Pocos sectores tienen tanto ritmo como el de la música en directo, por no decir ninguno. Pascual Egea, presidente de la Asociación de Promotores Musicales de España (APM), conoce bien el backstage de esta actividad capaz de hacer rugir a estadios enteros sin ningún balón de por medio. Como una orquesta bien afinada que enmudeció durante la pandemia, los conciertos encadenan años dorados desde que la música volvió a tomar la calle. Pero en medio de este recital, alguna nota empieza a desafinar. Los precios han subido mucho de forma rápida y el público acusa el cansancio. La pregunta que todo amante de la música en directo se hace es…
Pregunta: ¿Por qué se han encarecido tanto los conciertos?
Respuesta: Los precios de la música en directo subieron sobre todo tras la pandemia. Primero, la crisis sanitaria encareció todo en general. Después, la guerra de Ucrania agravó la situación: aumentó el coste de la luz, el agua y materiales como el hierro, lo que encareció la construcción de escenarios. Hubo un bum de demanda de trabajadores, lo que elevó los salarios. También subieron los cachés de los artistas, los vuelos, los hoteles… Todo eso se repercutió al precio final de las entradas.
P: ¿Cree que los precios seguirán subiendo? ¿Hasta cuánto?
R: Creo que estamos a las puertas de una etapa de estabilización. Los precios de las entradas ya han empezado a corregirse. Tras una subida muy vertical en poco tiempo, ahora todo tiende a regularizarse. Además, el consumo está bajando en general. El primer aviso lo vimos el año pasado: en los festivales, el gasto en barras cayó notablemente, y este año se ha traducido también en menor venta de tickets. Es lógico: como las entradas se compran con antelación, el efecto no se notó de inmediato, pero la realidad es que la calle ya no tiene tanto dinero para gastar como antes.
P: ¿Entonces los precios están bajando?
R: Todavía no se nota tanto, pero los precios de las entradas van a tener que estabilizarse y bajar en algunos casos.
P: ¿Ha mejorado lo que se ofrece al público respecto a lo que se ofertaba antes?
R: En general, hablo de los grandes festivales, se cuida mucho más al público de lo que se le cuidaba antes. Se tiene muy en cuenta que la experiencia del público sea buena. Hablo en general, lo que no quita que no haya festivales o conciertos que no sea así.
P: ¿Por qué ahora importa más el público?
R: Siempre ha importado, pero ahora los promotores somos más conscientes de que el cliente es quien decide si vuelve. No basta con un buen show: la experiencia global es clave. Si un espectador sufre colas interminables, bares que no funcionan o un trato desagradable, no repetirá, aunque el concierto haya sido bueno.
P: ¿Por qué no puedo pagar en euros en los festivales y me obligan a cambiar a tokens?
R: Se utiliza el sistema cashless, que permite pagar con el móvil o con una pulsera. Agiliza las ventas, reduce colas y evita que la gente lleve efectivo encima. El sistema, bien aplicado, es positivo. Otra cosa es que algunos lo usen de forma abusiva. Creo que siempre debería existir la opción de pagar en efectivo.
P: Problemas en el Mad Cool, cuellos de botella en el transporte en la Ciudad del Rock, quejas en el Bernabéu que provocaron que no haya conciertos… ¿Tenemos un problema en España con las infraestructuras?
R: Más que un problema de infraestructuras, diría que es un problema de logística. Cuando gestionas eventos para 5.000 o 100.000 personas, es fundamental estudiar cómo entran y salen. Las instituciones y promotores lo tienen en cuenta, pero si se genera un embudo, el caos es inevitable. Normalmente, un 25% del público sale de forma escalonada, pero el 75% lo hace a la vez. Ahí está el reto.
P: ¿Cómo ha evolucionado el sector en los últimos años?
