Afrontamos el reto de visitar en menos de 24 horas dos exposiciones de Henri Matisse (1869-1954) , una en Madrid y otra en Barcelona. La ocasión lo merece. No son frecuentes los préstamos de obras del artista francés, el único al que Picasso se midió de tú a tú , pero se ha convertido en uno de los protagonistas del mundo del arte en 2024. La Fundación Vuitton de París dedicó, del 4 de mayo al 9 de septiembre, una exposición a su obra maestra, ‘El taller rojo’, del MoMA. Y la Fundación Beyeler , en Riehen/Basilea, abrió el 22 de septiembre ‘Matisse, invitación al viaje’, primera retrospectiva de Matisse en Suiza en veinte años, con 70 obras, que estará abierta hasta 26 de enero de 2025. Este martes se han presentado sendas muestras en España, Matisse visitó nuestro país en 1910 : Madrid, Sevilla, Granada… Estuvo en el Museo del Prado y su nombre figuraba en el libro de visitas de la Alhambra, donde hizo algunas pinturas. Hace unos años le dedicó una exposición. Comenzamos la ‘yinkana Matisse’ en Madrid, visitando la Fundación Canal (Mateo Inurria, 2). Bajo el título ‘Matisse. Metamorfosis’ , se centra en sus esculturas , su trabajo más desconocido pero también el más íntimo y personal. Es un Matisse intenso, dramático, introspectivo , experimental, desafiante, muy alejado del pintor sensual y colorista de las odaliscas y los paisajes de Niza al que estamos acostumbrados. Atrás quedan sus obras fauvistas, que compartió con otros salvajes del color como Derain o Vlaminck. Noticias Relacionadas estandar Si El Guggenheim reivindica a la pintora Hilma af Klint La ‘inventora’ de la abstracción que se llevó el secreto a la tumba Natividad Pulido reportaje Si Rubens abre taller en el Prado Natividad PulidoEl objetivo de la muestra es repensar a Matisse y demostrar que fue mucho más que un genial pintor. El propio artista confesaba: « Me gusta modelar tanto como pintar , no tengo preferencia. La búsqueda es la misma. Cuando me canso de un medio recurro al otro. No dudaría en abandonar la pintura si mi expresión tuviera que manifestarse por otra vía. Para expresar la forma a veces recurro a la escultura, que me permite, en lugar de situarme frente a una superficie plana, girar alrededor del objeto y conocerlo mejor». Solo se conservan 84 esculturas de Matisse (la mayoría de pequeño formato), realizadas entre 1894 y 1951, de las que 33 se exhiben en la Fundación Canal: más de un tercio. Están centradas en el cuerpo humano y el desnudo , dos de sus obsesiones. Su escultura está a la altura de su pintura. Desnudos Arriba, ‘Desnudo apoyado sobre las manos’, 1905. Museo d’Orsay, París. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Desnudo recostado con camisa’, 1906. Museo d’Orsay, París. A la derecha, ‘Desnudo sobre sillón con los brazos detrás de la cabeza’, 1950. Museo Matisse de Niza © Succession H. Matisse, Vegap, 2024Organizada por la Fundación Canal. en colaboración con el Museo Matisse de Niza y la Kunsthaus de Zúrich, la exposición ha sido comisariada por Aymeric Jeudy, director del Museo Matisse de Niza; Sandra Gianfreda, de la Kunsthaus de Zúrich, y Popy Venzal. Permanecerá abierta del 23 de octubre al 12 de enero . Junto a las esculturas, se exhiben 23 dibujos y litografías, un lienzo, dos esculturas de Maillol, fotografías y documentos. Un total de 66 piezas. La primera de las salas de la muestra invita al silencio y el recogimiento. Semeja una capilla serena , con dos hileras de elegantes vitrinas sobre peanas que encierran hermosos tesoros: esculturas de pequeño tamaño en las que, si te acercas, aún se aprecian las huellas de sus manos al modelarlas y de las herramientas que utilizó. Es emocionante. Hay figuras recostadas , en las que se advierte la huella de la escultura clásica (la Ariadna dormida), de Rodin y Maillol y por qué no, de