Don Ramón María del Valle-Inclán no pasa de moda. Es cierto que hasta los años 60 no se empezó a dar valor a su teatro, no obstante, ya está aquí para quedarse. Así lo comentaba Eduardo Vasco −director del Teatro Español− durante la presentación del ‘Luces de bohemia’ que tiene subido al escenario principal de la plaza Santa Ana. Curioso es que sea la primera vez que este texto −»el mejor del siglo XX español», para muchos− no se hubiera programado nunca en semejante templo, pero para todo hay una primera vez. De hecho, hoy no suenan tan lejanas las miserias de aquel Madrid, y, por extensión, de España, de principios del siglo pasado.
]]> Con el ‘Esperpento’ en las salas del Reina Sofía y ‘Luces de bohemia’ en el escenario grande de la plaza Santa Ana, llega un nuevo texto del autor a Madrid
Don Ramón María del Valle-Inclán no pasa de moda. Es cierto que hasta los años 60 no se empezó a dar valor a su teatro, no obstante, ya está aquí para quedarse. Así lo comentaba Eduardo Vasco −director del Teatro Español− durante la presentación del ‘Luces de bohemia’ que tiene subido al escenario principal de la plaza Santa Ana. Curioso es que sea la primera vez que este texto −»el mejor del siglo XX español», para muchos− no se hubiera programado nunca en semejante templo, pero para todo hay una primera vez. De hecho, hoy no suenan tan lejanas las miserias de aquel Madrid, y, por extensión, de España, de principios del siglo pasado.
Del mismo modo, Vasco ha abierto las puertas de la Sala Andrea D’Odorico por primera vez a una obra de teatro. Hasta ahora, en su época más inmediata, utilizada para exposiciones o ruedas de prensa el rebautizado como Salón de los Balcones-Andrea D’Odorico acoge hasta el 17 de noviembre ‘La lámpara maravillosa’, «una de las obras más íntimas y menos exploradas de Valle», defiende la directora del montaje, María Heredia. Escrita en 1916 y considerada por el autor como una de sus creaciones «más preciadas», esta pieza invita a los espectadores a adentrarse en la dimensión mística y esotérica del icónico autor gallego. Es «el libro del cual estoy más satisfecho», afirmaba su «padre» en una entrevista de 1921.
La obra se convierte en una guía de iniciación artística donde el protagonista, el propio Valle-Inclán, reflexiona sobre la belleza, el arte y la trascendencia de la realidad material hacia lo espiritual. Construye así, un texto en torno a la noción de la «luz interior» que simboliza el conocimiento intuitivo que permite alcanzar un estado de gracia y comprensión del universo. A través de una serie de capítulos cargados de simbolismo y lenguaje barroco, el autor guía al espectador en un viaje introspectivo en el que desvela los misterios de la existencia, los secretos de la vida y la muerte, y el papel de la contemplación estética como camino hacia la iluminación espiritual.
De esta puesta en escena, el equipo destaca «su profundo compromiso con lo visual y lo simbólico, envolviendo al público en la riqueza estética y espiritual de un texto único en su género». ‘La lámpara maravillosa es’, para la directora, «un ejercicio de introspección y búsqueda de trascendencia» en el que cada detalle se funde en una propuesta que ilumina la visión espiritual de Valle-Inclán y su capacidad de resonar en un contexto contemporáneo de introspección y cambio.
«Uno de los pilares fundamentales en los que se centra el poeta es la contemplación de la realidad a partir de los recuerdos, es decir, a través de la mirada del quietismo estético −explica Heredia−. En un mundo en el que existe un constante bombardeo de información y estímulos, tanto visuales como auditivos, hace que la contemplación, entendida como la capacidad de reflexionar profundamente sobre la realidad y la conexión con uno mismo, sea cada vez más difícil».
La directora fantasea con retirarse de un mundo que tiene la posibilidad de parar. Es entonces cuando comienza a preguntarse: ¿cuáles son las normas? ¿Cuánto tiempo podemos usar las redes sociales? ¿Me puedo conectar? ¿Desconectar? ¿Podemos comer Burger King? En conclusión, ¿podemos entender la mística como lo hacía Valle-Inclán?… «Proponemos que la puesta en escena sea una inundación de imágenes y combinación de elementos artísticos de diferentes disciplinas, donde la figura de Dios será el autor, y los actores serán los iniciados que intenten llegar a realizar estos ejercicios espirituales», defiende.
«Hagamos una obra concebida para apelar a los sentidos y a lo sensorial a través de la estética y la mística en la que desaparecerá la estructura aristotélica para dar paso a la estructura posmoderna −añade−. Una propuesta donde la palabra será el motor principal y el eje de acción. Valle expone en su Lámpara que la palabra es insuficiente y que, en ocasiones, la musicalidad nos puede alumbrar más que el sentido de éstas. Aquí entrará el elemento de la magia y la ilusión para cuestionar qué es lo real o lo que entendemos por cada objeto al que miramos».
Con un elenco formado por Blanca León, Javier Bermejo, Raquel Varela y Rodrigo Casillas, la pieza propone un juego teatral que desafía los sentidos y enaltece la musicalidad y el ritmo poético de las palabras del autor. La plástica de la puesta en escena crea una atmósfera envolvente que conforma una ambientación mágica guiando al espectador por este viaje poético.
«La mística es un refugio para la creatividad y la espiritualidad», puntualiza la directora María Heredia. «Nos encontramos en un momento en que necesitamos subir, elevarnos, y buscar otras maneras de entender el significado de la existencia. La lámpara maravillosa nos invita a esa búsqueda, recordándonos que, al final, la verdadera luz está en nuestro interior», añade.
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