Björn Andrésen, el actor y músico sueco que se ganó un lugar de honor en el imaginario cinematográfico en 1971 con el rostro angelical de Tadzio en ‘ Muerte en Venecia ‘, la mítica película de Luchino Visconti basada en la novela de Thomas Mann , ha muerto a los 70 años. El director italiano le otorgó el título de «el chico más bello del mundo» , una etiqueta que se transformó rápidamente en una pesada carga. Nacido en Estocolmo en 1955, Andrésen tenía 15 años cuando Visconti lo eligió por su delicada apariencia, capaz de reflejar la pureza y la tragedia del personaje que iba a interpretar: Tadzio , el chico polaco con el que el protagonista mayor de la película, Gustav von Aschenbach (interpretado por Dirk Bogarde), se obsesiona y se enamora perdidamente.Noticia Relacionada estandar Si La muerte de Claudia Cardinale, actriz y emblema de italianidad y libertad, sacude a la cultura italiana Ángel Gómez Fuentes Del recuerdo de «Il Gattopardo» al mito popular de televisiones, cinematecas y festivales, un país entero revisita su propia historia a través de su sonrisaTadzio representó para Andrésen mucho más que un simple papel: se convirtió en un símbolo mundial que lo definió a lo largo de su vida. Sin embargo, la fama le creó también un problema, ya que no logró deshacerse de la etiqueta que Visconti le impuso. En varias entrevistas, Andrésen explicó cómo el papel de Tadzio lo dejó marcado, expresando que se sentía como « un animal exótico en una jaula ». Aunque en principio la fama lo catapultó a la cima, rápidamente sintió que esa imagen inalcanzable no reflejaba su verdadera personalidad. De hecho, el actor confesó, en una entrevista, en el 2003, que si Visconti estuviera vivo, le diría «que se vaya al diablo» , como muestra de su resentimiento por haberlo expuesto a una vida de expectativas que no eligió.Determinado a sacudirse la etiqueta de «chico bello» y a desvincularse de los rumores sobre su sexualidad, Andrésen evitó sistemáticamente roles que se centraran en su aspecto físico. Su indignación estalló de nuevo cuando la escritora feminista Germaine Greer utilizó una de sus fotografías en la cubierta de su libro ‘El chico. El efebo en las artes’ (2003) sin su consentimiento, perpetuando esa imagen que tanto quería dejar atrás.Vida entre Japón y tragediaSu vida estuvo marcada por tragedias personales. A temprana edad perdió a su padre en un accidente, y cuando tenía solo diez años, su madre se suicidó, un trauma que Andrésen nunca superó completamente. En 1986, la muerte de su hijo Elvin, quien falleció a solo nueve meses debido al síndrome de muerte súbita infantil , supuso otro golpe devastador para el actor.A pesar del éxito mundial, Andrésen intentó escapar de la imagen de «chico bello» que lo perseguía. Después de ‘Muerte a Venecia’ , evitó papeles que aprovecharan su aspecto físico y se alejó del cine, buscando refugio en la música. En Japón, donde grabó y actuó con la banda Sven Erics , alcanzó una carrera como cantante pop, siendo considerado una estrella de la música en el país. Su rostro trascendió el cine para inspirar a la autora de manga, Riyoko Ikeda (creadora de historietas japonesas), en la creación de Lady Oscar, la heroína andrógina del famoso manga japonés ‘ La Rosa de Versalles ‘, asegurando su inmortalidad estética en otra cultura.A pesar de su reticencia a vivir de la gloria pasada, Andrésen mantuvo una modesta carrera que abarcó más de treinta títulos, sobre todo en Suecia. Sorprendentemente, regresó al primer plano del cine mundial en 2019, apareciendo irreconocible, con barba y cabellos largos, en la película de terror ‘Midsommar’ , dirigida por Ari Aster . Se mostraba a un hombre marcado por el paso del tiempo, pero también por su legado como un ícono del