Alejandro Gómez, de 28 años, lleva más de dos semanas manifestándose contra la demolición de la llamada Ciudad de las Artes en Tepic, la capital del Estado de Nayarit. El joven artista que se dedica a la calistenia ha escalado como un hombre araña los edificios del centro cultural para evitar su destrucción y exigir al gobernador Miguel Ángel Navarro, de Morena, que dé marcha atrás en sus planes de construir en el lugar un estadio de futbol para una urbe que ni siquiera tiene equipo propio. “Poner aquí un estadio solo va a beneficiar a unos cuantos, mientras que un espacio para el arte beneficia a toda la sociedad”, dice Gómez, una de las voces de la comunidad artística y ciudadana que se han levantado contra el proyecto.
A Gómez lo afecta de forma particular la demolición del complejo, porque es una persona con discapacidad. Fue víctima de la violencia que golpeó con crudeza a su Estado, en medio de una guerra del crimen organizado por el control del territorio. Él y un grupo de amigos salían de una fiesta una noche de marzo de 2018, cuando una camioneta cargada con pistoleros abrió fuego en una esquina. “Dispararon a lo loco”, recuerda. “Todas las personas que estaban ahí murieron, menos yo”, relata Gómez al lado de los pocos edificios que quedan en pie en el complejo cultural.
A Gómez le dispararon en el estómago y perdió un riñón, pero las consecuencias fueron peores: quedó con problemas motores, debe usar muletas para andar. Un duro golpe para aquel chico que grababa videos en la Ciudad de las Artes practicando su disciplina. En uno de ellos se le ve interviniendo el espacio, saltando, haciendo piruetas, bailando entre las gradas de lo que fue el anfiteatro del centro. Ya no lo puede hacer de esa manera, pero tampoco se amedrentó. Sigue con la práctica de la calistenia y escala como un hombre araña las estructuras para recordar que ese lugar ahora destruido era donde podía ejercer a plenitud su arte.
Un estadio para una ciudad sin equipo
El gobernador Navarro dio por iniciada la demolición de la Ciudad de las Artes a inicios de junio en un acto oficial. Navarro dijo que sus planes son construir el estadio de futbol que llevará el nombre de Nicolás Álvarez Ortega, un deportista local, “como parte del compromiso de su Administración por fortalecer la infraestructura deportiva”. La obra tendrá un costo de 300 millones de pesos y capacidad para reunir a 12.500 espectadores.
El Gobierno espera concluirla en el primer semestre de 2026. El estadio, ha prometido Navarro, contará con “instalaciones de primer nivel, incluyendo una cancha con estándares FIFA”, aunque no queda claro qué equipo jugará en ella, porque Tepic no cuenta desde hace años con uno local. Coras FC, antes conocido como Coras de Tepic, un equipo de la segunda división de la liga mexicana, se trasladó desde 2023 a Piedras Negras, en Coahuila. Tepic ya tiene otro estadio de futbol, casi en desuso, y uno de beisbol. A pesar de ello, Navarro mantiene su proyecto. Con lo que el gobernador no contaba era con la firme oposición de artistas, estudiantes de artes, ambientalistas, gestores culturales, ciudadanos y hasta una diputada de su propio partido, Beatriz Navarro, quien ha exigido que se detengan las obras.
Desde que las máquinas comenzaron a demoler la infraestructura, decenas de personas se movilizaron. Organizaron un colectivo para atraer la atención nacional y montaron protestas, como la de un grupo de artistas interviniendo en medio de la destrucción. La imagen más icónica es la de una bailarina de ballet clásico que danza con elegancia en medio del caos. Su nombre es Fernanda Gómez y tiene apenas 16 años. “Este espacio es muy importante para nosotros, representa algo esencial para los artistas. La destrucción es algo innecesario. Siento impotencia por todo lo que está sucediendo aquí”, afirma la joven vestida con el tutú negro que usó durante aquella protesta. “Esa foto representa las voces de miles de artistas que expresan su coraje, desacuerdo y el valor del arte y la cultura”, dice Gómez, quien envía un mensaje directo a la presidenta Claudia Sheinbaum: “También fue una bailarina clásica y creo que puede tener un poquito más de empatía sobre el tema”.
La disputa por el complejo cultural ha llegado hasta la conferencia de prensa de Sheinbaum, que ha pedido al gobernador Navarro que se abra al diálogo. Funcionarios del Gobierno local se han acercado a los manifestantes para convencerlos de la importancia del estadio, les han prometido trasladar a otros complejos a los estudiantes de artes y han afirmado que en el sótano de la nueva infraestructura habrá una Escuela de Bellas Artes, pero los activistas acusan a las autoridades de cerrarse a una verdadera negociación. Mientras tanto, las poderosas máquinas han seguido con la destrucción del complejo y han arrasado hasta el último árbol. La oposición de los artistas no ha logrado evitar que destruyeran la mayor parte del centro. Solo ha quedado en pie la Escuela Superior de Música y un complejo de danza aledaño, donde un grupo de jóvenes han montado un campamento. Hasta allí los vecinos les llevan comida y los apoyan con tiendas de campaña y toldos para protegerse del sol severo de Nayarit y las lluvias que arrecian por las tardes húmedas.
