El género negro sigue mostrando una salud envidiable, así que he optado por elegir, de entre las decenas de novedades, ocho que merezcan la pena y que prueben los límites, anchos y todavía por escrutar, del género que amamos. Viajamos en esta selección de un par de guardias civiles que van para 30 años en activo a la llegada, por fin, del policía Jimmy Pérez al mercado en castellano; un sobrecogedor true crime, una serie danesa que termina, un thriller español y más. Sí, hay varias novelas buenas que han quedado fuera de esta selección (y otras no tanto que se me han caído de las manos). El tiempo es limitado, el suyo y el mío, y esa es la razón primordial. Ahora bien, estas van con el sello de confianza de quien las ha leído y analizado. Pasen, lean y disfruten.
Cuidado con las pesadillas
El silencio del bosque, Jess Lourey (Principal Noir, traducción de Iris Mogollón). Si no han leído Las chicas de la cantera (también en Principal) pueden dejar este post e ir corriendo a encargarla: era una novela oscura, poderosa, original, a medio camino entre el gran misterio, la historia de iniciación y el true crime. Si se quedan por aquí les diré que la autora no ha perdido un ápice de su saber hacer. En esta ocasión nos lleva hasta un pueblo de Minnesota para abordar un crimen antiguo (dos niñas desaparecen en un bosque en 1980, la tercera y única superviviente no recuerda nada) que se revitaliza a raíz de un nuevo asesinato. Una estructura clásica que aquí se explota al máximo. La protagonista es Evangeline Reed, una inspectora de policía con su propia carga de pasado oscuro, un personaje excelente y complejo (atención al giro que da antes de la página 100), una policía intuitiva o casi podríamos decir presciente, dura pero llena de inseguridades. Sus pesadillas lúcidas, que se acentúan con la tensión del caso, lo complican todo. Solo la comprende Harry Steinbeck, científico forense, la elegancia y el amor por la ciencia personificados.
Encontramos, por el camino, un policial muy sólido, de interrogatorio puerta a puerta, de prueba en prueba, sin trampas aunque sí varias opciones abiertas, hasta la solución final. Con la trama resuelta, hay que leer hasta la última línea, allí donde la complejidad de los personajes tiene la última palabra. La prosa de Lourey alberga la misma oscuridad intensa y sin trucos de Liz Moore o Tana French, algo que parece difícil de encontrar en otras latitudes.
Un clásico contemporáneo con guardias civiles
Las fuerzas contrarias, Lorenzo Silva (Destino). Van 14 entregas con esta y Bevilacqua y Chamorro siguen en plena forma. La pareja de guardias civiles protagonista de una de las series más exitosas de la novela negra española vuelve con fuerza casi 30 años después de su creación. La trama se sitúa en la explosión de covid en marzo de 2020, una apuesta arriesgada si no fuera por el tema que trata: quién está matando a determinadas personas mayores aprovechando una coyuntura en la que nadie mira en detalle a los muertos.
El lector aficionado se encuentra al elenco de secundarios que se ha ido desarrollando a lo largo de los años: el cabo Arnau y a la inigualable Inés Salgado o a otros invitados de lujo como el comandante Ferrer. Pero esta novela, como reconoce el propio Silva, es toda entera para Vila y Chamorro. El procedimental es, marca de la casa, de los que está medido hasta el último detalle. Maneja Silva tan bien los resortes del género que la otra trama, con Arnau y un asesino de mujeres, reaparece para ser resuelta en el justo instante en el que el lector se preguntaba por ella. Y la realidad, la que todos vimos pasar y casi hemos olvidado aquel fatídico marzo de 2020, está retratada con pulso. Se le agradece las páginas finales, en las que da alguna sorpresa y deja intuir las líneas de la decimoquinta. Larga vida.
