Cuesta creer que algo tan serio como una orquesta de instrumentos de época surgiera de la juerga etílica de una Nochevieja. Pero el 31 de diciembre de 1985, un grupo de estudiantes de la Universidad de Música de Friburgo idearon un conjunto de instrumentos de época, sin director y completamente democrático, en medio de la euforia provocada por las burbujas del champán. “Fue difícil abrirse a la opinión de todos y nos llevó bastante tiempo ponernos en marcha”, recuerda Petra Müllejans (Düsseldorf, 66 años) mientras toma un tentempié antes del concierto de la Orquesta Barroca de Friburgo del pasado lunes 7 de abril en la Philharmonie de Berlín. La violinista alemana, directora artística y fundadora de este prestigioso conjunto historicista, atiende a EL PAÍS coincidiendo con su último proyecto antes de jubilarse. Pero también, cuando se acerca la conmemoración de los 40 años de aquella locura de Nochevieja, a la que ha dedicado la mayor parte de su vida, tras miles de conciertos y más de un centenar de grabaciones.
La Orquesta Barroca de Friburgo vuelve a unirse al coro Vox Luminis para una extensa gira internacional dedicada a Bach, que pasará por España este jueves 10, el viernes 11 y el domingo 13. Tres interpretaciones de la Pasión según san Juan, al igual que hace dos años con la Pasión según san Mateo, en Madrid, Barcelona y Sevilla, precedidas por actuaciones en Berlín y Stuttgart, y seguidas por otras en Bruselas, Brujas y Friburgo. “Habíamos trabajado ya con varios coros, pero con Vox Luminis encontramos una química muy especial, pues su responsable, Lionel Meunier, dirige el coro cantando desde dentro, al igual que hago yo cuando toco en la orquesta”, prosigue Müllejans. Esa sintonía se podía ver también en las conversaciones durante el viaje en autobús que trasladó a ambos conjuntos desde el hotel a la sala berlinesa, así como en la cantina de la Philharmonie mientras compartían partidas de cartas antes del concierto.
La prueba de sonido en la sala de cámara de la Philharmonie fue una muestra más de la sintonía natural entre la orquesta alemana y el conjunto vocal belga. Comenzaron por el final, con el bellísimo coro Ruhl wohl, ihr heiligen Gebeine (Descansad, restos sagrados), para encontrar un ensamblaje ideal entre las voces y los instrumentos y lograr el aire de canción de cuna que cierra la obra, con esa asociación tan luterana de la muerte con el sueño. Müllejans y Meunier se dispersaron por la sala para comprobar el empaste y hacer correcciones, con un resultado superior al de la Pasión según san Mateo de hace dos años. Entonces, la obra imponía un coro y una orquesta duplicados, lo que obligó a contar con cuarenta instrumentistas y casi una treintena de voces, además de un coro de niños. Ahora todo se reduce a veintidós integrantes de la orquesta junto a diecisiete cantantes. “Recuerdo perfectamente el reto que supuso hacer así la Pasión según san Mateo con un grupo tan grande; ahora, con la Pasión según san Juan, resulta todo más fácil de equilibrar”, reconoce Müllejans.
De hecho, “grande” es un adjetivo asociado a la Pasión según san Mateo ya en el entorno de Bach. Y el apelativo de “pequeña” suele vincularse a la basada en el evangelio de san Juan, pues la de san Marcos no se ha conservado como tal. Sin embargo, la Pasión según san Juan, estrenada el Viernes Santo de 1724 en Leipzig, fue su primera composición a gran escala. Una obra de casi dos horas que combinaba el relato bíblico en recitativo, estrofas corales y meditaciones líricas en forma de arias o coros, y que marcaría la pauta para otras venideras. Lo destaca Christoph Wolff en su magnífica monografía En el universo musical de Bach, que la editorial Acantilado acaba de traducir. Esta autoridad bachiana también subraya los dos momentos centrales de la obra: la escena ante Pilatos y la muerte de Jesús, donde Bach inserta espectaculares coros que simbolizan a la muchedumbre o a los soldados, junto con arias interpretadas con instrumentos inusuales como dos violas d’amore, una viola da gamba o la combinación de una flauta travesera y un oboe da caccia.