R: Bastante bien. Estamos en una edad de oro de la música en directo. El sector en sí ha evolucionado bastante pero tenemos el reto por delante de profesionalizarlo aún más. Durante la pandemia hubo profesionales que se fueron del sector al ver que era una actividad inestable. En ese momento perdimos grandes profesionales de muchos años de experiencia. Con el nuevo bum que vivimos, hay gente nueva que aún está en formación. Antes, incluso nosotros éramos más faranduleros; ahora es un trabajo exigente y constante.
P: ¿A qué se refiere exactamente con profesionalización? ¿Con una que afecta a toda la cadena de trabajadores desde el artista hasta el que lleva a cabo la carga y descarga? Me consta que, con mucha frecuencia, tienen contratos de un día.
R: A que todos los eslabones de la cadena trabajen con preparación, desde el artista hasta el personal de carga y descarga. Antes cualquiera podía hacer ese trabajo sin experiencia. Hoy la mayoría son profesionales habituales y formados, y eso se nota. Es un buen ejemplo. A los de carga y descarga se les da una formación sobre posturas, cómo tratar las cajas. Esto mismo ha sucedido en todo.
P: ¿Pero la temporalidad sigue ahí?
R: Sí, pero porque es un negocio temporal de por sí. Tenemos un pico muy alto de trabajo en verano porque es la época de los festivales, pero es cierto que cada vez más tenemos conciertos en invierno. El Movistar Arena está lleno. Pides fecha ahora y te la dan para 2027 con suerte. Esto está cambiando y menos mal. Antes teníamos un verano muy fuerte y un invierno muy suave de trabajo. Ahora el verano sigue siendo muy fuerte y el invierno es fuerte también con lo cuál, sí que hay un cupo de profesionales que sigue trabajando todo el año.
P: ¿Qué grandes retos tiene el sector además de la profesionalización?
R: Medir el impacto económico y social, mejorar la atención al público, optimizar la logística, luchar contra estafas y reventa, y seguir con la profesionalización.
P: Da la sensación de que hay laxitud con la reventa, como que es muy fácil tanto comprar como vender y sacar dinero con ello.
R: No es que tengas la sensación, es que es así (ríe). Es muy laxo lo que hay con la reventa.
P: No sé que va a pasar con Bad Bunny cuando se acerque la fecha
R: El problema de la reventa es que luego sobran entradas. Y que ha pasado ahí. Que bajo mi punto de vista esa reventa lo que ha hecho es estafar a un montón de gente. Si un ticket vale 100 euros y lo revenden por 400 euros, vamos mal. Si una entrada vale 100 euros y se revende por 400, es un abuso… y un error comprarla a ese precio. De Bad Bunny hay 10 fechas en Madrid. Son muchos tickets, y siempre hay nuevas entradas a la venta.
P: ¿Esto mismo sucedió con Karol G, no?
R: Karol G hizo cuatro Bernabéus. Llevaban las entradas un montón de tiempo agotadas y, cuando se acercó la fecha, salieron nuevos tickets a la venta.
P: ¿Por qué sucede esto?
R: Es algo muy sencillo. Yo pongo a la venta un concierto, y con tanta antelación, no sé exactamente cómo es la producción de un artista. No sé la visión que tendrá su espectáculo. Cómo vendo. Pues vendo así (dibuja con las manos un ángulo de unos 45 grados saliendo de un hipotético escenario). Cuando se acerca la fecha y la producción del artista me dice que puedo vender así (dibuja un ángulo de unos 70 grados) todo ese cupo de entradas lo puedo sacar. Eso pasa en el 80% o 90% de los conciertos grandes.
P: ¿Cómo de profesionalizada está la reventa?
R: Viagogo es el ejemplo más claro. Es reventa pura, con medios y visibilidad. Hemos reclamado a Google que no la posicione por delante del promotor, pero lo pagan. Por eso defendemos que las entradas lleven nombre y apellido.