Novela sin ficción
El caso Rosy, Alessandra Carati (Lumen, traducción de Ana Ciurans). Hay que tener cuidado siempre con las comparaciones. Esta novela no es El adversario de Emmanuel Carrère ni A sangre fría de Truman Capote. Y no le hace falta. La autora reconstruye, dentro de eso que se ha dado en llamar novela sin ficción, el caso de una pareja, Rosa y Olindo, que fueron acusados de un triple asesinato en 2007 en el Erba, un pueblo de Lombardia. Entre las víctimas había un niño. La naturaleza de su relación (dependiente, enfermiza, sin contacto con el mundo exterior, empequeñecedora) y la brutalidad del crimen del que se les acusa están narrados por Carati con una sobriedad que conmueve. El trabajo surge de una larga investigación de la autora, que refleja con un pulso admirable los interrogatorios en los que la policía va llevando a esta pareja a una confesión a todas luces falsa. Carati va demoliendo con autoridad cada prueba falsa, cada sinsentido de la acusación, va relatando el agobio de la defensa, impotente ante la maquinaria del Estado puesta en marcha en una única dirección
Un aviso con estos libros: son casos reales, pero no se crean que buscando en Google lo solucionan más rápido. No, al menos, los que están bien hechos, los que se convierten en literatura. Para esos, el suceso es solo el punto de partida.
Una jefa del crimen recién traducida
Cuervo negro, Ann Cleeves, (Principal Noir, traducción de Claudia Casanova). Hay situaciones sorprendentes en el vasto mundo de la novela negra. La de Anne Cleeves es de las más destacadas: ha ganado todos los premios prestigiosos del género en inglés y es una personalidad literaria de primer orden. Estamos ante un libro de 2006 nunca antes publicado en España, como me confirmaba Claudia Casanova (editora y traductora) con cierta sorpresa en BCNegra. Lo curioso es que se trata de una de las sagas con más éxito y prestigio de las letras británicas y que ha dado lugar a una serie (Shetland) sólida y bien conocida. Se trata de la primera entrega de las aventuras de Jimmy Perez, un policía de las islas Shetland que se enfrenta a un caso complejo: la joven Catherine Ross ha muerto y todos culpan al ermitaño Marcus, sospechoso ya en la muerte de otra joven años atrás, pero él sabe que no es el culpable. O eso cree.
La novela se desarrolla en un paraje extremo, un lugar pequeño en el que todo el mundo se conoce y eso está tratado, al igual que el paisaje, con cuidado por no cargar las tintas en exceso. El lector verá desde el primer momento que estamos ante una profesional y se dejará llevar por un misterio impecable en su ritmo y estructura. Perez, así, sin tilde pero con rasgos latinos que vienen de sus ancestros, es un personaje complejo y, aunque el narrador es omnisciente y multiperspectiva, sentimos que es a través de sus ojos como vamos conociendo al resto de habitantes del pueblo y a los sospechosos. No se puede decir mucho más, porque otro mérito de esta novela es su manejo de la información bien dosificada. ¿Han visto la serie? Bueno, pues no se conformen: las novelas son mucho mejores. Esperemos que lleguen las siguientes al mercado español.
Una de juicios
El juicio, Rob Rinder (RBA, traducción de Juan Carrillo). No se encariñen con el policía engreído de las primeras páginas porque muere enseguida. De hecho, ese es precisamente el leit motiv de la novela. ¿Quién querría matar a ese detective íntegro, padre perfecto? Un joven becario de un prestigioso despacho de abogados se ve implicado en la investigación al formar parte del equipo de la defensa del asesino, un tipo con antecedentes y por quien nadie da un euro. Poco a poco, mientras sobrevive como puede en un ambiente hiper competitivo, va descubriendo que el caso hace aguas, que su cliente, que se niega a declararse culpable, es más bien el chivo expiatorio perfecto y, sobre todo, que ese policía modélico no llevaba una vida, ni dentro ni fuera de la comisaría, tan ejemplar como podría parecer. En la primera parte se detiene un poco demasiado en lo procedimental, pero es cuando entra en la narración puramente judicial cuando va con soltura y de verdad entretiene. El autor es abogado, condición que juega a favor: no da mucha lata con legalismos pero la escena legal está muy bien contextualizada. El final, aunque un poco enrevesado, es original y no hace trampas. No se puede pedir mucho más a una de juicios. Disfruten.