Tras asegurar el empaste ideal entre el coro y la orquesta, estos dos momentos adquirieron un protagonismo fundamental en la prueba de sonido. La fluida sucesión del recitativo del evangelista y los personajes del relato bíblico conectó admirablemente con las intervenciones corales. Y en los momentos meditativos de las arias con instrumentaciones inusuales destacaron las voces solistas del bajo Sebastian Myrus, el contratenor Alexander Chance y la soprano Viola Blache. Dejaron para el final de la prueba el sobrecogedor coro que abre la obra, Herr, unser Herrscher (Señor, dueño nuestro), que Bach suprimió en 1725, entre las múltiples variantes que introdujo en su segunda versión de la obra, que interpretarán en esta gira únicamente en Bruselas y Brujas. Sin embargo, en España escucharemos la versión más habitual, que combina la partitura original de 1724 con algunos detalles de la versión final de 1749. En su conmovedora introducción, la violinista Petra Müllejans lideró desde el atril de concertino los remolinos de semicorcheas en violines y violas junto a las punzantes disonancias de oboes y flautas que simbolizan, en conjunto, la corona de espinas.
La Orquesta Barroca de Friburgo siempre ha tenido una estrecha relación con Bach, como lo demuestran sus dos grabaciones de los Conciertos de Brandeburgo, de 2000 y 2014. “No sabría decir cuál es mejor de las dos, pues esto es como con las grabaciones de las Variaciones Goldberg de Glenn Gould. En la segunda, optamos por un diapasón a 392 Hz y eso produjo un sonido más relajado y preciosista”, asegura Müllejans. La violinista recuerda la importancia que tuvo para la orquesta Rainer Kussmann, “un profesor que te dejaba mucha libertad y te animaba a tocar el violín barroco”, asegura. Pero también habla de los inicios del conjunto, en 1987, con su primer nombre, Hortus Musicus, y con una curiosa distinción de vestimenta de diferentes colores para las chicas.
Müllejans guarda un grato recuerdo de las primeras grabaciones que realizaron para Deutsche Harmonia Mundi, entre 1990 y 1995, con sinfonías y conciertos de C.P.E. Bach y Johann Georg Pisendel: “Creo que fuimos capaces de plasmar muy bien aquella fantástica cultura orquestal anterior a Haydn”. Y no olvida la influencia de René Jacobs a partir de 2001, que les llevó a avanzar hacia Gluck, Haydn, Mozart, Beethoven y Weber en muchas grabaciones de Harmonia Mundi: “Él es uno de mis héroes y todavía recuerdo cuando, al principio, nos pedía tocar un poco más fuerte, como Concerto Köln, pero después encontramos una comunión ideal que se refleja en muchas grabaciones, como en sus operísticas versiones de las sinfonías de Mozart”, admite.
La lista podría continuar con el fortepianista Kristian Bezuidenhout y sus proyectos de conciertos de Mozart y Beethoven, y con Pablo Heras-Casado, que han encaminado al conjunto hacia Schubert, Mendelssohn y Schumann. Incluso Müllejans no descarta que la orquesta avance hacia Brahms y Bruckner; “el límite es siempre el presupuesto”, asegura. De hecho, recuerda un proyecto de 2007 en que la Orquesta Barroca de Friburgo encargó obras a compositores menores de cuarenta años, como Rebecca Saunders y Benjamin Schweitzer: “Hay compositores actuales, como Brice Pauset, que saben utilizar las posibilidades tímbricas de los instrumentos de época en su propia música”, cuenta. Está claro que la interpretación historicista es algo plenamente contemporáneo.
La prestigiosa formación de instrumentos de época, a punto de celebrar su 40º aniversario, vuelve a unirse al coro Vox Luminis para interpretar la ‘Pasión según san Juan’ en una gira internacional que pasará por Madrid, Barcelona y Sevilla.