P: Al margen de conciertos o de festivales, ¿diría que falta música en directo en el sentido de bares o salas que la ofrezcan habitualmente? ¿Por qué esto no es como Irlanda por ejemplo?
R: Porque hablamos español (ríe).
P: Y supongo que porque llueve menos.
R: (Ríe). No, yo creo que la escena existe y está, lo que pasa es que creo que la evolución del mercado ha hecho mucho daño a los clubs y salas de conciertos. Vuelvo a los festivales. Los festivales tienen que hacer una programación. Tienen que buscar las cabezas de cartel, y a partir de ahí, van bajando. En ese van bajando van entrando esos artistas que quizás no conoce casi nadie que son los que antes hacían el circuito de salas. Que pasa, que en las salas ganas lo poquito que generas o lo poco que puede pagarte el de la sala y en los festivales te dan cinco veces más. Que te estoy diciendo que en vez de 500 euros son 2.500, que tampoco es mucho, pero claro, ya es cinco veces más y en vez de hacer el circuito de salas hacen el de festivales. Pero las salas siguen estando. A mí me parecen súper importantes. Luego te encuentras que hay artistas que no han hecho ese recorrido y cuando los ves en el escenario se nota mucho que no lo han hecho. Yo creo que la escena se recuperará. En España hay mucho talento emergente.
P: Estamos hablando de que hay un bum de la música en directo, ¿por qué no termina de funcionar entonces este segmento?
R: Yo creo que con lo que hemos hablado de que los precios van a estabilizarse, pienso que los artistas emergentes van a volver a las salas. ¿Sabes qué pasa? Con todo esto de las redes sociales hay un porcentaje muy importante de chavales que piensan que con Instagram, Tiktok y tal salen adelante y que no hace falta ir a salas, ir a ensayar ni nada de lo que se ha hecho toda la vida para poder ser artista. Y entonces cuando eso empiece a bajar, espero que pronto, volverán las salas, porque sí hay chavales en los locales de ensayo dándole.
P: ¿Cree que los artistas que estén empezando lo tienen más fácil ahora o más difícil? Con las redes sociales da la sensación de que es más fácil que te conozcan, pero hay más competencia.
R: Los artistas que empiecen hoy en día lo tienen muchísimo más difícil. Muchísima más competencia. La cantidad de canciones que se cuelgan todos los días en Spotify y en todas las plataformas es brutal y es muy difícil que alguien salga. Antes era difícil, pero ahora más. El problema es que están equivocados. Ellos se creen que a través de las redes sociales van a conseguirlo, y para tú tener una carrera con recorrido en la música, necesitas tener base musical. Lo otro es efímero.
P: ¿Qué nuevas formas de monetización están por venir en la música en directo?
R: Tienes cosas de toda la vida como el merchandising, la barra, la camiseta, las áreas vips y otras como las experiencias especiales como los meet & greet.
P: ¿Se prestan a ello los artistas de buena gana?
R: Algunos sí y otros no. Yo creo que la mayoría sí. Lo que pasa es que hay unos que lo hacen muy bien, que es atender muy bien al fan y hay también quién no le da ni bola al fan. Cuando alguien paga por la experiencia, pues lo suyo es atenderles bien. Hay gente que paga mucho dinero por esto.
P: En parte puede ser comprensible. Para muchos son auténticos ídolos, ¿por qué crees que sucede?
R: Absolutamente. Son ídolos. Las masas los aclaman. Los quieren imitar. Su música les gusta, en otros les gusta porque es guapo o guapa. La música arrastra y el público siente las canciones. Eso va a ser así siempre.
P: Me llama la atención el hecho de que los nuevos artistas lo tengan complicado.
