La divisa azul y blanca hacía de corona sobre el punto más alto de los toros de Santiago Domecq , que volvían a la Maestranza como reyes del fortín de la bravura . Hacían su presentación en la semana de farolillos con el respaldo de una plaza que ya los trata como suyos. El señorío de Jerez, apadrinado por su bravura en Sevilla. Una corrida que, aunque lejos de la excepcionalidad del 2024, honró el concepto de trapío y vino rebosante de casta sobre su amplio depósito. Si el día antes Morante le había hecho demasiado daño a quienes vinieron por detrás suya, Santiago Domecq mostró las costuras de la impresentable corrida que había traído previamente Matilla. La categoría del toro y el respeto a Sevilla. Tuvo la corrida de Santi Domecq mucha tela que cortar , una corrida para toreros machos. Con el público a favor de ella, había que ser milimétrico en todo para convertir esa casta en bravura y entrega . Y en segunda instancia salió Aná rquico para poner las cosas en su sitio y para que Miguel Ángel Perera ofreciera una lección magistral de dominio y entrega . La delgada línea entre romper a embestir a un animal o despeñarlo. Había apuntado demasiadas cosas en el ramillete de lances inaugurales: echaba la cara abajo, pero también se revolvía y probaba. No iba a ser un toro de dulc e , como confirmó en la lidia y en banderillas. Probaba y apretaba cada vez que tenía opción. Lucía pelo colorado este bonito, apretado y medido Anárquico, un punto ahogado, antes de destaparse como un volcán de bravura. Tomó la pañosa el de Badajoz como el que agarra un fusil y se va a la guerra. Por alto, sobre un mismo palmo, lo crujió a una mano antes de recetar la mejor de las medicinas contra la bravura indómita, esa que crían en Garcisobaco: temple y mando . Así lució y convirtió a Anárquico en una joya de la bravura. Pasó de aquellas primeras embestidas, algo rectas y hasta coqueteando con el pitón de fuera, a romper con talento y profundidad . Había que llevárselo a los medios, pero la Maestranza, a Dios gracias, no es cubierta y sobre su ruedo soplaba un huracán. Tuvo un final bravío en la corta distancia, dueño y señor del terreno Perera, hasta enterrar en toda la yema una estocada que le supo a poco a este Anárquico que parecía decir: « Hombres a mí ». Y tomó Perera el desafortunado verduguillo, con el toro sin descolgar. Acertó como pudo a la quinta. Al final, vuelta al ruedo al toro y ovación para el honesto torero, que no venía de roneo a Sevilla ni se lo pegó en una solicitada y declinada vuelta al ruedo. Chapó, matador. No rompió Celestino, quinto malo, siempre pegado a los vuelos. Llevaba años Manuel Escribano reclamando un puesto en las grandes tardes de cada feria. Bien en entrevistas, bien en su ácida autobiografía. Totalmente legítimo, aunque equivocado como ya le ocurrió después de Datilero. Su éxito está en la corrida de Victorino , como ya volvió a demostrar el pasado sábado. Un toro difícil de entender, pero no menos que el que se pueda encontrar en las de Victoriano del Río, Garcigrande o Santiago Domecq . Que fue lo que le pasó cuando Duquesito le dio los dos primeros avisos en un cambiado por detrás mirando al tendido o en el primer redondo con la diestra, sin tocar ni fijar la embestida. Tienen tantas teclas estos toros como si de un piano se tratase. Casi en los medios libró su larga cambiada inaugural . Reservón en su inicio, no rompió hasta la sonora ovación que se llevó por andar y citar con aires camperos sobre el bretón. Sin empuje ni transmisión el toro, penalizó a un silenciado Manuel Escribano. Tenía Manipulado, cuarto de la tarde, el peligro de sugestionar a los tendidos por su embaucadora expresión, con la perfección de su acucharada cara y generoso cuello, que sin verlo embestir ya todos lo daban por bueno . Había que tener demasiada clase y pulso para decir algo con él, dormidito y sin empuje pese al cierto talento en su estilo. Un silencio atronador , que decía mucho en una plaza que tres días antes se había entregado al de Gerena, acompañó y cerró la faena. Se dobló cuatro veces Borja Jiménez c on su pañosa