Un minuto de silencio, el más triste de este verano, colmó Madrid de realidades: la de que el toro mata en cualquier plaza, en cualquier país, a los de fama y a los que la sueñan. Álex Gavino soñaba faenas de grandeza y la muerte le sobrevino de paisano, en un festejo popular del Perú, donde se hallan las raíces de la máxima figura. Fue precisamente Roca Rey quien dio voz a este doloroso adiós en sus redes sociales. Y la Monumental se hizo eco con un silencio respetuoso. ¿Qué pensarían entonces esos novilleros, hombres ya hechos y derechos? A minutos de plantarse frente al toro, porque toros eran algunos de los novillos, se les recordaba lo que tratan de olvidar en la habitación del hotel. Redondo por delante y por detrás era Volante, en el que los Hermanos Sánchez de León no escatimaron en pienso. Sin mala intención el novillo: quería embestir pero no le acompañaba el poder. Con el pase cambiado arrancó Jesús Ángel Oivas una faena en la que hubo momentos buenos, de toreo clásico, de muleta dispuesta y temple. Y dos naturales de sinceridad en el trazo. De querer, tanto que alargó en unas bernadinas mientras caía el aviso.Enseñaba las puntas y embestía con las manos por delante el segundo, de Hermanos Quintas, que no gustó ni por su presencia ni por su forma de echar las manos por delante. El colmo fue cuando mostró su invalidez de los cuartos traseros: pañuelo verde. De Sánchez de León era el primer sobrero, con los cuatro años este septiembre y algo cuesta arriba. Sin ninguna clase acudió al capote de Aitor Fernández, debutante con un DNI de tres décadas. Cogido con pinzas andaba este Largapuya, que desarmó en el de pecho al novillero en una escena poco torera. Muy inseguro, pasó un mal rato el de Chinchón y el del público.Noticia Relacionada estandar No Cornada mortal en Perú a Álex Gavino, el joven que soñaba con ser torero ABC Roca Rey despide con un emotivo mensaje al novillero, que murió el 2 de septiembre durante la celebración de un festejo en honor a Santa Rosa de Lima en Chiquián: «Ahora eres inmortal»Había gustado en los corrales el cárdeno de la Machamona, al que un niño llamaba el toro ‘azúcar’. Al cielo lo brindó Villita, que comenzó con doblones de buen tono. Le dejó la muleta puesta y aprovechó el noblón ir y venir de Polluelo, que ese era el bautismo de ‘azúcar’, para ligar las tandas, componiendo pero ligerito. Jaleado, eso sí. Y sabiendo con listeza cuándo era el momento de coger el acero, que las inercias se acababan. A la primera entró la espada y hubo cierta pañolada: vuelta al ruedo fue su recompensa del potable animal.Transmitía seriedad el astifino cuarto, de Jiménez Pasquau, fino de cabos, negro como el carbón, frenado y huido. Muy desordenada la lidia con el manso animal, con el que había que tirar de técnica para sujetarlo. Porque este Depravado tenía sus opciones para trajinarlo y aprovechar su movilidad y algún viaje humillado. Dignamente anduvo Olivas, pese a no teminar de cogerle el aire. Pero su actitud ahí quedó y sacó algún muletazo por el zurdo -el pitón por donde más se sintió- con su aquel y con reunión.Las Ventas Monumental de las Ventas. Domingo, 7 de septiembre de 2025. 7.526 espectadores (contando los abonados) según la empresa. Novillada de distintas ganaderías, en este orden: Hnos. Sánchez de León (1º, de buena intención, aplaudido; 2º bis, blando, pitado), Hnos. Quintas (2º, devuelto), La Machamona (3º, con ir y venir noblón en su medio recorrido), Jiménez Pasquau (4º, manso encastadito, con opciones, aplaudido), Los Eulogios (5º, manso, con división en el arrastre) y Toros de Brazuelas (6º, deslucidísimo). Jesús Ángel Oliva, de azul cobalto y oro: pinchazo hondo y dos descabellos (ovación tras aviso); sartenazo, pinchazo y se echa (silencio tras aviso). Aitor Fernández, de coral y oro: tres pinchazos y estocada caída atravesada (silencio); horrible pinchazo, otro pinchazo y se echa (silencio tras aviso Villita, de crema y oro: estocada algo pasada (petición y vuelta al ruedo); pinchazo, media y descabello (silencio).Aplaudieron al de Los Eulogios, cuesta arriba aunque con su cuello y su seria expresión. Interminable el tercio de varas, de tres avisos. Y formidable un par de Iván García. No lo vio claro Aitor Fernández. Con todo el respeto, pareció imprudente poner a este novillero en Madrid. Y con un toro serio y exigente que no lo puso nada fácil. Para manos más expertas. Un despropósito. Algunos aplausos se llevó también el sexto, poco agradable y haciendo extraños de salida, poniendo en apuros a Villita. Por abajo lo lidió Blasco, eficaz en su quehacer. Brindó el toledano el deslucido Adobado, ayuno de clase y bravura. Y así se cerró la tarde, en la que el público aplaudió a los tres toreros cuando abandonaban la plaza. Un