Sábado de ARCO de 2024. La feria aún no ha abierto las puertas al público y pocos galeristas pululan aún por las instalaciones, de forma que cualquier persona es fácilmente localizada. Por esa razón, llama la atención una que, con una bata blanca, se acerca más de la cuenta a una obra. Se trata de Julia Betancor, una de las mejores conservadoras y restauradoras de arte contemporáneo en nuestro país. Pero, un momento: ¿de verdad que el arte actual necesita ser restaurado? ¡Si acaba de salir del horno! Un año después nos reunimos con ella en su taller en el norte de Madrid para pedirle detalles. Entonces dispara: «Ni te lo imaginas. Somos como los médicos del arte. Practicamos la medicina preventiva. Porque, nosotros, lo último que queremos es tener que restaurar. Y tú, que te has gastado dinero en una obra, lo que no quieres es que haya que intervenirla, porque esto funciona como en el ser humano: una vez que ‘te abren’ el sistema queda tocado para el futuro».Noticias relacionadas estandar Si SEMANA DEL ARTE Guía para no perderse en los pabellones de IFEMA: diccionario de imprescindibles VARIOS AUTORES estandar Si SEMANA DEL ARTE Maribel López: «Cuando la feria está tranquila es momento para jugar un poco» Javier Díaz-GuardiolaA lo que se refiere Betancor, cuya empresa será por quinto año consecutivo la firma de conservadores preferentes en la cita madrileña, es que la labor de un conservador de arte es básica independientemente de la naturaleza o época de la pieza que se adquiere o se atesora. Y este se mueve en distintos frentes. El primero, quizás en el que menos se piensa, la recepción de las obras en su arribo a la feria, «comprobando así el estado en el que llegan, estando presentes en el desembalaje y, si ha habido algún problema, testificar que se produjo en el traslado, lo que nos convierte en garantía para el seguro». En este sentido, y en el marco de una feria de arte, las galerías son los principales demandantes de este servicio.Garantías de compraSi hace falta reparar –ese sería el segundo marco de acción– y se considera que la solución se puede llevar a cabo en menos de 24 horas, este tipo de brigadas interviene, «para lo que nos ponemos también en contacto con el artista si eso es posible». El martes antes de la inauguración de ARCO es, por cuestiones como estas, «el de mayor estrés».Sin embargo, cuando se genera un interesante grueso de trabajo, invisible para el resto de visitantes de la feria, es durante las jornadas que esta se celebra, en las que los conservadores realizan, para aquellos clientes que lo solicitan, informes sobre el estado de conservación previos a una compra: «En citas como ArtBasel, este servicio lo asume el galerista, porque a ellos, cuando se produce una compra, les estimula mostrar la máxima trasparencia al coleccionista. De hecho, si hubiera alguna anomalía, que se refleja en los informes, al comprador le puede servir nuestro trabajo para renegociar el precio de adquisición. Incluso, en este sentido, servimos para evitar errores. La gente no sabe lo que es un craquelado y eso que estás viendo no tiene por qué ser un problema técnico en la obra». El informe se adjunta al certificado de compra y la factura. «Eso también facilita mucho la relación posterior con los seguros», concluye Betancor.Prestar atención. En las imágenes, Julia Betancor realiza algunas de las labores propias de su labor como conservadora, mientras enseña algunas muestra de propadyn,el material empleado para regular la humedad de las obras de arte T. S. Para nuestra interlocutora, en España todavía cuesta comprender la importancia de su quehacer: «Actuamos como peritos, y aconsejamos de la mejor manera posible antes de adquirir una pieza de arte, que, por muy contemporánea que sea, comienza a autodestruirse desde el día que sale del taller del artista. Es muchísimo más barato hacer un peritaje previo que tener que restaurar. Y lo curioso es que esto, cuando adquirimos una casa, lo tenemos súper claro: acude un tasador antes de que te metas en una hipoteca. Esto sería también lo ideal antes de que te compres una obra».Porque luego está el problema de los materiales, principal caballo de batalla del