Cuesta creer que algo tan serio como una orquesta de instrumentos de época surgiera de la juerga etílica de una Nochevieja. Pero el 31 de diciembre de 1985, un grupo de estudiantes de la Universidad de Música de Friburgo idearon un conjunto de instrumentos de época, sin director y completamente democrático, en medio de la euforia provocada por las burbujas del champán. “Fue difícil abrirse a la opinión de todos y nos llevó bastante tiempo ponernos en marcha”, recuerda Petra Müllejans (Düsseldorf, 66 años) mientras toma un tentempié antes del concierto de la Orquesta Barroca de Friburgo del pasado lunes 7 de abril en la Philharmonie de Berlín. La violinista alemana, directora artística y fundadora de este prestigioso conjunto historicista, atiende a EL PAÍS coincidiendo con su último proyecto antes de jubilarse. Pero también, cuando se acerca la conmemoración de los 40 años de aquella locura de Nochevieja, a la que ha dedicado la mayor parte de su vida, tras miles de conciertos y más de un centenar de grabaciones.
La Orquesta Barroca de Friburgo vuelve a unirse al coro Vox Luminis para una extensa gira internacional dedicada a Bach, que pasará por España este jueves 10, el viernes 11 y el domingo 13. Tres interpretaciones de la Pasión según san Juan, al igual que hace dos años con la Pasión según san Mateo, en Madrid, Barcelona y Sevilla, precedidas por actuaciones en Berlín y Stuttgart, y seguidas por otras en Bruselas, Brujas y Friburgo. “Habíamos trabajado ya con varios coros, pero con Vox Luminis encontramos una química muy especial, pues su responsable, Lionel Meunier, dirige el coro cantando desde dentro, al igual que hago yo cuando toco en la orquesta”, prosigue Müllejans. Esa sintonía se podía ver también en las conversaciones durante el viaje en autobús que trasladó a ambos conjuntos desde el hotel a la sala berlinesa, así como en la cantina de la Philharmonie mientras compartían partidas de cartas antes del concierto.
La prueba de sonido en la sala de cámara de la Philharmonie fue una muestra más de la sintonía natural entre la orquesta alemana y el conjunto vocal belga. Comenzaron por el final, con el bellísimo coro Ruhl wohl, ihr heiligen Gebeine (Descansad, restos sagrados), para encontrar un ensamblaje ideal entre las voces y los instrumentos y lograr el aire de canción de cuna que cierra la obra, con esa asociación tan luterana de la muerte con el sueño. Müllejans y Meunier se dispersaron por la sala para comprobar el empaste y hacer correcciones, con un resultado superior al de la Pasión según san Mateo de hace dos años. Entonces, la obra imponía un coro y una orquesta duplicados, lo que obligó a contar con cuarenta instrumentistas y casi una treintena de voces, además de un coro de niños. Ahora todo se reduce a veintidós integrantes de la orquesta junto a diecisiete cantantes. “Recuerdo perfectamente el reto que supuso hacer así la Pasión según san Mateo con un grupo tan grande; ahora, con la Pasión según san Juan, resulta todo más fácil de equilibrar”, reconoce Müllejans.

De hecho, “grande” es un adjetivo asociado a la Pasión según san Mateo ya en el entorno de Bach. Y el apelativo de “pequeña” suele vincularse a la basada en el evangelio de san Juan, pues la de san Marcos no se ha conservado como tal. Sin embargo, la Pasión según san Juan, estrenada el Viernes Santo de 1724 en Leipzig, fue su primera composición a gran escala. Una obra de casi dos horas que combinaba el relato bíblico en recitativo, estrofas corales y meditaciones líricas en forma de arias o coros, y que marcaría la pauta para otras venideras. Lo destaca Christoph Wolff en su magnífica monografía En el universo musical de Bach, que la editorial Acantilado acaba de traducir. Esta autoridad bachiana también subraya los dos momentos centrales de la obra: la escena ante Pilatos y la muerte de Jesús, donde Bach inserta espectaculares coros que simbolizan a la muchedumbre o a los soldados, junto con arias interpretadas con instrumentos inusuales como dos violas d’amore, una viola da gamba o la combinación de una flauta travesera y un oboe da caccia.
