La edición de la Everyman’s Library reuniendo lo mejor de Richard Yates —es una selección atinada que, suele ocurrir, deja fuera mucho de lo demás mejor de Yates, como la bestial ‘Jóvenes corazones desolados/El salvaje viento que pasa’, de 1984— reúne su debut novelesco ‘Revolutionary Road’ (1961), la magistral ‘Desfile de pascua/Las hermanas Grimes’ (1976), y el volumen de relatos ‘Once tipos de soledad’ (1962). Y, sí, cuando a principios de los años ’60s Yates (Yonkers, 1926-1992) publicó su primera y muy bien recibida novela y esta primera recopilación de cuentos, todo iba muy bien. Y cabía pensar que iría aún mejor. Pero no: al poco tiempo Yates pasó a ser eso que se conoce bajo el elogio/estigma de «escritor de escritores» y (aunque admirado por colegas de más éxito, Kurt Vonnegut fue uno de sus más dedicados paladines) y siguió el camino de su muy admirado Francis Scott Fitzgerald. RELATOS ‘Once tipos de soledad’ Autor Richard Yates Editorial Fiordo Año 2024 Páginas 264 Precio 20,80 euros 5Así, botellas vacías y entrada y salida de instituciones psiquiátricas (temblar leyendo sobre todo esto en la novela ‘Disturbing the Peace’, de 1975), y humor volátil (Yates inspiró directamente a un casi ‘psycho’ en ‘Seinfeld’ y es directamente citado en ‘Hannah y sus hermanas’ de Woody Allen por un sentimentalmente perturbado Michael Caine), y debacle matrimonial y las tentaciones histéricas de Hollywood. Y más detalles en la desoladora y brillante biografía que le dedicó Blake Bailey en 2003 con título que lo dice todo, ‘A Tragic Honesty’, justificada entonces por resurrección póstuma cortesía de la versión fílmica de ‘Revolutionary Road’ y el lanzamiento de un ‘The Collected Stories of Richard Yates’ (incluyendo también a su excelente segundo libro de relatos, ‘Mentirosos enamorados’, de 1981, más nueve cuentos dispersos. Entonces gran regocijo y bastante culpa frente al genio de un hombre triste que escribió una y otra vez, felizmente, sobre la tristeza. Y abandonad toda esperanza quienes entréis en sus libros pero sí recibir el consuelo de parte de un maestro.Abandonad toda esperanza quienes entréis en sus libros pero sí recibir el consuelo de parte de un maestro Y en el prólogo para la Everyman’s Library, Richard Price —alguna vez alumno de Price en esos ‘workshops’ por los que el hombre se paseaba como la más gruñona de las reliquias— lo precisa bien: «El territorio de Yates se ubica ligeramente al sur de Cheever, al oeste de O’Hara, al este de Carver y al norte de Tobias Wolff y Richard Ford». Y lo define así: «Se nutría de rencores, era una incubadora de desaires. Estaba amargado. Tenía todo el derecho del mundo para estar amargado. Estaba realmente amargado». Antes de eso —por los tiempos de ‘Once tipos de soledad’— Yates aún no había encallado con lo suyo como deslumbrantes mensajes en botellas con prosa clara y afilada, pero ya parecía intuir que el naufragio era inevitable, y que nunca habrá suficiente botes para todos , y que siendo él el capitán… Aquí —en este libro que muchos ponen a la altura del ‘Dublineses’ de James Joyce, pero más cerca de una cruza entre Chéjov y Cheever y Carver— la tristeza todavía es cariñosa nostalgia y cálida melancolía. Aquí —alguna vez en RBA y ahora en Fiordo, con cuidada traducción de la escritora argentina Esther Cross — está todo lo que configura al ‘Mondo Yates’: los whiskies más secos que el desierto, las parejas desparejas ahogándose en el torrente de la rutina, los soldados de licencia, los taxistas alucinados, los ejecutivos infieles, las maestras agotadas, la nunca del todo redentora escapada al extranjero, los niños con mirada de adultos, los diálogos como navajas y las descripciones como caricias, las palmadas en la espalda, los adioses para siempre y un ese eco desesperado pero que jamás desafina y que se sigue oyendo más allá de la última página de un libro que siempre volverá a abrirse. Aquí vuelve. La edición de la Everyman’s Library reuniendo lo mejor de Richard Yates —es una selección atinada que, suele ocurrir, deja fuera mucho de lo demás mejor de Yates, como la bestial ‘Jóvenes corazones desolados/El salvaje