conservador. Aquí Julia Betancor lo tiene claro: «Los del arte contemporáneo no son necesariamente los del tradicional. El óleo sobre lienzo lo tenemos trillado desde hace siglos. Pero cuando empiezas a trabajar con plásticos, con metacrilatos, con todo mezclado, eso se convierte en una bomba de relojería». Maderas, vinílicos, celofanes que son abrasantes y el peor enemigo del papel, pegamentos que amarillean, y soportes inenarrables. Betancor recuerda una pieza que entró hace poco en el taller que usaba el papel burbuja como material sobre el que se intervenía pictóricamente: «¿Dónde hay una ponencia sobre la resistencia de los plásticos de burbuja? -exorta la profesional-. No la hay. Pero sobre Velázquez o Goya, sus procesos, sus técnicas, tienes bibliotecas enteras».El boca orejaEl servicio que ofrece Betancor y su equipo aún no es muy conocido por el coleccionista español y mucho menos por el público en general. El estudio estima que un 25% de la galerías de ARCO sí que sabe de su existencia, aunque muy pocas lo utilizan («algunas firmas del patronato, como Moisés Pérez de Albéniz o Mor Charpentier »). Sin embargo, desde donde más se solicita su ayuda es desde el coleccionista privado: «Este trabajo es muy discreto, y funciona muy bien el boca oreja. Yo tengo que guardar la confidencialidad de lo que hago, sobre lo que lo hago y con quién lo hago. Pero se termina creando una relación de confianza muy bonita». Julia hace esta declaración en una mesa del estudio en la que descansa un gran José Guerrero del que tiene que evaluar su estado. Y cumple su palabra: «Solo puedo decirte que pertenece a una familia venezolana muy top. Gente que mueve mucha obra; mucha más que la de otros que son más visibles en medios».En cinco años, el trabajo de este taller ha crecido considerablemente. En realidad, no son muchos los especialistas como ella en nuestro país. Sobre sus mesas, material más o menos identificable como brochas, pinceles, productos para trabajar propios de cualquier artista. Pero pronto empiezan a circular ante nuestros ojos otros que podemos intuir para que sirven (gafas de aumento para reparar en detalles, lásers que, al incidir sobre la superficie de los cuadros, dan pie a paisajes de veladuras, mezclas de pigmentos y fracturas que no nos podíamos imaginar de su existencia), y otros que parecen sacados de películas de ciencia-ficción. Es el caso del propadyn, un «estabilizador dinámico de la humedad». Betancor nos explica para lo que se utiliza: «No solo el polvo o la luz. La humedad suele ser el gran enemigo de la obra de arte. Y por eso, también en función de dónde vivas, nos encontramos con unas afecciones u otras en las piezas que intervenimos. En Madrid, acusan la sequedad. En la costa o en el norte, la humendad mata cualquier papel. El propadyn son unos saquitos de arcilla que controlan esta y la temperatura de una pieza. Nacen para la industria alimentaria y yo lo descubrí en una feria de embalajes». Una correcta colocación en la parte trasera de la obra cuando se enmarca puede acabar con muchos inconvenientes en este sentido. Una profesional. En las imágenes, de arriba abajo, Betancor en su taller; un picasso a punto de ser intervenido; y detalle de una obra tridimensional, con las que asimismo trabaja esta empresa T. S. A su lado, los Spot Bot. Una especie de ‘busca’ que se introduce en las cajas de transporte de las obras de arte y permite regular la humedad de la misma desde el móvil, «además de que es un localizador fantástico que te hace saber dónde está en cualquier momento. Costantini llevó el Frida Kahlo que cedió a la última Bienal de Venecia con uno de estos». Su precio ronda los 500 euros. Y eso abre otro melón: ¿cuánto cuesta un servicio como este? «Puede resultar caro, pero dependiendo de con qué lo compares. En realidad es un profesional que te está asesorando por una hora, media jornada de feria o un día entero. La tarifa también depende del tipo de cliente y el negocio que mueve. Pero para que te hagas una idea, el apoyo de un conservador senior, un día, en España , te puede salir por unos 500-600 euros. En Estados Unidos, en MACO-México, eso es lo que se cobra por una hora. Ferias como