cine que jamás pudo desprenderse de su etiqueta de belleza.Noticia Relacionada festival de Cannes estandar Si ‘Eddington’ le baja un poquito los humos al outsider favorito Ari Aster Oti Rodríguez Marchante Seguro que el Festival de Cannes y el jurado tenían la esperanza de endosarle una Palma de Oro al director, tan de moda, pero no se lo ha puesto fácilReconciliación con el pasadoA lo largo de su vida, Andrésen luchó con la sobreexposición mediática, el alcoholismo y la depresión. No obstante, en los últimos años logró encontrar una forma de reconciliarse con su pasado gracias al documental ‘ El chico más bello del mundo ‘, de 2021. Dirigido por Kristian Petri y Kristina Lindström, relataba su historia de sufrimiento y resiliencia. El film, premiado en Sundance Film Festival, de Estados Unidos, y ganador del Prix Europa, mostró al mundo a un hombre digno que luchaba por vivir, un sobreviviente marcado por el mito. El codirector, Kristian Petri, quien lo conocía desde hacía décadas, resumió su destino: «Para mi generación, ‘Muerte en Venecia’ y ese apodo eran un símbolo. Björn nunca logró liberarse de él: siempre estuvo ahí, para bien o para mal ». Al final, Björn Andrésen fue mucho más que el rostro angelical de Tadzio. Fue un actor, músico, padre y, en cierta forma, víctima involuntaria de una belleza glorificada que lo convirtió en un icono global. Björn Andrésen deja a su hija, Robine, y el recuerdo eterno de un rostro que el mundo del cine nunca pudo ni quiso olvidar. Björn Andrésen, el actor y músico sueco que se ganó un lugar de honor en el imaginario cinematográfico en 1971 con el rostro angelical de Tadzio en ‘ Muerte en Venecia ‘, la mítica película de Luchino Visconti basada en la novela de Thomas Mann , ha muerto a los 70 años. El director italiano le otorgó el título de «el chico más bello del mundo» , una etiqueta que se transformó rápidamente en una pesada carga. Nacido en Estocolmo en 1955, Andrésen tenía 15 años cuando Visconti lo eligió por su delicada apariencia, capaz de reflejar la pureza y la tragedia del personaje que iba a interpretar: Tadzio , el chico polaco con el que el protagonista mayor de la película, Gustav von Aschenbach (interpretado por Dirk Bogarde), se obsesiona y se enamora perdidamente.Noticia Relacionada estandar Si La muerte de Claudia Cardinale, actriz y emblema de italianidad y libertad, sacude a la cultura italiana Ángel Gómez Fuentes Del recuerdo de «Il Gattopardo» al mito popular de televisiones, cinematecas y festivales, un país entero revisita su propia historia a través de su sonrisaTadzio representó para Andrésen mucho más que un simple papel: se convirtió en un símbolo mundial que lo definió a lo largo de su vida. Sin embargo, la fama le creó también un problema, ya que no logró deshacerse de la etiqueta que Visconti le impuso. En varias entrevistas, Andrésen explicó cómo el papel de Tadzio lo dejó marcado, expresando que se sentía como « un animal exótico en una jaula ». Aunque en principio la fama lo catapultó a la cima, rápidamente sintió que esa imagen inalcanzable no reflejaba su verdadera personalidad. De hecho, el actor confesó, en una entrevista, en el 2003, que si Visconti estuviera vivo, le diría «que se vaya al diablo» , como muestra de su resentimiento por haberlo expuesto a una vida de expectativas que no eligió.Determinado a sacudirse la etiqueta de «chico bello» y a desvincularse de los rumores sobre su sexualidad, Andrésen evitó sistemáticamente roles que se centraran en su aspecto físico. Su indignación estalló de nuevo cuando la escritora feminista Germaine Greer utilizó una de sus fotografías en la cubierta de su libro ‘El chico. El efebo en las artes’ (2003) sin su consentimiento, perpetuando esa imagen que tanto quería