Velázquez (‘La Venus del espejo’) y de Ingres (sus odaliscas) con sus desnudos de espaldas… Hay figuras con los brazos levantados , que evocan a Andrómeda atada a una roca o al martirio de San Sebastián. Y figuras agachadas . Las esculturas de Matisse – puro erotismo y sensualidad – están acompañadas de dibujos relacionados con ellas, que remiten al arte africano, al igual que hicieron Picasso y Modigliani. Se repiten los mismos motivos en dibujo, grabado y escultura. Está presente su última escultura , de 1949: ‘Desnudo de pie (Katia)’, también llamado ‘La cintura rota’ o ‘El plátano de sombra’. La modelo es Carmen Leschennes, a quien Matisse llamaba Katia. Le faltan los pies, la cabeza está deformada… Durante el proceso de secado la obra se rompió a la altura de la cadera, y decidió dejar visible el defecto. Retratos, un crucifijo de altar y un óleo muy especial Arriba, de izquierda a derecha, ‘Jeannette IV’, 1911, Museo d’Orsay, París, y ‘Cabeza con collar (Marguerite)’, 1907, Museo d’Orsay, París. Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, ‘Desnudo de pie muy arqueado’, 1906, Museo d’Orsay, París; ‘Crucifijo de altar. Capilla del Rosario de Vence’, 1949, Museo Matisse de Niza, y ‘Rama de hiedra’, 1916. Kunsthaus de Zúrich © Succession H. Matisse, Vegap, 2024Al fondo de la sala, un precioso crucifijo de altar que hizo para la capilla del Rosario de Vence , su testamento artístico. Visita obligada para los amantes del arte, es un lugar muy especial, una obra maestra total: dibujo, escultura, arquitectura… A ella se dedicó en cuerpo y alma en sus últimos años, entre 1947 y 1952, ya enfermo. La concibió como una síntesis de su carrera . Diseñó toda la capilla: las vidrieras, el mobiliario, los hábitos de los sacerdotes… y el crucifijo del altar de piedra que se exhibe en la muestra. Es una de sus últimas esculturas. «Esta capilla es para mí la culminación de toda una vida de trabajo y el florecimiento de un esfuerzo enorme, sincero y difícil. Una obra para la que he sido elegido por el destino al final de mi recorrido», decía Matisse. Precioso también el montaje de la sala dedicada a los retratos . En el centro, tres de los cinco que hizo de Jeannette (Jeanne Vaderin, vecina y modelo), otros tantos de Henriette (Henriette Darricarrère fue bailarina y una de sus modelos favoritas, que posó para sus codiciadas odaliscas) y tres más de su hija Marguerite (fruto de su relación con Caroline Joblaud). Ésta comenzó a posar para su padre a los 6 o 7 años, y a los 12 ya era su asistente y modelo. Además, dos medallones en bajorrelieve, de 1894, que son las primeras esculturas conocidas de Matisse. La muestra se cierra con un apartado sobre sus motivos y variaciones, donde destaca el óleo ‘Rama de hiedra’, de 1916 , préstamo de la Kunsthaus de Zúrich, que Matisse pintó durante la Primera Guerra Mundial. No se considera un bodegón, sino el retrato de una hiedra, en colores ocres y tierras. El cuadro fue confiscado por los nazis a su propietario, el empresario francés Alphonse Kanny. En 1947 le fue devuelto, un año antes de su muerte.Matisse vs. Miró Arriba, ‘Oceanía, el cielo’ (1946-1947), de Matisse. Museo Matisse, Niza. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Las calabazas’ (1915-1916), de Matisse. MoMA, Nueva York. A la derecha, ‘Naturaleza muerta. Interior rojo de Venecia’ (1946). Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas Succession H. MatissePonemos rumbo a Barcelona. La Fundación Miró explora, del 25 de octubre al 9 de febrero de 2025, la relación entre Matisse y el artista catalán -dos de los artistas más importantes del siglo XX, que revolucionaron el arte con nuevas maneras de representar el mundo- en una exposición producida junto con el Museo Matisse de Niza, donde ya se vio antes, y con el patrocinio de la Fundación BBVA . Una historia de amistad y admiración mutuas que comenzó en París en los años 30, gracias a Pierre Matisse , hijo menor del artista francés y reputado marchante de arte. Desde 1934 representó a Joan Miró y jugó un papel decisivo en su difusión en Estados Unidos. Los vemos juntos en una imagen tomada hacia 1936 en el café Les Deux Magots de la capital francesa, que abre la muestra.A priori, Miró y Matisse no parecían destinados a encontrarse. Pertenecen a d os generaciones distintas (el francés era 23 años mayor que el español; el primero nació en 1869; el segundo, en 1893), y ni siquiera compartían gustos estéticos. Mientras Matisse se asociaba al fauvismo y su colorida pintura destilaba una estética decorativa -usaba el color para expresar emociones profundas-, Miró coqueteaba con el s urrealismo y se planteaba asesinar la pintura, llegando a crear un lenguaje visual único de signos y símbolos. Pero la exposición quiere romper clichés y demostrar que ambos artistas estaban más cerca de lo que podría pensarse: ambos poseen una actitud crítica muy marcada, deconstruyeron una tradición y cuestionaron las normas establecidas. También compartieron una pasión mediterránea: Matisse estuvo en Colliure , donde nació el fauvismo en 1905, pero se instaló definitivamente en Niza. Miró, en Mont-roig .Miró vs. Matisse Arriba, ‘Cambrils, la playa’ (1917), de Joan Miró. Colección Nahmad. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Naturaleza muerta II (la lámpara de carburo)’, 1922-1923, de Joan Miró. MoMA, Nueva York. A la derecha, ‘Pintura (El guante blanco)’, 1925, de Joan Miró. Fundación Miró de Barcelona © Sucesión Miró, 2024El comisario, Rémi Labrousse , ha planteado en ‘MiróMatisse. Más allá de las imágenes’ un cruce de miradas , un diálogo inédito -es una relación inexplorada- entre ellos a través de sus obras: hay préstamos de importantes colecciones públicas y privadas y la aportación de las familias de ambos artistas. Pero Lebrousse no habla de influencias de uno hacia el otro: « No hay un maestro y un discípulo . Uno no imita al otro. Hay un estímulo recíproco , energías compartidas, pero cada uno sigue su propio camino». La exposición confronta sus paisajes, naturalezas muertas, retratos, ilustraciones para libros, textiles, maquetas para vidrieras y sus grandes composiciones apaisadas. Hay postales y fotografías. Entre los préstamos de Matisse, estudios y bocetos para ‘La danza’, una de sus cotizadas odaliscas y piezas para la capilla del Rosario en Vence. Matisse le confesaba al poeta Louis Aragon su admiración por Miró hacia 1942: «Estábamos hablando de pintores contemporáneos y le pregunté a quien consideraba, aparte de a Picasso, un pintor de verdad. Dijo el nombre de Bonnard y luego, sin detenerse: Miró. Sí, Miró, porque puede representar cualquier cosa en su lienzo. Pero si en un punto determinado ha colocado una mancha roja, puedes estar seguro de que es ahí, y no en ningún otro lugar, donde debe estar. Quítala y el cuadro se cae». Solía Matisse referirse a Miró como ‘un pintor de verdad’ . Admiraba de él su precisión en el uso del color y la forma. Cuando Matisse atravesó una crisis creativa en los años 30, recurrió al trabajo de Miró y halló en él la inspiración para seguir adelante. Por su parte, el artista español consideraba al francés una figura de referencia, « un grandísimo pintor» . Deseaba crear obras con espíritu fauve dentro de la poesía «más brutales» que las del propio Matisse, de quien toma la intensidad cromática y la energía vital. Afrontamos el reto de visitar en menos de 24 horas dos exposiciones de Henri Matisse (1869-1954) , una en Madrid y otra en Barcelona. La ocasión lo merece. No son frecuentes los préstamos de obras del artista francés, el único al que Picasso se midió de tú a tú , pero se ha