En un extremo, una «extraordinaria calidad narrativa que aúna fuerza emocional y belleza formal»; en el otro, «la sensibilidad y la defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua». Y justo en medio, irradiando ambos flancos y pespunteando las palabras del jurado, una constelación de cuentos, novelas, poemarios y columnas, una reivindicación de la imaginación no como fuga sino «como herramienta para entender la carta oculta de la realidad», que ha aupado a Manuel Rivas (La Coruña, 1957) a lo más alto del podio del premio Nacional de las Letras Españolas, otorgado por el Ministerio de Cultura y dotado con 50.000 euros.Un galardón al «realismo orillero» y a la literatura de lo imprevisible que ha pillado al autor de ‘Las voces bajas’ de estreno, con ‘Detrás del cielo’, su primera novela en una década, recién salida del horno y una presentación programada para este mismo martes en una Feria del Libro de Sevilla pasada por agua. «Trato de averiguar qué es lo que dicen las palabras del jurado», reconocía Rivas tras saberse merecedor del más alto galardón de las letras españolas, Cervantes al margen. Noticia Relacionada estandar No Manuel Rivas se pasa al ‘noir’ Pablo Baamonde La última novela del coruñés disecciona tópicos como el afán de poder, la coexistencia con la naturaleza o las jerarquías de la masculinidad patriarcal, en plena batida de caza montesaY lo que decía el jurado, entre otras cosas, era que la obra del gallego «acompaña su activismo con una pluma que, sin adoctrinamiento, agita conciencias, induce a la reflexión y estimula el pensamiento hacia la defensa de la pluralidad lingüística y cultural y hacia la igualdad de género». Una voz «poderosa y singular» que toma el testigo de la cuentista Cristina Fernández Cubas, ganadora del año pasado, y «vuelve a situar la escritura gallega en el olimpo de las letras nacionales». Normal que para el narrador y poeta no haya mejor manera de celebrar el premio que compartirlo «con la lengua gallega y los lectores». La literatura, defiende, «es para compartir, no para competir».Progreso y destrucciónLos libros, añade Rivas, ensanchan miradas y abrigan pequeñas revoluciones, un milagro cotidiano al que ha consagrado una obra sacudida por la memoria, la naturaleza y la inagotable torpeza humana. En el centro de la diana, esa «aceleración destructiva enmascarada como progreso» de la que daba cuenta ‘La tierra oculta’, antología de textos y relatos hermanados por la tierra y la extinción en la que recuperaba algunos de sus títulos fundamentales, entre ellos ‘Un millón de vacas’, ‘Los comedores de patatas’, y ‘En salvaje compañía’.Autor de media docena de poemarios y otros tantos libros de relatos y novelas, Manuel Rivas se estrenó en 1989 con ‘Un millón de vacas’, premio de la Crítica Española de aquel año, y vio cómo su popularidad se disparaba gracias a ‘¿Qué me quieres, amor?, colección de cuentos que le valió el Premio Nacional de Narrativa de 1996. Tres de aquellos relatos -‘Un saxo en la niebla’, ‘Carmiña’ y, claro, ‘La lengua de las mariposas’ fueron la base de la película que José Luis Cuerda, Rafael Azcona y Fernán Gómez convirtieron poco después en historia del cine español. Rivas, que trabajó junto a Azcona y Cuerda, se llevó el Goya al guion adaptado.Luego vendrían ‘El lápiz del carpintero’, también llevada al cine por Antón Reixa, ‘Los libros arden mal’ y ‘El último día de Terranova’, títulos con los que Rivas ha apuntalado un corpus narrativo ligado siempre al gallego y a la tierra. «Pocos autores del panorama literario español, partiendo de un compromiso firme con su lengua, han conseguido alcanzar tal reconocimiento a nivel mundial», recordaba ayer el jurado. Siempre atento al signo de los tiempos, Rivas acaba de reincidir en el ‘noir’ -antes estuvo ‘Todo es silencio’, narconovela con la que quedó finalista del premio Dashiell Hammett- con ‘Detrás del cielo’, novela gris oscuro «salvaje y radical» salpicada de poder, violencia, y corrupción. Un ‘hard boiled’ que, en palabras del autor, «va viendo cómo se hace más dura la realidad». «Como escritor tienes que quitarte todos los uniformes, y todas las insignias», aseguraba durante la promoción. En