dejar atrás.Vida entre Japón y tragediaSu vida estuvo marcada por tragedias personales. A temprana edad perdió a su padre en un accidente, y cuando tenía solo diez años, su madre se suicidó, un trauma que Andrésen nunca superó completamente. En 1986, la muerte de su hijo Elvin, quien falleció a solo nueve meses debido al síndrome de muerte súbita infantil , supuso otro golpe devastador para el actor.A pesar del éxito mundial, Andrésen intentó escapar de la imagen de «chico bello» que lo perseguía. Después de ‘Muerte a Venecia’ , evitó papeles que aprovecharan su aspecto físico y se alejó del cine, buscando refugio en la música. En Japón, donde grabó y actuó con la banda Sven Erics , alcanzó una carrera como cantante pop, siendo considerado una estrella de la música en el país. Su rostro trascendió el cine para inspirar a la autora de manga, Riyoko Ikeda (creadora de historietas japonesas), en la creación de Lady Oscar, la heroína andrógina del famoso manga japonés ‘ La Rosa de Versalles ‘, asegurando su inmortalidad estética en otra cultura.A pesar de su reticencia a vivir de la gloria pasada, Andrésen mantuvo una modesta carrera que abarcó más de treinta títulos, sobre todo en Suecia. Sorprendentemente, regresó al primer plano del cine mundial en 2019, apareciendo irreconocible, con barba y cabellos largos, en la película de terror ‘Midsommar’ , dirigida por Ari Aster . Se mostraba a un hombre marcado por el paso del tiempo, pero también por su legado como un ícono del cine que jamás pudo desprenderse de su etiqueta de belleza.Noticia Relacionada festival de Cannes estandar Si ‘Eddington’ le baja un poquito los humos al outsider favorito Ari Aster Oti Rodríguez Marchante Seguro que el Festival de Cannes y el jurado tenían la esperanza de endosarle una Palma de Oro al director, tan de moda, pero no se lo ha puesto fácilReconciliación con el pasadoA lo largo de su vida, Andrésen luchó con la sobreexposición mediática, el alcoholismo y la depresión. No obstante, en los últimos años logró encontrar una forma de reconciliarse con su pasado gracias al documental ‘ El chico más bello del mundo ‘, de 2021. Dirigido por Kristian Petri y Kristina Lindström, relataba su historia de sufrimiento y resiliencia. El film, premiado en Sundance Film Festival, de Estados Unidos, y ganador del Prix Europa, mostró al mundo a un hombre digno que luchaba por vivir, un sobreviviente marcado por el mito. El codirector, Kristian Petri, quien lo conocía desde hacía décadas, resumió su destino: «Para mi generación, ‘Muerte en Venecia’ y ese apodo eran un símbolo. Björn nunca logró liberarse de él: siempre estuvo ahí, para bien o para mal ». Al final, Björn Andrésen fue mucho más que el rostro angelical de Tadzio. Fue un actor, músico, padre y, en cierta forma, víctima involuntaria de una belleza glorificada que lo convirtió en un icono global. Björn Andrésen deja a su hija, Robine, y el recuerdo eterno de un rostro que el mundo del cine nunca pudo ni quiso olvidar.
Björn Andrésen, el actor y músico sueco que se ganó un lugar de honor en el imaginario cinematográfico en 1971 con el rostro angelical de Tadzio en ‘Muerte en Venecia‘, la mítica película de Luchino Visconti basada en la novela de Thomas Mann, … ha muerto a los 70 años. El director italiano le otorgó el título de «el chico más bello del mundo», una etiqueta que se transformó rápidamente en una pesada carga. Nacido en Estocolmo en 1955, Andrésen tenía 15 años cuando Visconti lo eligió por su delicada apariencia, capaz de reflejar la pureza y la tragedia del personaje que iba a interpretar: Tadzio, el chico polaco con el que el protagonista mayor de la película, Gustav von Aschenbach (interpretado por Dirk Bogarde), se obsesiona y se enamora perdidamente.