R: Existen dos vías. La vía que parece fácil, que es la de fiarlo todo a las redes sociales, y la vía de toda la vida en la música que no es otra que trabajarlo muchísimo. La segunda es la que funciona. Los chavales quieren ahora la vía rápida. Igual se hacen millonarios con un hit, pero eso es todo. Como no saben administrarlo, a los tres días han perdido todo. Peor. La cabeza se les va. El público les aclama, se piensan que son los mejores y ya está el lío. El talento puede estar en las dos vías, pero el trabajo y el esfuerzo es lo que prima. La mayoría de los que sobresalen es porque trabajan, trabajan, trabajan y trabajan otra vez. Lo que pasa es que desde fuera la gente se piensa que literalmente les ha caído del cielo. El forrarse siendo artista con redes sociales es como el mundo youtuber o influencer. ¿Cuántos de verdad, pero de verdad, hay ganando mucho dinero con ello? Solo unos poquitos. El que tiene una carrera más larga es el que está más pendiente de su música y de su preparación musical personal para dárselo al público. El que triunfa en la música lo hace porque le importa su público más que hacerse rico.
P: ¿El sector está demasiado en manos de pocos grandes players? ¿Cómo afecta eso a precios, competencia y diversidad de oferta?
R: Es evidente y todo el mundo sabe que hay grandes plataformas por llamarlo de alguna forma que están comprando a montones de promotores y que están creando unas estructuras enormes que son las que mueven el grueso de la música. Yo creo que siempre habrá huecos para esos pequeños promotores independientes, que son los que van a los clubs a oír a los chavales y son los que van fichando nuevo talento.
P: ¿Los grandes no hacen esta función?
R: No igual. Tienen un poder económico enorme, pero no suelen invertir en el desarrollo inicial del artista. Eso lo hacen los independientes, con más pasión que recursos.
P: ¿Cómo empieza uno a ser promotor?
R: El día que te vuelves loco (ríe).
P: Como ser periodista más o menos.
R: (Ríe). El día que decides que no eres consciente de que eres un inconsciente y piensas: esto de la música mola, voy a organizar un concierto. Ese día te haces promotor. Y encima no tienes ni un duro al principio. Empiezas a poco. Organizas un concierto. Hay muchas vías. Está la de trabajar dentro del sector haciendo otras cosas y al final terminas siendo promotor y hay la vía de empezar a organizar eventos desde pequeño y terminas siendo promotor. Organizar un concierto cuesta un dineral. Organizar un festival cuesta 10 dinerales.
P: ¿Hasta qué punto la reventa, los bots y los precios elevados están dañando la confianza del público? No digo que la gente deje de ir a los conciertos, sino que se esté hartando de cómo funciona.
R: Yo lo que creo es que efectivamente se está hartando. Hay una tendencia cada vez mayor a seleccionar más a la hora de ir a festivales y a la hora de ver el show en concreto del artista que les gusta. Al final el show del festival no es el mismo que en individual aunque sea el mismo artista. Dentro de todo esto, cada vez el público es más selectivo con los conciertos y festivales porque el dinero no da.
P: ¿Cómo puede conjugarse esta cautela y a la vez un récord de conciertos y de entradas?
R: Se hablan de las entradas que se venden, pero no de las que no se venden. Ahora hay récord de conciertos porque hay más artistas y porque ha cambiado la forma de funcionar. Antes, el flujo normal era componer un disco, sacarlo, irse de gira, componer otro disco y vuelta a empezar. Ahora, en cuanto sacan una nueva canción, ya se van de gira. Se gira con mucha más alegría y hay muchos artistas. Todo el mundo quiere ser artista.
P: ¿Y todo el mundo puede?
R: No. No todo el mundo puede. Hay gente que canta muy bien, pero quizás no es tan artista como otro que cante peor que tenga más sentimiento, carisma, alma. Quiero decir. No hablo de la perfección en el canto. Hablo del artista que conecta. El que se sube al escenario y llena el escenario. Solo o con 20 más en el escenario. Siempre es él o ella. Hay algunos que llenan el escenario y hay otros que te aburren solo con verlos.
