Paloma y Claude. Así se llamaban los hijos del gran Pablo Picasso y la artista Françoise Gilot . Vivieron en el sud de Francia, en Villauris, donde Picasso tenía su taller de cerámica, y mientras papá y mamá pintaban, ellos se dedicaban a mirarlos y jugar por toda la casa. Esa era su unión, el arte y el juego. Los dos artistas los utilizaron de modelos en infinidad de ocasiones. Son estos cuadros los que componen la exposición ‘Crecer entre dos artistas’, que el Museo Picasso de Barcelona acoge hasta el 26 de octubre.«Siempre los vi más como artistas que como padres», asegura Paloma, que ha reunido obras de su colección particular, como la de su hermano Claude, fallecido hace dos años, para formar una exposición íntima, familiar y muy emotiva. « En Villauris no había diferencia alguna entre los juguetes y las obras de arte. Vivíamos en un ambiente creativo. Mi padre nos enseñó a tomárnoslo todo en serio, pero siempre con una sonrisa. Aseguraba que la vida era un juego y había que vivir en consecuencia», comenta la empresaria y joyera.La exposición, comisariada por la propia Paloma Picasso junto al director del museo, Emmanuel Guigon , está dividida en dos partes, separadas por dos estancias diferentes del museo. Por un lado, están las obras que Picasso dedicó a los niños y por el otro las que les hizo Françoise Gilot. La mayoría de estas obras no se habían visto mucho, ya que permanecían en las colecciones particulares de los dos hermanos. «Son piezas importantes, muy fuertes y emocionantes. Íbamos a hacer una exposición dedicada a mi madre en la pandemia, pero al final no la pudimos hacer. Con esta muestra podemos cumplir aquella promesa y, de paso, homenajear a mi hermano Claude», asegura Paloma Picasso. Noticia Relacionada estandar No La obra de Picasso regresa a la galería John Holland de Lepe con una serie de grabados sobre ‘La Celestina’ M. A. F. La popular obra de Francisco de Rojas fue ilustrada por el genio malagueño en 1968 en más de 50 grabados de técnica mixta, su último libro ilustradoLas obras giran alrededor de 1948 y 1953 , los años felices en Villauris antes de la separación de Picasso y Gilot. «Si te digo la verdad, no tengo un recuerdo de ellos juntos. Los tengo siempre por separado. Y ninguno de ellos me habló mal del otro nunca. Fue una época muy intensa. Siempre consideré a Claude como mi gemelo, pero era dos años mayor que yo y un chico. Debió haberlo vivido de forma diferente, pero me arrepiento de no haberlo hablado nunca con él», se sincera la comisaria de la exposición.De caballos a pelotas, muñecas o coches de jugueteJuguetes y más juguetes. Esa es la base de la exposición. Podemos ver, por ejemplo, el cuadro que hizo Picasso a su hija con una muñeca con su misma cara. « Mi padre me hizo siete muñecas con mi cara. Después de pintar el cuadro me las quitaba y se las quedaba él, pero es fascinante ver ahora el cuadro con mis dos caras. No puedo quejarme. Y, además, conservo algunas en Nueva York», recuerda Paloma Picasso. De esta forma, veos retratos de un jovencísimo Claude dibujando o leyendo o jugando con un tren eléctrico. Hay incluso retratos del niño disfrazado con un traje tradicional polonés o con paperas. Una de las piezas destacadas es cuando Gilot pintó a Claude enfadado porque su padre le había cogido su coche de juguete . «Se puso muy enfadado porque decía que papá se lo había robado. Esto es lo que permite esta exposición, ver el lado más íntimo de la familia Picasso», señala la comisaria.Los posados siempre eran espontáneos, sin programar. Gilot nos presenta a Claude con su muñeca de trapo, a los dos hermanos jugando con una pelota, o al niño con un bañador rojo en una mesa en el jardín. « Los dos tenían un carácter fuerte y apasionado. Mi madre se encerraba en su habitación a pintar y si entrábamos nos decía que nos fuéramos a molestar a nuestro padre», afirma Paloma Picasso, que asegura que de muy pequeñita ya se dio cuenta de lo privilegiada que era al vivir entre dos grandes artistas.La muestra también acoge la célebre paloma que el pintor esculpió a partir de un vaso de agua de barro o la película ‘Atelier 74’, dirigida por el propio Claude Picasso junto a Thierry Spitzer , que realizaron sobre el taller del artista un año después de su fallecimiento. «Un día me regalaron unas alpargatas de un blanco inmaculado. Corrí a enseñárselas a mi padre, que le gustaron tanto que me las quitó y empezó a dibujar una marcas azules y rojas. En ese momento supe que las acababa de convertir en una obra de arte y que ya no las volvería a ver nunca», rememora Paloma.A pesar de que siempre les invitaron a que crearan, ni Claude ni Paloma mostraron al final mucha vocación artística. «Yo era muy masculina de pequeña, y lo único femenino en mí era mi amor por la joyas. A través de ellas pude encontrar un camino propio más allá de ser la hija de Picasso, una losa muy difícil de quitarse de encima», concluye. Paloma y Claude. Así se llamaban los hijos del gran Pablo Picasso y la artista Françoise Gilot . Vivieron en el sud de Francia, en Villauris, donde Picasso tenía su taller de cerámica, y mientras papá y mamá pintaban, ellos se dedicaban a mirarlos y jugar por toda la casa. Esa era su unión, el arte y el juego. Los dos artistas los utilizaron de modelos en infinidad de ocasiones. Son estos cuadros los que componen la exposición ‘Crecer entre dos artistas’, que el Museo Picasso de Barcelona acoge hasta el 26 de octubre.