Juan Trejo inscribe su relato dentro de la categoría de no ficción, que viene nutriendo muchos de los publicados en España en los últimos años. Con todo, como he intentado subrayar repetidamente con el concepto de ‘figuración del yo’, la oposición ficción /no ficción no es suficientemente caracterizadora de lo que este libro quiere ser. Por decirlo de otro modo, hay relatos de no ficción, por ejemplo, los reportajes periodísticos, o los libros en que un hecho real se recorre por parte de alguien externo que no necesitan al yo figurado como autor. Lo que a partir de ‘A sangre fría’, de Truman Capote, se llamaron relatos reales y que cuenta con una estirpe de varios buenos en español. De ese tipo fue ‘Anatomía de un instante’, de Javier Cercas, o lo ha sido hace pocos días ‘Los nombres de Feliza’, de Juan Gabriel Vásquez. NOVELA ‘Nela 1979’ Autor Juan Trejo Editorial Tusquets Año 2024 Páginas 336 Precio 19,90 euros 3En el primer caso se reconstruye un hecho histórico, de cuyas fuentes se ofrece testimonio, en el segundo se reconstruye una vida, a partir asimismo de fuentes varias. Pero son vidas de los otros. Lo fundamental es que la categoría no ficcional pueda ser o no comprobable fuera del libro, es decir, que la figuración de verdad que el autor instaura no dependa sola o principalmente de él. Cuando el autor hace una figuración de sí mismo, una autofiguración o como en este libro de Trejo, de su vida familiar, instaura un tipo de no ficcionalidad particular, pues es netamente autobiográfica. Incluso más, su ‘pathos’, el sentimiento de pérdida y angustia por la muerte prematura de su hermana Nela, la reconstrucción que hace de aquella vida posible , y lo que le llevó a su hermana a esa muerte, depende del grado de veracidad que el libro instaure, pues, fuera de él, poco hay que pueda dirimirla. Un sentimiento, por dramático que sea, y sobre todo si es muy dramático, como que una hermana de veintiún años muera por inyectarse heroína , no basta para que un libro sea bueno literariamente. Las figuraciones del yo que entran dentro de la categoría del libro de duelo, que están siendo asimismo muy frecuentes, hacen difícil la escritura de una crítica sobre ellos, pues nadie querría ser impío, o indelicado , puesto que el tipo de experiencia que este libro retrata solamente admite solidaridad y comprensión, dado lo delicado de los lazos personales sobre los que está construida esta novela.El de Trejo me ha parecido un buen libro que bien podría haber sido un gran libroEl de Trejo me ha parecido un buen libro que podría haber sido un gran libro, si hubiese admitido que no era posible, algo que ciertamente por momentos acaricia. Nela, su hermana, es un misterio, una sombra , alguien a quien perdió cuando el autor tenía nueve años, y que impregnó todos los silencios de sus padres y el resto de sus hermanos, todos mayores que él. Que el libro se escriba cuarenta años después de aquellos hechos y que lo que pueda ofrecer sobre ellos sea en el fondo un misterio sin resolución posible resulta, a mi juicio, la materia que podría haber dado lugar a una reflexión sobre de lo que denominamos real, o no ficcional. Quizá Nela, estoy convencido de ello, habría dado lugar a una buena novela, en la medida en que es un personaje que bien podría haberlo sido de Juan Marsé o habitar ‘El día del Watusi’, de Francisco Casavella. Empeñarse como el autor hace en que su libro sea no ficción, acarrea frustrantes conversaciones con unos y con otros sobre lo que nadie realmente conoce o recuerda. En lo que si me ha parecido un libro espléndido, que aparece de pasada, y constituye un gran valor es el retrato de la vida de los extremeños inmigrantes en una Barcelona en los años del desarrollismo. En el libro queda muy bien retratada hasta constituir lo mejor de él, l a figura de los charnegos, el padre, la madre, de sus prejuicios y miedos. Y una frontera real que también existió en los que configuraron aquella movida de la ‘gauche divine’ que tanto coqueteó con lo marginal . Finalmente ser pobre o ser un burguesito que hoy llamamos pijo, fue la frontera que Nela no supo administrar, o conjugar. Ese contexto que entrega las mejores páginas del libro, explica mejor a Nela que tantas entrevistas con tantos. Juan