sobre la diestra para descubrirnos cómo era Zahareño , un tío con toda la barba que hacía el avión por uno y otro pitón. Al menos eso pareció antes de la demoledora primera serie, sobre la diestra y muy en corto, que cambió la tendencia del animal. Muy de lejos a la hora de matar, metió la mano y la sacó cuando el toro levantó la cara a su encuentro. Con tanta distancia, lo normal es el derrote . Que fue lo que le pasó cuando trató de matar al sexto. Se llevó Tito Sandoval una de las grandes ovaciones de la tarde. Aguantó estoico sobre el caballo a pesar de la habilidad con la que se le colocó el toro por los pechos. Menos lucimiento tuvieron sus compañeros en banderillas con Almirante, sexto de Santi Domecq, a tres mil por hora y por delante en el cuarteo. Con sólo tres banderillas cambió el tercio Luque Teruel en un gesto de sensibilidad, pues no hacía falta provocar una tragedia. Rápidamente se levantó de sus dos rodillas en tierra Borja para tratar de ordenar el temperamento de este animal, sin ritmo y de dudoso estilo , con el que no pudo pasar de disposición. Tras un pase del desprecio, tan de Espartinas , rompió a tocar Tejera. Y justo ahí cayó la faena.FERIA DE ABRIL Plaza de Toros de Sevilla. Martes 6 de mayo de 2025. Undécima del abono. Casi lleno. Dos horas y treinta minutos de festejo. Presidió José Luque Teruel. Se lidiaron toros de Santiago Domecq. 1º, muletero aunque sin transmisión, fue ovacionado en el arrastre; 2º, bravo y exigente, premiado con la vuelta al ruedo. 3º, de buen estilo aunque venido a menos; 4º, con clase aunque justo de raza; 5º, sin empuje ni emoción; 6º, con temperamento aunque sin ritmo ni entrega. Manuel Escribano, de soraya y azabache. Pinchazo y estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio). Miguel Ángel Perera, de sangre de toro y oro. Dos avisos entre estocada y cinco descabellos (ovación); estocada (silencio). Borja Jiménez de tabaco y oro. Aviso entre mete y saca, media tendida y dos descabellos (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio).. La divisa azul y blanca hacía de corona sobre el punto más alto de los toros de Santiago Domecq , que volvían a la Maestranza como reyes del fortín de la bravura . Hacían su presentación en la semana de farolillos con el respaldo de una plaza que ya los trata como suyos. El señorío de Jerez, apadrinado por su bravura en Sevilla. Una corrida que, aunque lejos de la excepcionalidad del 2024, honró el concepto de trapío y vino rebosante de casta sobre su amplio depósito. Si el día antes Morante le había hecho demasiado daño a quienes vinieron por detrás suya, Santiago Domecq mostró las costuras de la impresentable corrida que había traído previamente Matilla. La categoría del toro y el respeto a Sevilla. Tuvo la corrida de Santi Domecq mucha tela que cortar , una corrida para toreros machos. Con el público a favor de ella, había que ser milimétrico en todo para convertir esa casta en bravura y entrega . Y en segunda instancia salió Aná rquico para poner las cosas en su sitio y para que Miguel Ángel Perera ofreciera una lección magistral de dominio y entrega . La delgada línea entre romper a embestir a un animal o despeñarlo. Había apuntado demasiadas cosas en el ramillete de lances inaugurales: echaba la cara abajo, pero también se revolvía y probaba. No iba a ser un toro de dulc e , como confirmó en la lidia y en banderillas. Probaba y apretaba cada vez que tenía opción. Lucía pelo colorado este bonito, apretado y medido Anárquico, un punto ahogado, antes de destaparse como un volcán de bravura. Tomó la pañosa el de Badajoz como el que agarra un fusil y se va a la guerra. Por alto, sobre un mismo palmo, lo crujió a una mano antes de recetar la mejor de las medicinas contra la bravura indómita, esa que crían en Garcisobaco: temple y mando . Así lució y convirtió a Anárquico en una joya de la bravura. Pasó de aquellas primeras embestidas, algo rectas y hasta coqueteando con el pitón de fuera, a romper con talento y profundidad . Había que llevárselo a los medios, pero la Maestranza, a Dios gracias, no es cubierta y