Fue en Toledo, hace muchos años, cuando pude ver por primera vez una ‘pintura de castas’ que ahora busco en la red con poco éxito. Sin embargo, si aparece una obra de ese tipo de Luis de Mena procedente de los fondos de Museo de América, en la que está representa la Virgen de Guadalupe, incluida en la exposición temporal del Museo del Ejército titulada ‘Blancos, pardos y morenos. Cinco siglos de americanos de España en el Ejército’, con la indicación de que «al igual que muchos otros cuadros del XVIII, trata de representar la diversidad y riqueza del mestizaje en que se estructuró la sociedad americana». Esa presunta «riqueza mestiza», en realidad marca de la forma más siniestra imaginable las huellas de la violencia colonizadora. También parece que fuera digna de alborozo la «cantidad de términos para designar las castas », entre las que cabe recordar que ‘castizo’ es el hijo de español y mestizo, ‘chino’ el que surge de indio y mulato o ‘galfaro’ el nacido del ‘cruce’ de mulato y negro.Noticias relacionadas estandar Si La Biblioteca Nacional se apunta a la descolonización Jaime G. Mora estandar No ARTE Oriol Vilanova y Carles Guerra, el tándem que representará a España en la Bienal de Venecia 2026 Javier Díaz-Guardiola El artista colombiano Nadín Ospina revisó de forma crítica y lúdica estas interpelaciones ideológicas, claramente racistas, en su exposición en el Museo Nacional de Antropología (2020), y Sandra Gamarra, con no menor intensidad, ha tomado estas aberraciones clasificatorias como cuestión central en su trabajo.En la edición de la Bienal de Venecia de 2024, Gamarra, con el comisariado de Agustín Pérez Rubio, fue la primera persona no nacida en España encargada de ‘representarnos’ en el Pabellón de los Giardini. Su ‘Pinacoteca migrante’ era, ciertamente, una propuesta adecuada a la temática general que propusiera Adriano Pedrosa, bajo el rótulo de «extranjeros por todas partes», si bien, a la postre, su propuesta se diluyera en historicismos tediosos y falta de contundencia discursiva. Nacida en Lima en 1972, residente en Madrid desde hace más de dos décadas, Sandra Gamarra es una de las figuras más dinámicas en la formulación de una revisión del legado colonial o, lo que es más importante, de su sistemático borrado o patética sublimación. Los rimbombantes discursos sobre el mestizaje, la refundación ‘imperial’ contra lo ‘negrolengedario’ o, en una clave posmoderna, la inercial retórica del nomadismo, no pueden ocultar que, como propusiera Benjamin, los documentos de cultura también lo son de barbarie y que, entre los momentos de violencia histórica, no podemos eludir la revisión de la llamada ‘Conquista’.En el libro ‘En busca del pueblo. Cultura material y museos’ (Ed. Akal, 2025), Aurora Fernández Polanco y Pablo Martínez, en el capítulo dedicado al Museo de América, fundado en 1941 invocando el «patriótico espíritu que informa al glorioso movimiento nacional», prestan atención a las obras que Gamarra realizó para su exposición ‘Producción/Reproducción’ para el Museo de Arte de Lima, donde no hay ejemplos de pintura de castas. En las obras -ejecutadas por un taller de copistas chinos- de ese tipo de cartografía de subalternidades, Gamarra subrayaba una singular producción, por ejemplo, cuando en un cuadro de castas se puede leer ‘De india y mestizo produce ‘coyota’’. Ahí está cimentada la fábrica reproductiva, esa naturalización del rol de las mujeres, específicamente sometidas al yugo colonizador.Sandra Gamarra ‘ Pinacoteca migrante’. Salas de Exposiciones de la Biblioteca Nacional. Madrid. Paseo de Recoletos, 20. Comisario: Agustín Pérez Rubio. Hasta el 14 de septiembre. Tres estrellas.No es ni mucho menos mal sitio la Biblioteca Nacional para leer, sin caer en debates estériles o indignaciones impostadas, lo acontecido en el ‘fraternal mestizaje’0, valga un oxímoron para tensar productivamente el asunto, asumiendo que la descolonización de los museos no es, ni mucho menos, un capricho de la política cultural. El historiador materialista tiene que intentar generar, en el instante del peligro, una imagen dialéctica. Tal vez el abuso de comillas en esta nota sobre la propuesta bienalizada de Gamarra sea sintomático. En la ‘adaptación’ que ‘migra’ a Madrid los detalles vuelven a ser cruciales, desde el búcaro de cerámica mexicana que se ofrece a la infanta Margarita en ‘Las Meninas’ a la extensa bibliografía decolonial que ofrece este jardín crítico. Mucho material para leer, con una estupenda bibliografía ‘instalada’, con referentes como Segato o Vergès, y, si es posible, dialogar. Fue