Ración de viajes en el tiempo y drama romántico
Un puente sobre el tiempo, Kaliane Bradley (Salamandra, traducción de Eugenia Vázquez). Esta me ha resultado la novela más sorprendente de la lista. ¿Una de viajes en el tiempo? Bien. ¿Con comedia romántica? Bueeeno. Pero, ¿y si le sumamos conspiraciones y espionaje? Pues funciona. Londres, en un futuro próximo. La protagonista es una mujer que trabaja para el gobierno haciendo de puente entre dos épocas. Los británicos han descubierto los viajes en el tiempo y, mientras descubren si son o no seguros, van haciendo pruebas. A esta peculiar funcionaria le ha tocado tutelar la llegada de Graham Gore, un marino británico que partió en 1845 de misión al Ártico, donde desapareció. No es el único que ha sido llevado a ese Londres extraño, ya con los efectos del cambio climático a flor de piel. El variopinto álbum de deportados temporales es muy curioso.
La autora está ante su primera novela, pero quién lo diría: a través de esta pareja construye una de las mejores tramas de la novela que, sin embargo, no se queda ahí. A medida que avanza despliega todas sus posibilidades narrativas y bastante acción, sin olvidarse de los protagonistas. No se preocupen si habitualmente se sienten abrumados por las especificidades técnicas de los viajes en el tiempo y las trampas a las que hay que recurrir en según qué casos para que todo cuadre. Aquí está todo contado con sencillez hasta un final sorprendente. Los extractos del diario de abordo del Gore de 1845 son una delicia. Una buena novela a la que entrar sin prejuicios.
El adiós a Jussi y su departamento Q
7M2, Jussi Adler-Olsen (Maeva, traducción de Marta Aulet y Marta Armengol). El cierre definitivo (el autor padece una enfermedad terminal) de una serie que ha arrasado desde el norte de Europa con los argumentos que han convertido a la novela negra nórdica en un filón. Esto es lo que nos propone Adler- Olsen, que se despide de las aventuras del Departamento Q: Carl Morck, el jefe, ha sido acusado de varios cargos por un caso antiguo y entra en la cárcel. Desde allí, y con ayuda de sus colaboradores, va a tener que desentrañar la trama que amenaza con hundir su carrera mientras lucha por mantenerse con vida. Carceleros sin escrúpulos, criminales a la caza del policía, periodistas rastreros y los amigos de Carl comparten escenario en una novela bien armada que da un final digno a la serie. También consigue aliados, puesto que en su larga y exitosa carrera, Carl ha salvado muchas vidas, algunas de gente poderosa que ahora no duda en ayudarlo. Enfrente, sobre todo, un criminal de altos vuelos, un narco terrible, y el propio sistema. Ya nos hemos acostumbrado, gracias al bum de los nórdicos, a no ver el norte como el paraíso, pero les aseguro que en las novelas del departamento Q la violencia sube varios enteros.
No esperen más, no rasquen: es un thriller policial para pasar un buen rato. Dos cosas para terminar: si quieren leer alguna más de la serie no empiecen por esta, puesto que les estropeará el final de varias de las anteriores, cuyos personajes, como contábamos, regresan para este adiós. Esta es una de las obras que he escuchado en su versión audiolibro, con narración a cargo de Arturo López.