un extremo, una «extraordinaria calidad narrativa que aúna fuerza emocional y belleza formal»; en el otro, «la sensibilidad y la defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua». Y justo en medio, irradiando ambos flancos y pespunteando las palabras del jurado, una constelación de cuentos, novelas, poemarios y columnas, una reivindicación de la imaginación no como fuga sino «como herramienta para entender la carta oculta de la realidad», que ha aupado a Manuel Rivas (La Coruña, 1957) a lo más alto del podio del premio Nacional de las Letras Españolas, otorgado por el Ministerio de Cultura y dotado con 50.000 euros.Un galardón al «realismo orillero» y a la literatura de lo imprevisible que ha pillado al autor de ‘Las voces bajas’ de estreno, con ‘Detrás del cielo’, su primera novela en una década, recién salida del horno y una presentación programada para este mismo martes en una Feria del Libro de Sevilla pasada por agua. «Trato de averiguar qué es lo que dicen las palabras del jurado», reconocía Rivas tras saberse merecedor del más alto galardón de las letras españolas, Cervantes al margen. Noticia Relacionada estandar No Manuel Rivas se pasa al ‘noir’ Pablo Baamonde La última novela del coruñés disecciona tópicos como el afán de poder, la coexistencia con la naturaleza o las jerarquías de la masculinidad patriarcal, en plena batida de caza montesaY lo que decía el jurado, entre otras cosas, era que la obra del gallego «acompaña su activismo con una pluma que, sin adoctrinamiento, agita conciencias, induce a la reflexión y estimula el pensamiento hacia la defensa de la pluralidad lingüística y cultural y hacia la igualdad de género». Una voz «poderosa y singular» que toma el testigo de la cuentista Cristina Fernández Cubas, ganadora del año pasado, y «vuelve a situar la escritura gallega en el olimpo de las letras nacionales». Normal que para el narrador y poeta no haya mejor manera de celebrar el premio que compartirlo «con la lengua gallega y los lectores». La literatura, defiende, «es para compartir, no para competir».Progreso y destrucciónLos libros, añade Rivas, ensanchan miradas y abrigan pequeñas revoluciones, un milagro cotidiano al que ha consagrado una obra sacudida por la memoria, la naturaleza y la inagotable torpeza humana. En el centro de la diana, esa «aceleración destructiva enmascarada como progreso» de la que daba cuenta ‘La tierra oculta’, antología de textos y relatos hermanados por la tierra y la extinción en la que recuperaba algunos de sus títulos fundamentales, entre ellos ‘Un millón de vacas’, ‘Los comedores de patatas’, y ‘En salvaje compañía’.Autor de media docena de poemarios y otros tantos libros de relatos y novelas, Manuel Rivas se estrenó en 1989 con ‘Un millón de vacas’, premio de la Crítica Española de aquel año, y vio cómo su popularidad se disparaba gracias a ‘¿Qué me quieres, amor?, colección de cuentos que le valió el Premio Nacional de Narrativa de 1996. Tres de aquellos relatos -‘Un saxo en la niebla’, ‘Carmiña’ y, claro, ‘La lengua de las mariposas’ fueron la base de la película que José Luis Cuerda, Rafael Azcona y Fernán Gómez convirtieron poco después en historia del cine español. Rivas, que trabajó junto a Azcona y Cuerda, se llevó el Goya al guion adaptado.Luego vendrían ‘El lápiz del carpintero’, también llevada al cine por Antón Reixa, ‘Los libros arden mal’ y ‘El último día de Terranova’, títulos con los que Rivas ha apuntalado un corpus narrativo ligado siempre al gallego y a la tierra. «Pocos autores del panorama literario español, partiendo de un compromiso firme con su lengua, han conseguido alcanzar tal reconocimiento a nivel mundial», recordaba ayer el jurado. Siempre atento al signo de los tiempos, Rivas acaba de reincidir en el ‘noir’ -antes estuvo ‘Todo es silencio’, narconovela con la que quedó finalista del premio Dashiell Hammett- con ‘Detrás del cielo’, novela gris oscuro «salvaje y radical» salpicada de poder, violencia, y corrupción. Un ‘hard boiled’ que, en palabras del autor, «va viendo cómo se hace más dura la realidad». «Como escritor tienes que quitarte todos los uniformes, y todas las insignias», aseguraba durante la promoción.