La demolición del complejo ha dejado al menos a 200 estudiantes fuera de clases en la escuela de música. Algunos han sido trasladados a otros complejos como museos locales, pero se quejan porque no cuentan con las condiciones necesarias. Regina López, de 21 años, es estudiante de piano y dice que la escuela es “una gran oportunidad” para estudiar música en un Estado con pocas opciones. Lleva ya varios días sin recibir sus lecciones y teme que ese paro continúe. “Lo siento como un robo, que me quitan una oportunidad”, apuntala la estudiante.
Las autoridades han mantenido una total cerrazón frente a la prensa. El gobernador Navarro nombró como intermediaria a su secretaria general, Rocío González, pero su gestión para llegar a una negociación ha fracasado. González no respondió a las constantes solicitudes de entrevista, como tampoco lo hizo Geraldine Ponce, presidenta municipal de la ciudad, que no ha aclarado si el proyecto cuenta con los permisos necesarios para su ejecución. “Es un estadio con base en la ilegalidad, porque no hay una consulta pública, ni hubo licitaciones. Es un estadio que no es viable económicamente y, como hemos repetido, 300 millones de pesos no le caerían mal a un municipio pobre para el rescate de espacios públicos”, declara Isaac Cárdenas, activista ambiental.
Cárdenas es uno de los rostros más visibles de las protestas. Mantiene una presencia activa en redes sociales, su voz moviliza a decenas de jóvenes y denuncia acoso e intimidación por parte de las autoridades. En los alrededores de lo que fue la Ciudad de las Artes hay vigilancia permanente de policías y patrullas de la Guardia Nacional hacen rondas constantes. El jueves pasado Cárdenas exigió explicaciones a Gabriela Arias, directora de la Comisión Forestal de Nayarit, y varios oficiales lo cercaron. Arias organizaba ese día la extracción y traslado de los últimos árboles que quedaban en pie. La funcionaria también rechazó hacer declaraciones para este reportaje.
La justicia, la última esperanza de los activistas
Mientras mantienen sus protestas, los activistas también han pasado a la ofensiva judicial. El jueves presentaron dos amparos para que las autoridades ordenen parar las obras del nuevo estadio. Cuentan con firmas de los vecinos y también un apoyo moral, como el del médico Jorge Lozano, de 67 años, cuya casa se levanta frente a la escuela de música. “Este era un proyecto muy bonito”, dice. “Había aulas de música, de pintura, de oratoria. Un anfiteatro que ya tumbaron. Quiero que ahora hagan una ciudad de las artes más bonita, porque ya no es tiempo de estadios, porque no es un proyecto que le haga falta a Tepic. Si quieren valores en el deporte, que arreglen las canchas de las colonias, de los ejidos, de los ranchos”, exige.
La tarde del jueves un grupo de jóvenes músicos tocaba una melodía melancólica mientras las máquinas trituraban los últimos escombros. Era como un réquiem a lo que fue su ciudad artística, ahora convertida en un desierto. Ellos acompañaron más tarde con su música una protesta de decenas de personas que marcharon bajo temperaturas de infierno hacia los juzgados. Gritaban consignas contra Navarro y su proyecto (“¡Si los árboles hablaran gritarían asesinos!“, ”¡No al estadio, sí a la cultura!“, ”¡No ocupamos un estadio, ocupamos medicinas!“), mientras eran filmados y fotografiados por oficiales de policía. Frente a la sede judicial ofrecieron un concierto improvisado para prueba de resistencia.
“Queremos marcar un precedente”, asegura Lissette Álvarez Cazola, gestora cultural de Nayarit y una de las voces más beligerantes en la oposición. “Es una la violación de los derechos culturales. Ya no hay Ciudad de las Artes, ya no hay árboles, pero no nos van a quitar el espacio. Pelearemos”, advierte. Y asegura que continuarán insistiendo en las puertas de la justicia. “Ya la demolieron, pero nos merecemos un lugar dedicado al arte”, exige una de las activistas que ha movilizado chelos y guitarras, a bailarinas y músicos, a deportistas y ciudadanos para plantar cara al poder que se empeña en construir un estadio de futbol en una ciudad que ni siquiera tiene equipo propio.