Tefaf directamente nos tiene en el patronato. Yo no contemplo comprar arte, sea tradicional o contemporáneo, sin un conservador. Ni yo, ni nadie con presencia en el ámbito artístico. Además, cuando te vas a dejar 60.000, 100.000 o 300.000 euros en una obra, estamos rebajando mucho el precio de un disgusto».Quizás, para Betancor, uno de los capítulos más bonitos de su actividad es trabajar mano a mano con el artista. «A veces pueden complicar las cosas, porque, si hay que reparar algo, creen que vale con pintar encima, pero lo que hacen con eso es crear una nueva mancha, dar pie a una nueva obra». Nuestra interlocutora recuerda lo que ha sido para alguna colega enfrentarse a las ‘autorreparaciones’ de los dibujos de David Lynch. «Pero son muchos los que piden consejo, los que se acercan cuando van a probar materiales nuevos ( Uxío da Vila, fotógrafo, ahora que se lanza al empleo de las ceras; Alexandre Arrechea preguntando por ese pegamento tan bueno, el Parloid B74, que ya le ha sacado de algún apuro…)».A Miquel Barceló no se le habría caído la Cúpula de la ONU con un conservador cerca. Ni el Guggenheim se dejaría su buen presupuesto en el ‘Puppy’ de Koons, o la ciudad de San Sebastián en mantener el ‘Peine de los Vientos’ con una preguntita previa a este gremio. Para Betancor, lo ideal para evitar males mayores es que este chequeo, por parte de cualquier coleccionista, se entienda como una ITV, que se pasa cada año.Y cuando ustedes vean estas batas blancas en las ferias se acerquen para darles las gracias. La buena salud de lo que observan colgado, depende en buena parte de ellas. Sábado de ARCO de 2024. La feria aún no ha abierto las puertas al público y pocos galeristas pululan aún por las instalaciones, de forma que cualquier persona es fácilmente localizada. Por esa razón, llama la atención una que, con una bata blanca, se acerca más de la cuenta a una obra. Se trata de Julia Betancor, una de las mejores conservadoras y restauradoras de arte contemporáneo en nuestro país. Pero, un momento: ¿de verdad que el arte actual necesita ser restaurado? ¡Si acaba de salir del horno! Un año después nos reunimos con ella en su taller en el norte de Madrid para pedirle detalles. Entonces dispara: «Ni te lo imaginas. Somos como los médicos del arte. Practicamos la medicina preventiva. Porque, nosotros, lo último que queremos es tener que restaurar. Y tú, que te has gastado dinero en una obra, lo que no quieres es que haya que intervenirla, porque esto funciona como en el ser humano: una vez que ‘te abren’ el sistema queda tocado para el futuro».Noticias relacionadas estandar Si SEMANA DEL ARTE Guía para no perderse en los pabellones de IFEMA: diccionario de imprescindibles VARIOS AUTORES estandar Si SEMANA DEL ARTE Maribel López: «Cuando la feria está tranquila es momento para jugar un poco» Javier Díaz-GuardiolaA lo que se refiere Betancor, cuya empresa será por quinto año consecutivo la firma de conservadores preferentes en la cita madrileña, es que la labor de un conservador de arte es básica independientemente de la naturaleza o época de la pieza que se adquiere o se atesora. Y este se mueve en distintos frentes. El primero, quizás en el que menos se piensa, la recepción de las obras en su arribo a la feria, «comprobando así el estado en el que llegan, estando presentes en el desembalaje y, si ha habido algún problema, testificar que se produjo en el traslado, lo que nos convierte en garantía para el seguro». En este sentido, y en el marco de una feria de arte, las galerías son los principales demandantes de este servicio.Garantías de compraSi hace falta reparar –ese sería el segundo marco de acción– y se considera que la solución se puede llevar a cabo en menos de 24 horas, este tipo de brigadas interviene, «para lo que nos ponemos también en contacto con el artista si eso es posible». El martes antes de la inauguración de ARCO es, por cuestiones como estas, «el de mayor estrés».Sin embargo, cuando se genera un interesante grueso de trabajo, invisible para el resto de visitantes de la feria, es durante las jornadas que esta se celebra, en las que los conservadores realizan, para aquellos clientes que lo solicitan, informes