La semana pasada no había yo leído aún la última novela de Álvaro Pombo , que lleva por titulo ‘El exclaustrado’ y pregunté por ella a un colega, también crítico que conoce bien su obra. Le bastó decirme «es Pombo» para que yo supera qué iba a encontrarme. No todas las novelas de Alvaro Pombo, desde la primera que le leí, ‘El héroe de las mansardas de Mansad’ (que recibió el premio Herralde hace 41 años) hasta la última son iguales. Se diría que ha cambiado bastante, pero nunca ha dejado de ser Pombo. Quizá sea esa singularidad la que le ha hecho merecedor del más grande premio de las letras españolas. Como mostraba su primer éxito, igual que el que le siguió en reconocimiento crítico, ‘El metro de platino iridiado’, con el que obtuvo el Premio de la Crítica en 1990, su literatura nada tenía que ver con el casticismo costumbrista . Quizá haber pasado tantos años en Londres, o no formar parte de ningún cogollito generacional, le hacía parecer como más vanguardista o excéntrico de lo que realmente era. Lo que ocurría es que compartía con Javier Marías o Félix de Azúa una pátina de resistencia a la tradición propia, que le llevó a cultivar un estilo narrativo que introducía en las novelas (y cuentos) la reflexión filosófica o los asuntos de la religiosidad cuando nadie parecía estar interesado, tratándose de novela, en la filosofía o la religión. Noticia Relacionada reportaje Si Álvaro Pombo: «Esto es Occidente, un mundo de individualismo y confrontación» Javier Villuendas A sus 83 años, el escritor ha publicado ‘Santander, 1936’ una novela sobre su familia en la Guerra Civil y que habilita para conversar sobre el zen, su paso por UPyD durante el 15M o su reciente experiencia cercana a la muerte. Con él continuamos una serie de entrevistas a los clásicos de nuestra culturaNunca ha sido Pombo convencional y eso ha terminado jugando a su favor. Por ejemplo, en el tratamiento de la homosexualidad en el que se permitió una novela como ‘Contra natura’, que quizá sea la que con más atrevimiento se adentró en los problemas y angustias de un homosexual católico y creyente. No es literatura gay, igual que ‘ Donde las mujeres’ (con la que recibió el Premio Nacional de Narrativa y es mi preferida entre las suyas) no es literatura feminista, sino uno de los más originales acercamientos al pensamiento de las mujeres, y a eso que en otro lugar llamo el eterno femenino. Mujeres burguesas de mediana edad en una ciudad de provincias que siempre es Santander , aunque parezca otra. Alguna vez, como ocurrió en ‘Una ventana al norte’, se llevó a su heroína Isabel de la Hoz a México para asistir a la revolución cristera, ese raro brote político religioso que únicamente parece verosímil tratándose de México. Le llegó el éxito de lectores con ‘ La fortuna de Matilda Turpin ‘, que obtuvo el Premio Planeta en 2006. En esa novela y la que le siguió, ‘ Virginia o alrredor del mundo ‘ adentró directamente a Pombo en el mundo de las mujeres de su familia, la alta burguesía santanderina, a la que somete a disyuntivas morales y sociales. Más como lo hacían Jane Eyre o E. Brönte, que Virginia Woolf. Ese mundo familiar ha dado recientemente un libro de memoria no ficcional, titulado ‘Santander 1936’, que trata de cómo vivió de niño la tragedia de la Guerra civil que separó a dos ramas de su familia. Curiosamente el Pombo casi vanguardista de los inicios fue girando hacia novelas más personales donde aborda lo que me parece definitivo de su estilo: el mundo interior, la espiritualidad, los conflictos de conciencia. Es un novelista que acostumbra a meter en sus novelas a Sartre o Kierkegaard, o que aficionado a la filosofía inglesa no duda en plantear al lector disyuntivas que uno no espera encontrar en la narrativa de ficción. Salvo que se trate de Pombo. Su lector nunca ha querido que fuera otra cosa. Tiene la edad de otros Cervantes de su generación como Luis Mateo Díez, o Eduardo Mendoza, y es tan diferente a ambos, que este crítico celebra que el Premio sea respetuoso con la riqueza y variedad de las voces narrativas (aunque no quiero dejar de decir que también es poeta) que escriben en español. La semana pasada no había yo leído aún la última novela de Álvaro Pombo , que lleva por titulo ‘El exclaustrado’ y pregunté por ella a un colega, también crítico que conoce bien su obra. Le bastó decirme «es Pombo» para que yo supera qué iba