Tadzio representó para Andrésen mucho más que un simple papel: se convirtió en un símbolo mundial que lo definió a lo largo de su vida. Sin embargo, la fama le creó también un problema, ya que no logró deshacerse de la etiqueta que Visconti le impuso. En varias entrevistas, Andrésen explicó cómo el papel de Tadzio lo dejó marcado, expresando que se sentía como «un animal exótico en una jaula». Aunque en principio la fama lo catapultó a la cima, rápidamente sintió que esa imagen inalcanzable no reflejaba su verdadera personalidad. De hecho, el actor confesó, en una entrevista, en el 2003, que si Visconti estuviera vivo, le diría «que se vaya al diablo», como muestra de su resentimiento por haberlo expuesto a una vida de expectativas que no eligió.
Determinado a sacudirse la etiqueta de «chico bello» y a desvincularse de los rumores sobre su sexualidad, Andrésen evitó sistemáticamente roles que se centraran en su aspecto físico. Su indignación estalló de nuevo cuando la escritora feminista Germaine Greer utilizó una de sus fotografías en la cubierta de su libro ‘El chico. El efebo en las artes’ (2003) sin su consentimiento, perpetuando esa imagen que tanto quería dejar atrás.
Vida entre Japón y tragedia
Su vida estuvo marcada por tragedias personales. A temprana edad perdió a su padre en un accidente, y cuando tenía solo diez años, su madre se suicidó, un trauma que Andrésen nunca superó completamente. En 1986, la muerte de su hijo Elvin, quien falleció a solo nueve meses debido al síndrome de muerte súbita infantil, supuso otro golpe devastador para el actor.
A pesar del éxito mundial, Andrésen intentó escapar de la imagen de «chico bello» que lo perseguía. Después de ‘Muerte a Venecia’, evitó papeles que aprovecharan su aspecto físico y se alejó del cine, buscando refugio en la música. En Japón, donde grabó y actuó con la banda Sven Erics, alcanzó una carrera como cantante pop, siendo considerado una estrella de la música en el país.
Su rostro trascendió el cine para inspirar a la autora de manga, Riyoko Ikeda (creadora de historietas japonesas), en la creación de Lady Oscar, la heroína andrógina del famoso manga japonés ‘La Rosa de Versalles‘, asegurando su inmortalidad estética en otra cultura.
A pesar de su reticencia a vivir de la gloria pasada, Andrésen mantuvo una modesta carrera que abarcó más de treinta títulos, sobre todo en Suecia. Sorprendentemente, regresó al primer plano del cine mundial en 2019, apareciendo irreconocible, con barba y cabellos largos, en la película de terror ‘Midsommar’, dirigida por Ari Aster. Se mostraba a un hombre marcado por el paso del tiempo, pero también por su legado como un ícono del cine que jamás pudo desprenderse de su etiqueta de belleza.
Reconciliación con el pasado
A lo largo de su vida, Andrésen luchó con la sobreexposición mediática, el alcoholismo y la depresión. No obstante, en los últimos años logró encontrar una forma de reconciliarse con su pasado gracias al documental ‘El chico más bello del mundo‘, de 2021. Dirigido por Kristian Petri y Kristina Lindström, relataba su historia de sufrimiento y resiliencia. El film, premiado en Sundance Film Festival, de Estados Unidos, y ganador del Prix Europa, mostró al mundo a un hombre digno que luchaba por vivir, un sobreviviente marcado por el mito. El codirector, Kristian Petri, quien lo conocía desde hacía décadas, resumió su destino: «Para mi generación, ‘Muerte en Venecia’ y ese apodo eran un símbolo. Björn nunca logró liberarse de él: siempre estuvo ahí, para bien o para mal». Al final, Björn Andrésen fue mucho más que el rostro angelical de Tadzio. Fue un actor, músico, padre y, en cierta forma, víctima involuntaria de una belleza glorificada que lo convirtió en un icono global. Björn Andrésen deja a su hija, Robine, y el recuerdo eterno de un rostro que el mundo del cine nunca pudo ni quiso olvidar.
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