Hubo un tiempo en que el poder necesitaba al periodismo. Antes de que los gobernantes de turno y las estrellas de Hollywood descubrieran que les salía más rentable interpretar monólogos en las redes sociales o en documentales hechos para su mayor gloria, el periodista era el cooperador necesario para llegar a los votantes, o al público. Y nadie como Oriana Fallaci para conseguir el mayor número posible de ‘likes’. Miss Fallaci fue una de las plumillas más populares en la segunda mitad del siglo pasado. Primera periodista italiana en ser corresponsal de guerra, se convirtió en una entrevistadora de época. «Más que conversaciones, [sus entrevistas] eran duelos», resumió Milan Kundera. Acudir a ella suponía un riesgo. El ayatolá Jomeini o Kissinger fueron algunas de sus víctimas. También Arafat, Gadafi, Indira Gandhi y Golda Meir. Y Andreotti, y Sean Connery, y Federico Fellini… Por algo uno de sus libros más conocidos se titula ‘Entrevistas con la historia’ . ¿Quién da más?Todo mito tiene un comienzo, y podría decirse que el de Oriana Fallaci comenzó con una entrevista que nunca llegó a realizarse. Este es precisamente el punto de partida de ‘Oriana Fallaci’, (Movistar +, estreno el 28 de enero), una nueva serie que recuerda a la famosa reportera, diecinueve años después de su muerte. Año 1956. La Fallaci, por entonces una joven periodista de 27 años que trabaja a disgusto en la sección de Cine de ‘L’Europeo’, aprovecha un viaje a Estados Unidos para echarle un órdago a su jefe: va a entrevistar a Marilyn Monroe . La periodista tira de todos los hilos posibles. Trata de acercarse a través de un director al que accede porque le lleva una maleta llena de camisas, pero no hay suerte; recurre a un famoso relaciones públicas, pero tampoco da resultado; llama a todas las redacciones que se le ocurren, peor aún. En dos noches, visita 12 restaurantes, 18 salas de fiesta, 8 cines y 14 teatros. Regresa a Italia sin entrevista, así que decide escribir un reportaje sobre su no entrevista. «A estas alturas -narra en el texto al describir sus andanzas-, todo Nueva York sabía que una periodista italiana estaba intentando entrevistar a Monroe sin conseguirlo. A los tres días empezaron a llamarme periodistas que querían entrevistarme a mí». Oriana siempre tan Fallaci. El estreno de la serie coincide con el relanzamiento editorial de la obra de la reportera. Si hace unos meses Alianza reeditó ‘Un hombre’, en el que narra su relación con Alekos Panagoulis, uno de los líderes de la Resistencia griega, ahora es el turno de ‘Tan adorables. Miss Fallaci a la conquista de América’, que reúne por primera vez en forma de libro los perfiles y reportajes que escribió sobre el Hollywood de los años 50. ‘Tan adorables’ Autora Oriana Fallaci Traducción Carlos Gumpert Editorial Alianza, 2025 Número de páginas 336 Precio 23,95 eurosEn estos textos ya se adivinaba esa periodista corrosiva que luego se especializó en hacer preguntas incómodas, y en general en incomodar. «Una cosa importante que hemos de decir sobre Mickey Rooney , el primer marido de Ava Gardner , es que a los veinte años no superaba el metro cincuenta de altura y era el hombre más feo de Hollywood», escribe en el arranque de un artículo sobre Ava. «Sobre todo, no la envidien, porque es una mujer infeliz», dirá en otro texto sobre la actriz. El artículo en el que cuenta la muerte de James Dean se titula con una frase redondísima: «Al mundo del cine la muerte no le sienta bien». Y otra de aventuras, en primerísima persona: «He traído a Hollywood una maleta llena de espaguetis para Sofia Loren . Se los he traído desde Roma, me los había dado su madre, y creo que pocos acontecimientos de las últimas semanas han emocionado tanto al frívolo suburbio de Los Ángeles como la noticia de que una periodista italiana le ha traído espaguetis a Sofia».La vuelta de Fallaci a las librerías de España continuará con la próxima recuperación de ‘Carta a un niño que nunca nació’. Para cuando publicó este libro, en 1975, ella ya había desarmado a Kissinger en una entrevista. «La conversación más desastrosa que he tenido con un miembro de la prensa», diría el todopoderoso secretario de Estado. No mucho después se quitaría el chador delante del ayatolá Jomeini, una escena esencial del mito Fallaci. La periodista le empezó a preguntar por el cierre de los periódicos críticos, siguió con la persecución de homosexuales, luego abordó el fusilamiento de prostitutas o mujeres infieles… y la pregunta definitiva: «¿Cómo se nada con un chador?». Jomeini respondió que las costumbres iraníes no eran de su incumbencia: «Si no te gusta el atuendo islámico, no estás obligada a usarlo». Entonces ella se arrancó el chador. El ayatolá puso fin de inmediato a la entrevista, que se reanudó un día después… con el mismo tema. «Ya provenga de un soberano despótico o