convertido en uno de los protagonistas del mundo del arte en 2024. La Fundación Vuitton de París dedicó, del 4 de mayo al 9 de septiembre, una exposición a su obra maestra, ‘El taller rojo’, del MoMA. Y la Fundación Beyeler , en Riehen/Basilea, abrió el 22 de septiembre ‘Matisse, invitación al viaje’, primera retrospectiva de Matisse en Suiza en veinte años, con 70 obras, que estará abierta hasta 26 de enero de 2025. Este martes se han presentado sendas muestras en España, Matisse visitó nuestro país en 1910 : Madrid, Sevilla, Granada… Estuvo en el Museo del Prado y su nombre figuraba en el libro de visitas de la Alhambra, donde hizo algunas pinturas. Hace unos años le dedicó una exposición. Comenzamos la ‘yinkana Matisse’ en Madrid, visitando la Fundación Canal (Mateo Inurria, 2). Bajo el título ‘Matisse. Metamorfosis’ , se centra en sus esculturas , su trabajo más desconocido pero también el más íntimo y personal. Es un Matisse intenso, dramático, introspectivo , experimental, desafiante, muy alejado del pintor sensual y colorista de las odaliscas y los paisajes de Niza al que estamos acostumbrados. Atrás quedan sus obras fauvistas, que compartió con otros salvajes del color como Derain o Vlaminck. Noticias Relacionadas estandar Si El Guggenheim reivindica a la pintora Hilma af Klint La ‘inventora’ de la abstracción que se llevó el secreto a la tumba Natividad Pulido reportaje Si Rubens abre taller en el Prado Natividad PulidoEl objetivo de la muestra es repensar a Matisse y demostrar que fue mucho más que un genial pintor. El propio artista confesaba: « Me gusta modelar tanto como pintar , no tengo preferencia. La búsqueda es la misma. Cuando me canso de un medio recurro al otro. No dudaría en abandonar la pintura si mi expresión tuviera que manifestarse por otra vía. Para expresar la forma a veces recurro a la escultura, que me permite, en lugar de situarme frente a una superficie plana, girar alrededor del objeto y conocerlo mejor». Solo se conservan 84 esculturas de Matisse (la mayoría de pequeño formato), realizadas entre 1894 y 1951, de las que 33 se exhiben en la Fundación Canal: más de un tercio. Están centradas en el cuerpo humano y el desnudo , dos de sus obsesiones. Su escultura está a la altura de su pintura. Desnudos Arriba, ‘Desnudo apoyado sobre las manos’, 1905. Museo d’Orsay, París. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Desnudo recostado con camisa’, 1906. Museo d’Orsay, París. A la derecha, ‘Desnudo sobre sillón con los brazos detrás de la cabeza’, 1950. Museo Matisse de Niza © Succession H. Matisse, Vegap, 2024Organizada por la Fundación Canal. en colaboración con el Museo Matisse de Niza y la Kunsthaus de Zúrich, la exposición ha sido comisariada por Aymeric Jeudy, director del Museo Matisse de Niza; Sandra Gianfreda, de la Kunsthaus de Zúrich, y Popy Venzal. Permanecerá abierta del 23 de octubre al 12 de enero . Junto a las esculturas, se exhiben 23 dibujos y litografías, un lienzo, dos esculturas de Maillol, fotografías y documentos. Un total de 66 piezas. La primera de las salas de la muestra invita al silencio y el recogimiento. Semeja una capilla serena , con dos hileras de elegantes vitrinas sobre peanas que encierran hermosos tesoros: esculturas de pequeño tamaño en las que, si te acercas, aún se aprecian las huellas de sus manos al modelarlas y de las herramientas que utilizó. Es emocionante. Hay figuras recostadas , en las que se advierte la huella de la escultura clásica (la Ariadna dormida), de Rodin y Maillol y por qué no, de Velázquez (‘La Venus del espejo’) y de Ingres (sus odaliscas) con sus desnudos de espaldas… Hay figuras con los brazos levantados , que evocan a Andrómeda atada a una roca o al martirio de San Sebastián. Y figuras agachadas . Las esculturas de Matisse – puro erotismo y sensualidad – están acompañadas de dibujos relacionados con ellas, que remiten al arte africano, al igual que hicieron Picasso y Modigliani. Se repiten los mismos motivos en dibujo, grabado y escultura. Está presente su última escultura , de 1949: ‘Desnudo de pie (Katia)’, también llamado ‘La cintura rota’ o ‘El plátano de sombra’. La modelo es Carmen Leschennes, a quien Matisse llamaba Katia. Le faltan los pies, la cabeza está deformada… Durante el proceso de secado la obra se rompió a la altura de la cadera, y decidió dejar visible el defecto. Retratos, un crucifijo de altar y un óleo muy especial Arriba, de izquierda a derecha, ‘Jeannette IV’, 1911, Museo d’Orsay, París, y ‘Cabeza con collar (Marguerite)’, 1907, Museo d’Orsay, París. Sobre estas líneas, de izquierda a derecha, ‘Desnudo de pie muy arqueado’, 1906, Museo d’Orsay, París; ‘Crucifijo de altar. Capilla del Rosario de Vence’, 1949, Museo Matisse de Niza, y ‘Rama de hiedra’, 1916. Kunsthaus de Zúrich © Succession H. Matisse, Vegap, 2024Al fondo de la sala, un precioso crucifijo de altar que hizo para la capilla del Rosario de Vence , su testamento artístico. Visita obligada para los amantes del arte, es un lugar muy especial, una obra maestra total: dibujo, escultura, arquitectura… A ella se dedicó en cuerpo y alma en sus últimos años, entre 1947 y 1952, ya enfermo. La concibió como una síntesis de su carrera . Diseñó toda la capilla: las vidrieras, el mobiliario, los hábitos de los sacerdotes… y el crucifijo del altar de piedra que se exhibe en la muestra. Es una de sus últimas esculturas. «Esta capilla es para mí la culminación de toda una vida de trabajo y el florecimiento de un esfuerzo enorme, sincero y difícil. Una obra para la que he sido elegido por el destino al final de mi recorrido», decía Matisse. Precioso también el montaje de la sala dedicada a los retratos . En el centro, tres de los cinco que hizo de Jeannette (Jeanne Vaderin, vecina y modelo), otros tantos de Henriette (Henriette Darricarrère fue bailarina y una de sus modelos favoritas, que posó para sus codiciadas odaliscas) y tres más de su hija Marguerite (fruto de su relación con Caroline Joblaud). Ésta comenzó a posar para su padre a los 6 o 7 años, y a los 12 ya era su asistente y modelo. Además, dos medallones en bajorrelieve, de 1894, que son las primeras esculturas conocidas de Matisse. La muestra se cierra con un apartado sobre sus motivos y variaciones, donde destaca el óleo ‘Rama de hiedra’, de 1916 , préstamo de la Kunsthaus de Zúrich, que Matisse pintó durante la Primera Guerra Mundial. No se considera un bodegón, sino el retrato de una hiedra, en colores ocres y tierras. El cuadro fue confiscado por los nazis a su propietario, el empresario francés Alphonse Kanny. En 1947 le fue devuelto, un año antes de su muerte.Matisse vs. Miró Arriba, ‘Oceanía, el cielo’ (1946-1947), de Matisse. Museo Matisse, Niza. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Las calabazas’ (1915-1916), de Matisse. MoMA, Nueva York. A la derecha, ‘Naturaleza muerta. Interior rojo de Venecia’ (1946). Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica, Bruselas Succession H. MatissePonemos rumbo a Barcelona. La Fundación Miró explora, del 25 de octubre al 9 de febrero de 2025, la relación entre Matisse y el artista catalán -dos de los artistas más importantes del siglo XX, que revolucionaron el arte con nuevas maneras de representar el mundo- en una exposición producida junto con el Museo Matisse de Niza, donde ya se vio antes, y con el patrocinio de la Fundación BBVA . Una historia de amistad y admiración mutuas que comenzó en París en los años 30, gracias a Pierre Matisse , hijo menor del artista francés y reputado marchante de arte. Desde 1934 representó a Joan Miró y jugó un papel decisivo en su difusión en Estados Unidos. Los