en Toledo, hace muchos años, cuando pude ver por primera vez una ‘pintura de castas’ que ahora busco en la red con poco éxito. Sin embargo, si aparece una obra de ese tipo de Luis de Mena procedente de los fondos de Museo de América, en la que está representa la Virgen de Guadalupe, incluida en la exposición temporal del Museo del Ejército titulada ‘Blancos, pardos y morenos. Cinco siglos de americanos de España en el Ejército’, con la indicación de que «al igual que muchos otros cuadros del XVIII, trata de representar la diversidad y riqueza del mestizaje en que se estructuró la sociedad americana». Esa presunta «riqueza mestiza», en realidad marca de la forma más siniestra imaginable las huellas de la violencia colonizadora. También parece que fuera digna de alborozo la «cantidad de términos para designar las castas », entre las que cabe recordar que ‘castizo’ es el hijo de español y mestizo, ‘chino’ el que surge de indio y mulato o ‘galfaro’ el nacido del ‘cruce’ de mulato y negro.Noticias relacionadas estandar Si La Biblioteca Nacional se apunta a la descolonización Jaime G. Mora estandar No ARTE Oriol Vilanova y Carles Guerra, el tándem que representará a España en la Bienal de Venecia 2026 Javier Díaz-Guardiola El artista colombiano Nadín Ospina revisó de forma crítica y lúdica estas interpelaciones ideológicas, claramente racistas, en su exposición en el Museo Nacional de Antropología (2020), y Sandra Gamarra, con no menor intensidad, ha tomado estas aberraciones clasificatorias como cuestión central en su trabajo.En la edición de la Bienal de Venecia de 2024, Gamarra, con el comisariado de Agustín Pérez Rubio, fue la primera persona no nacida en España encargada de ‘representarnos’ en el Pabellón de los Giardini. Su ‘Pinacoteca migrante’ era, ciertamente, una propuesta adecuada a la temática general que propusiera Adriano Pedrosa, bajo el rótulo de «extranjeros por todas partes», si bien, a la postre, su propuesta se diluyera en historicismos tediosos y falta de contundencia discursiva. Nacida en Lima en 1972, residente en Madrid desde hace más de dos décadas, Sandra Gamarra es una de las figuras más dinámicas en la formulación de una revisión del legado colonial o, lo que es más importante, de su sistemático borrado o patética sublimación. Los rimbombantes discursos sobre el mestizaje, la refundación ‘imperial’ contra lo ‘negrolengedario’ o, en una clave posmoderna, la inercial retórica del nomadismo, no pueden ocultar que, como propusiera Benjamin, los documentos de cultura también lo son de barbarie y que, entre los momentos de violencia histórica, no podemos eludir la revisión de la llamada ‘Conquista’.En el libro ‘En busca del pueblo. Cultura material y museos’ (Ed. Akal, 2025), Aurora Fernández Polanco y Pablo Martínez, en el capítulo dedicado al Museo de América, fundado en 1941 invocando el «patriótico espíritu que informa al glorioso movimiento nacional», prestan atención a las obras que Gamarra realizó para su exposición ‘Producción/Reproducción’ para el Museo de Arte de Lima, donde no hay ejemplos de pintura de castas. En las obras -ejecutadas por un taller de copistas chinos- de ese tipo de cartografía de subalternidades, Gamarra subrayaba una singular producción, por ejemplo, cuando en un cuadro de castas se puede leer ‘De india y mestizo produce ‘coyota’’. Ahí está cimentada la fábrica reproductiva, esa naturalización del rol de las mujeres, específicamente sometidas al yugo colonizador.Sandra Gamarra ‘ Pinacoteca migrante’. Salas de Exposiciones de la Biblioteca Nacional. Madrid. Paseo de Recoletos, 20. Comisario: Agustín Pérez Rubio. Hasta el 14 de septiembre. Tres estrellas.No es ni mucho menos mal sitio la Biblioteca Nacional para leer, sin caer en debates estériles o indignaciones impostadas, lo acontecido en el ‘fraternal mestizaje’0, valga un oxímoron para tensar productivamente el asunto, asumiendo que la descolonización de los museos no es, ni mucho menos, un capricho de la política cultural. El historiador materialista tiene que intentar generar, en el instante del peligro, una imagen dialéctica. Tal vez el abuso de comillas en esta nota sobre la propuesta bienalizada de Gamarra sea sintomático. En la ‘adaptación’ que ‘migra’ a Madrid los detalles vuelven a ser cruciales, desde el búcaro de cerámica mexicana que se ofrece a la infanta Margarita en ‘Las Meninas’ a la extensa bibliografía decolonial que ofrece este jardín crítico. Mucho material para leer, con una estupenda bibliografía ‘instalada’, con referentes como Segato o Vergès, y, si es posible, dialogar.
