Recuerdo el dial de aquella enorme radio de lámparas que tenía el abuelo de Andrés, un amigo de la infancia. Él y yo pasábamos a hurtadillas por el salón que el viejo receptor iluminaba. El cristal por el que se desplazaba la aguja era una ventana al mundo de ayer, en él estaban marcadas todas las ciudades desde las que llegaban aquellas voces extrañas: la BBC , la Pirenaica, Radio Múnich, Radio Tirana… Europa siempre tuvo mil voces. Esto significa diez mil mitos, cien mil lomos de libros, mil sinfonías, mil bailes solares. En aquellos viejos días de radio llegaban todas las voces a cualquier rincón, como a mi pueblo segoviano. ¿Deberíamos escucharlas hoy? Cuando las medidas de Trump empezaron a desgarrar las viejas alianzas atlánticas, cuando Zelenski recibió los idus de marzo en el Despacho Oval con un mes de adelanto, decidí escribir a algunos escritores e intelectuales con la esperanza de que ayudasen a entender a nuestros lectores qué está pasando o qué parte de la cultura de Europa debemos reivindicar ahora. Europa nunca olvida del todo el discurso fúnebre de Pericles ni las palabras de Churchill, el canto de Perotino o la Novena sinfonía, la Capilla Sixtina o el Guernica. Poco a poco, como en la vieja radio de la infancia, fueron llegando las nuevas mil voces de Europa, aunque fuera por mail, otra vez desde puntos lejanos. El resultado de esa conversación es el número especial que tienen en sus manos. Esta semana hemos impreso pensamientos importantes. Léanlos. La razón tiene siempre más fuerza que el odio. Recuerdo el dial de aquella enorme radio de lámparas que tenía el abuelo de Andrés, un amigo de la infancia. Él y yo pasábamos a hurtadillas por el salón que el viejo receptor iluminaba. El cristal por el que se desplazaba la aguja era una ventana al mundo de ayer, en él estaban marcadas todas las ciudades desde las que llegaban aquellas voces extrañas: la BBC , la Pirenaica, Radio Múnich, Radio Tirana… Europa siempre tuvo mil voces. Esto significa diez mil mitos, cien mil lomos de libros, mil sinfonías, mil bailes solares. En aquellos viejos días de radio llegaban todas las voces a cualquier rincón, como a mi pueblo segoviano. ¿Deberíamos escucharlas hoy? Cuando las medidas de Trump empezaron a desgarrar las viejas alianzas atlánticas, cuando Zelenski recibió los idus de marzo en el Despacho Oval con un mes de adelanto, decidí escribir a algunos escritores e intelectuales con la esperanza de que ayudasen a entender a nuestros lectores qué está pasando o qué parte de la cultura de Europa debemos reivindicar ahora. Europa nunca olvida del todo el discurso fúnebre de Pericles ni las palabras de Churchill, el canto de Perotino o la Novena sinfonía, la Capilla Sixtina o el Guernica. Poco a poco, como en la vieja radio de la infancia, fueron llegando las nuevas mil voces de Europa, aunque fuera por mail, otra vez desde puntos lejanos. El resultado de esa conversación es el número especial que tienen en sus manos. Esta semana hemos impreso pensamientos importantes. Léanlos. La razón tiene siempre más fuerza que el odio.
palabras contadas
Esta semana hemos impreso pensamientos importantes. Léanlos. La razón tiene siempre más fuerza que el odio
Recuerdo el dial de aquella enorme radio de lámparas que tenía el abuelo de Andrés, un amigo de la infancia. Él y yo pasábamos a hurtadillas por el salón que el viejo receptor iluminaba. El cristal por el que se desplazaba la aguja era una … ventana al mundo de ayer, en él estaban marcadas todas las ciudades desde las que llegaban aquellas voces extrañas: la BBC, la Pirenaica, Radio Múnich, Radio Tirana… Europa siempre tuvo mil voces. Esto significa diez mil mitos, cien mil lomos de libros, mil sinfonías, mil bailes solares.
En aquellos viejos días de radio llegaban todas las voces a cualquier rincón, como a mi pueblo segoviano. ¿Deberíamos escucharlas hoy? Cuando las medidas de Trump empezaron a desgarrar las viejas alianzas atlánticas, cuando Zelenski recibió los idus de marzo en el Despacho Oval con un mes de adelanto, decidí escribir a algunos escritores e intelectuales con la esperanza de que ayudasen a entender a nuestros lectores qué está pasando o qué parte de la cultura de Europa debemos reivindicar ahora. Europa nunca olvida del todo el discurso fúnebre de Pericles ni las palabras de Churchill, el canto de Perotino o la Novena sinfonía, la Capilla Sixtina o el Guernica.
Poco a poco, como en la vieja radio de la infancia, fueron llegando las nuevas mil voces de Europa, aunque fuera por mail, otra vez desde puntos lejanos. El resultado de esa conversación es el número especial que tienen en sus manos. Esta semana hemos impreso pensamientos importantes. Léanlos. La razón tiene siempre más fuerza que el odio.
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