora argelina de 12 años, autodidacta, cuyas obras semejan a las de Matisse. Resulta difícil distinguirlas. Descubierta por Aimé Maeght, que expuso sus trabajos, fue apadrinada por Picasso, Breton, Camus, Dubuffet… Pese a ello es aún una desconocida. Los hermanos Stein (Gertrude y Leo) presentaron a Picasso y Matisse en 1906. Fueron buenos amigos, pero también grandes rivales. Su musa por entonces, Françoise Gilot, la ‘mujer flor’, hizo buenas migas con Matisse. Bodegones de los tres se miden con Cézanne. Frente al virtuosismo de Picasso, la comisaria destaca el valor del trabajo en Matisse.
La muestra se cierra con su huella en los artistas contemporáneos, incluidos Barnett Newman y Daniel Buren, a priori en las antípodas de Matisse. Raymond Hains y Jacques Villeglé dan movimiento a sus pinturas en ‘Penélope’, una película en 16 mm; Alain Jacquet hace una versión pop de ‘Lujo I’ y Zoulikha Bouabdellah evoca su pasión por la danza.
El viejo y enfermo Matisse ‘pinta’ con tijeras (sus emotivos collages con papeles recortados) al final de su vida. Murió en Cimiez en 1954. Nos dejó un legado de gozo, hedonismo y sensualidad.
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