«Siempre los vi más como artistas que como padres», asegura Paloma, que ha reunido obras de su colección particular, como la de su hermano Claude, fallecido hace dos años, para formar una exposición íntima, familiar y muy emotiva. « En Villauris no había diferencia alguna entre los juguetes y las obras de arte. Vivíamos en un ambiente creativo. Mi padre nos enseñó a tomárnoslo todo en serio, pero siempre con una sonrisa. Aseguraba que la vida era un juego y había que vivir en consecuencia», comenta la empresaria y joyera.La exposición, comisariada por la propia Paloma Picasso junto al director del museo, Emmanuel Guigon , está dividida en dos partes, separadas por dos estancias diferentes del museo. Por un lado, están las obras que Picasso dedicó a los niños y por el otro las que les hizo Françoise Gilot. La mayoría de estas obras no se habían visto mucho, ya que permanecían en las colecciones particulares de los dos hermanos. «Son piezas importantes, muy fuertes y emocionantes. Íbamos a hacer una exposición dedicada a mi madre en la pandemia, pero al final no la pudimos hacer. Con esta muestra podemos cumplir aquella promesa y, de paso, homenajear a mi hermano Claude», asegura Paloma Picasso. Noticia Relacionada estandar No La obra de Picasso regresa a la galería John Holland de Lepe con una serie de grabados sobre ‘La Celestina’ M. A. F. La popular obra de Francisco de Rojas fue ilustrada por el genio malagueño en 1968 en más de 50 grabados de técnica mixta, su último libro ilustradoLas obras giran alrededor de 1948 y 1953 , los años felices en Villauris antes de la separación de Picasso y Gilot. «Si te digo la verdad, no tengo un recuerdo de ellos juntos. Los tengo siempre por separado. Y ninguno de ellos me habló mal del otro nunca. Fue una época muy intensa. Siempre consideré a Claude como mi gemelo, pero era dos años mayor que yo y un chico. Debió haberlo vivido de forma diferente, pero me arrepiento de no haberlo hablado nunca con él», se sincera la comisaria de la exposición.De caballos a pelotas, muñecas o coches de jugueteJuguetes y más juguetes. Esa es la base de la exposición. Podemos ver, por ejemplo, el cuadro que hizo Picasso a su hija con una muñeca con su misma cara. « Mi padre me hizo siete muñecas con mi cara. Después de pintar el cuadro me las quitaba y se las quedaba él, pero es fascinante ver ahora el cuadro con mis dos caras. No puedo quejarme. Y, además, conservo algunas en Nueva York», recuerda Paloma Picasso. De esta forma, veos retratos de un jovencísimo Claude dibujando o leyendo o jugando con un tren eléctrico. Hay incluso retratos del niño disfrazado con un traje tradicional polonés o con paperas. Una de las piezas destacadas es cuando Gilot pintó a Claude enfadado porque su padre le había cogido su coche de juguete . «Se puso muy enfadado porque decía que papá se lo había robado. Esto es lo que permite esta exposición, ver el lado más íntimo de la familia Picasso», señala la comisaria.Los posados siempre eran espontáneos, sin programar. Gilot nos presenta a Claude con su muñeca de trapo, a los dos hermanos jugando con una pelota, o al niño con un bañador rojo en una mesa en el jardín. « Los dos tenían un carácter fuerte y apasionado. Mi madre se encerraba en su habitación a pintar y si entrábamos nos decía que nos fuéramos a molestar a nuestro padre», afirma Paloma Picasso, que asegura que de muy pequeñita ya se dio cuenta de lo privilegiada que era al vivir entre dos grandes artistas.La muestra también acoge la célebre paloma que el pintor esculpió a partir de un vaso de agua de barro o la película ‘Atelier 74’, dirigida por el propio Claude Picasso junto a Thierry Spitzer , que realizaron sobre el taller del artista un año después de su fallecimiento. «Un día me regalaron unas alpargatas de un blanco inmaculado. Corrí a enseñárselas a mi padre, que le gustaron tanto que me las quitó y empezó a dibujar una marcas azules y rojas. En ese momento supe que las acababa de convertir en una obra de arte y que ya no las volvería a ver nunca», rememora Paloma.A pesar de que siempre les invitaron a que crearan, ni Claude ni Paloma mostraron al final mucha vocación artística. «Yo era muy masculina de pequeña, y lo único femenino en mí era mi amor por la joyas. A través de ellas pude encontrar un camino propio más allá de ser la hija de Picasso, una losa muy difícil de quitarse de encima», concluye.