Trejo inscribe su relato dentro de la categoría de no ficción, que viene nutriendo muchos de los publicados en España en los últimos años. Con todo, como he intentado subrayar repetidamente con el concepto de ‘figuración del yo’, la oposición ficción /no ficción no es suficientemente caracterizadora de lo que este libro quiere ser. Por decirlo de otro modo, hay relatos de no ficción, por ejemplo, los reportajes periodísticos, o los libros en que un hecho real se recorre por parte de alguien externo que no necesitan al yo figurado como autor. Lo que a partir de ‘A sangre fría’, de Truman Capote, se llamaron relatos reales y que cuenta con una estirpe de varios buenos en español. De ese tipo fue ‘Anatomía de un instante’, de Javier Cercas, o lo ha sido hace pocos días ‘Los nombres de Feliza’, de Juan Gabriel Vásquez. NOVELA ‘Nela 1979’ Autor Juan Trejo Editorial Tusquets Año 2024 Páginas 336 Precio 19,90 euros 3En el primer caso se reconstruye un hecho histórico, de cuyas fuentes se ofrece testimonio, en el segundo se reconstruye una vida, a partir asimismo de fuentes varias. Pero son vidas de los otros. Lo fundamental es que la categoría no ficcional pueda ser o no comprobable fuera del libro, es decir, que la figuración de verdad que el autor instaura no dependa sola o principalmente de él. Cuando el autor hace una figuración de sí mismo, una autofiguración o como en este libro de Trejo, de su vida familiar, instaura un tipo de no ficcionalidad particular, pues es netamente autobiográfica. Incluso más, su ‘pathos’, el sentimiento de pérdida y angustia por la muerte prematura de su hermana Nela, la reconstrucción que hace de aquella vida posible , y lo que le llevó a su hermana a esa muerte, depende del grado de veracidad que el libro instaure, pues, fuera de él, poco hay que pueda dirimirla. Un sentimiento, por dramático que sea, y sobre todo si es muy dramático, como que una hermana de veintiún años muera por inyectarse heroína , no basta para que un libro sea bueno literariamente. Las figuraciones del yo que entran dentro de la categoría del libro de duelo, que están siendo asimismo muy frecuentes, hacen difícil la escritura de una crítica sobre ellos, pues nadie querría ser impío, o indelicado , puesto que el tipo de experiencia que este libro retrata solamente admite solidaridad y comprensión, dado lo delicado de los lazos personales sobre los que está construida esta novela.El de Trejo me ha parecido un buen libro que bien podría haber sido un gran libroEl de Trejo me ha parecido un buen libro que podría haber sido un gran libro, si hubiese admitido que no era posible, algo que ciertamente por momentos acaricia. Nela, su hermana, es un misterio, una sombra , alguien a quien perdió cuando el autor tenía nueve años, y que impregnó todos los silencios de sus padres y el resto de sus hermanos, todos mayores que él. Que el libro se escriba cuarenta años después de aquellos hechos y que lo que pueda ofrecer sobre ellos sea en el fondo un misterio sin resolución posible resulta, a mi juicio, la materia que podría haber dado lugar a una reflexión sobre de lo que denominamos real, o no ficcional. Quizá Nela, estoy convencido de ello, habría dado lugar a una buena novela, en la medida en que es un personaje que bien podría haberlo sido de Juan Marsé o habitar ‘El día del Watusi’, de Francisco Casavella. Empeñarse como el autor hace en que su libro sea no ficción, acarrea frustrantes conversaciones con unos y con otros sobre lo que nadie realmente conoce o recuerda. En lo que si me ha parecido un libro espléndido, que aparece de pasada, y constituye un gran valor es el retrato de la vida de los extremeños inmigrantes en una Barcelona en los años del desarrollismo. En el libro queda muy bien retratada hasta constituir lo mejor de él, l a figura de los charnegos, el padre, la madre, de sus prejuicios y miedos. Y una frontera real que también existió en los que configuraron aquella movida de la ‘gauche divine’ que tanto coqueteó con lo marginal . Finalmente ser pobre o ser un burguesito que hoy llamamos pijo, fue la frontera que Nela no supo administrar, o conjugar. Ese contexto que entrega las mejores páginas del libro, explica mejor a Nela que tantas entrevistas con tantos.