sobre el estado de conservación previos a una compra: «En citas como ArtBasel, este servicio lo asume el galerista, porque a ellos, cuando se produce una compra, les estimula mostrar la máxima trasparencia al coleccionista. De hecho, si hubiera alguna anomalía, que se refleja en los informes, al comprador le puede servir nuestro trabajo para renegociar el precio de adquisición. Incluso, en este sentido, servimos para evitar errores. La gente no sabe lo que es un craquelado y eso que estás viendo no tiene por qué ser un problema técnico en la obra». El informe se adjunta al certificado de compra y la factura. «Eso también facilita mucho la relación posterior con los seguros», concluye Betancor.Prestar atención. En las imágenes, Julia Betancor realiza algunas de las labores propias de su labor como conservadora, mientras enseña algunas muestra de propadyn,el material empleado para regular la humedad de las obras de arte T. S. Para nuestra interlocutora, en España todavía cuesta comprender la importancia de su quehacer: «Actuamos como peritos, y aconsejamos de la mejor manera posible antes de adquirir una pieza de arte, que, por muy contemporánea que sea, comienza a autodestruirse desde el día que sale del taller del artista. Es muchísimo más barato hacer un peritaje previo que tener que restaurar. Y lo curioso es que esto, cuando adquirimos una casa, lo tenemos súper claro: acude un tasador antes de que te metas en una hipoteca. Esto sería también lo ideal antes de que te compres una obra».Porque luego está el problema de los materiales, principal caballo de batalla del conservador. Aquí Julia Betancor lo tiene claro: «Los del arte contemporáneo no son necesariamente los del tradicional. El óleo sobre lienzo lo tenemos trillado desde hace siglos. Pero cuando empiezas a trabajar con plásticos, con metacrilatos, con todo mezclado, eso se convierte en una bomba de relojería». Maderas, vinílicos, celofanes que son abrasantes y el peor enemigo del papel, pegamentos que amarillean, y soportes inenarrables. Betancor recuerda una pieza que entró hace poco en el taller que usaba el papel burbuja como material sobre el que se intervenía pictóricamente: «¿Dónde hay una ponencia sobre la resistencia de los plásticos de burbuja? -exorta la profesional-. No la hay. Pero sobre Velázquez o Goya, sus procesos, sus técnicas, tienes bibliotecas enteras».El boca orejaEl servicio que ofrece Betancor y su equipo aún no es muy conocido por el coleccionista español y mucho menos por el público en general. El estudio estima que un 25% de la galerías de ARCO sí que sabe de su existencia, aunque muy pocas lo utilizan («algunas firmas del patronato, como Moisés Pérez de Albéniz o Mor Charpentier »). Sin embargo, desde donde más se solicita su ayuda es desde el coleccionista privado: «Este trabajo es muy discreto, y funciona muy bien el boca oreja. Yo tengo que guardar la confidencialidad de lo que hago, sobre lo que lo hago y con quién lo hago. Pero se termina creando una relación de confianza muy bonita». Julia hace esta declaración en una mesa del estudio en la que descansa un gran José Guerrero del que tiene que evaluar su estado. Y cumple su palabra: «Solo puedo decirte que pertenece a una familia venezolana muy top. Gente que mueve mucha obra; mucha más que la de otros que son más visibles en medios».En cinco años, el trabajo de este taller ha crecido considerablemente. En realidad, no son muchos los especialistas como ella en nuestro país. Sobre sus mesas, material más o menos identificable como brochas, pinceles, productos para trabajar propios de cualquier artista. Pero pronto empiezan a circular ante nuestros ojos otros que podemos intuir para que sirven (gafas de aumento para reparar en detalles, lásers que, al incidir sobre la superficie de los cuadros, dan pie a paisajes de veladuras, mezclas de pigmentos y fracturas que no nos podíamos imaginar de su existencia), y otros que parecen sacados de películas de ciencia-ficción. Es el caso del propadyn, un «estabilizador dinámico de la humedad». Betancor nos explica para lo que se utiliza: «No solo el polvo o la luz. La humedad suele ser el gran enemigo de la obra de arte. Y por