Con unos precios que han subido mucho en muy poco tiempo, el sector de la música en directo se asoma a un periodo de estabilización
Pocos sectores tienen tanto ritmo como el de la música en directo, por no decir ninguno. Pascual Egea, presidente de la Asociación de Promotores Musicales de España (APM), conoce bien el backstage de esta actividad capaz de hacer rugir a estadios enteros sin ningún balón de por medio. Como una orquesta bien afinada que enmudeció durante la pandemia, los conciertos encadenan años dorados desde que la música volvió a tomar la calle. Pero en medio de este recital, alguna nota empieza a desafinar. Los precios han subido mucho de forma rápida y el público acusa el cansancio. La pregunta que todo amante de la música en directo se hace es…
Pregunta: ¿Por qué se han encarecido tanto los conciertos?
Respuesta: Los precios de la música en directo subieron sobre todo tras la pandemia. Primero, la crisis sanitaria encareció todo en general. Después, la guerra de Ucrania agravó la situación: aumentó el coste de la luz, el agua y materiales como el hierro, lo que encareció la construcción de escenarios. Hubo un bum de demanda de trabajadores, lo que elevó los salarios. También subieron los cachés de los artistas, los vuelos, los hoteles… Todo eso se repercutió al precio final de las entradas.
P: ¿Cree que los precios seguirán subiendo? ¿Hasta cuánto?
R: Creo que estamos a las puertas de una etapa de estabilización. Los precios de las entradas ya han empezado a corregirse. Tras una subida muy vertical en poco tiempo, ahora todo tiende a regularizarse. Además, el consumo está bajando en general. El primer aviso lo vimos el año pasado: en los festivales, el gasto en barras cayó notablemente, y este año se ha traducido también en menor venta de tickets. Es lógico: como las entradas se compran con antelación, el efecto no se notó de inmediato, pero la realidad es que la calle ya no tiene tanto dinero para gastar como antes.
P: ¿Entonces los precios están bajando?
R: Todavía no se nota tanto, pero los precios de las entradas van a tener que estabilizarse y bajar en algunos casos.
P: ¿Ha mejorado lo que se ofrece al público respecto a lo que se ofertaba antes?
R: En general, hablo de los grandes festivales, se cuida mucho más al público de lo que se le cuidaba antes. Se tiene muy en cuenta que la experiencia del público sea buena. Hablo en general, lo que no quita que no haya festivales o conciertos que no sea así.
P: ¿Por qué ahora importa más el público?
R: Siempre ha importado, pero ahora los promotores somos más conscientes de que el cliente es quien decide si vuelve. No basta con un buen show: la experiencia global es clave. Si un espectador sufre colas interminables, bares que no funcionan o un trato desagradable, no repetirá, aunque el concierto haya sido bueno.
P: ¿Por qué no puedo pagar en euros en los festivales y me obligan a cambiar a tokens?
R: Se utiliza el sistema cashless, que permite pagar con el móvil o con una pulsera. Agiliza las ventas, reduce colas y evita que la gente lleve efectivo encima. El sistema, bien aplicado, es positivo. Otra cosa es que algunos lo usen de forma abusiva. Creo que siempre debería existir la opción de pagar en efectivo.
P: Problemas en el Mad Cool, cuellos de botella en el transporte en la Ciudad del Rock, quejas en el Bernabéu que provocaron que no haya conciertos… ¿Tenemos un problema en España con las infraestructuras?
R: Más que un problema de infraestructuras, diría que es un problema de logística. Cuando gestionas eventos para 5.000 o 100.000 personas, es fundamental estudiar cómo entran y salen. Las instituciones y promotores lo tienen en cuenta, pero si se genera un embudo, el caos es inevitable. Normalmente, un 25% del público sale de forma escalonada, pero el 75% lo hace a la vez. Ahí está el reto.
P: ¿Cómo ha evolucionado el sector en los últimos años?