Juan Trejo inscribe su relato dentro de la categoría de no ficción, que viene nutriendo muchos de los publicados en España en los últimos años. Con todo, como he intentado subrayar repetidamente con el concepto de ‘figuración del yo’, la oposición ficción /no ficción … no es suficientemente caracterizadora de lo que este libro quiere ser.
Por decirlo de otro modo, hay relatos de no ficción, por ejemplo, los reportajes periodísticos, o los libros en que un hecho real se recorre por parte de alguien externo que no necesitan al yo figurado como autor. Lo que a partir de ‘A sangre fría’, de Truman Capote, se llamaron relatos reales y que cuenta con una estirpe de varios buenos en español. De ese tipo fue ‘Anatomía de un instante’, de Javier Cercas, o lo ha sido hace pocos días ‘Los nombres de Feliza’, de Juan Gabriel Vásquez.

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Autor
Juan Trejo -
Editorial
Tusquets -
Año
2024 -
Páginas
336 -
Precio
19,90 euros
En el primer caso se reconstruye un hecho histórico, de cuyas fuentes se ofrece testimonio, en el segundo se reconstruye una vida, a partir asimismo de fuentes varias. Pero son vidas de los otros. Lo fundamental es que la categoría no ficcional pueda ser o no comprobable fuera del libro, es decir, que la figuración de verdad que el autor instaura no dependa sola o principalmente de él.
Cuando el autor hace una figuración de sí mismo, una autofiguración o como en este libro de Trejo, de su vida familiar, instaura un tipo de no ficcionalidad particular, pues es netamente autobiográfica. Incluso más, su ‘pathos’, el sentimiento de pérdida y angustia por la muerte prematura de su hermana Nela, la reconstrucción que hace de aquella vida posible, y lo que le llevó a su hermana a esa muerte, depende del grado de veracidad que el libro instaure, pues, fuera de él, poco hay que pueda dirimirla.
Un sentimiento, por dramático que sea, y sobre todo si es muy dramático, como que una hermana de veintiún años muera por inyectarse heroína, no basta para que un libro sea bueno literariamente. Las figuraciones del yo que entran dentro de la categoría del libro de duelo, que están siendo asimismo muy frecuentes, hacen difícil la escritura de una crítica sobre ellos, pues nadie querría ser impío, o indelicado, puesto que el tipo de experiencia que este libro retrata solamente admite solidaridad y comprensión, dado lo delicado de los lazos personales sobre los que está construida esta novela.
El de Trejo me ha parecido un buen libro que bien podría haber sido un gran libro
El de Trejo me ha parecido un buen libro que podría haber sido un gran libro, si hubiese admitido que no era posible, algo que ciertamente por momentos acaricia. Nela, su hermana, es un misterio, una sombra, alguien a quien perdió cuando el autor tenía nueve años, y que impregnó todos los silencios de sus padres y el resto de sus hermanos, todos mayores que él.
Que el libro se escriba cuarenta años después de aquellos hechos y que lo que pueda ofrecer sobre ellos sea en el fondo un misterio sin resolución posible resulta, a mi juicio, la materia que podría haber dado lugar a una reflexión sobre de lo que denominamos real, o no ficcional. Quizá Nela, estoy convencido de ello, habría dado lugar a una buena novela, en la medida en que es un personaje que bien podría haberlo sido de Juan Marsé o habitar ‘El día del Watusi’, de Francisco Casavella.
Empeñarse como el autor hace en que su libro sea no ficción, acarrea frustrantes conversaciones con unos y con otros sobre lo que nadie realmente conoce o recuerda. En lo que si me ha parecido un libro espléndido, que aparece de pasada, y constituye un gran valor es el retrato de la vida de los extremeños inmigrantes en una Barcelona en los años del desarrollismo.
En el libro queda muy bien retratada hasta constituir lo mejor de él, la figura de los charnegos, el padre, la madre, de sus prejuicios y miedos. Y una frontera real que también existió en los que configuraron aquella movida de la ‘gauche divine’ que tanto coqueteó con lo marginal. Finalmente ser pobre o ser un burguesito que hoy llamamos pijo, fue la frontera que Nela no supo administrar, o conjugar. Ese contexto que entrega las mejores páginas del libro, explica mejor a Nela que tantas entrevistas con tantos.
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