Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quieren suscribirse, pueden hacerlo en este enlace.
Se olvidan de sus investiduras y, por momentos, parecen adolescentes con crisis de masculinidad. Los líderes de la ultraderecha y los tecnomagnates proyectan su odio en mujeres jóvenes y talentosas, y exhiben su machismo en redes sin pudor alguno.
Hay una figura que los saca de quicio y resulta que es mujer, joven, exitosa, carismática, progresista, woke. Estos señores responden con matoneo, porque se les salen del molde, mueven masas, no les tienen miedo. Es lo que ocurre con Lali Espósito, la cantante argentina que ofusca a Javier Milei. La pelea quedó zanjada a partir del avance electoral de La libertad Avanza (el partido presidencial), en agosto de 2023. Entonces, Lali publicó en su cuenta de X: “Qué peligroso, qué triste”. En noviembre de ese mismo año, él fue elegido presidente.
El año pasado, la llamó “Lali depósito”, por participar en eventos de carácter público, como el mítico festival Cosquín Rock. A las críticas por enfrascarse en una discusión con una figura del espectáculo, el mandatario contestó que ella había empezado y que estaba en su derecho de defenderse. “No tengo nada contra los artistas, pero si para vivir del arte necesitás fondos del estado, sos un empleado público, y si hacés política, sos un instrumento de propaganda política”. La acusó de hacer play back, e incluso, muy a su estilo, publicó una imagen de IA en la que Lali lleva una bolsa de dinero mientras es perseguida por un grupo de niños desnutridos —que simbolizaban a chicos pobres del Chaco—, a los que, según su interpretación, perjudica. De sus burlas, Lali —que se enteró por TV—, le dijo a Leila Guerriero en su perfil publicado en EL PAÍS que “es una imagen muy Black Mirror”.
El libertario la tildó de parásito y después metió en la misma bolsa a la cantante María Becerra, por criticar al Gobierno durante la emergencia de los incendios forestales en la Patagonia argentina. El hostigamiento continuó con juegos de palabras a partir de sus nombres, y que hacen alusión a transacciones bancarias: “Ladri depósito” y “María BCRA”(usando las siglas del Banco Central de la República).
Lali —después de escribirle una carta como ciudadana en la que le pedía que se enfocara en gobernar para todos los argentinos—, le contestó de la mejor forma: con música. El año pasado lanzó su sencillo Fanático, que trata sobre la obsesión no reconocida de un hombre por su figura, y el malestar que provoca, en la masculinidad frágil, una mujer empoderada. El tema tomó tanta fuerza que se convirtió en bandera de la marcha por el orgullo antifascista que tuvo lugar a comienzos de febrero, luego de las declaraciones homofóbicas del mandatario en la Convención de Davos.
Es curioso que justo la acuse de ser parásito a una mujer que trabaja desde que era niña y que se ha ganado lo que tiene con el esfuerzo de más de dos décadas dedicadas al showbusiness. Aunque su carrera empezó como una de las cachorras de la camada de Cris Morena —la famosa creadora de series como Chiquititas y Floricienta—, el tiempo la fue llevando por lados más combativos. En 2020, se manifestó en favor de la ley por el aborto legal: “Recibí mi primer hate [odio] con la Ley del aborto: había carteles con mi cara que decían “Asesina matabebés”. En adelante, no se ha callado sus opiniones en favor de la comunidad LGBTIQ+, así como otras cuestiones de género, y por eso es el blanco de los libertarios mileistas.
Hace un tiempo, se conoció que el mandatario borró los posts relacionados con la cantante. Al parecer, son la respuesta a una petición judicial para que no pueda nombrarla más en redes, lo que le obligó a eliminar todas las publicaciones con las descalificaciones.
Trump vs. Taylor Swift
En Estados Unidos, la cosa no es muy diferente. Taylor Swift es la artista favorita de la Generación Z, otra mujer tachada como progre que siempre está lista para amargarles la fiesta a los rancios de turno. El año pasado, medios internacionales titularon “¿Por qué Trump le tiene miedo a la cantante estadounidense?”.
El hombre que promueve el Make America Great Again encontró en ella el objetivo famoso femenino perfecto. Su apoyo al partido demócrata es público desde hace años, e incluso llegaron a tildarla de infiltrada del Pentágono para impulsar la agenda woke. La cantante ha criticado el discurso de supremacía blanca. “Somos una democracia —o al menos se supone que lo somos— donde puedes disentir, debatir, tener diferencias», dijo en 2019. “Donald Trump cree que esto es una autocracia”. Pero la declaración de guerra llegó cuando la cantante decidió hacer público su apoyo a Kamala Harris, generando en Trump una reacción violenta. “Odio a Taylor Swift”, escribió en mayúsculas en su cuenta de X. Por su parte, Elon Musk publicó: “Puedo darte un hijo y cuidarte los gatos”. Un mensaje sexista que usa la expresión “catlady”, o señora de gatos, y a la que antes se han referido otros republicanos, como el vicepresidente J. D. Vance para hablar de las mujeres que no tienen hijos.
El descenso en la natalidad a nivel global es un tema que, por cierto, le preocupa mucho al magnate tecnológico y está en primer lugar de la agenda republicana. Incluso Trump, durante un evento reciente que hacía parte de la conmemoración por el mes de la Historia de las Mujeres, se anunció como el presidente de la fertilización. En febrero, después del Super Bowl, aprovechó para ridiculizar a la cantante: “La única que tuvo una noche más dura que los Kansas City Cheafs fue Taylor Swift. La echaron del estadio con abucheos. MAGA es implacable”.
Con el avance de estos discursos, el panorama no hace más que ensombrecerse. En medio del pánico arancelario, la alerta de guerra en Europa, amenazas de ataques epidemiológicos y cibernéticos, las voces de liderazgo femenino resuenan cada vez más fuerte. Olivia Rodrigo es otra figura pop, que a sus cortos 21 años ya moviliza recursos a través de su Fundación Fund 4 Good para apoyar los derechos reproductivos de niñas y adolescentes, y luchar contra la violencia de género. Cantantes como Billie Eilish y Sabrina Carpenter también han plantado cara a los ataques machistas; y la cantante británica Paris Paloma, con su canción Labour, lanzada en 2023, ha reunido a las nuevas generaciones en torno al que es ya todo un himno feminista.
Como dijo Rosa Montero en su columna en EPS: “Los matones del colegio han sido nombrados directores del centro”. Por eso, con más ganas, celebramos que al juego misógino se le conteste con líricas inteligentes. Que sean ellas las que sigan esparciéndose sin control por las redes sociales.
Nuestras historias recomendadas de la semana:
¡Muchas gracias por acompañarnos y hasta el próximo lunes! (Si les han enviado esta newsletter y quieren suscribirse para recibirlo en su correo, pueden hacerlo aquí).
El ‘bullying’ de gobernantes de ultraderecha no las detiene. Con su música dejan un mensaje poderoso: las mujeres no vamos a retroceder ni un paso
Esta es la versión web de Americanas, la newsletter de EL PAÍS América en el que aborda noticias e ideas con perspectiva de género. Si quieren suscribirse, pueden hacerlo en este enlace.
Se olvidan de sus investiduras y, por momentos, parecen adolescentes con crisis de masculinidad. Los líderes de la ultraderecha y los tecnomagnates proyectan su odio en mujeres jóvenes y talentosas, y exhiben su machismo en redes sin pudor alguno.
Hay una figura que los saca de quicio y resulta que es mujer, joven, exitosa, carismática, progresista, woke. Estos señores responden con matoneo, porque se les salen del molde, mueven masas, no les tienen miedo. Es lo que ocurre con Lali Espósito, la cantante argentina que ofusca a Javier Milei. La pelea quedó zanjada a partir del avance electoral de La libertad Avanza (el partido presidencial), en agosto de 2023. Entonces, Lali publicó en su cuenta de X: “Qué peligroso, qué triste”. En noviembre de ese mismo año, él fue elegido presidente.
El año pasado, la llamó “Lali depósito”, por participar en eventos de carácter público, como el mítico festival Cosquín Rock. A las críticas por enfrascarse en una discusión con una figura del espectáculo, el mandatario contestó que ella había empezado y que estaba en su derecho de defenderse. “No tengo nada contra los artistas, pero si para vivir del arte necesitás fondos del estado, sos un empleado público, y si hacés política, sos un instrumento de propaganda política”. La acusó de hacer play back, e incluso, muy a su estilo, publicó una imagen de IA en la que Lali lleva una bolsa de dinero mientras es perseguida por un grupo de niños desnutridos —que simbolizaban a chicos pobres del Chaco—, a los que, según su interpretación, perjudica. De sus burlas, Lali —que se enteró por TV—, le dijo a Leila Guerriero en su perfil publicado en EL PAÍS que “es una imagen muy Black Mirror”.
El libertario la tildó de parásito y después metió en la misma bolsa a la cantante María Becerra, por criticar al Gobierno durante la emergencia de los incendios forestales en la Patagonia argentina. El hostigamiento continuó con juegos de palabras a partir de sus nombres, y que hacen alusión a transacciones bancarias: “Ladri depósito” y “María BCRA”(usando las siglas del Banco Central de la República).