R: Bastante bien. Estamos en una edad de oro de la música en directo. El sector en sí ha evolucionado bastante pero tenemos el reto por delante de profesionalizarlo aún más. Durante la pandemia hubo profesionales que se fueron del sector al ver que era una actividad inestable. En ese momento perdimos grandes profesionales de muchos años de experiencia. Con el nuevo bum que vivimos, hay gente nueva que aún está en formación. Antes, incluso nosotros éramos más faranduleros; ahora es un trabajo exigente y constante.
P: ¿A qué se refiere exactamente con profesionalización? ¿Con una que afecta a toda la cadena de trabajadores desde el artista hasta el que lleva a cabo la carga y descarga? Me consta que, con mucha frecuencia, tienen contratos de un día.
R: A que todos los eslabones de la cadena trabajen con preparación, desde el artista hasta el personal de carga y descarga. Antes cualquiera podía hacer ese trabajo sin experiencia. Hoy la mayoría son profesionales habituales y formados, y eso se nota. Es un buen ejemplo. A los de carga y descarga se les da una formación sobre posturas, cómo tratar las cajas. Esto mismo ha sucedido en todo.
P: ¿Pero la temporalidad sigue ahí?
R: Sí, pero porque es un negocio temporal de por sí. Tenemos un pico muy alto de trabajo en verano porque es la época de los festivales, pero es cierto que cada vez más tenemos conciertos en invierno. El Movistar Arena está lleno. Pides fecha ahora y te la dan para 2027 con suerte. Esto está cambiando y menos mal. Antes teníamos un verano muy fuerte y un invierno muy suave de trabajo. Ahora el verano sigue siendo muy fuerte y el invierno es fuerte también con lo cuál, sí que hay un cupo de profesionales que sigue trabajando todo el año.
P: ¿Qué grandes retos tiene el sector además de la profesionalización?
R: Medir el impacto económico y social, mejorar la atención al público, optimizar la logística, luchar contra estafas y reventa, y seguir con la profesionalización.
P: Da la sensación de que hay laxitud con la reventa, como que es muy fácil tanto comprar como vender y sacar dinero con ello.
R: No es que tengas la sensación, es que es así (ríe). Es muy laxo lo que hay con la reventa.
P: No sé que va a pasar con Bad Bunny cuando se acerque la fecha
R: El problema de la reventa es que luego sobran entradas. Y que ha pasado ahí. Que bajo mi punto de vista esa reventa lo que ha hecho es estafar a un montón de gente. Si un ticket vale 100 euros y lo revenden por 400 euros, vamos mal. Si una entrada vale 100 euros y se revende por 400, es un abuso… y un error comprarla a ese precio. De Bad Bunny hay 10 fechas en Madrid. Son muchos tickets, y siempre hay nuevas entradas a la venta.
P: ¿Esto mismo sucedió con Karol G, no?
R: Karol G hizo cuatro Bernabéus. Llevaban las entradas un montón de tiempo agotadas y, cuando se acercó la fecha, salieron nuevos tickets a la venta.
P: ¿Por qué sucede esto?
R: Es algo muy sencillo. Yo pongo a la venta un concierto, y con tanta antelación, no sé exactamente cómo es la producción de un artista. No sé la visión que tendrá su espectáculo. Cómo vendo. Pues vendo así (dibuja con las manos un ángulo de unos 45 grados saliendo de un hipotético escenario). Cuando se acerca la fecha y la producción del artista me dice que puedo vender así (dibuja un ángulo de unos 70 grados) todo ese cupo de entradas lo puedo sacar. Eso pasa en el 80% o 90% de los conciertos grandes.
P: ¿Cómo de profesionalizada está la reventa?
R: Viagogo es el ejemplo más claro. Es reventa pura, con medios y visibilidad. Hemos reclamado a Google que no la posicione por delante del promotor, pero lo pagan. Por eso defendemos que las entradas lleven nombre y apellido.