El jurado distingue al escritor gallego por su calidad narrativa, su sólida trayectoria y su defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua gallega
El escritor Manuel Rivas Efe
En un extremo, una «extraordinaria calidad narrativa que aúna fuerza emocional y belleza formal»; en el otro, «la sensibilidad y la defensa de la memoria histórica, la responsabilidad social y la lengua». Y justo en medio, irradiando ambos flancos y pespunteando las palabras del jurado, una constelación de cuentos, novelas, poemarios y columnas, una reivindicación de la imaginación no como fuga sino «como herramienta para entender la carta oculta de la realidad», que ha aupado a Manuel Rivas (La Coruña, 1957) a lo más alto del podio del premio Nacional de las Letras Españolas, otorgado por el Ministerio de Cultura y dotado con 50.000 euros.
Un galardón al «realismo orillero» y a la literatura de lo imprevisible que ha pillado al autor de ‘Las voces bajas’ de estreno, con ‘Detrás del cielo’, su primera novela en una década, recién salida del horno y una presentación programada para este mismo martes en una Feria del Libro de Sevilla pasada por agua. «Trato de averiguar qué es lo que dicen las palabras del jurado», reconocía Rivas tras saberse merecedor del más alto galardón de las letras españolas, Cervantes al margen.
Y lo que decía el jurado, entre otras cosas, era que la obra del gallego «acompaña su activismo con una pluma que, sin adoctrinamiento, agita conciencias, induce a la reflexión y estimula el pensamiento hacia la defensa de la pluralidad lingüística y cultural y hacia la igualdad de género». Una voz «poderosa y singular» que toma el testigo de la cuentista Cristina Fernández Cubas, ganadora del año pasado, y «vuelve a situar la escritura gallega en el olimpo de las letras nacionales». Normal que para el narrador y poeta no haya mejor manera de celebrar el premio que compartirlo «con la lengua gallega y los lectores». La literatura, defiende, «es para compartir, no para competir».
Progreso y destrucción
Los libros, añade Rivas, ensanchan miradas y abrigan pequeñas revoluciones, un milagro cotidiano al que ha consagrado una obra sacudida por la memoria, la naturaleza y la inagotable torpeza humana. En el centro de la diana, esa «aceleración destructiva enmascarada como progreso» de la que daba cuenta ‘La tierra oculta’, antología de textos y relatos hermanados por la tierra y la extinción en la que recuperaba algunos de sus títulos fundamentales, entre ellos ‘Un millón de vacas’, ‘Los comedores de patatas’, y ‘En salvaje compañía’.
Autor de media docena de poemarios y otros tantos libros de relatos y novelas, Manuel Rivas se estrenó en 1989 con ‘Un millón de vacas’, premio de la Crítica Española de aquel año, y vio cómo su popularidad se disparaba gracias a ‘¿Qué me quieres, amor?, colección de cuentos que le valió el Premio Nacional de Narrativa de 1996. Tres de aquellos relatos -‘Un saxo en la niebla’, ‘Carmiña’ y, claro, ‘La lengua de las mariposas’ fueron la base de la película que José Luis Cuerda, Rafael Azcona y Fernán Gómez convirtieron poco después en historia del cine español. Rivas, que trabajó junto a Azcona y Cuerda, se llevó el Goya al guion adaptado.
Luego vendrían ‘El lápiz del carpintero’, también llevada al cine por Antón Reixa, ‘Los libros arden mal’ y ‘El último día de Terranova’, títulos con los que Rivas ha apuntalado un corpus narrativo ligado siempre al gallego y a la tierra. «Pocos autores del panorama literario español, partiendo de un compromiso firme con su lengua, han conseguido alcanzar tal reconocimiento a nivel mundial», recordaba ayer el jurado.
Siempre atento al signo de los tiempos, Rivas acaba de reincidir en el ‘noir’ -antes estuvo ‘Todo es silencio’, narconovela con la que quedó finalista del premio Dashiell Hammett- con ‘Detrás del cielo’, novela gris oscuro «salvaje y radical» salpicada de poder, violencia, y corrupción. Un ‘hard boiled’ que, en palabras del autor, «va viendo cómo se hace más dura la realidad». «Como escritor tienes que quitarte todos los uniformes, y todas las insignias», aseguraba durante la promoción.
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