sobre su ruedo soplaba un huracán. Tuvo un final bravío en la corta distancia, dueño y señor del terreno Perera, hasta enterrar en toda la yema una estocada que le supo a poco a este Anárquico que parecía decir: « Hombres a mí ». Y tomó Perera el desafortunado verduguillo, con el toro sin descolgar. Acertó como pudo a la quinta. Al final, vuelta al ruedo al toro y ovación para el honesto torero, que no venía de roneo a Sevilla ni se lo pegó en una solicitada y declinada vuelta al ruedo. Chapó, matador. No rompió Celestino, quinto malo, siempre pegado a los vuelos. Llevaba años Manuel Escribano reclamando un puesto en las grandes tardes de cada feria. Bien en entrevistas, bien en su ácida autobiografía. Totalmente legítimo, aunque equivocado como ya le ocurrió después de Datilero. Su éxito está en la corrida de Victorino , como ya volvió a demostrar el pasado sábado. Un toro difícil de entender, pero no menos que el que se pueda encontrar en las de Victoriano del Río, Garcigrande o Santiago Domecq . Que fue lo que le pasó cuando Duquesito le dio los dos primeros avisos en un cambiado por detrás mirando al tendido o en el primer redondo con la diestra, sin tocar ni fijar la embestida. Tienen tantas teclas estos toros como si de un piano se tratase. Casi en los medios libró su larga cambiada inaugural . Reservón en su inicio, no rompió hasta la sonora ovación que se llevó por andar y citar con aires camperos sobre el bretón. Sin empuje ni transmisión el toro, penalizó a un silenciado Manuel Escribano. Tenía Manipulado, cuarto de la tarde, el peligro de sugestionar a los tendidos por su embaucadora expresión, con la perfección de su acucharada cara y generoso cuello, que sin verlo embestir ya todos lo daban por bueno . Había que tener demasiada clase y pulso para decir algo con él, dormidito y sin empuje pese al cierto talento en su estilo. Un silencio atronador , que decía mucho en una plaza que tres días antes se había entregado al de Gerena, acompañó y cerró la faena. Se dobló cuatro veces Borja Jiménez c on su pañosa sobre la diestra para descubrirnos cómo era Zahareño , un tío con toda la barba que hacía el avión por uno y otro pitón. Al menos eso pareció antes de la demoledora primera serie, sobre la diestra y muy en corto, que cambió la tendencia del animal. Muy de lejos a la hora de matar, metió la mano y la sacó cuando el toro levantó la cara a su encuentro. Con tanta distancia, lo normal es el derrote . Que fue lo que le pasó cuando trató de matar al sexto. Se llevó Tito Sandoval una de las grandes ovaciones de la tarde. Aguantó estoico sobre el caballo a pesar de la habilidad con la que se le colocó el toro por los pechos. Menos lucimiento tuvieron sus compañeros en banderillas con Almirante, sexto de Santi Domecq, a tres mil por hora y por delante en el cuarteo. Con sólo tres banderillas cambió el tercio Luque Teruel en un gesto de sensibilidad, pues no hacía falta provocar una tragedia. Rápidamente se levantó de sus dos rodillas en tierra Borja para tratar de ordenar el temperamento de este animal, sin ritmo y de dudoso estilo , con el que no pudo pasar de disposición. Tras un pase del desprecio, tan de Espartinas , rompió a tocar Tejera. Y justo ahí cayó la faena.FERIA DE ABRIL Plaza de Toros de Sevilla. Martes 6 de mayo de 2025. Undécima del abono. Casi lleno. Dos horas y treinta minutos de festejo. Presidió José Luque Teruel. Se lidiaron toros de Santiago Domecq. 1º, muletero aunque sin transmisión, fue ovacionado en el arrastre; 2º, bravo y exigente, premiado con la vuelta al ruedo. 3º, de buen estilo aunque venido a menos; 4º, con clase aunque justo de raza; 5º, sin empuje ni emoción; 6º, con temperamento aunque sin ritmo ni entrega. Manuel Escribano, de soraya y azabache. Pinchazo y estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio). Miguel Ángel Perera, de sangre de toro y oro. Dos avisos entre estocada y cinco descabellos (ovación); estocada (silencio). Borja Jiménez de tabaco y oro. Aviso entre mete y saca, media tendida y dos descabellos (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio)..