Tras asegurar el empaste ideal entre el coro y la orquesta, estos dos momentos adquirieron un protagonismo fundamental en la prueba de sonido. La fluida sucesión del recitativo del evangelista y los personajes del relato bíblico conectó admirablemente con las intervenciones corales. Y en los momentos meditativos de las arias con instrumentaciones inusuales destacaron las voces solistas del bajo Sebastian Myrus, el contratenor Alexander Chance y la soprano Viola Blache. Dejaron para el final de la prueba el sobrecogedor coro que abre la obra, Herr, unser Herrscher (Señor, dueño nuestro), que Bach suprimió en 1725, entre las múltiples variantes que introdujo en su segunda versión de la obra, que interpretarán en esta gira únicamente en Bruselas y Brujas. Sin embargo, en España escucharemos la versión más habitual, que combina la partitura original de 1724 con algunos detalles de la versión final de 1749. En su conmovedora introducción, la violinista Petra Müllejans lideró desde el atril de concertino los remolinos de semicorcheas en violines y violas junto a las punzantes disonancias de oboes y flautas que simbolizan, en conjunto, la corona de espinas.
La Orquesta Barroca de Friburgo siempre ha tenido una estrecha relación con Bach, como lo demuestran sus dos grabaciones de los Conciertos de Brandeburgo, de 2000 y 2014. “No sabría decir cuál es mejor de las dos, pues esto es como con las grabaciones de las Variaciones Goldberg de Glenn Gould. En la segunda, optamos por un diapasón a 392 Hz y eso produjo un sonido más relajado y preciosista”, asegura Müllejans. La violinista recuerda la importancia que tuvo para la orquesta Rainer Kussmann, “un profesor que te dejaba mucha libertad y te animaba a tocar el violín barroco”, asegura. Pero también habla de los inicios del conjunto, en 1987, con su primer nombre, Hortus Musicus, y con una curiosa distinción de vestimenta de diferentes colores para las chicas.

Müllejans guarda un grato recuerdo de las primeras grabaciones que realizaron para Deutsche Harmonia Mundi, entre 1990 y 1995, con sinfonías y conciertos de C.P.E. Bach y Johann Georg Pisendel: “Creo que fuimos capaces de plasmar muy bien aquella fantástica cultura orquestal anterior a Haydn”. Y no olvida la influencia de René Jacobs a partir de 2001, que les llevó a avanzar hacia Gluck, Haydn, Mozart, Beethoven y Weber en muchas grabaciones de Harmonia Mundi: “Él es uno de mis héroes y todavía recuerdo cuando, al principio, nos pedía tocar un poco más fuerte, como Concerto Köln, pero después encontramos una comunión ideal que se refleja en muchas grabaciones, como en sus operísticas versiones de las sinfonías de Mozart”, admite.
La lista podría continuar con el fortepianista Kristian Bezuidenhout y sus proyectos de conciertos de Mozart y Beethoven, y con Pablo Heras-Casado, que han encaminado al conjunto hacia Schubert, Mendelssohn y Schumann. Incluso Müllejans no descarta que la orquesta avance hacia Brahms y Bruckner; “el límite es siempre el presupuesto”, asegura. De hecho, recuerda un proyecto de 2007 en que la Orquesta Barroca de Friburgo encargó obras a compositores menores de cuarenta años, como Rebecca Saunders y Benjamin Schweitzer: “Hay compositores actuales, como Brice Pauset, que saben utilizar las posibilidades tímbricas de los instrumentos de época en su propia música”, cuenta. Está claro que la interpretación historicista es algo plenamente contemporáneo.
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