de un presidente elegido, de un general asesino o de un líder amado, veo el poder como un fenómeno inhumano y detestable. Siempre he considerado la desobediencia hacia los opresores como la única manera de usar el milagro de haber nacido», defendía Fallaci.Oriana Fallaci, durante su entrevista al ayatolá Jomeini ABCCriada en una familia de militantes antifascistas, hizo de mensajera durante su adolescencia en alguna operación de la Resistencia. Fue una ferviente antifascista que se consagró como una feminista feroz, pero a su manera. La izquierda primero la elevó a los altares, para luego dejarla caer cuando, en los últimos años de su vida y enferma de cáncer, tras los atentados del 11-S, alertó de los riesgos de la inmigración musulmana en Europa. En tres libros breves publicados tras el ataque orquestado por Bin Laden, Fallaci escribió cosas como que la «invasión» musulmana estaba convirtiendo Europa en una «colonia del islam», que los minaretes terminarían sustituyendo a los campanarios y los burkas a las minifaldas. «El islamismo es el nuevo nazifascismo. No cabe ninguna tolerancia hipócrita. Y quienes no entienden esta simple realidad están alimentando el suicidio de Occidente». Algo así como la «carta de valores republicanos» contra el islam de la que ha hablado Macron más de una década después. La vejez, decía Fallaci, es el ‘non plus ultra’ de la libertad: «Ahora digo lo que quiero». Hubo un tiempo en que el poder necesitaba al periodismo. Antes de que los gobernantes de turno y las estrellas de Hollywood descubrieran que les salía más rentable interpretar monólogos en las redes sociales o en documentales hechos para su mayor gloria, el periodista era el cooperador necesario para llegar a los votantes, o al público. Y nadie como Oriana Fallaci para conseguir el mayor número posible de ‘likes’. Miss Fallaci fue una de las plumillas más populares en la segunda mitad del siglo pasado. Primera periodista italiana en ser corresponsal de guerra, se convirtió en una entrevistadora de época. «Más que conversaciones, [sus entrevistas] eran duelos», resumió Milan Kundera. Acudir a ella suponía un riesgo. El ayatolá Jomeini o Kissinger fueron algunas de sus víctimas. También Arafat, Gadafi, Indira Gandhi y Golda Meir. Y Andreotti, y Sean Connery, y Federico Fellini… Por algo uno de sus libros más conocidos se titula ‘Entrevistas con la historia’ . ¿Quién da más?Todo mito tiene un comienzo, y podría decirse que el de Oriana Fallaci comenzó con una entrevista que nunca llegó a realizarse. Este es precisamente el punto de partida de ‘Oriana Fallaci’, (Movistar +, estreno el 28 de enero), una nueva serie que recuerda a la famosa reportera, diecinueve años después de su muerte. Año 1956. La Fallaci, por entonces una joven periodista de 27 años que trabaja a disgusto en la sección de Cine de ‘L’Europeo’, aprovecha un viaje a Estados Unidos para echarle un órdago a su jefe: va a entrevistar a Marilyn Monroe . La periodista tira de todos los hilos posibles. Trata de acercarse a través de un director al que accede porque le lleva una maleta llena de camisas, pero no hay suerte; recurre a un famoso relaciones públicas, pero tampoco da resultado; llama a todas las redacciones que se le ocurren, peor aún. En dos noches, visita 12 restaurantes, 18 salas de fiesta, 8 cines y 14 teatros. Regresa a Italia sin entrevista, así que decide escribir un reportaje sobre su no entrevista. «A estas alturas -narra en el texto al describir sus andanzas-, todo Nueva York sabía que una periodista italiana estaba intentando entrevistar a Monroe sin conseguirlo. A los tres días empezaron a llamarme periodistas que querían entrevistarme a mí». Oriana siempre tan Fallaci. El estreno de la serie coincide con el relanzamiento editorial de la obra de la reportera. Si hace unos meses Alianza reeditó ‘Un hombre’, en el que narra su relación con Alekos Panagoulis, uno de los líderes de la Resistencia griega, ahora es el turno de ‘Tan adorables. Miss Fallaci a la conquista de América’, que reúne por primera vez en forma de libro los perfiles y reportajes que escribió sobre el Hollywood de los años 50. ‘Tan adorables’ Autora Oriana Fallaci Traducción Carlos Gumpert Editorial Alianza, 2025 Número de páginas 336 Precio 23,95 eurosEn estos textos ya se adivinaba esa periodista corrosiva que luego se especializó en hacer preguntas incómodas, y en general en incomodar. «Una cosa importante que hemos de decir sobre Mickey Rooney , el primer marido de Ava Gardner , es que a los veinte años no superaba el metro cincuenta de altura y era el hombre más feo de Hollywood», escribe en el arranque de un artículo sobre Ava. «Sobre todo, no la envidien, porque es una mujer infeliz», dirá en otro texto sobre la actriz. El artículo en el que cuenta la muerte de James Dean se titula con una frase redondísima: «Al