‘Thriller’ español y con personaje muy particular
Jotadé, Santiago Díaz (Alfaguara). Una novela que sale de las entrañas de la trilogía protagonizada por Indira Ramos hasta el punto de que hereda al personaje que aquí crece para ser el protagonista: Juan de Dios Jotadé Cortés, un policía con mucho más amor por la justicia que por la ley. Jotadé, que promete ser una sucesión de varias novelas, empieza dando al lector lo que se espera: una buena ración de sangre y vísceras. Todo el caso se desarrolla a partir de un asesinato violento: el de unos tipos que debían dinero a la gente equivocada y que terminan colgados de un puente en Madrid, tripas al aire, cayendo a chorro sobre la M-30. No les estropeo la sorpresa de lo que pasa inmediatamente después. La afrenta desencadena una guerra de bandas, entre otras cosas. Violencia, mucha acción (la novela no para un segundo) y giros continuos son las principales virtudes. En medio, una familia de narcos cuyo heredero tiene mucha prisa por llegar al poder y un gusto acentuado por la muerte (de otros, claro).
Contada en presente, las partes narrativas se preocupan más por presentarnos la acción (a modo de un guion) que por entrar en las profundidades del contexto o de los personajes, pero el peso de la historia lo lleva Jotadé (genial que vaya por la vida en un Cadillac Eldorado del 89, busquen en Google, si no, y me dicen), que cruza Madrid de un sitio a otro, se mete en líos, negocia, bebe, delinque y es dueño de una chulería, y una gracia, que funcionan. Hay momentos en los que recuerda al Bellón de Julián Ibáñez. Un pendenciero de libro, si quieren, pero es verdad la novela baja cuando él no está en escena (por ejemplo en esas partes dedicadas al expolicía Iván y su desempeño en el pueblo al que se ha retirado con sus hijos, que solo tienen sentido si se ha seguido la anterior trilogía y si se piensa en lo que pasará en las siguientes). Ah, Jotadé es gitano, pero excepto por ciertos condicionantes (todo el mundo diciéndole, por ejemplo, que no hay gitano honrado y que, por lo tanto, no puede ser policía) no creo que sea algo decisivo.
No por previsible, el desarrollo de la parte final deja de funcionar hasta unas últimas páginas en las que todo queda listo para la siguiente entrega, al más puro estilo “En próximos episodios” de una serie de televisión. Demasiada sangre y vísceras es el gran pero que le encuentro a la novela. Ahora bien, si entran en la historia, si aceptan el pacto que les ofrece el autor (Madrid convertido en la versión ibérica de México incluido y algún otro detalle un tanto peliculero), pasarán un buen rato.
El abogado penalista desvela sus secretos
Café y cigarrillos, Ferdinand Von Schirach (Salamandra, traducción de Susana Andrés). Para entender el éxito de este abogado penalista alemán hay que leerlo y comprender la complejidad que se esconde detrás de lo simple. La escritura de este autor merece un capítulo aparte en el género. Maestro de la frase sencilla llena de significado, su visión del mundo criminal va mucho más allá de los cientos de casos en los que ha trabajado en los juzgados. Su debut, Crímenes, ya está en los anales de la literatura criminal y en la lista de los más vendidos en su país. Siguió con Culpa, donde se encuentra, por ejemplo, La llave (ingenioso y sorprendente como el mejor cuento) y Castigo (donde está otro de mis relatos preferidos: La escabina: triste, desolador y magnífico). Hace tiempo que he dejado de preguntarme por la veracidad de las historias, es decir, el grado de concordancia con los casos reales en los que se basan. Al fin y al cabo, son piezas que funcionan a la perfección.
¿Y qué nos encontramos en esta ocasión? Es un libro más autobiográfico, aunque también hay algún caso. El tono es el mismo (descriptivo, en presente) y el efecto similar: consigue tensión y emoción sin aparente esfuerzo. Si no han leído alguno de los anteriores, empiecen por ahí. Dice, en uno de los artículos: “El ser humano puede serlo todo: componer Las bodas de Fígaro, construir la Capilla Sixtina, describir la penicilina o bien librar batallas, violar y asesinar. Y siempre se trata del ser humano, ese ser resplandeciente, desesperado, vejado”. Si echan de menos Crímenes, por ejemplo, aquí también hay de eso: lean El artículo 36, por ejemplo. Si son fans de Von Schirach, bienvenidos a otro buen rato de literatura.