viento que pasa’, de 1984— reúne su debut novelesco ‘Revolutionary Road’ (1961), la magistral ‘Desfile de pascua/Las hermanas Grimes’ (1976), y el volumen de relatos ‘Once tipos de soledad’ (1962). Y, sí, cuando a principios de los años ’60s Yates (Yonkers, 1926-1992) publicó su primera y muy bien recibida novela y esta primera recopilación de cuentos, todo iba muy bien. Y cabía pensar que iría aún mejor. Pero no: al poco tiempo Yates pasó a ser eso que se conoce bajo el elogio/estigma de «escritor de escritores» y (aunque admirado por colegas de más éxito, Kurt Vonnegut fue uno de sus más dedicados paladines) y siguió el camino de su muy admirado Francis Scott Fitzgerald. RELATOS ‘Once tipos de soledad’ Autor Richard Yates Editorial Fiordo Año 2024 Páginas 264 Precio 20,80 euros 5Así, botellas vacías y entrada y salida de instituciones psiquiátricas (temblar leyendo sobre todo esto en la novela ‘Disturbing the Peace’, de 1975), y humor volátil (Yates inspiró directamente a un casi ‘psycho’ en ‘Seinfeld’ y es directamente citado en ‘Hannah y sus hermanas’ de Woody Allen por un sentimentalmente perturbado Michael Caine), y debacle matrimonial y las tentaciones histéricas de Hollywood. Y más detalles en la desoladora y brillante biografía que le dedicó Blake Bailey en 2003 con título que lo dice todo, ‘A Tragic Honesty’, justificada entonces por resurrección póstuma cortesía de la versión fílmica de ‘Revolutionary Road’ y el lanzamiento de un ‘The Collected Stories of Richard Yates’ (incluyendo también a su excelente segundo libro de relatos, ‘Mentirosos enamorados’, de 1981, más nueve cuentos dispersos. Entonces gran regocijo y bastante culpa frente al genio de un hombre triste que escribió una y otra vez, felizmente, sobre la tristeza. Y abandonad toda esperanza quienes entréis en sus libros pero sí recibir el consuelo de parte de un maestro.Abandonad toda esperanza quienes entréis en sus libros pero sí recibir el consuelo de parte de un maestro Y en el prólogo para la Everyman’s Library, Richard Price —alguna vez alumno de Price en esos ‘workshops’ por los que el hombre se paseaba como la más gruñona de las reliquias— lo precisa bien: «El territorio de Yates se ubica ligeramente al sur de Cheever, al oeste de O’Hara, al este de Carver y al norte de Tobias Wolff y Richard Ford». Y lo define así: «Se nutría de rencores, era una incubadora de desaires. Estaba amargado. Tenía todo el derecho del mundo para estar amargado. Estaba realmente amargado». Antes de eso —por los tiempos de ‘Once tipos de soledad’— Yates aún no había encallado con lo suyo como deslumbrantes mensajes en botellas con prosa clara y afilada, pero ya parecía intuir que el naufragio era inevitable, y que nunca habrá suficiente botes para todos , y que siendo él el capitán… Aquí —en este libro que muchos ponen a la altura del ‘Dublineses’ de James Joyce, pero más cerca de una cruza entre Chéjov y Cheever y Carver— la tristeza todavía es cariñosa nostalgia y cálida melancolía. Aquí —alguna vez en RBA y ahora en Fiordo, con cuidada traducción de la escritora argentina Esther Cross — está todo lo que configura al ‘Mondo Yates’: los whiskies más secos que el desierto, las parejas desparejas ahogándose en el torrente de la rutina, los soldados de licencia, los taxistas alucinados, los ejecutivos infieles, las maestras agotadas, la nunca del todo redentora escapada al extranjero, los niños con mirada de adultos, los diálogos como navajas y las descripciones como caricias, las palmadas en la espalda, los adioses para siempre y un ese eco desesperado pero que jamás desafina y que se sigue oyendo más allá de la última página de un libro que siempre volverá a abrirse. Aquí vuelve.
CRÍTICA DE:
NARRATIVA
Extraordinaria recopilación de cuentos del autor de ‘Revolutionary Road’, entre otras novelas inolvidables
La edición de la Everyman’s Library reuniendo lo mejor de Richard Yates —es una selección atinada que, suele ocurrir, deja fuera mucho de lo demás mejor de Yates, como la bestial ‘Jóvenes corazones desolados/El salvaje viento que pasa’, de 1984— reúne su debut …
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