eso, también en función de dónde vivas, nos encontramos con unas afecciones u otras en las piezas que intervenimos. En Madrid, acusan la sequedad. En la costa o en el norte, la humendad mata cualquier papel. El propadyn son unos saquitos de arcilla que controlan esta y la temperatura de una pieza. Nacen para la industria alimentaria y yo lo descubrí en una feria de embalajes». Una correcta colocación en la parte trasera de la obra cuando se enmarca puede acabar con muchos inconvenientes en este sentido. Una profesional. En las imágenes, de arriba abajo, Betancor en su taller; un picasso a punto de ser intervenido; y detalle de una obra tridimensional, con las que asimismo trabaja esta empresa T. S. A su lado, los Spot Bot. Una especie de ‘busca’ que se introduce en las cajas de transporte de las obras de arte y permite regular la humedad de la misma desde el móvil, «además de que es un localizador fantástico que te hace saber dónde está en cualquier momento. Costantini llevó el Frida Kahlo que cedió a la última Bienal de Venecia con uno de estos». Su precio ronda los 500 euros. Y eso abre otro melón: ¿cuánto cuesta un servicio como este? «Puede resultar caro, pero dependiendo de con qué lo compares. En realidad es un profesional que te está asesorando por una hora, media jornada de feria o un día entero. La tarifa también depende del tipo de cliente y el negocio que mueve. Pero para que te hagas una idea, el apoyo de un conservador senior, un día, en España , te puede salir por unos 500-600 euros. En Estados Unidos, en MACO-México, eso es lo que se cobra por una hora. Ferias como Tefaf directamente nos tiene en el patronato. Yo no contemplo comprar arte, sea tradicional o contemporáneo, sin un conservador. Ni yo, ni nadie con presencia en el ámbito artístico. Además, cuando te vas a dejar 60.000, 100.000 o 300.000 euros en una obra, estamos rebajando mucho el precio de un disgusto».Quizás, para Betancor, uno de los capítulos más bonitos de su actividad es trabajar mano a mano con el artista. «A veces pueden complicar las cosas, porque, si hay que reparar algo, creen que vale con pintar encima, pero lo que hacen con eso es crear una nueva mancha, dar pie a una nueva obra». Nuestra interlocutora recuerda lo que ha sido para alguna colega enfrentarse a las ‘autorreparaciones’ de los dibujos de David Lynch. «Pero son muchos los que piden consejo, los que se acercan cuando van a probar materiales nuevos ( Uxío da Vila, fotógrafo, ahora que se lanza al empleo de las ceras; Alexandre Arrechea preguntando por ese pegamento tan bueno, el Parloid B74, que ya le ha sacado de algún apuro…)».A Miquel Barceló no se le habría caído la Cúpula de la ONU con un conservador cerca. Ni el Guggenheim se dejaría su buen presupuesto en el ‘Puppy’ de Koons, o la ciudad de San Sebastián en mantener el ‘Peine de los Vientos’ con una preguntita previa a este gremio. Para Betancor, lo ideal para evitar males mayores es que este chequeo, por parte de cualquier coleccionista, se entienda como una ITV, que se pasa cada año.Y cuando ustedes vean estas batas blancas en las ferias se acerquen para darles las gracias. La buena salud de lo que observan colgado, depende en buena parte de ellas.
Sábado de ARCO de 2024. La feria aún no ha abierto las puertas al público y pocos galeristas pululan aún por las instalaciones, de forma que cualquier persona es fácilmente localizada. Por esa razón, llama la atención una que, con una bata blanca, se acerca … más de la cuenta a una obra. Se trata de Julia Betancor, una de las mejores conservadoras y restauradoras de arte contemporáneo en nuestro país.
Pero, un momento: ¿de verdad que el arte actual necesita ser restaurado? ¡Si acaba de salir del horno! Un año después nos reunimos con ella en su taller en el norte de Madrid para pedirle detalles. Entonces dispara: «Ni te lo imaginas. Somos como los médicos del arte. Practicamos la medicina preventiva. Porque, nosotros, lo último que queremos es tener que restaurar. Y tú, que te has gastado dinero en una obra, lo que no quieres es que haya que intervenirla, porque esto funciona como en el ser humano: una vez que ‘te abren’ el sistema queda tocado para el futuro».