La divisa azul y blanca hacía de corona sobre el punto más alto de los toros de Santiago Domecq, que volvían a la Maestranza como reyes del fortín de la bravura. Hacían su presentación en la semana de farolillos con el respaldo de … una plaza que ya los trata como suyos. El señorío de Jerez, apadrinado por su bravura en Sevilla. Una corrida que aunque lejos de la excepcionalidad del 2024 honró el concepto de trapío y vino rebosante de casta sobre su amplio depósito. Si el día antes Morante le había hecho demasiado daño a quienes vinieron por detrás suya, Santiago Domecq mostró las costuras de la impresentable corrida que había traído para aquella terna Matilla. La categoría del toro y el respeto a Sevilla. Apostaron en Garcisobaco por las hechuras y el remate para que al menos nadie dude de su presentación.
Tuvo la primera corrida de Santi Domecq en farolillos mucha tela que cortar, una corrida para toreros machos. Con el público a favor de ella, había que ser milimétrico en todo para convertir esa casta en bravura y entrega. Y en segunda instancia salió Anárquico para poner las cosas en su sitio y para que Miguel Ángel Perera ofreciera una lección magistral de dominio y entrega. La delgada línea entre romper a embestir a un animal o despeñarlo. Había apuntado demasiadas cosas en el ramillete de lances inaugurales: echaba la cara abajo, pero también se revolvía y probaba. No iba a ser un toro de dulce, como confirmó en la lidia de Duarte y en las banderillas de sus compañeros. Probaba y apretaba cada vez que tenía opción. Lucía pelo colorado este bonito, apretado y medido Anárquico, un punto ahogado, antes de destaparse como un volcán de bravura. Tomó la pañosa el de Badajoz como el que agarra un fusil y se va a la guerra. Por alto, sobre un mismo palmo, lo crujió a una mano antes de recetar la mejor de las medicinas contra la bravura indómita, esa que crían en Garcisobaco: temple y mando. Soberano en las manos del espléndido matador que lució y convirtió a Anárquico en una joya de la bravura.
Pasó de aquellas primeras embestidas, algo rectas y hasta coqueteando con el pitón de fuera, a romper con talento y profundidad. Había que llevárselo a los medios, pero la Maestranza, a Dios gracias, no es cubierta y sobre su ruedo soplaba un huracán. Se hizo también con él sobre la izquierda, ordenado y entregado hasta estallar los tendidos en una sucesión de pases de remate por alto. Tuvo un final bravío en la corta distancia, dueño y señor del terreno Perera, hasta enterrar en toda la yema una estocada que le supo a poco a este volcán de bravura que dijo «hombres a mí». Y tomó Perera el desafortunado verduguillo. Sin descolgar y aculado en tablas, acertó como pudo a la quinta tras dos avisos y después de una faena de torero macho. Al final, vuelta al ruedo al toro y ovación para el honesto torero, que no venía de roneo a Sevilla ni se lo quiso pegar en una solicitada y declinada vuelta al ruedo. Chapeau, matador. No rompió Celestino, quinto malo, siempre pegado a los vuelos.