Analizamos algunas de las mejores historias de las mesas de novedades de los últimos meses para que cada uno elija la que más le convenga: el género tiene para todos
El género negro sigue mostrando una salud envidiable, así que he optado por elegir, de entre las decenas de novedades, ocho que merezcan la pena y que prueben los límites, anchos y todavía por escrutar, del género que amamos. Viajamos en esta selección de un par de guardias civiles que van para 30 años en activo a la llegada, por fin, del policía Jimmy Pérez al mercado en castellano; un sobrecogedor true crime, una serie danesa que termina, un thriller español y más. Sí, hay varias novelas buenas que han quedado fuera de esta selección (y otras no tanto que se me han caído de las manos). El tiempo es limitado, el suyo y el mío, y esa es la razón primordial. Ahora bien, estas van con el sello de confianza de quien las ha leído y analizado. Pasen, lean y disfruten.
Cuidado con las pesadillas
El silencio del bosque, Jess Lourey (Principal Noir, traducción de Iris Mogollón). Si no han leído Las chicas de la cantera (también en Principal) pueden dejar este post e ir corriendo a encargarla: era una novela oscura, poderosa, original, a medio camino entre el gran misterio, la historia de iniciación y el true crime. Si se quedan por aquí les diré que la autora no ha perdido un ápice de su saber hacer. En esta ocasión nos lleva hasta un pueblo de Minnesota para abordar un crimen antiguo (dos niñas desaparecen en un bosque en 1980, la tercera y única superviviente no recuerda nada) que se revitaliza a raíz de un nuevo asesinato. Una estructura clásica que aquí se explota al máximo. La protagonista es Evangeline Reed, una inspectora de policía con su propia carga de pasado oscuro, un personaje excelente y complejo (atención al giro que da antes de la página 100), una policía intuitiva o casi podríamos decir presciente, dura pero llena de inseguridades. Sus pesadillas lúcidas, que se acentúan con la tensión del caso, lo complican todo. Solo la comprende Harry Steinbeck, científico forense, la elegancia y el amor por la ciencia personificados.

Encontramos, por el camino, un policial muy sólido, de interrogatorio puerta a puerta, de prueba en prueba, sin trampas aunque sí varias opciones abiertas, hasta la solución final. Con la trama resuelta, hay que leer hasta la última línea, allí donde la complejidad de los personajes tiene la última palabra. La prosa de Lourey alberga la misma oscuridad intensa y sin trucos de Liz Moore o Tana French, algo que parece difícil de encontrar en otras latitudes.
Un clásico contemporáneo con guardias civiles
Las fuerzas contrarias, Lorenzo Silva (Destino). Van 14 entregas con esta y Bevilacqua y Chamorro siguen en plena forma. La pareja de guardias civiles protagonista de una de las series más exitosas de la novela negra española vuelve con fuerza casi 30 años después de su creación. La trama se sitúa en la explosión de covid en marzo de 2020, una apuesta arriesgada si no fuera por el tema que trata: quién está matando a determinadas personas mayores aprovechando una coyuntura en la que nadie mira en detalle a los muertos.

El lector aficionado se encuentra al elenco de secundarios que se ha ido desarrollando a lo largo de los años: el cabo Arnau y a la inigualable Inés Salgado o a otros invitados de lujo como el comandante Ferrer. Pero esta novela, como reconoce el propio Silva, es toda entera para Vila y Chamorro. El procedimental es, marca de la casa, de los que está medido hasta el último detalle. Maneja Silva tan bien los resortes del género que la otra trama, con Arnau y un asesino de mujeres, reaparece para ser resuelta en el justo instante en el que el lector se preguntaba por ella. Y la realidad, la que todos vimos pasar y casi hemos olvidado aquel fatídico marzo de 2020, está retratada con pulso. Se le agradece las páginas finales, en las que da alguna sorpresa y deja intuir las líneas de la decimoquinta. Larga vida.