A lo que se refiere Betancor, cuya empresa será por quinto año consecutivo la firma de conservadores preferentes en la cita madrileña, es que la labor de un conservador de arte es básica independientemente de la naturaleza o época de la pieza que se adquiere o se atesora. Y este se mueve en distintos frentes. El primero, quizás en el que menos se piensa, la recepción de las obras en su arribo a la feria, «comprobando así el estado en el que llegan, estando presentes en el desembalaje y, si ha habido algún problema, testificar que se produjo en el traslado, lo que nos convierte en garantía para el seguro». En este sentido, y en el marco de una feria de arte, las galerías son los principales demandantes de este servicio.
Garantías de compra
Si hace falta reparar –ese sería el segundo marco de acción– y se considera que la solución se puede llevar a cabo en menos de 24 horas, este tipo de brigadas interviene, «para lo que nos ponemos también en contacto con el artista si eso es posible». El martes antes de la inauguración de ARCO es, por cuestiones como estas, «el de mayor estrés».
Sin embargo, cuando se genera un interesante grueso de trabajo, invisible para el resto de visitantes de la feria, es durante las jornadas que esta se celebra, en las que los conservadores realizan, para aquellos clientes que lo solicitan, informes sobre el estado de conservación previos a una compra: «En citas como ArtBasel, este servicio lo asume el galerista, porque a ellos, cuando se produce una compra, les estimula mostrar la máxima trasparencia al coleccionista.
De hecho, si hubiera alguna anomalía, que se refleja en los informes, al comprador le puede servir nuestro trabajo para renegociar el precio de adquisición. Incluso, en este sentido, servimos para evitar errores. La gente no sabe lo que es un craquelado y eso que estás viendo no tiene por qué ser un problema técnico en la obra». El informe se adjunta al certificado de compra y la factura. «Eso también facilita mucho la relación posterior con los seguros», concluye Betancor.



En las imágenes, Julia Betancor realiza algunas de las labores propias de su labor como conservadora, mientras enseña algunas muestra de propadyn,el material empleado para regular la humedad de las obras de arte
T. S.
Para nuestra interlocutora, en España todavía cuesta comprender la importancia de su quehacer: «Actuamos como peritos, y aconsejamos de la mejor manera posible antes de adquirir una pieza de arte, que, por muy contemporánea que sea, comienza a autodestruirse desde el día que sale del taller del artista. Es muchísimo más barato hacer un peritaje previo que tener que restaurar. Y lo curioso es que esto, cuando adquirimos una casa, lo tenemos súper claro: acude un tasador antes de que te metas en una hipoteca. Esto sería también lo ideal antes de que te compres una obra».
Porque luego está el problema de los materiales, principal caballo de batalla del conservador. Aquí Julia Betancor lo tiene claro: «Los del arte contemporáneo no son necesariamente los del tradicional. El óleo sobre lienzo lo tenemos trillado desde hace siglos. Pero cuando empiezas a trabajar con plásticos, con metacrilatos, con todo mezclado, eso se convierte en una bomba de relojería». Maderas, vinílicos, celofanes que son abrasantes y el peor enemigo del papel, pegamentos que amarillean, y soportes inenarrables. Betancor recuerda una pieza que entró hace poco en el taller que usaba el papel burbuja como material sobre el que se intervenía pictóricamente: «¿Dónde hay una ponencia sobre la resistencia de los plásticos de burbuja? -exorta la profesional-. No la hay. Pero sobre Velázquez o Goya, sus procesos, sus técnicas, tienes bibliotecas enteras».
El boca oreja
El servicio que ofrece Betancor y su equipo aún no es muy conocido por el coleccionista español y mucho menos por el público en general. El estudio estima que un 25% de la galerías de ARCO sí que sabe de su existencia, aunque muy pocas lo utilizan («algunas firmas del patronato, como Moisés Pérez de Albéniz o Mor Charpentier»). Sin embargo, desde donde más se solicita su ayuda es desde el coleccionista privado: «Este trabajo es muy discreto, y funciona muy bien el boca oreja. Yo tengo que guardar la confidencialidad de lo que hago, sobre lo que lo hago y con quién lo hago. Pero se termina creando una relación de confianza muy bonita». Julia hace esta declaración en una mesa del estudio en la que descansa un gran José Guerrero del que tiene que evaluar su estado. Y cumple su palabra: «Solo puedo decirte que pertenece a una familia venezolana muy top. Gente que mueve mucha obra; mucha más que la de otros que son más visibles en medios».