vemos juntos en una imagen tomada hacia 1936 en el café Les Deux Magots de la capital francesa, que abre la muestra.A priori, Miró y Matisse no parecían destinados a encontrarse. Pertenecen a d os generaciones distintas (el francés era 23 años mayor que el español; el primero nació en 1869; el segundo, en 1893), y ni siquiera compartían gustos estéticos. Mientras Matisse se asociaba al fauvismo y su colorida pintura destilaba una estética decorativa -usaba el color para expresar emociones profundas-, Miró coqueteaba con el s urrealismo y se planteaba asesinar la pintura, llegando a crear un lenguaje visual único de signos y símbolos. Pero la exposición quiere romper clichés y demostrar que ambos artistas estaban más cerca de lo que podría pensarse: ambos poseen una actitud crítica muy marcada, deconstruyeron una tradición y cuestionaron las normas establecidas. También compartieron una pasión mediterránea: Matisse estuvo en Colliure , donde nació el fauvismo en 1905, pero se instaló definitivamente en Niza. Miró, en Mont-roig .Miró vs. Matisse Arriba, ‘Cambrils, la playa’ (1917), de Joan Miró. Colección Nahmad. Sobre estas líneas, a la izquierda, ‘Naturaleza muerta II (la lámpara de carburo)’, 1922-1923, de Joan Miró. MoMA, Nueva York. A la derecha, ‘Pintura (El guante blanco)’, 1925, de Joan Miró. Fundación Miró de Barcelona © Sucesión Miró, 2024El comisario, Rémi Labrousse , ha planteado en ‘MiróMatisse. Más allá de las imágenes’ un cruce de miradas , un diálogo inédito -es una relación inexplorada- entre ellos a través de sus obras: hay préstamos de importantes colecciones públicas y privadas y la aportación de las familias de ambos artistas. Pero Lebrousse no habla de influencias de uno hacia el otro: « No hay un maestro y un discípulo . Uno no imita al otro. Hay un estímulo recíproco , energías compartidas, pero cada uno sigue su propio camino». La exposición confronta sus paisajes, naturalezas muertas, retratos, ilustraciones para libros, textiles, maquetas para vidrieras y sus grandes composiciones apaisadas. Hay postales y fotografías. Entre los préstamos de Matisse, estudios y bocetos para ‘La danza’, una de sus cotizadas odaliscas y piezas para la capilla del Rosario en Vence. Matisse le confesaba al poeta Louis Aragon su admiración por Miró hacia 1942: «Estábamos hablando de pintores contemporáneos y le pregunté a quien consideraba, aparte de a Picasso, un pintor de verdad. Dijo el nombre de Bonnard y luego, sin detenerse: Miró. Sí, Miró, porque puede representar cualquier cosa en su lienzo. Pero si en un punto determinado ha colocado una mancha roja, puedes estar seguro de que es ahí, y no en ningún otro lugar, donde debe estar. Quítala y el cuadro se cae». Solía Matisse referirse a Miró como ‘un pintor de verdad’ . Admiraba de él su precisión en el uso del color y la forma. Cuando Matisse atravesó una crisis creativa en los años 30, recurrió al trabajo de Miró y halló en él la inspiración para seguir adelante. Por su parte, el artista español consideraba al francés una figura de referencia, « un grandísimo pintor» . Deseaba crear obras con espíritu fauve dentro de la poesía «más brutales» que las del propio Matisse, de quien toma la intensidad cromática y la energía vital.
Las fundaciones Canal de Madrid y Miró de Barcelona abordan su producción más íntima (esculturas y dibujos) y un cara a cara con el artista catalán, respectivamente, en sendas exposiciones
Una de las salas de la Fundación Canal con las esculturas de Matisse Efe
Afrontamos el reto de visitar en menos de 24 horas dos exposiciones de Henri Matisse (1869-1954), una en Madrid y otra en Barcelona. La ocasión lo merece. No son frecuentes los préstamos de obras del artista francés, el único al que Picasso se …
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de cultura