Novela sin ficción
El caso Rosy, Alessandra Carati (Lumen, traducción de Ana Ciurans). Hay que tener cuidado siempre con las comparaciones. Esta novela no es El adversario de Emmanuel Carrère ni A sangre fría de Truman Capote. Y no le hace falta. La autora reconstruye, dentro de eso que se ha dado en llamar novela sin ficción, el caso de una pareja, Rosa y Olindo, que fueron acusados de un triple asesinato en 2007 en el Erba, un pueblo de Lombardia. Entre las víctimas había un niño. La naturaleza de su relación (dependiente, enfermiza, sin contacto con el mundo exterior, empequeñecedora) y la brutalidad del crimen del que se les acusa están narrados por Carati con una sobriedad que conmueve. El trabajo surge de una larga investigación de la autora, que refleja con un pulso admirable los interrogatorios en los que la policía va llevando a esta pareja a una confesión a todas luces falsa. Carati va demoliendo con autoridad cada prueba falsa, cada sinsentido de la acusación, va relatando el agobio de la defensa, impotente ante la maquinaria del Estado puesta en marcha en una única dirección
Un aviso con estos libros: son casos reales, pero no se crean que buscando en Google lo solucionan más rápido. No, al menos, los que están bien hechos, los que se convierten en literatura. Para esos, el suceso es solo el punto de partida.
Una jefa del crimen recién traducida
Cuervo negro, Ann Cleeves, (Principal Noir, traducción de Claudia Casanova). Hay situaciones sorprendentes en el vasto mundo de la novela negra. La de Anne Cleeves es de las más destacadas: ha ganado todos los premios prestigiosos del género en inglés y es una personalidad literaria de primer orden. Estamos ante un libro de 2006 nunca antes publicado en España, como me confirmaba Claudia Casanova (editora y traductora) con cierta sorpresa en BCNegra. Lo curioso es que se trata de una de las sagas con más éxito y prestigio de las letras británicas y que ha dado lugar a una serie (Shetland) sólida y bien conocida. Se trata de la primera entrega de las aventuras de Jimmy Perez, un policía de las islas Shetland que se enfrenta a un caso complejo: la joven Catherine Ross ha muerto y todos culpan al ermitaño Marcus, sospechoso ya en la muerte de otra joven años atrás, pero él sabe que no es el culpable. O eso cree.

La novela se desarrolla en un paraje extremo, un lugar pequeño en el que todo el mundo se conoce y eso está tratado, al igual que el paisaje, con cuidado por no cargar las tintas en exceso. El lector verá desde el primer momento que estamos ante una profesional y se dejará llevar por un misterio impecable en su ritmo y estructura. Perez, así, sin tilde pero con rasgos latinos que vienen de sus ancestros, es un personaje complejo y, aunque el narrador es omnisciente y multiperspectiva, sentimos que es a través de sus ojos como vamos conociendo al resto de habitantes del pueblo y a los sospechosos. No se puede decir mucho más, porque otro mérito de esta novela es su manejo de la información bien dosificada. ¿Han visto la serie? Bueno, pues no se conformen: las novelas son mucho mejores. Esperemos que lleguen las siguientes al mercado español.
Una de juicios
El juicio, Rob Rinder (RBA, traducción de Juan Carrillo). No se encariñen con el policía engreído de las primeras páginas porque muere enseguida. De hecho, ese es precisamente el leit motiv de la novela. ¿Quién querría matar a ese detective íntegro, padre perfecto? Un joven becario de un prestigioso despacho de abogados se ve implicado en la investigación al formar parte del equipo de la defensa del asesino, un tipo con antecedentes y por quien nadie da un euro. Poco a poco, mientras sobrevive como puede en un ambiente hiper competitivo, va descubriendo que el caso hace aguas, que su cliente, que se niega a declararse culpable, es más bien el chivo expiatorio perfecto y, sobre todo, que ese policía modélico no llevaba una vida, ni dentro ni fuera de la comisaría, tan ejemplar como podría parecer. En la primera parte se detiene un poco demasiado en lo procedimental, pero es cuando entra en la narración puramente judicial cuando va con soltura y de verdad entretiene. El autor es abogado, condición que juega a favor: no da mucha lata con legalismos pero la escena legal está muy bien contextualizada. El final, aunque un poco enrevesado, es original y no hace trampas. No se puede pedir mucho más a una de juicios. Disfruten.