P: Al margen de conciertos o de festivales, ¿diría que falta música en directo en el sentido de bares o salas que la ofrezcan habitualmente? ¿Por qué esto no es como Irlanda por ejemplo?
R: Porque hablamos español (ríe).
P: Y supongo que porque llueve menos.
R: (Ríe). No, yo creo que la escena existe y está, lo que pasa es que creo que la evolución del mercado ha hecho mucho daño a los clubs y salas de conciertos. Vuelvo a los festivales. Los festivales tienen que hacer una programación. Tienen que buscar las cabezas de cartel, y a partir de ahí, van bajando. En ese van bajando van entrando esos artistas que quizás no conoce casi nadie que son los que antes hacían el circuito de salas. Que pasa, que en las salas ganas lo poquito que generas o lo poco que puede pagarte el de la sala y en los festivales te dan cinco veces más. Que te estoy diciendo que en vez de 500 euros son 2.500, que tampoco es mucho, pero claro, ya es cinco veces más y en vez de hacer el circuito de salas hacen el de festivales. Pero las salas siguen estando. A mí me parecen súper importantes. Luego te encuentras que hay artistas que no han hecho ese recorrido y cuando los ves en el escenario se nota mucho que no lo han hecho. Yo creo que la escena se recuperará. En España hay mucho talento emergente.
P: Estamos hablando de que hay un bum de la música en directo, ¿por qué no termina de funcionar entonces este segmento?
R: Yo creo que con lo que hemos hablado de que los precios van a estabilizarse, pienso que los artistas emergentes van a volver a las salas. ¿Sabes qué pasa? Con todo esto de las redes sociales hay un porcentaje muy importante de chavales que piensan que con Instagram, Tiktok y tal salen adelante y que no hace falta ir a salas, ir a ensayar ni nada de lo que se ha hecho toda la vida para poder ser artista. Y entonces cuando eso empiece a bajar, espero que pronto, volverán las salas, porque sí hay chavales en los locales de ensayo dándole.
P: ¿Cree que los artistas que estén empezando lo tienen más fácil ahora o más difícil? Con las redes sociales da la sensación de que es más fácil que te conozcan, pero hay más competencia.
R: Los artistas que empiecen hoy en día lo tienen muchísimo más difícil. Muchísima más competencia. La cantidad de canciones que se cuelgan todos los días en Spotify y en todas las plataformas es brutal y es muy difícil que alguien salga. Antes era difícil, pero ahora más. El problema es que están equivocados. Ellos se creen que a través de las redes sociales van a conseguirlo, y para tú tener una carrera con recorrido en la música, necesitas tener base musical. Lo otro es efímero.
P: ¿Qué nuevas formas de monetización están por venir en la música en directo?
R: Tienes cosas de toda la vida como el merchandising, la barra, la camiseta, las áreas vips y otras como las experiencias especiales como los meet & greet.
P: ¿Se prestan a ello los artistas de buena gana?
R: Algunos sí y otros no. Yo creo que la mayoría sí. Lo que pasa es que hay unos que lo hacen muy bien, que es atender muy bien al fan y hay también quién no le da ni bola al fan. Cuando alguien paga por la experiencia, pues lo suyo es atenderles bien. Hay gente que paga mucho dinero por esto.
P: En parte puede ser comprensible. Para muchos son auténticos ídolos, ¿por qué crees que sucede?
R: Absolutamente. Son ídolos. Las masas los aclaman. Los quieren imitar. Su música les gusta, en otros les gusta porque es guapo o guapa. La música arrastra y el público siente las canciones. Eso va a ser así siempre.
P: Me llama la atención el hecho de que los nuevos artistas lo tengan complicado.