Llevaba años pidiendo Manuel Escribano un puesto en las grandes tardes de cada feria del panorama taurino. Bien en entrevistas, bien en su ácida autobiografía. Totalmente legítimo, aunque equivocado como ya le ocurrió en aquella temporada que siguió a su estallido con Datilero. Su lío está en la corrida de Victorino, como ya volvió a demostrar el pasado sábado. Un toro difícil de entender, pero no menos que el que se pueda encontrar en las de Victorino del Río, Garcigrande o Santiago Domecq. Que fue lo que le pasó cuando Duquesito le dio los dos primeros avisos en un cambiado por detrás mirando al tendido o en el primer redondo con la diestra, sin tocar ni fijar la embestida. Tienen tantas teclas estos toros como si de un piano se tratase.
Casi en los medios libró su larga cambiada inaugural. Salió andarín Duquesito, que se frenó en los vuelos de su capote para poner a prueba su notoria fortaleza física. De un salto se levantó y a punta de capote fue zigzagueando al animal hasta cerrarlo junto a tablas. Reservón en su inicio, no rompió hasta la sonora ovación que se llevó Juan Francisco Peña por andar y citar con aires camperos sobre el bretón. Sin empuje ni transmisión el toro, penalizó a un silenciado Manuel Escribano.
Tenía Manipulado el peligro de sugestionar a los tendidos por su embaucadora expresión, con la perfección de su acucharada cara y generoso cuello, que sin verlo embestir ya todos lo daban por bueno. Había que tener demasiada clase y pulso para decir algo con él, dormidito y sin empuje pese al cierto talento en su estilo. Un silencio atronador, que decía mucho en una plaza que tres días antes se había entregado al de Gerena, acompañó y cerró la faena. Definitivamente, su corrida es la de Victorino. Y si por el camino se encuentra la de Miura, mejor que mejor.
Se dobló cuatro veces Borja Jiménez con su pañosa sobre la diestra para descubrirnos cómo era Zahareño, un tío con toda la barba que hacía el avión por uno y otro pitón. Al menos eso pareció antes de la demoledora primera serie, sobre la diestra y muy en corto, que cambió la tendencia del animal. Más seco en toques y sobre una línea más paralelas en su trazo, comenzó a tirar de él hasta encontrar un terreno cómodo al natural, aunque sin eco. Muy de lejos a la hora de matar, metió la mano y la sacó cuando, como era de esperar, el toro levantó la cara a su encuentro. Con tanta distancia, lo normal es el derrote.
Que fue lo que le pasó cuando trató de matar al sexto. Se llevó Tito Sandoval una de las grandes ovaciones de la tarde. Aguantó estoico sobre el caballo a pesar de la habilidad con la que se le colocó el toro por los pechos. Menos lucimiento tuvieron sus compañeros en banderillas con Almirante, sexto de Santi Domecq, a tres mil por hora y por delante. Con sólo tres banderillas cambió el tercio Luque Teruel en una muestra de sensibilidad, pues no hacía falta provocar una tragedia. Rápidamente se levantó de sus dos rodillas en tierra Borja para tratar de ordenar el temperamento de este animal, sin ritmo y de dudoso estilo, con el que puso su máxima disposición. Tras un pase del desprecio, tan de Espartinas, rompió a tocar Tejera. Y justo ahí cayó la faena. Nadie le negará entrega a Borja en su paso por la Feria de Sevilla. Mató mal.
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Plaza de Toros de Sevilla.
Martes 6 de mayo de 2025. Undécima del abono. Casi lleno. Dos horas y treinta minutos de festejo. Presidió José Luque Teruel. Se lidiaron toros de Santiago Domecq. 1º, muletero aunque sin transmisión, fue ovacionado en el arrastre; 2º, bravo y exigente, premiado con la vuelta al ruedo. 3º, de buen estilo aunque venido a menos; 4º, con clase aunque justo de raza; 5º, sin empuje ni emoción; 6º, con temperamento aunque sin ritmo ni entrega. -
Manuel Escribano,
de soraya y azabache. Pinchazo y estocada trasera (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio). -
Miguel Ángel Perera,
de sangre de toro y oro. Dos avisos entre estocada y cinco descabellos (ovación); estocada (silencio). -
Borja Jiménez
de tabaco y oro. Aviso entre mete y saca, media tendida y dos descabellos (silencio); pinchazo y bajonazo (silencio).
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