Una comunidad de artistas ha plantado cara al gobernador morenista Miguel Ángela Navarro, de Nayarit, tras la demolición de la llamada Ciudad de las Artes para la construcción de un estadio de futbol en Tepic, una obra de 300 millones de pesos rodeada de críticas
Alejandro Gómez, de 28 años, lleva más de dos semanas manifestándose contra la demolición de la llamada Ciudad de las Artes en Tepic, la capital del Estado de Nayarit. El joven artista que se dedica a la calistenia ha escalado como un hombre araña los edificios del centro cultural para evitar su destrucción y exigir al gobernador Miguel Ángel Navarro, de Morena, que dé marcha atrás en sus planes de construir en el lugar un estadio de futbol para una urbe que ni siquiera tiene equipo propio. “Poner aquí un estadio solo va a beneficiar a unos cuantos, mientras que un espacio para el arte beneficia a toda la sociedad”, dice Gómez, una de las voces de la comunidad artística y ciudadana que se han levantado contra el proyecto.
A Gómez lo afecta de forma particular la demolición del complejo, porque es una persona con discapacidad. Fue víctima de la violencia que golpeó con crudeza a su Estado, en medio de una guerra del crimen organizado por el control del territorio. Él y un grupo de amigos salían de una fiesta una noche de marzo de 2018, cuando una camioneta cargada con pistoleros abrió fuego en una esquina. “Dispararon a lo loco”, recuerda. “Todas las personas que estaban ahí murieron, menos yo”, relata Gómez al lado de los pocos edificios que quedan en pie en el complejo cultural.

A Gómez le dispararon en el estómago y perdió un riñón, pero las consecuencias fueron peores: quedó con problemas motores, debe usar muletas para andar. Un duro golpe para aquel chico que grababa videos en la Ciudad de las Artes practicando su disciplina. En uno de ellos se le ve interviniendo el espacio, saltando, haciendo piruetas, bailando entre las gradas de lo que fue el anfiteatro del centro. Ya no lo puede hacer de esa manera, pero tampoco se amedrentó. Sigue con la práctica de la calistenia y escala como un hombre araña las estructuras para recordar que ese lugar ahora destruido era donde podía ejercer a plenitud su arte.
Un estadio para una ciudad sin equipo
El gobernador Navarro dio por iniciada la demolición de la Ciudad de las Artes a inicios de junio en un acto oficial. Navarro dijo que sus planes son construir el estadio de futbol que llevará el nombre de Nicolás Álvarez Ortega, un deportista local, “como parte del compromiso de su Administración por fortalecer la infraestructura deportiva”. La obra tendrá un costo de 300 millones de pesos y capacidad para reunir a 12.500 espectadores.
El Gobierno espera concluirla en el primer semestre de 2026. El estadio, ha prometido Navarro, contará con “instalaciones de primer nivel, incluyendo una cancha con estándares FIFA”, aunque no queda claro qué equipo jugará en ella, porque Tepic no cuenta desde hace años con uno local. Coras FC, antes conocido como Coras de Tepic, un equipo de la segunda división de la liga mexicana, se trasladó desde 2023 a Piedras Negras, en Coahuila. Tepic ya tiene otro estadio de futbol, casi en desuso, y uno de beisbol. A pesar de ello, Navarro mantiene su proyecto. Con lo que el gobernador no contaba era con la firme oposición de artistas, estudiantes de artes, ambientalistas, gestores culturales, ciudadanos y hasta una diputada de su propio partido, Beatriz Navarro, quien ha exigido que se detengan las obras.

Desde que las máquinas comenzaron a demoler la infraestructura, decenas de personas se movilizaron. Organizaron un colectivo para atraer la atención nacional y montaron protestas, como la de un grupo de artistas interviniendo en medio de la destrucción. La imagen más icónica es la de una bailarina de ballet clásico que danza con elegancia en medio del caos. Su nombre es Fernanda Gómez y tiene apenas 16 años. “Este espacio es muy importante para nosotros, representa algo esencial para los artistas. La destrucción es algo innecesario. Siento impotencia por todo lo que está sucediendo aquí”, afirma la joven vestida con el tutú negro que usó durante aquella protesta. “Esa foto representa las voces de miles de artistas que expresan su coraje, desacuerdo y el valor del arte y la cultura”, dice Gómez, quien envía un mensaje directo a la presidenta Claudia Sheinbaum: “También fue una bailarina clásica y creo que puede tener un poquito más de empatía sobre el tema”.