mundo del cine la muerte no le sienta bien». Y otra de aventuras, en primerísima persona: «He traído a Hollywood una maleta llena de espaguetis para Sofia Loren . Se los he traído desde Roma, me los había dado su madre, y creo que pocos acontecimientos de las últimas semanas han emocionado tanto al frívolo suburbio de Los Ángeles como la noticia de que una periodista italiana le ha traído espaguetis a Sofia».La vuelta de Fallaci a las librerías de España continuará con la próxima recuperación de ‘Carta a un niño que nunca nació’. Para cuando publicó este libro, en 1975, ella ya había desarmado a Kissinger en una entrevista. «La conversación más desastrosa que he tenido con un miembro de la prensa», diría el todopoderoso secretario de Estado. No mucho después se quitaría el chador delante del ayatolá Jomeini, una escena esencial del mito Fallaci. La periodista le empezó a preguntar por el cierre de los periódicos críticos, siguió con la persecución de homosexuales, luego abordó el fusilamiento de prostitutas o mujeres infieles… y la pregunta definitiva: «¿Cómo se nada con un chador?». Jomeini respondió que las costumbres iraníes no eran de su incumbencia: «Si no te gusta el atuendo islámico, no estás obligada a usarlo». Entonces ella se arrancó el chador. El ayatolá puso fin de inmediato a la entrevista, que se reanudó un día después… con el mismo tema. «Ya provenga de un soberano despótico o de un presidente elegido, de un general asesino o de un líder amado, veo el poder como un fenómeno inhumano y detestable. Siempre he considerado la desobediencia hacia los opresores como la única manera de usar el milagro de haber nacido», defendía Fallaci.Oriana Fallaci, durante su entrevista al ayatolá Jomeini ABCCriada en una familia de militantes antifascistas, hizo de mensajera durante su adolescencia en alguna operación de la Resistencia. Fue una ferviente antifascista que se consagró como una feminista feroz, pero a su manera. La izquierda primero la elevó a los altares, para luego dejarla caer cuando, en los últimos años de su vida y enferma de cáncer, tras los atentados del 11-S, alertó de los riesgos de la inmigración musulmana en Europa. En tres libros breves publicados tras el ataque orquestado por Bin Laden, Fallaci escribió cosas como que la «invasión» musulmana estaba convirtiendo Europa en una «colonia del islam», que los minaretes terminarían sustituyendo a los campanarios y los burkas a las minifaldas. «El islamismo es el nuevo nazifascismo. No cabe ninguna tolerancia hipócrita. Y quienes no entienden esta simple realidad están alimentando el suicidio de Occidente». Algo así como la «carta de valores republicanos» contra el islam de la que ha hablado Macron más de una década después. La vejez, decía Fallaci, es el ‘non plus ultra’ de la libertad: «Ahora digo lo que quiero».
Hubo un tiempo en que el poder necesitaba al periodismo. Antes de que los gobernantes de turno y las estrellas de Hollywood descubrieran que les salía más rentable interpretar monólogos en las redes sociales o en documentales hechos para su mayor gloria, el periodista era … el cooperador necesario para llegar a los votantes, o al público. Y nadie como Oriana Fallaci para conseguir el mayor número posible de ‘likes’. Miss Fallaci fue una de las plumillas más populares en la segunda mitad del siglo pasado. Primera periodista italiana en ser corresponsal de guerra, se convirtió en una entrevistadora de época. «Más que conversaciones, [sus entrevistas] eran duelos», resumió Milan Kundera. Acudir a ella suponía un riesgo. El ayatolá Jomeini o Kissinger fueron algunas de sus víctimas. También Arafat, Gadafi, Indira Gandhi y Golda Meir. Y Andreotti, y Sean Connery, y Federico Fellini… Por algo uno de sus libros más conocidos se titula ‘Entrevistas con la historia’. ¿Quién da más?
Todo mito tiene un comienzo, y podría decirse que el de Oriana Fallaci comenzó con una entrevista que nunca llegó a realizarse. Este es precisamente el punto de partida de ‘Oriana Fallaci’, (Movistar +, estreno el 28 de enero), una nueva serie que recuerda a la famosa reportera, diecinueve años después de su muerte. Año 1956. La Fallaci, por entonces una joven periodista de 27 años que trabaja a disgusto en la sección de Cine de ‘L’Europeo’, aprovecha un viaje a Estados Unidos para echarle un órdago a su jefe: va a entrevistar a Marilyn Monroe. La periodista tira de todos los hilos posibles. Trata de acercarse a través de un director al que accede porque le lleva una maleta llena de camisas, pero no hay suerte; recurre a un famoso relaciones públicas, pero tampoco da resultado; llama a todas las redacciones que se le ocurren, peor aún. En dos noches, visita 12 restaurantes, 18 salas de fiesta, 8 cines y 14 teatros. Regresa a Italia sin entrevista, así que decide escribir un reportaje sobre su no entrevista.