En cinco años, el trabajo de este taller ha crecido considerablemente. En realidad, no son muchos los especialistas como ella en nuestro país. Sobre sus mesas, material más o menos identificable como brochas, pinceles, productos para trabajar propios de cualquier artista. Pero pronto empiezan a circular ante nuestros ojos otros que podemos intuir para que sirven (gafas de aumento para reparar en detalles, lásers que, al incidir sobre la superficie de los cuadros, dan pie a paisajes de veladuras, mezclas de pigmentos y fracturas que no nos podíamos imaginar de su existencia), y otros que parecen sacados de películas de ciencia-ficción.
Es el caso del propadyn, un «estabilizador dinámico de la humedad». Betancor nos explica para lo que se utiliza: «No solo el polvo o la luz. La humedad suele ser el gran enemigo de la obra de arte. Y por eso, también en función de dónde vivas, nos encontramos con unas afecciones u otras en las piezas que intervenimos. En Madrid, acusan la sequedad. En la costa o en el norte, la humendad mata cualquier papel. El propadyn son unos saquitos de arcilla que controlan esta y la temperatura de una pieza. Nacen para la industria alimentaria y yo lo descubrí en una feria de embalajes». Una correcta colocación en la parte trasera de la obra cuando se enmarca puede acabar con muchos inconvenientes en este sentido.



En las imágenes, de arriba abajo, Betancor en su taller; un picasso a punto de ser intervenido; y detalle de una obra tridimensional, con las que asimismo trabaja esta empresa
T. S.
A su lado, los Spot Bot. Una especie de ‘busca’ que se introduce en las cajas de transporte de las obras de arte y permite regular la humedad de la misma desde el móvil, «además de que es un localizador fantástico que te hace saber dónde está en cualquier momento. Costantini llevó el Frida Kahlo que cedió a la última Bienal de Venecia con uno de estos». Su precio ronda los 500 euros.
Y eso abre otro melón: ¿cuánto cuesta un servicio como este? «Puede resultar caro, pero dependiendo de con qué lo compares. En realidad es un profesional que te está asesorando por una hora, media jornada de feria o un día entero. La tarifa también depende del tipo de cliente y el negocio que mueve. Pero para que te hagas una idea, el apoyo de un conservador senior, un día, en España, te puede salir por unos 500-600 euros. En Estados Unidos, en MACO-México, eso es lo que se cobra por una hora. Ferias como Tefaf directamente nos tiene en el patronato. Yo no contemplo comprar arte, sea tradicional o contemporáneo, sin un conservador. Ni yo, ni nadie con presencia en el ámbito artístico. Además, cuando te vas a dejar 60.000, 100.000 o 300.000 euros en una obra, estamos rebajando mucho el precio de un disgusto».
Quizás, para Betancor, uno de los capítulos más bonitos de su actividad es trabajar mano a mano con el artista. «A veces pueden complicar las cosas, porque, si hay que reparar algo, creen que vale con pintar encima, pero lo que hacen con eso es crear una nueva mancha, dar pie a una nueva obra». Nuestra interlocutora recuerda lo que ha sido para alguna colega enfrentarse a las ‘autorreparaciones’ de los dibujos de David Lynch. «Pero son muchos los que piden consejo, los que se acercan cuando van a probar materiales nuevos (Uxío da Vila, fotógrafo, ahora que se lanza al empleo de las ceras; Alexandre Arrechea preguntando por ese pegamento tan bueno, el Parloid B74, que ya le ha sacado de algún apuro…)».
A Miquel Barceló no se le habría caído la Cúpula de la ONU con un conservador cerca. Ni el Guggenheim se dejaría su buen presupuesto en el ‘Puppy’ de Koons, o la ciudad de San Sebastián en mantener el ‘Peine de los Vientos’ con una preguntita previa a este gremio. Para Betancor, lo ideal para evitar males mayores es que este chequeo, por parte de cualquier coleccionista, se entienda como una ITV, que se pasa cada año.
Y cuando ustedes vean estas batas blancas en las ferias se acerquen para darles las gracias. La buena salud de lo que observan colgado, depende en buena parte de ellas.
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