Crítica de teatro ‘Música para Hitler’ Autores Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano Dirección Juan Carlos Rubio Escenografía Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer Vestuario Pier Paolo Álvaro Iluminación José Manuel Guerra Intérpretes Carlos Hipólito, Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla Lugar Teatros del Canal, Madrid 3El violonchelista Pau Casals , refugiado desde el final de la guerra civil en Prades, un pueblo de la frontera sur francesa, recibe la visita inesperada de un teniente alemán nazi. En medio de la conversación el teniente le transmite el deseo de Hitler de que toque para él en Berlín. Francia vive bajo el terror de la ocupación, un escenario que sirve aquí para plantear el dilema que vertebra toda la obra: si el arte, en concreto la música, puede ser ajeno al avance de la barbarie y el mal o, por el contrario, deben convertirse en un muro de resistencia ética. ‘ Música para Hitler ‘ hace un retrato de la integridad moral de Pau Casals , de su compromiso con la libertad incluso aunque ello pueda poner en riesgo su vida. Para él a las encrucijadas históricas tanto del franquismo como del nazismo había que responder sin medias tintas. Pero la obra, no siendo desdeñable del todo, resulta demasiado plana, sin profundidad, o por lo menos sin la carga dramática suficiente que profundice en los conflictos que plantea. No hace falta, por ejemplo, hacer de las Suites de Bach una coartada argumental ni temática, forzar para ello su significado y su naturaleza musical.Noticia Relacionada estandar No «Siñir Din Pibli Chisils»: Pau Casals, a través de sus cartas Julio Bravo Anna Dalmau y Anna Mora han reunido en un libro la correspondencia de Pau Casals, que es, dicen, el «retrato biográfico de un siglo» a través de los ojos del músicoSu excesiva simplificación (como si se tratara de un guión televisivo) hace que todo en ‘Música para Hitler’ resulte demasiado previsible. La grandeza ética y psicológica de Pau Casals daban para más y el conflicto de estos personajes en medio del contexto histórico de 1943, también. El mano a mano entre Casals y el teniente alemán es ágil, retrata muy bien a ambos, pero cuando el teniente, antiguo cellista, le pide una lección a Casals todo vuelve a forzarse, en concreto cuando se establece un paralelismo entre el carácter policial o militar del teniente y su manera de interpretar la música. Quiero decir con esto que es una obra cuyas ideas morales, cuyo ejemplo moral están por encima de la aventura estética en que debe convertirse una obra de teatro. Y esa es la lástima y mi queja mayor, haber optado por el camino más fácil, menos problemático, reducir en exceso a Pau Casals, reducir en exceso a Bach para que el público pueda deleitarlos. Menos mal que Carlos Hipólito y el resto del elenco merecen nuestra mejor consideración y nuestro aplauso. Crítica de teatro ‘Música para Hitler’ Autores Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano Dirección Juan Carlos Rubio Escenografía Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer Vestuario Pier Paolo Álvaro Iluminación José Manuel Guerra Intérpretes Carlos Hipólito, Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla Lugar Teatros del Canal, Madrid 3El violonchelista Pau Casals , refugiado desde el final de la guerra civil en Prades, un pueblo de la frontera sur francesa, recibe la visita inesperada de un teniente alemán nazi. En medio de la conversación el teniente le transmite el deseo de Hitler de que toque para él en Berlín. Francia vive bajo el terror de la ocupación, un escenario que sirve aquí para plantear el dilema que vertebra toda la obra: si el arte, en concreto la música, puede ser ajeno al avance de la barbarie y el mal o, por el contrario, deben convertirse en un muro de resistencia ética. ‘ Música para Hitler ‘ hace un retrato de la integridad moral de Pau Casals , de su compromiso con la libertad incluso aunque ello pueda poner en riesgo su vida. Para él a las encrucijadas históricas tanto del franquismo como del nazismo había que responder sin medias tintas. Pero la obra, no siendo desdeñable del todo, resulta demasiado plana, sin profundidad, o por lo menos sin la carga dramática suficiente que profundice en los conflictos que plantea. No