R: Existen dos vías. La vía que parece fácil, que es la de fiarlo todo a las redes sociales, y la vía de toda la vida en la música que no es otra que trabajarlo muchísimo. La segunda es la que funciona. Los chavales quieren ahora la vía rápida. Igual se hacen millonarios con un hit, pero eso es todo. Como no saben administrarlo, a los tres días han perdido todo. Peor. La cabeza se les va. El público les aclama, se piensan que son los mejores y ya está el lío. El talento puede estar en las dos vías, pero el trabajo y el esfuerzo es lo que prima. La mayoría de los que sobresalen es porque trabajan, trabajan, trabajan y trabajan otra vez. Lo que pasa es que desde fuera la gente se piensa que literalmente les ha caído del cielo. El forrarse siendo artista con redes sociales es como el mundo youtuber o influencer. ¿Cuántos de verdad, pero de verdad, hay ganando mucho dinero con ello? Solo unos poquitos. El que tiene una carrera más larga es el que está más pendiente de su música y de su preparación musical personal para dárselo al público. El que triunfa en la música lo hace porque le importa su público más que hacerse rico.
P: ¿El sector está demasiado en manos de pocos grandes players? ¿Cómo afecta eso a precios, competencia y diversidad de oferta?
R: Es evidente y todo el mundo sabe que hay grandes plataformas por llamarlo de alguna forma que están comprando a montones de promotores y que están creando unas estructuras enormes que son las que mueven el grueso de la música. Yo creo que siempre habrá huecos para esos pequeños promotores independientes, que son los que van a los clubs a oír a los chavales y son los que van fichando nuevo talento.
P: ¿Los grandes no hacen esta función?
R: No igual. Tienen un poder económico enorme, pero no suelen invertir en el desarrollo inicial del artista. Eso lo hacen los independientes, con más pasión que recursos.
P: ¿Cómo empieza uno a ser promotor?
R: El día que te vuelves loco (ríe).
P: Como ser periodista más o menos.
R: (Ríe). El día que decides que no eres consciente de que eres un inconsciente y piensas: esto de la música mola, voy a organizar un concierto. Ese día te haces promotor. Y encima no tienes ni un duro al principio. Empiezas a poco. Organizas un concierto. Hay muchas vías. Está la de trabajar dentro del sector haciendo otras cosas y al final terminas siendo promotor y hay la vía de empezar a organizar eventos desde pequeño y terminas siendo promotor. Organizar un concierto cuesta un dineral. Organizar un festival cuesta 10 dinerales.
P: ¿Hasta qué punto la reventa, los bots y los precios elevados están dañando la confianza del público? No digo que la gente deje de ir a los conciertos, sino que se esté hartando de cómo funciona.
R: Yo lo que creo es que efectivamente se está hartando. Hay una tendencia cada vez mayor a seleccionar más a la hora de ir a festivales y a la hora de ver el show en concreto del artista que les gusta. Al final el show del festival no es el mismo que en individual aunque sea el mismo artista. Dentro de todo esto, cada vez el público es más selectivo con los conciertos y festivales porque el dinero no da.
P: ¿Cómo puede conjugarse esta cautela y a la vez un récord de conciertos y de entradas?
R: Se hablan de las entradas que se venden, pero no de las que no se venden. Ahora hay récord de conciertos porque hay más artistas y porque ha cambiado la forma de funcionar. Antes, el flujo normal era componer un disco, sacarlo, irse de gira, componer otro disco y vuelta a empezar. Ahora, en cuanto sacan una nueva canción, ya se van de gira. Se gira con mucha más alegría y hay muchos artistas. Todo el mundo quiere ser artista.
P: ¿Y todo el mundo puede?
R: No. No todo el mundo puede. Hay gente que canta muy bien, pero quizás no es tan artista como otro que cante peor que tenga más sentimiento, carisma, alma. Quiero decir. No hablo de la perfección en el canto. Hablo del artista que conecta. El que se sube al escenario y llena el escenario. Solo o con 20 más en el escenario. Siempre es él o ella. Hay algunos que llenan el escenario y hay otros que te aburren solo con verlos.
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