El periodista y escritor Manu Marlasca , para alegría de los que disfrutamos con su novela ‘Tú baila y yo disparo’, anda enfrascado en la escritura de las nuevas andanzas del Grupo X. Acostumbrado a multiplicar el tiempo, como si fuera panes y peces en lugar de minutos y horas, y compaginar escritura con colaboraciones en televisión y radio, rasca amablemente un ratito a su día para hablarnos de pecados capitales, lo que es un placer (casi pecaminoso).—Le perdono un pecado.—La lujuria.—¿Porque no quiere hablar de él o porque precisa absolución?—Porque creo que, no solo habría que perdonarlo siempre, sino que no debería considerarse pecado. Debería ser pecado no cometerlo.—¿Lo consideramos virtud?—Frente a los pecados capitales hubo quien, siglos después, se inventó las grandes virtudes. Y las que se contraponen a cada pecado están todas bastante bien: la humildad, la generosidad, la templanza… Pero frente a la lujuria está la castidad, que es, más que virtud, castigo.—¿Con cual sería intransigente?—Con la soberbia. Es el camino más directo a la estupidez. Y, la estupidez, debería incorporarse a la lista de pecados capitales.—Sacamos la lujuria e incorporamos la estupidez. ¿Algo más?—Podríamos sacar todos los que tienen que ver con la carne: la lujuria, pero también la gula y la pereza. A cambio, incorporaría, además de la estupidez, la mala educación y la intolerancia. Y nos queda una lista de pecados capitales, actualizada para el siglo XXI, bastante apañada.—No le imagino irascible.—Ahora ya no, pero he tenido mis épocas. Diría que sí fue uno de mis pecados capitales durante bastante tiempo.—¿Cambiamos de pecado conforme cumplimos años?—Digamos que, cuando uno se hace mayor, cuando maduramos y acumulamos cosas en nuestra mochila vital, lejos de aprender, lo que uno hace es tener cada vez menos certezas y más dudas. Y cuando uno tiene dudas e incertidumbres, menos sentido tienen los comportamientos extremos. Los pecados capitales son una expresión de eso y no contribuyen a mejorarte, ni a ti ni al mundo que te rodea.—Tú convives con el mal. ¿Tiene este relación con los pecados?—Todo es una cuestión de límites. Si los límites que uno se pone son los pecados capitales, pues magnífico. Pueden ser estos o pueden ser otros que respondan a su ética personal. Casi siempre, hacer el mal es cuestión de saltarse un límite.—¿Existe el mal puro?—Sí, existe. Yo lo he visto. He visto a gente que, más allá de cualquier circunstancia o motivación, son malvados de verdad, capaces de hacer mucho daño y carentes de empatía.—¿Tendría el mal un pecado capital?—El que comparten todos es la soberbia. Es el que más he visto en criminales, por encima de la ira. Y esa soberbia, muchas veces, les hace cometer grandes errores, porque todos se creen mucho más inteligentes que cualquiera. Pero todos los pecados capitales, los que no tienen que ver con la carne, son al final límites. Y la ausencia de límites tiene que ver con el mal.—Y, entonces, también con los pecados.—Si miras esos cuatro pecados capitales (la ira, la codicia, la envidia y la soberbia) tendrías, prácticamente, los cuatro motivos principales por los que se asesina.—¿Y el crimen pasional es por lujuria?—No es lujuria, es codicia, ansia de poseer. La lujuria ya hemos quedado en que no es pecado. El periodista y escritor Manu Marlasca , para alegría de los que disfrutamos con su novela ‘Tú baila y yo disparo’, anda enfrascado en la escritura de las nuevas andanzas del Grupo X. Acostumbrado a multiplicar el tiempo, como si fuera panes y peces en lugar de minutos y horas, y compaginar escritura con colaboraciones en televisión y radio, rasca amablemente un ratito a su día para hablarnos de pecados capitales, lo que es un placer (casi pecaminoso).—Le perdono un pecado.—La lujuria.—¿Porque no quiere hablar de él o porque precisa absolución?—Porque creo que, no solo habría que perdonarlo siempre, sino que no debería considerarse pecado. Debería ser pecado no cometerlo.—¿Lo consideramos virtud?—Frente a los pecados capitales hubo quien, siglos después, se inventó las grandes virtudes. Y las que se contraponen a cada pecado están todas bastante bien: la humildad, la generosidad, la templanza… Pero frente a la lujuria está la castidad, que es, más que virtud, castigo.—¿Con cual sería intransigente?—Con la soberbia. Es el camino más directo a la estupidez. Y, la estupidez, debería incorporarse a la lista de pecados capitales.—Sacamos la lujuria e incorporamos la estupidez. ¿Algo más?—Podríamos sacar todos los que tienen que ver con la carne: la lujuria, pero también la gula y la pereza. A cambio, incorporaría, además de la estupidez, la mala educación y la intolerancia. Y nos queda una lista de pecados capitales, actualizada para el siglo XXI, bastante apañada.—No le imagino irascible.—Ahora ya no, pero he tenido mis épocas. Diría que sí fue uno de mis pecados capitales durante bastante tiempo.—¿Cambiamos de pecado conforme cumplimos años?—Digamos que, cuando uno se hace mayor, cuando maduramos y acumulamos cosas en nuestra mochila vital, lejos de aprender, lo que uno hace es tener cada vez menos certezas y más dudas. Y cuando uno tiene dudas e incertidumbres, menos sentido tienen los comportamientos extremos. Los pecados capitales son una expresión de eso y no contribuyen a mejorarte, ni a ti ni al mundo que te rodea.—Tú convives con el mal. ¿Tiene este relación con los pecados?—Todo es una cuestión de límites. Si los límites que uno se pone son los pecados capitales, pues magnífico. Pueden ser estos o pueden ser otros que respondan a su ética personal. Casi siempre, hacer el mal es cuestión de saltarse un límite.—¿Existe el mal puro?—Sí, existe. Yo lo he visto. He visto a gente que, más allá de cualquier circunstancia o motivación, son malvados de verdad, capaces de hacer mucho daño y carentes de empatía.—¿Tendría el mal un pecado capital?—El que comparten todos es la soberbia. Es el que más he visto en criminales, por encima de la ira. Y esa soberbia, muchas veces, les hace cometer grandes errores, porque todos se creen mucho más inteligentes que cualquiera. Pero todos los pecados capitales, los que no tienen que ver con la carne, son al final límites. Y la ausencia de límites tiene que ver con el mal.—Y, entonces, también con los pecados.—Si miras esos cuatro pecados capitales (la ira, la codicia, la envidia y la soberbia) tendrías, prácticamente, los cuatro motivos principales por los que se asesina.—¿Y el crimen pasional es por lujuria?—No es lujuria, es codicia, ansia de poseer. La lujuria ya hemos quedado en que no es pecado.
Los siete pecados capitales de…
El periodista y escritor dice que las virtudes se inventaron después de los pecados. No habla de lujuria, pero sí de todo lo demás
El periodista y escritor Manu Marlasca, para alegría de los que disfrutamos con su novela ‘Tú baila y yo disparo’, anda enfrascado en la escritura de las nuevas andanzas del Grupo X. Acostumbrado a multiplicar el tiempo, como si fuera panes y peces en …
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de cultura