Crítica de teatro ‘L’hora de l’estrella’ Autora Clarice Lispector Traducción Josep Domènech i Ponsatí Dramaturgia y dirección Ona Guilera Vestuario Lola Ybran Espacio sonoro Dani Salas y Lola Ybran Voces en off Lia Sampai y Ricard Soler Vídeo y fotografía Ari Folgueira Intérpretes Anna Claramonte, Cristina Terzi, Pau Rosell, Glòria Prunés Lugar Teatro Tantarantana, Barcelona 4«Esta chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva», advertía Clarice Lispector en las primeras páginas de ‘ La hora de la estrella ‘. Era la última novela publicada en vida, a pocos meses de su fallecimiento a causa de un cáncer de ovarios el 9 de diciembre de 1977. La chica que vive a la deriva lleva un nombre tan excéntrico como inolvidable. Se llama Macabea y dedica sus días a preguntarse sobre su papel en el presente; porque solo en el tiempo presente vive la gente humilde que no puede permitirse hacer planes para el futuro. Diana Dibau condensa en una hora dramatúrgica el centenar de páginas con las que Lispector auscultó el corazón sencillo de la protagonista. Escenografía minimalista y adecuada a la sensibilidad de la obra. Anna Claramonte desgrana con ternura las perplejidades de Macabea: es todavía virgen y trabaja en un supermercado. Conoce a Olímpico (convincente Pau Rosell), un golfillo que alterna sus habilidades de descuidero con un taller mecánico. Ella se hace ilusiones, pero su sincera inocencia enerva a ese Olímpico que solo compite por dinero. La ‘felicidad’ de Macabea -suena la canción de Al Bano y Romina – es beber cocacolas e identificar la primavera comiendo fresas con nata de espray; el transcurso de las horas es una radio que difunde curiosidades de la naturaleza al estilo del Reader’s Digest. Los males de amor de la protagonista cuando su compañera del súper le birla el novio hallarán consuelo en una echadora de cartas. Sobre el tapete todo debería mejorar, pero el destino de Macabea, ese futuro al que creía no tener derecho por su condición subalterna, marcará la hora redonda: una luz blanca con picos de estrella, el color de la muerte. Lispector recibe a la Parca con esa escritura lírica que deviene en el verbo de Macabea; esa otra mirada que solo puede brindar una escritora de culto como la brasileña. La luminosidad cegadora enfoca al espectador para que participe de todas aquellas preguntas que se hacía Macabea y que no tienen respuesta. Con esta adaptación de ‘La hora de la estrella’ la compañía La Impostora inicia una prometedora trayectoria. Recomendable. Crítica de teatro ‘L’hora de l’estrella’ Autora Clarice Lispector Traducción Josep Domènech i Ponsatí Dramaturgia y dirección Ona Guilera Vestuario Lola Ybran Espacio sonoro Dani Salas y Lola Ybran Voces en off Lia Sampai y Ricard Soler Vídeo y fotografía Ari Folgueira Intérpretes Anna Claramonte, Cristina Terzi, Pau Rosell, Glòria Prunés Lugar Teatro Tantarantana, Barcelona 4«Esta chica no se conoce sino a través de vivir a la deriva», advertía Clarice Lispector en las primeras páginas de ‘ La hora de la estrella ‘. Era la última novela publicada en vida, a pocos meses de su fallecimiento a causa de un cáncer de ovarios el 9 de diciembre de 1977. La chica que vive a la deriva lleva un nombre tan excéntrico como inolvidable. Se llama Macabea y dedica sus días a preguntarse sobre su papel en el presente; porque solo en el tiempo presente vive la gente humilde que no puede permitirse hacer planes para el futuro. Diana Dibau condensa en una hora dramatúrgica el centenar de páginas con las que Lispector auscultó el corazón sencillo de la protagonista. Escenografía minimalista y adecuada a la sensibilidad de la obra. Anna Claramonte desgrana con ternura las perplejidades de Macabea: es todavía virgen y trabaja en un supermercado. Conoce a Olímpico (convincente Pau Rosell), un golfillo que alterna sus habilidades de descuidero con un taller mecánico. Ella se hace ilusiones, pero su sincera inocencia enerva a ese Olímpico que solo compite por dinero. La ‘felicidad’ de Macabea -suena la canción de Al Bano y Romina – es beber cocacolas e identificar la primavera comiendo fresas con nata de espray; el transcurso de las horas es una radio que difunde curiosidades de la naturaleza al estilo del Reader’s Digest. Los males de amor de la protagonista cuando su compañera del súper le birla el novio hallarán consuelo en una echadora de cartas. Sobre el tapete todo debería mejorar, pero el destino de Macabea, ese futuro al que creía no tener derecho por su condición subalterna, marcará la hora redonda: una luz blanca con picos de estrella, el color de la muerte. Lispector recibe a la Parca con esa escritura lírica que deviene en el verbo de Macabea; esa otra mirada que solo puede brindar una escritora de culto como la brasileña. La luminosidad cegadora enfoca al espectador para que participe de todas aquellas preguntas que se hacía Macabea y que no tienen respuesta. Con esta adaptación de ‘La hora de la estrella’ la compañía La Impostora inicia una prometedora trayectoria. Recomendable.
CRÍTICA DE TEATRO
El Teatro Tantarantana presenta una adaptación teatral de la novela de la autora brasileña
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