Ración de viajes en el tiempo y drama romántico
Un puente sobre el tiempo, Kaliane Bradley (Salamandra, traducción de Eugenia Vázquez). Esta me ha resultado la novela más sorprendente de la lista. ¿Una de viajes en el tiempo? Bien. ¿Con comedia romántica? Bueeeno. Pero, ¿y si le sumamos conspiraciones y espionaje? Pues funciona. Londres, en un futuro próximo. La protagonista es una mujer que trabaja para el gobierno haciendo de puente entre dos épocas. Los británicos han descubierto los viajes en el tiempo y, mientras descubren si son o no seguros, van haciendo pruebas. A esta peculiar funcionaria le ha tocado tutelar la llegada de Graham Gore, un marino británico que partió en 1845 de misión al Ártico, donde desapareció. No es el único que ha sido llevado a ese Londres extraño, ya con los efectos del cambio climático a flor de piel. El variopinto álbum de deportados temporales es muy curioso.
La autora está ante su primera novela, pero quién lo diría: a través de esta pareja construye una de las mejores tramas de la novela que, sin embargo, no se queda ahí. A medida que avanza despliega todas sus posibilidades narrativas y bastante acción, sin olvidarse de los protagonistas. No se preocupen si habitualmente se sienten abrumados por las especificidades técnicas de los viajes en el tiempo y las trampas a las que hay que recurrir en según qué casos para que todo cuadre. Aquí está todo contado con sencillez hasta un final sorprendente. Los extractos del diario de abordo del Gore de 1845 son una delicia. Una buena novela a la que entrar sin prejuicios.

El adiós a Jussi y su departamento Q
7M2, Jussi Adler-Olsen (Maeva, traducción de Marta Aulet y Marta Armengol). El cierre definitivo (el autor padece una enfermedad terminal) de una serie que ha arrasado desde el norte de Europa con los argumentos que han convertido a la novela negra nórdica en un filón. Esto es lo que nos propone Adler- Olsen, que se despide de las aventuras del Departamento Q: Carl Morck, el jefe, ha sido acusado de varios cargos por un caso antiguo y entra en la cárcel. Desde allí, y con ayuda de sus colaboradores, va a tener que desentrañar la trama que amenaza con hundir su carrera mientras lucha por mantenerse con vida. Carceleros sin escrúpulos, criminales a la caza del policía, periodistas rastreros y los amigos de Carl comparten escenario en una novela bien armada que da un final digno a la serie. También consigue aliados, puesto que en su larga y exitosa carrera, Carl ha salvado muchas vidas, algunas de gente poderosa que ahora no duda en ayudarlo. Enfrente, sobre todo, un criminal de altos vuelos, un narco terrible, y el propio sistema. Ya nos hemos acostumbrado, gracias al bum de los nórdicos, a no ver el norte como el paraíso, pero les aseguro que en las novelas del departamento Q la violencia sube varios enteros.
No esperen más, no rasquen: es un thriller policial para pasar un buen rato. Dos cosas para terminar: si quieren leer alguna más de la serie no empiecen por esta, puesto que les estropeará el final de varias de las anteriores, cuyos personajes, como contábamos, regresan para este adiós. Esta es una de las obras que he escuchado en su versión audiolibro, con narración a cargo de Arturo López.