«A estas alturas -narra en el texto al describir sus andanzas-, todo Nueva York sabía que una periodista italiana estaba intentando entrevistar a Monroe sin conseguirlo. A los tres días empezaron a llamarme periodistas que querían entrevistarme a mí». Oriana siempre tan Fallaci. El estreno de la serie coincide con el relanzamiento editorial de la obra de la reportera. Si hace unos meses Alianza reeditó ‘Un hombre’, en el que narra su relación con Alekos Panagoulis, uno de los líderes de la Resistencia griega, ahora es el turno de ‘Tan adorables. Miss Fallaci a la conquista de América’, que reúne por primera vez en forma de libro los perfiles y reportajes que escribió sobre el Hollywood de los años 50.
‘Tan adorables’

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Autora
Oriana Fallaci -
Traducción
Carlos Gumpert -
Editorial
Alianza, 2025 -
Número de páginas
336 -
Precio
23,95 euros
En estos textos ya se adivinaba esa periodista corrosiva que luego se especializó en hacer preguntas incómodas, y en general en incomodar. «Una cosa importante que hemos de decir sobre Mickey Rooney, el primer marido de Ava Gardner, es que a los veinte años no superaba el metro cincuenta de altura y era el hombre más feo de Hollywood», escribe en el arranque de un artículo sobre Ava. «Sobre todo, no la envidien, porque es una mujer infeliz», dirá en otro texto sobre la actriz. El artículo en el que cuenta la muerte de James Dean se titula con una frase redondísima: «Al mundo del cine la muerte no le sienta bien». Y otra de aventuras, en primerísima persona: «He traído a Hollywood una maleta llena de espaguetis para Sofia Loren. Se los he traído desde Roma, me los había dado su madre, y creo que pocos acontecimientos de las últimas semanas han emocionado tanto al frívolo suburbio de Los Ángeles como la noticia de que una periodista italiana le ha traído espaguetis a Sofia».
La vuelta de Fallaci a las librerías de España continuará con la próxima recuperación de ‘Carta a un niño que nunca nació’. Para cuando publicó este libro, en 1975, ella ya había desarmado a Kissinger en una entrevista. «La conversación más desastrosa que he tenido con un miembro de la prensa», diría el todopoderoso secretario de Estado. No mucho después se quitaría el chador delante del ayatolá Jomeini, una escena esencial del mito Fallaci. La periodista le empezó a preguntar por el cierre de los periódicos críticos, siguió con la persecución de homosexuales, luego abordó el fusilamiento de prostitutas o mujeres infieles… y la pregunta definitiva: «¿Cómo se nada con un chador?». Jomeini respondió que las costumbres iraníes no eran de su incumbencia: «Si no te gusta el atuendo islámico, no estás obligada a usarlo». Entonces ella se arrancó el chador. El ayatolá puso fin de inmediato a la entrevista, que se reanudó un día después… con el mismo tema. «Ya provenga de un soberano despótico o de un presidente elegido, de un general asesino o de un líder amado, veo el poder como un fenómeno inhumano y detestable. Siempre he considerado la desobediencia hacia los opresores como la única manera de usar el milagro de haber nacido», defendía Fallaci.
ABC
Criada en una familia de militantes antifascistas, hizo de mensajera durante su adolescencia en alguna operación de la Resistencia. Fue una ferviente antifascista que se consagró como una feminista feroz, pero a su manera. La izquierda primero la elevó a los altares, para luego dejarla caer cuando, en los últimos años de su vida y enferma de cáncer, tras los atentados del 11-S, alertó de los riesgos de la inmigración musulmana en Europa. En tres libros breves publicados tras el ataque orquestado por Bin Laden, Fallaci escribió cosas como que la «invasión» musulmana estaba convirtiendo Europa en una «colonia del islam», que los minaretes terminarían sustituyendo a los campanarios y los burkas a las minifaldas. «El islamismo es el nuevo nazifascismo. No cabe ninguna tolerancia hipócrita. Y quienes no entienden esta simple realidad están alimentando el suicidio de Occidente». Algo así como la «carta de valores republicanos» contra el islam de la que ha hablado Macron más de una década después. La vejez, decía Fallaci, es el ‘non plus ultra’ de la libertad: «Ahora digo lo que quiero».
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