La disputa por el complejo cultural ha llegado hasta la conferencia de prensa de Sheinbaum, que ha pedido al gobernador Navarro que se abra al diálogo. Funcionarios del Gobierno local se han acercado a los manifestantes para convencerlos de la importancia del estadio, les han prometido trasladar a otros complejos a los estudiantes de artes y han afirmado que en el sótano de la nueva infraestructura habrá una Escuela de Bellas Artes, pero los activistas acusan a las autoridades de cerrarse a una verdadera negociación. Mientras tanto, las poderosas máquinas han seguido con la destrucción del complejo y han arrasado hasta el último árbol. La oposición de los artistas no ha logrado evitar que destruyeran la mayor parte del centro. Solo ha quedado en pie la Escuela Superior de Música y un complejo de danza aledaño, donde un grupo de jóvenes han montado un campamento. Hasta allí los vecinos les llevan comida y los apoyan con tiendas de campaña y toldos para protegerse del sol severo de Nayarit y las lluvias que arrecian por las tardes húmedas.

La demolición del complejo ha dejado al menos a 200 estudiantes fuera de clases en la escuela de música. Algunos han sido trasladados a otros complejos como museos locales, pero se quejan porque no cuentan con las condiciones necesarias. Regina López, de 21 años, es estudiante de piano y dice que la escuela es “una gran oportunidad” para estudiar música en un Estado con pocas opciones. Lleva ya varios días sin recibir sus lecciones y teme que ese paro continúe. “Lo siento como un robo, que me quitan una oportunidad”, apuntala la estudiante.
Las autoridades han mantenido una total cerrazón frente a la prensa. El gobernador Navarro nombró como intermediaria a su secretaria general, Rocío González, pero su gestión para llegar a una negociación ha fracasado. González no respondió a las constantes solicitudes de entrevista, como tampoco lo hizo Geraldine Ponce, presidenta municipal de la ciudad, que no ha aclarado si el proyecto cuenta con los permisos necesarios para su ejecución. “Es un estadio con base en la ilegalidad, porque no hay una consulta pública, ni hubo licitaciones. Es un estadio que no es viable económicamente y, como hemos repetido, 300 millones de pesos no le caerían mal a un municipio pobre para el rescate de espacios públicos”, declara Isaac Cárdenas, activista ambiental.

Cárdenas es uno de los rostros más visibles de las protestas. Mantiene una presencia activa en redes sociales, su voz moviliza a decenas de jóvenes y denuncia acoso e intimidación por parte de las autoridades. En los alrededores de lo que fue la Ciudad de las Artes hay vigilancia permanente de policías y patrullas de la Guardia Nacional hacen rondas constantes. El jueves pasado Cárdenas exigió explicaciones a Gabriela Arias, directora de la Comisión Forestal de Nayarit, y varios oficiales lo cercaron. Arias organizaba ese día la extracción y traslado de los últimos árboles que quedaban en pie. La funcionaria también rechazó hacer declaraciones para este reportaje.
La justicia, la última esperanza de los activistas
Mientras mantienen sus protestas, los activistas también han pasado a la ofensiva judicial. El jueves presentaron dos amparos para que las autoridades ordenen parar las obras del nuevo estadio. Cuentan con firmas de los vecinos y también un apoyo moral, como el del médico Jorge Lozano, de 67 años, cuya casa se levanta frente a la escuela de música. “Este era un proyecto muy bonito”, dice. “Había aulas de música, de pintura, de oratoria. Un anfiteatro que ya tumbaron. Quiero que ahora hagan una ciudad de las artes más bonita, porque ya no es tiempo de estadios, porque no es un proyecto que le haga falta a Tepic. Si quieren valores en el deporte, que arreglen las canchas de las colonias, de los ejidos, de los ranchos”, exige.

La tarde del jueves un grupo de jóvenes músicos tocaba una melodía melancólica mientras las máquinas trituraban los últimos escombros. Era como un réquiem a lo que fue su ciudad artística, ahora convertida en un desierto. Ellos acompañaron más tarde con su música una protesta de decenas de personas que marcharon bajo temperaturas de infierno hacia los juzgados. Gritaban consignas contra Navarro y su proyecto (“¡Si los árboles hablaran gritarían asesinos!“, ”¡No al estadio, sí a la cultura!“, ”¡No ocupamos un estadio, ocupamos medicinas!“), mientras eran filmados y fotografiados por oficiales de policía. Frente a la sede judicial ofrecieron un concierto improvisado para prueba de resistencia.
“Queremos marcar un precedente”, asegura Lissette Álvarez Cazola, gestora cultural de Nayarit y una de las voces más beligerantes en la oposición. “Es una la violación de los derechos culturales. Ya no hay Ciudad de las Artes, ya no hay árboles, pero no nos van a quitar el espacio. Pelearemos”, advierte. Y asegura que continuarán insistiendo en las puertas de la justicia. “Ya la demolieron, pero nos merecemos un lugar dedicado al arte”, exige una de las activistas que ha movilizado chelos y guitarras, a bailarinas y músicos, a deportistas y ciudadanos para plantar cara al poder que se empeña en construir un estadio de futbol en una ciudad que ni siquiera tiene equipo propio.

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