minuto de silencio, el más triste de este verano, colmó Madrid de realidades: la de que el toro mata en cualquier plaza, en cualquier país, a los de fama y a los que la sueñan. Álex Gavino soñaba faenas de grandeza y la muerte le sobrevino de paisano, en un festejo popular del Perú, donde se hallan las raíces de la máxima figura. Fue precisamente Roca Rey quien dio voz a este doloroso adiós en sus redes sociales. Y la Monumental se hizo eco con un silencio respetuoso. ¿Qué pensarían entonces esos novilleros, hombres ya hechos y derechos? A minutos de plantarse frente al toro, porque toros eran algunos de los novillos, se les recordaba lo que tratan de olvidar en la habitación del hotel. Redondo por delante y por detrás era Volante, en el que los Hermanos Sánchez de León no escatimaron en pienso. Sin mala intención el novillo: quería embestir pero no le acompañaba el poder. Con el pase cambiado arrancó Jesús Ángel Oivas una faena en la que hubo momentos buenos, de toreo clásico, de muleta dispuesta y temple. Y dos naturales de sinceridad en el trazo. De querer, tanto que alargó en unas bernadinas mientras caía el aviso.Enseñaba las puntas y embestía con las manos por delante el segundo, de Hermanos Quintas, que no gustó ni por su presencia ni por su forma de echar las manos por delante. El colmo fue cuando mostró su invalidez de los cuartos traseros: pañuelo verde. De Sánchez de León era el primer sobrero, con los cuatro años este septiembre y algo cuesta arriba. Sin ninguna clase acudió al capote de Aitor Fernández, debutante con un DNI de tres décadas. Cogido con pinzas andaba este Largapuya, que desarmó en el de pecho al novillero en una escena poco torera. Muy inseguro, pasó un mal rato el de Chinchón y el del público.Noticia Relacionada estandar No Cornada mortal en Perú a Álex Gavino, el joven que soñaba con ser torero ABC Roca Rey despide con un emotivo mensaje al novillero, que murió el 2 de septiembre durante la celebración de un festejo en honor a Santa Rosa de Lima en Chiquián: «Ahora eres inmortal»Había gustado en los corrales el cárdeno de la Machamona, al que un niño llamaba el toro ‘azúcar’. Al cielo lo brindó Villita, que comenzó con doblones de buen tono. Le dejó la muleta puesta y aprovechó el noblón ir y venir de Polluelo, que ese era el bautismo de ‘azúcar’, para ligar las tandas, componiendo pero ligerito. Jaleado, eso sí. Y sabiendo con listeza cuándo era el momento de coger el acero, que las inercias se acababan. A la primera entró la espada y hubo cierta pañolada: vuelta al ruedo fue su recompensa del potable animal.Transmitía seriedad el astifino cuarto, de Jiménez Pasquau, fino de cabos, negro como el carbón, frenado y huido. Muy desordenada la lidia con el manso animal, con el que había que tirar de técnica para sujetarlo. Porque este Depravado tenía sus opciones para trajinarlo y aprovechar su movilidad y algún viaje humillado. Dignamente anduvo Olivas, pese a no teminar de cogerle el aire. Pero su actitud ahí quedó y sacó algún muletazo por el zurdo -el pitón por donde más se sintió- con su aquel y con reunión.Las Ventas Monumental de las Ventas. Domingo, 7 de septiembre de 2025. 7.526 espectadores (contando los abonados) según la empresa. Novillada de distintas ganaderías, en este orden: Hnos. Sánchez de León (1º, de buena intención, aplaudido; 2º bis, blando, pitado), Hnos. Quintas (2º, devuelto), La Machamona (3º, con ir y venir noblón en su medio recorrido), Jiménez Pasquau (4º, manso encastadito, con opciones, aplaudido), Los Eulogios (5º, manso, con división en el arrastre) y Toros de Brazuelas (6º, deslucidísimo). Jesús Ángel Oliva, de azul cobalto y oro: pinchazo hondo y dos descabellos (ovación tras aviso); sartenazo, pinchazo y se echa (silencio tras aviso). Aitor Fernández, de coral y oro: tres pinchazos y estocada caída atravesada (silencio); horrible pinchazo, otro pinchazo y se echa (silencio tras aviso Villita, de crema y oro: estocada algo pasada (petición y vuelta al ruedo); pinchazo, media y descabello (silencio).Aplaudieron al de Los Eulogios, cuesta arriba aunque con su cuello y su seria expresión. Interminable el tercio de varas, de tres avisos. Y formidable un par de Iván García. No lo vio claro Aitor Fernández. Con todo el respeto, pareció imprudente poner a este novillero en Madrid. Y con un toro serio y exigente que no lo puso nada fácil. Para manos más expertas. Un despropósito. Algunos aplausos se llevó también el sexto, poco agradable y haciendo extraños de salida, poniendo en apuros a Villita. Por abajo lo lidió Blasco, eficaz en su quehacer. Brindó el toledano el deslucido Adobado, ayuno de clase y bravura. Y así se cerró la tarde, en la que el público aplaudió a los tres toreros cuando abandonaban la plaza.
