Lamento traer malas noticias a agoreros, populistas, ‘brexiteros’, ultraderechistas subvencionados, cobradores de Putin, militaroides conspiranoicos, milmillonarios yanquis, independentistas catalanes, tertulianos chotos y diversos macarios que se repiten cual atracón morcillero porque les van los negocios en ello: Europa no ha muerto. No se callan: «¡la UE es un ente totalitario!». Nunca jamás he aguantado a opositores de un totalitarismo tan rollizos, tan poco exiliados. Nunca jamás he aguantado a opositores de un totalitarismo tan rollizos, tan poco exiliadosNo paran. Si paran: no facturan. La letanía viene de lejos, años, décadas, siglos. Graznan contra la falta de libertades de Europa, se enfangan en ese rollo de «vivimos en un jardín y van a acabar con él los —moros, estadounidenses, rusos…—», no dudan en llamar a nuestros jóvenes —probablemente más cualificados que ellos— «infantiles», «bobos» y demás. Se parecen estas luminarias a los viejos de los Teleñecos: con su culo en las mejores entradas del palco pero el lloriqueo, incesante.¡Con lo bien que le va a los países europeos al irse de la UE! ¡En Inglaterra se les nota felicísimos, cantarines, exultantes, recién follaos! En especial en cada viaje a tostarse a Mallorca: la estafa del Brexit ha beneficiado exclusivamente a sus defensores públicos individuales. El resto: ‘fish and chips’, en festivo, y comida basura, en general. Baste viajar a la inversa y caer enfermo en USA, Japón, Rusia o India. Además de la infección, la dermatitis, el cáncer, la cardiopatía o la picadura de mosquito tsé-tsé —no seamos dramáticos—, no se olviden de la chequera.Recuerdo con emoción el uno de noviembre de 1993: la entrada en vigor del tratado de Maastricht . En aquel momento, trece años yo, se me hacía increíble poder viajar —qué tontería, en principio— sin pasaporte. Luego entendí, viví más. Significa Europa unos valores compartidos, unas sociedades democráticas, una cultura, una educación, una Ilustración, una defensa común… Y, cómo no, muchos errores apoyados en una base justa. Ahí habito feliz con algunos de ustedes: lejos de los viejos de los Teleñecos. Lamento traer malas noticias a agoreros, populistas, ‘brexiteros’, ultraderechistas subvencionados, cobradores de Putin, militaroides conspiranoicos, milmillonarios yanquis, independentistas catalanes, tertulianos chotos y diversos macarios que se repiten cual atracón morcillero porque les van los negocios en ello: Europa no ha muerto. No se callan: «¡la UE es un ente totalitario!». Nunca jamás he aguantado a opositores de un totalitarismo tan rollizos, tan poco exiliados. Nunca jamás he aguantado a opositores de un totalitarismo tan rollizos, tan poco exiliadosNo paran. Si paran: no facturan. La letanía viene de lejos, años, décadas, siglos. Graznan contra la falta de libertades de Europa, se enfangan en ese rollo de «vivimos en un jardín y van a acabar con él los —moros, estadounidenses, rusos…—», no dudan en llamar a nuestros jóvenes —probablemente más cualificados que ellos— «infantiles», «bobos» y demás. Se parecen estas luminarias a los viejos de los Teleñecos: con su culo en las mejores entradas del palco pero el lloriqueo, incesante.¡Con lo bien que le va a los países europeos al irse de la UE! ¡En Inglaterra se les nota felicísimos, cantarines, exultantes, recién follaos! En especial en cada viaje a tostarse a Mallorca: la estafa del Brexit ha beneficiado exclusivamente a sus defensores públicos individuales. El resto: ‘fish and chips’, en festivo, y comida basura, en general. Baste viajar a la inversa y caer enfermo en USA, Japón, Rusia o India. Además de la infección, la dermatitis, el cáncer, la cardiopatía o la picadura de mosquito tsé-tsé —no seamos dramáticos—, no se olviden de la chequera.Recuerdo con emoción el uno de noviembre de 1993: la entrada en vigor del tratado de Maastricht . En aquel momento, trece años yo, se me hacía increíble poder viajar —qué tontería, en principio— sin pasaporte. Luego entendí, viví más. Significa Europa unos valores compartidos, unas sociedades democráticas, una cultura, una educación, una Ilustración, una defensa común… Y, cómo no, muchos errores apoyados en una base justa. Ahí habito feliz con algunos de ustedes: lejos de los viejos de los Teleñecos.
LA GRAPA
Significa Europa unos valores compartidos, unas sociedades democráticas, una cultura
Lamento traer malas noticias a agoreros, populistas, ‘brexiteros’, ultraderechistas subvencionados, cobradores de Putin, militaroides conspiranoicos, milmillonarios yanquis, independentistas catalanes, tertulianos chotos y diversos macarios que se repiten cual atracón morcillero porque les van los negocios en ello: Europa no ha muerto. No se callan: «¡ … la UE es un ente totalitario!». Nunca jamás he aguantado a opositores de un totalitarismo tan rollizos, tan poco exiliados.
Nunca jamás he aguantado a opositores de un totalitarismo tan rollizos, tan poco exiliados
No paran. Si paran: no facturan. La letanía viene de lejos, años, décadas, siglos. Graznan contra la falta de libertades de Europa, se enfangan en ese rollo de «vivimos en un jardín y van a acabar con él los —moros, estadounidenses, rusos…—», no dudan en llamar a nuestros jóvenes —probablemente más cualificados que ellos— «infantiles», «bobos» y demás. Se parecen estas luminarias a los viejos de los Teleñecos: con su culo en las mejores entradas del palco pero el lloriqueo, incesante.
¡Con lo bien que le va a los países europeos al irse de la UE! ¡En Inglaterra se les nota felicísimos, cantarines, exultantes, recién follaos! En especial en cada viaje a tostarse a Mallorca: la estafa del Brexit ha beneficiado exclusivamente a sus defensores públicos individuales. El resto: ‘fish and chips’, en festivo, y comida basura, en general. Baste viajar a la inversa y caer enfermo en USA, Japón, Rusia o India. Además de la infección, la dermatitis, el cáncer, la cardiopatía o la picadura de mosquito tsé-tsé —no seamos dramáticos—, no se olviden de la chequera.
Recuerdo con emoción el uno de noviembre de 1993: la entrada en vigor del tratado de Maastricht. En aquel momento, trece años yo, se me hacía increíble poder viajar —qué tontería, en principio— sin pasaporte. Luego entendí, viví más. Significa Europa unos valores compartidos, unas sociedades democráticas, una cultura, una educación, una Ilustración, una defensa común… Y, cómo no, muchos errores apoyados en una base justa. Ahí habito feliz con algunos de ustedes: lejos de los viejos de los Teleñecos.
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