Lali —después de escribirle una carta como ciudadana en la que le pedía que se enfocara en gobernar para todos los argentinos—, le contestó de la mejor forma: con música. El año pasado lanzó su sencillo Fanático, que trata sobre la obsesión no reconocida de un hombre por su figura, y el malestar que provoca, en la masculinidad frágil, una mujer empoderada. El tema tomó tanta fuerza que se convirtió en bandera de la marcha por el orgullo antifascista que tuvo lugar a comienzos de febrero, luego de las declaraciones homofóbicas del mandatario en la Convención de Davos.
Es curioso que justo la acuse de ser parásito a una mujer que trabaja desde que era niña y que se ha ganado lo que tiene con el esfuerzo de más de dos décadas dedicadas al showbusiness. Aunque su carrera empezó como una de las cachorras de la camada de Cris Morena —la famosa creadora de series como Chiquititas y Floricienta—, el tiempo la fue llevando por lados más combativos. En 2020, se manifestó en favor de la ley por el aborto legal: “Recibí mi primer hate [odio] con la Ley del aborto: había carteles con mi cara que decían “Asesina matabebés”. En adelante, no se ha callado sus opiniones en favor de la comunidad LGBTIQ+, así como otras cuestiones de género, y por eso es el blanco de los libertarios mileistas.
Hace un tiempo, se conoció que el mandatario borró los posts relacionados con la cantante. Al parecer, son la respuesta a una petición judicial para que no pueda nombrarla más en redes, lo que le obligó a eliminar todas las publicaciones con las descalificaciones.
Trump vs. Taylor Swift
En Estados Unidos, la cosa no es muy diferente. Taylor Swift es la artista favorita de la Generación Z, otra mujer tachada como progre que siempre está lista para amargarles la fiesta a los rancios de turno. El año pasado, medios internacionales titularon “¿Por qué Trump le tiene miedo a la cantante estadounidense?”.
El hombre que promueve el Make America Great Again encontró en ella el objetivo famoso femenino perfecto. Su apoyo al partido demócrata es público desde hace años, e incluso llegaron a tildarla de infiltrada del Pentágono para impulsar la agenda woke. La cantante ha criticado el discurso de supremacía blanca. “Somos una democracia —o al menos se supone que lo somos— donde puedes disentir, debatir, tener diferencias», dijo en 2019. “Donald Trump cree que esto es una autocracia”. Pero la declaración de guerra llegó cuando la cantante decidió hacer público su apoyo a Kamala Harris, generando en Trump una reacción violenta. “Odio a Taylor Swift”, escribió en mayúsculas en su cuenta de X. Por su parte, Elon Musk publicó: “Puedo darte un hijo y cuidarte los gatos”. Un mensaje sexista que usa la expresión “catlady”, o señora de gatos, y a la que antes se han referido otros republicanos, como el vicepresidente J. D. Vance para hablar de las mujeres que no tienen hijos.