a encontrarme. No todas las novelas de Alvaro Pombo, desde la primera que le leí, ‘El héroe de las mansardas de Mansad’ (que recibió el premio Herralde hace 41 años) hasta la última son iguales. Se diría que ha cambiado bastante, pero nunca ha dejado de ser Pombo. Quizá sea esa singularidad la que le ha hecho merecedor del más grande premio de las letras españolas. Como mostraba su primer éxito, igual que el que le siguió en reconocimiento crítico, ‘El metro de platino iridiado’, con el que obtuvo el Premio de la Crítica en 1990, su literatura nada tenía que ver con el casticismo costumbrista . Quizá haber pasado tantos años en Londres, o no formar parte de ningún cogollito generacional, le hacía parecer como más vanguardista o excéntrico de lo que realmente era. Lo que ocurría es que compartía con Javier Marías o Félix de Azúa una pátina de resistencia a la tradición propia, que le llevó a cultivar un estilo narrativo que introducía en las novelas (y cuentos) la reflexión filosófica o los asuntos de la religiosidad cuando nadie parecía estar interesado, tratándose de novela, en la filosofía o la religión. Noticia Relacionada reportaje Si Álvaro Pombo: «Esto es Occidente, un mundo de individualismo y confrontación» Javier Villuendas A sus 83 años, el escritor ha publicado ‘Santander, 1936’ una novela sobre su familia en la Guerra Civil y que habilita para conversar sobre el zen, su paso por UPyD durante el 15M o su reciente experiencia cercana a la muerte. Con él continuamos una serie de entrevistas a los clásicos de nuestra culturaNunca ha sido Pombo convencional y eso ha terminado jugando a su favor. Por ejemplo, en el tratamiento de la homosexualidad en el que se permitió una novela como ‘Contra natura’, que quizá sea la que con más atrevimiento se adentró en los problemas y angustias de un homosexual católico y creyente. No es literatura gay, igual que ‘ Donde las mujeres’ (con la que recibió el Premio Nacional de Narrativa y es mi preferida entre las suyas) no es literatura feminista, sino uno de los más originales acercamientos al pensamiento de las mujeres, y a eso que en otro lugar llamo el eterno femenino. Mujeres burguesas de mediana edad en una ciudad de provincias que siempre es Santander , aunque parezca otra. Alguna vez, como ocurrió en ‘Una ventana al norte’, se llevó a su heroína Isabel de la Hoz a México para asistir a la revolución cristera, ese raro brote político religioso que únicamente parece verosímil tratándose de México. Le llegó el éxito de lectores con ‘ La fortuna de Matilda Turpin ‘, que obtuvo el Premio Planeta en 2006. En esa novela y la que le siguió, ‘ Virginia o alrredor del mundo ‘ adentró directamente a Pombo en el mundo de las mujeres de su familia, la alta burguesía santanderina, a la que somete a disyuntivas morales y sociales. Más como lo hacían Jane Eyre o E. Brönte, que Virginia Woolf. Ese mundo familiar ha dado recientemente un libro de memoria no ficcional, titulado ‘Santander 1936’, que trata de cómo vivió de niño la tragedia de la Guerra civil que separó a dos ramas de su familia. Curiosamente el Pombo casi vanguardista de los inicios fue girando hacia novelas más personales donde aborda lo que me parece definitivo de su estilo: el mundo interior, la espiritualidad, los conflictos de conciencia. Es un novelista que acostumbra a meter en sus novelas a Sartre o Kierkegaard, o que aficionado a la filosofía inglesa no duda en plantear al lector disyuntivas que uno no espera encontrar en la narrativa de ficción. Salvo que se trate de Pombo. Su lector nunca ha querido que fuera otra cosa. Tiene la edad de otros Cervantes de su generación como Luis Mateo Díez, o Eduardo Mendoza, y es tan diferente a ambos, que este crítico celebra que el Premio sea respetuoso con la riqueza y variedad de las voces narrativas (aunque no quiero dejar de decir que también es poeta) que escriben en español.
«Este crítico celebra que el Premio Cervantes sea respetuoso con la riqueza y variedad de las voces narrativas (aunque no quiero dejar de decir que también es poeta) que escriben en español»
La semana pasada no había yo leído aún la última novela de Álvaro Pombo, que lleva por titulo ‘El exclaustrado’ y pregunté por ella a un colega, también crítico que conoce bien su obra. Le bastó decirme «es Pombo» para que yo supera qué …
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