‘Thriller’ español y con personaje muy particular
Jotadé, Santiago Díaz (Alfaguara). Una novela que sale de las entrañas de la trilogía protagonizada por Indira Ramos hasta el punto de que hereda al personaje que aquí crece para ser el protagonista: Juan de Dios Jotadé Cortés, un policía con mucho más amor por la justicia que por la ley. Jotadé, que promete ser una sucesión de varias novelas, empieza dando al lector lo que se espera: una buena ración de sangre y vísceras. Todo el caso se desarrolla a partir de un asesinato violento: el de unos tipos que debían dinero a la gente equivocada y que terminan colgados de un puente en Madrid, tripas al aire, cayendo a chorro sobre la M-30. No les estropeo la sorpresa de lo que pasa inmediatamente después. La afrenta desencadena una guerra de bandas, entre otras cosas. Violencia, mucha acción (la novela no para un segundo) y giros continuos son las principales virtudes. En medio, una familia de narcos cuyo heredero tiene mucha prisa por llegar al poder y un gusto acentuado por la muerte (de otros, claro).
Contada en presente, las partes narrativas se preocupan más por presentarnos la acción (a modo de un guion) que por entrar en las profundidades del contexto o de los personajes, pero el peso de la historia lo lleva Jotadé (genial que vaya por la vida en un Cadillac Eldorado del 89, busquen en Google, si no, y me dicen), que cruza Madrid de un sitio a otro, se mete en líos, negocia, bebe, delinque y es dueño de una chulería, y una gracia, que funcionan. Hay momentos en los que recuerda al Bellón de Julián Ibáñez. Un pendenciero de libro, si quieren, pero es verdad la novela baja cuando él no está en escena (por ejemplo en esas partes dedicadas al expolicía Iván y su desempeño en el pueblo al que se ha retirado con sus hijos, que solo tienen sentido si se ha seguido la anterior trilogía y si se piensa en lo que pasará en las siguientes). Ah, Jotadé es gitano, pero excepto por ciertos condicionantes (todo el mundo diciéndole, por ejemplo, que no hay gitano honrado y que, por lo tanto, no puede ser policía) no creo que sea algo decisivo.
No por previsible, el desarrollo de la parte final deja de funcionar hasta unas últimas páginas en las que todo queda listo para la siguiente entrega, al más puro estilo “En próximos episodios” de una serie de televisión. Demasiada sangre y vísceras es el gran pero que le encuentro a la novela. Ahora bien, si entran en la historia, si aceptan el pacto que les ofrece el autor (Madrid convertido en la versión ibérica de México incluido y algún otro detalle un tanto peliculero), pasarán un buen rato.
El abogado penalista desvela sus secretos
Café y cigarrillos, Ferdinand Von Schirach (Salamandra, traducción de Susana Andrés). Para entender el éxito de este abogado penalista alemán hay que leerlo y comprender la complejidad que se esconde detrás de lo simple. La escritura de este autor merece un capítulo aparte en el género. Maestro de la frase sencilla llena de significado, su visión del mundo criminal va mucho más allá de los cientos de casos en los que ha trabajado en los juzgados. Su debut, Crímenes, ya está en los anales de la literatura criminal y en la lista de los más vendidos en su país. Siguió con Culpa, donde se encuentra, por ejemplo, La llave (ingenioso y sorprendente como el mejor cuento) y Castigo (donde está otro de mis relatos preferidos: La escabina: triste, desolador y magnífico). Hace tiempo que he dejado de preguntarme por la veracidad de las historias, es decir, el grado de concordancia con los casos reales en los que se basan. Al fin y al cabo, son piezas que funcionan a la perfección.
¿Y qué nos encontramos en esta ocasión? Es un libro más autobiográfico, aunque también hay algún caso. El tono es el mismo (descriptivo, en presente) y el efecto similar: consigue tensión y emoción sin aparente esfuerzo. Si no han leído alguno de los anteriores, empiecen por ahí. Dice, en uno de los artículos: “El ser humano puede serlo todo: componer Las bodas de Fígaro, construir la Capilla Sixtina, describir la penicilina o bien librar batallas, violar y asesinar. Y siempre se trata del ser humano, ese ser resplandeciente, desesperado, vejado”. Si echan de menos Crímenes, por ejemplo, aquí también hay de eso: lean El artículo 36, por ejemplo. Si son fans de Von Schirach, bienvenidos a otro buen rato de literatura.
EL PAÍS