El descenso en la natalidad a nivel global es un tema que, por cierto, le preocupa mucho al magnate tecnológico y está en primer lugar de la agenda republicana. Incluso Trump, durante un evento reciente que hacía parte de la conmemoración por el mes de la Historia de las Mujeres, se anunció como el presidente de la fertilización. En febrero, después del Super Bowl, aprovechó para ridiculizar a la cantante: “La única que tuvo una noche más dura que los Kansas City Cheafs fue Taylor Swift. La echaron del estadio con abucheos. MAGA es implacable”.
Con el avance de estos discursos, el panorama no hace más que ensombrecerse. En medio del pánico arancelario, la alerta de guerra en Europa, amenazas de ataques epidemiológicos y cibernéticos, las voces de liderazgo femenino resuenan cada vez más fuerte. Olivia Rodrigo es otra figura pop, que a sus cortos 21 años ya moviliza recursos a través de su Fundación Fund 4 Good para apoyar los derechos reproductivos de niñas y adolescentes, y luchar contra la violencia de género. Cantantes como Billie Eilish y Sabrina Carpenter también han plantado cara a los ataques machistas; y la cantante británica Paris Paloma, con su canción Labour, lanzada en 2023, ha reunido a las nuevas generaciones en torno al que es ya todo un himno feminista.
Como dijo Rosa Montero en su columna en EPS: “Los matones del colegio han sido nombrados directores del centro”. Por eso, con más ganas, celebramos que al juego misógino se le conteste con líricas inteligentes. Que sean ellas las que sigan esparciéndose sin control por las redes sociales.
Nuestras historias recomendadas de la semana:

Más allá de las denuncias contra varios de los hombres más cercanos al presidente, nuevos casos surgen en una olea creciente.

La sentencia afecta al modo en que debe interpretarse la Ley de Igualdad de 2010, y supone una victoria para las organizaciones que rechazan la inclusión como mujer de las personas trans.

La abogada de una de las víctimas denuncia que Miguel Cortés, fallecido en prisión, consiguió llamar por teléfono desde el penal y decirles que no se arrepentía de nada.

Decenas de mujeres rurales de entre 16 y 67 años han recibido un taller gratuito para romper roles de género y generar ingresos en un país donde el 47% sufre violencia económica.

El conflicto ha provocado una huida masiva a países como Sudán del Sur. Allí, en pueblos fronterizos como Atham, algunas mujeres vuelven a sus hogares a recuperar bienes que abandonaron.

En su última película, la actriz, de 60 años, interpreta a la madre de Ernesto Alterio, de 54 años. No es la única que desafía a la biología en pantalla
¡Muchas gracias por acompañarnos y hasta el próximo lunes! (Si les han enviado esta newsletter y quieren suscribirse para recibirlo en su correo, pueden hacerlo aquí).
EL PAÍS