hace falta, por ejemplo, hacer de las Suites de Bach una coartada argumental ni temática, forzar para ello su significado y su naturaleza musical.Noticia Relacionada estandar No «Siñir Din Pibli Chisils»: Pau Casals, a través de sus cartas Julio Bravo Anna Dalmau y Anna Mora han reunido en un libro la correspondencia de Pau Casals, que es, dicen, el «retrato biográfico de un siglo» a través de los ojos del músicoSu excesiva simplificación (como si se tratara de un guión televisivo) hace que todo en ‘Música para Hitler’ resulte demasiado previsible. La grandeza ética y psicológica de Pau Casals daban para más y el conflicto de estos personajes en medio del contexto histórico de 1943, también. El mano a mano entre Casals y el teniente alemán es ágil, retrata muy bien a ambos, pero cuando el teniente, antiguo cellista, le pide una lección a Casals todo vuelve a forzarse, en concreto cuando se establece un paralelismo entre el carácter policial o militar del teniente y su manera de interpretar la música. Quiero decir con esto que es una obra cuyas ideas morales, cuyo ejemplo moral están por encima de la aventura estética en que debe convertirse una obra de teatro. Y esa es la lástima y mi queja mayor, haber optado por el camino más fácil, menos problemático, reducir en exceso a Pau Casals, reducir en exceso a Bach para que el público pueda deleitarlos. Menos mal que Carlos Hipólito y el resto del elenco merecen nuestra mejor consideración y nuestro aplauso.
CRÍTICA DE TEATRO
La grandeza ética y psicológica de Pau Casals daban para más y el conflicto de estos personajes en medio del contexto histórico de 1943, también.
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Autores
Juan Carlos Rubio y Yolanda García Serrano -
Dirección
Juan Carlos Rubio -
Escenografía
Leticia Gañán y Curt Allen Wilmer -
Vestuario
Pier Paolo Álvaro -
Iluminación
José Manuel Guerra -
Intérpretes
Carlos Hipólito, Kiti Mánver, Cristóbal Suárez y Marta Velilla -
Lugar
Teatros del Canal, Madrid
El violonchelista Pau Casals, refugiado desde el final de la guerra civil en Prades, un pueblo de la frontera sur francesa, recibe la visita inesperada de un teniente alemán nazi. En medio de la conversación el teniente le transmite el deseo de Hitler de … que toque para él en Berlín. Francia vive bajo el terror de la ocupación, un escenario que sirve aquí para plantear el dilema que vertebra toda la obra: si el arte, en concreto la música, puede ser ajeno al avance de la barbarie y el mal o, por el contrario, deben convertirse en un muro de resistencia ética.
‘Música para Hitler‘ hace un retrato de la integridad moral de Pau Casals, de su compromiso con la libertad incluso aunque ello pueda poner en riesgo su vida. Para él a las encrucijadas históricas tanto del franquismo como del nazismo había que responder sin medias tintas. Pero la obra, no siendo desdeñable del todo, resulta demasiado plana, sin profundidad, o por lo menos sin la carga dramática suficiente que profundice en los conflictos que plantea. No hace falta, por ejemplo, hacer de las Suites de Bach una coartada argumental ni temática, forzar para ello su significado y su naturaleza musical.
Su excesiva simplificación (como si se tratara de un guión televisivo) hace que todo en ‘Música para Hitler’ resulte demasiado previsible. La grandeza ética y psicológica de Pau Casals daban para más y el conflicto de estos personajes en medio del contexto histórico de 1943, también. El mano a mano entre Casals y el teniente alemán es ágil, retrata muy bien a ambos, pero cuando el teniente, antiguo cellista, le pide una lección a Casals todo vuelve a forzarse, en concreto cuando se establece un paralelismo entre el carácter policial o militar del teniente y su manera de interpretar la música. Quiero decir con esto que es una obra cuyas ideas morales, cuyo ejemplo moral están por encima de la aventura estética en que debe convertirse una obra de teatro. Y esa es la lástima y mi queja mayor, haber optado por el camino más fácil, menos problemático, reducir en exceso a Pau Casals, reducir en exceso a Bach para que el público pueda deleitarlos. Menos mal que Carlos Hipólito y el resto del elenco merecen nuestra mejor consideración y nuestro aplauso.
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