Un minuto de silencio, el más triste de este verano, colmó Madrid de realidades: la de que el toro mata en cualquier plaza, en cualquier país, a los de fama y a los que la sueñan. Álex Gavino soñaba faenas de grandeza y … la muerte le sobrevino de paisano, en un festejo popular del Perú, donde se hallan las raíces de la máxima figura. Fue precisamente Roca Rey quien dio voz a este doloroso adiós en sus redes sociales. Y la Monumental se hizo eco con un silencio respetuoso. ¿Qué pensarían entonces esos novilleros, hombres ya hechos y derechos? A minutos de plantarse frente al toro, porque toros eran algunos de los novillos, se les recordaba lo que tratan de olvidar en la habitación del hotel.
Redondo por delante y por detrás era Volante, en el que los Hermanos Sánchez de León no escatimaron en pienso. Sin mala intención el novillo: quería embestir pero no le acompañaba el poder. Con el pase cambiado arrancó Jesús Ángel Oivas una faena en la que hubo momentos buenos, de toreo clásico, de muleta dispuesta y temple. Y dos naturales de sinceridad en el trazo. De querer, tanto que alargó en unas bernadinas mientras caía el aviso.
Enseñaba las puntas y embestía con las manos por delante el segundo, de Hermanos Quintas, que no gustó ni por su presencia ni por su forma de echar las manos por delante. El colmo fue cuando mostró su invalidez de los cuartos traseros: pañuelo verde. De Sánchez de León era el primer sobrero, con los cuatro años este septiembre y algo cuesta arriba. Sin ninguna clase acudió al capote de Aitor Fernández, debutante con un DNI de tres décadas. Cogido con pinzas andaba este Largapuya, que desarmó en el de pecho al novillero en una escena poco torera. Muy inseguro, pasó un mal rato el de Chinchón y el del público.
Había gustado en los corrales el cárdeno de la Machamona, al que un niño llamaba el toro ‘azúcar’. Al cielo lo brindó Villita, que comenzó con doblones de buen tono. Le dejó la muleta puesta y aprovechó el noblón ir y venir de Polluelo, que ese era el bautismo de ‘azúcar’, para ligar las tandas, componiendo pero ligerito. Jaleado, eso sí. Y sabiendo con listeza cuándo era el momento de coger el acero, que las inercias se acababan. A la primera entró la espada y hubo cierta pañolada: vuelta al ruedo fue su recompensa del potable animal.
Transmitía seriedad el astifino cuarto, de Jiménez Pasquau, fino de cabos, negro como el carbón, frenado y huido. Muy desordenada la lidia con el manso animal, con el que había que tirar de técnica para sujetarlo. Porque este Depravado tenía sus opciones para trajinarlo y aprovechar su movilidad y algún viaje humillado. Dignamente anduvo Olivas, pese a no teminar de cogerle el aire. Pero su actitud ahí quedó y sacó algún muletazo por el zurdo -el pitón por donde más se sintió- con su aquel y con reunión.
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Monumental de las Ventas.
Domingo, 7 de septiembre de 2025. 7.526 espectadores (contando los abonados) según la empresa. Novillada de distintas ganaderías, en este orden: Hnos. Sánchez de León (1º, de buena intención, aplaudido; 2º bis, blando, pitado), Hnos. Quintas (2º, devuelto), La Machamona (3º, con ir y venir noblón en su medio recorrido), Jiménez Pasquau (4º, manso encastadito, con opciones, aplaudido), Los Eulogios (5º, manso, con división en el arrastre) y Toros de Brazuelas (6º, deslucidísimo). -
Jesús Ángel Oliva,
de azul cobalto y oro: pinchazo hondo y dos descabellos (ovación tras aviso); sartenazo, pinchazo y se echa (silencio tras aviso). -
Aitor Fernández,
de coral y oro: tres pinchazos y estocada caída atravesada (silencio); horrible pinchazo, otro pinchazo y se echa (silencio tras aviso -
Villita,
de crema y oro: estocada algo pasada (petición y vuelta al ruedo); pinchazo, media y descabello (silencio).
Aplaudieron al de Los Eulogios, cuesta arriba aunque con su cuello y su seria expresión. Interminable el tercio de varas, de tres avisos. Y formidable un par de Iván García. No lo vio claro Aitor Fernández. Con todo el respeto, pareció imprudente poner a este novillero en Madrid. Y con un toro serio y exigente que no lo puso nada fácil. Para manos más expertas. Un despropósito.
Algunos aplausos se llevó también el sexto, poco agradable y haciendo extraños de salida, poniendo en apuros a Villita. Por abajo lo lidió Blasco, eficaz en su quehacer. Brindó el toledano el deslucido Adobado, ayuno de clase y bravura. Y así se cerró la tarde, en la que el público aplaudió a los tres toreros cuando abandonaban la plaza.
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