Fue en Toledo, hace muchos años, cuando pude ver por primera vez una ‘pintura de castas’ que ahora busco en la red con poco éxito. Sin embargo, si aparece una obra de ese tipo de Luis de Mena procedente de los fondos de … Museo de América, en la que está representa la Virgen de Guadalupe, incluida en la exposición temporal del Museo del Ejército titulada ‘Blancos, pardos y morenos. Cinco siglos de americanos de España en el Ejército’, con la indicación de que «al igual que muchos otros cuadros del XVIII, trata de representar la diversidad y riqueza del mestizaje en que se estructuró la sociedad americana».
Esa presunta «riqueza mestiza», en realidad marca de la forma más siniestra imaginable las huellas de la violencia colonizadora. También parece que fuera digna de alborozo la «cantidad de términos para designar las castas», entre las que cabe recordar que ‘castizo’ es el hijo de español y mestizo, ‘chino’ el que surge de indio y mulato o ‘galfaro’ el nacido del ‘cruce’ de mulato y negro.
El artista colombiano Nadín Ospina revisó de forma crítica y lúdica estas interpelaciones ideológicas, claramente racistas, en su exposición en el Museo Nacional de Antropología (2020), y Sandra Gamarra, con no menor intensidad, ha tomado estas aberraciones clasificatorias como cuestión central en su trabajo.
En la edición de la Bienal de Venecia de 2024, Gamarra, con el comisariado de Agustín Pérez Rubio, fue la primera persona no nacida en España encargada de ‘representarnos’ en el Pabellón de los Giardini. Su ‘Pinacoteca migrante’ era, ciertamente, una propuesta adecuada a la temática general que propusiera Adriano Pedrosa, bajo el rótulo de «extranjeros por todas partes», si bien, a la postre, su propuesta se diluyera en historicismos tediosos y falta de contundencia discursiva.
Nacida en Lima en 1972, residente en Madrid desde hace más de dos décadas, Sandra Gamarra es una de las figuras más dinámicas en la formulación de una revisión del legado colonial o, lo que es más importante, de su sistemático borrado o patética sublimación. Los rimbombantes discursos sobre el mestizaje, la refundación ‘imperial’ contra lo ‘negrolengedario’ o, en una clave posmoderna, la inercial retórica del nomadismo, no pueden ocultar que, como propusiera Benjamin, los documentos de cultura también lo son de barbarie y que, entre los momentos de violencia histórica, no podemos eludir la revisión de la llamada ‘Conquista’.
En el libro ‘En busca del pueblo. Cultura material y museos’ (Ed. Akal, 2025), Aurora Fernández Polanco y Pablo Martínez, en el capítulo dedicado al Museo de América, fundado en 1941 invocando el «patriótico espíritu que informa al glorioso movimiento nacional», prestan atención a las obras que Gamarra realizó para su exposición ‘Producción/Reproducción’ para el Museo de Arte de Lima, donde no hay ejemplos de pintura de castas. En las obras -ejecutadas por un taller de copistas chinos- de ese tipo de cartografía de subalternidades, Gamarra subrayaba una singular producción, por ejemplo, cuando en un cuadro de castas se puede leer ‘De india y mestizo produce ‘coyota’’. Ahí está cimentada la fábrica reproductiva, esa naturalización del rol de las mujeres, específicamente sometidas al yugo colonizador.
Sandra Gamarra
‘ Pinacoteca migrante’. Salas de Exposiciones de la Biblioteca Nacional. Madrid. Paseo de Recoletos, 20. Comisario: Agustín Pérez Rubio. Hasta el 14 de septiembre. Tres estrellas.
No es ni mucho menos mal sitio la Biblioteca Nacional para leer, sin caer en debates estériles o indignaciones impostadas, lo acontecido en el ‘fraternal mestizaje’0, valga un oxímoron para tensar productivamente el asunto, asumiendo que la descolonización de los museos no es, ni mucho menos, un capricho de la política cultural. El historiador materialista tiene que intentar generar, en el instante del peligro, una imagen dialéctica. Tal vez el abuso de comillas en esta nota sobre la propuesta bienalizada de Gamarra sea sintomático.
En la ‘adaptación’ que ‘migra’ a Madrid los detalles vuelven a ser cruciales, desde el búcaro de cerámica mexicana que se ofrece a la infanta Margarita en ‘Las Meninas’ a la extensa bibliografía decolonial que ofrece este jardín crítico. Mucho material para leer, con una estupenda bibliografía ‘instalada’, con referentes como Segato o Vergès, y, si es posible, dialogar.
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