Paloma y Claude. Así se llamaban los hijos del gran Pablo Picasso y la artista Françoise Gilot. Vivieron en el sud de Francia, en Villauris, donde Picasso tenía su taller de cerámica, y mientras papá y mamá pintaban, ellos se dedicaban a mirarlos y … jugar por toda la casa. Esa era su unión, el arte y el juego. Los dos artistas los utilizaron de modelos en infinidad de ocasiones. Son estos cuadros los que componen la exposición ‘Crecer entre dos artistas’, que el Museo Picasso de Barcelona acoge hasta el 26 de octubre.
«Siempre los vi más como artistas que como padres», asegura Paloma, que ha reunido obras de su colección particular, como la de su hermano Claude, fallecido hace dos años, para formar una exposición íntima, familiar y muy emotiva. «En Villauris no había diferencia alguna entre los juguetes y las obras de arte. Vivíamos en un ambiente creativo. Mi padre nos enseñó a tomárnoslo todo en serio, pero siempre con una sonrisa. Aseguraba que la vida era un juego y había que vivir en consecuencia», comenta la empresaria y joyera.
La exposición, comisariada por la propia Paloma Picasso junto al director del museo, Emmanuel Guigon, está dividida en dos partes, separadas por dos estancias diferentes del museo. Por un lado, están las obras que Picasso dedicó a los niños y por el otro las que les hizo Françoise Gilot. La mayoría de estas obras no se habían visto mucho, ya que permanecían en las colecciones particulares de los dos hermanos. «Son piezas importantes, muy fuertes y emocionantes. Íbamos a hacer una exposición dedicada a mi madre en la pandemia, pero al final no la pudimos hacer. Con esta muestra podemos cumplir aquella promesa y, de paso, homenajear a mi hermano Claude», asegura Paloma Picasso.
Las obras giran alrededor de 1948 y 1953, los años felices en Villauris antes de la separación de Picasso y Gilot. «Si te digo la verdad, no tengo un recuerdo de ellos juntos. Los tengo siempre por separado. Y ninguno de ellos me habló mal del otro nunca. Fue una época muy intensa. Siempre consideré a Claude como mi gemelo, pero era dos años mayor que yo y un chico. Debió haberlo vivido de forma diferente, pero me arrepiento de no haberlo hablado nunca con él», se sincera la comisaria de la exposición.
De caballos a pelotas, muñecas o coches de juguete
Juguetes y más juguetes. Esa es la base de la exposición. Podemos ver, por ejemplo, el cuadro que hizo Picasso a su hija con una muñeca con su misma cara. «Mi padre me hizo siete muñecas con mi cara. Después de pintar el cuadro me las quitaba y se las quedaba él, pero es fascinante ver ahora el cuadro con mis dos caras. No puedo quejarme. Y, además, conservo algunas en Nueva York», recuerda Paloma Picasso.
De esta forma, veos retratos de un jovencísimo Claude dibujando o leyendo o jugando con un tren eléctrico. Hay incluso retratos del niño disfrazado con un traje tradicional polonés o con paperas. Una de las piezas destacadas es cuando Gilot pintó a Claude enfadado porque su padre le había cogido su coche de juguete. «Se puso muy enfadado porque decía que papá se lo había robado. Esto es lo que permite esta exposición, ver el lado más íntimo de la familia Picasso», señala la comisaria.
Los posados siempre eran espontáneos, sin programar. Gilot nos presenta a Claude con su muñeca de trapo, a los dos hermanos jugando con una pelota, o al niño con un bañador rojo en una mesa en el jardín. «Los dos tenían un carácter fuerte y apasionado. Mi madre se encerraba en su habitación a pintar y si entrábamos nos decía que nos fuéramos a molestar a nuestro padre», afirma Paloma Picasso, que asegura que de muy pequeñita ya se dio cuenta de lo privilegiada que era al vivir entre dos grandes artistas.
La muestra también acoge la célebre paloma que el pintor esculpió a partir de un vaso de agua de barro o la película ‘Atelier 74’, dirigida por el propio Claude Picasso junto a Thierry Spitzer, que realizaron sobre el taller del artista un año después de su fallecimiento. «Un día me regalaron unas alpargatas de un blanco inmaculado. Corrí a enseñárselas a mi padre, que le gustaron tanto que me las quitó y empezó a dibujar una marcas azules y rojas. En ese momento supe que las acababa de convertir en una obra de arte y que ya no las volvería a ver nunca», rememora Paloma.
A pesar de que siempre les invitaron a que crearan, ni Claude ni Paloma mostraron al final mucha vocación artística. «Yo era muy masculina de pequeña, y lo único femenino en mí era mi amor por la joyas. A través de ellas pude encontrar un camino propio más allá de ser la hija de Picasso, una losa muy difícil de quitarse de encima», concluye.
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