El Concierto de Año Nuevo que la Filarmónica de Viena envía al mundo desde hace 86 años tiene mucho de austriaco y un punto de suizo. Al menos mientras siga vivo el tópico de la precisión relojera. Para aclararlo, el director Riccardo Muti , responsable de la dirección musical en su última edición de 2025, declaraba en la rueda de prensa previa que se trata de un concierto «molto delicato», que hay que engranar con mucha precisión. Por supuesto, siempre hay que escuchar a Muti teniendo en cuenta que su dialéctica parte de una teatralidad ‘giocosa’, muy propia de sus raíces napolitanas, y no menos de un barniz dramáticamente más solemne que bronceó durante sus muchos años al frente de la Scala de Milán. Hoy, a sus 83 años, y tras muchas batallas musicales, Muti sigue activo y dispuesto a seguir siendo una bomba de relojería, por lo que dice y por lo que hace desde el podio. Entre otras consideraciones queda la advertencia sobre el carácter un poco deteriorado en el que se encuentra este concierto, lo que dicho sin modestia significa confiar en él para que todo vuelva a su exacta posición.Los espectadores austriacos lo han escuchado de primera mano porque, como anticipo del concierto, pudieron ver un documental, emitido únicamente para aquel país, en el que Barbara Pichler-Hausegger y su equipo construyen el trascámara del evento: a explicaciones muy detalladas sobre varios detalles del programa y la grabación de los ballets que se editan previamente, se unen imágenes más divertidas acerca de la preparación floral, el alarde televisivo sostenido sobre catorce cámaras de alta definición que en esta ocasión ha gobernado el veterano realizador Michael Beyer, y otras tantas tomas en los ensayos. En ellas aparece Muti en estado puro: diciendo cosas trascendentes que luego en el podio ensaya, ríe y gesticula. Se nota que está muy a gusto junto a la Filarmónica de Viena, que le considera entre sus miembros honorarios y tras más de 500 conciertos dirigidos. Y que todo lo que hace lo disfruta, como es habitual, uniendo al músico y al personaje, al genio y al vituperador. Para quien quiera escuchar, queda el aviso sobre los aplausos en la marcha ‘Radetzky’, según él, un mal hábito convertido en costumbre.El rigor de las formasA Muti le preocupa mucho el rigor de las formas que es un tema realmente interesante cuando se aborda en referencia al estilo de esta música, cuestión para la que los más conspicuos especialistas no acaban de encontrar solución. Por ejemplo, sobre la exacta pronunciación del vals, que Muti, siempre defensor de lo filológico, ha colocado en su séptimo Concierto de Año Nuevo en una posición sublime, tras la más pasable y compleja de 2021 con la COVID acechando. Para empezar las ‘Golondrinas rurales de Austria’ del melancólico Josef Strauss, según el director, una obra «en la que se puede sentir algo de dolor». O el ‘Vals de la laguna’ de Johann Strauss hijo , que Muti ofreció meciendo muy suavemente el compás, acariciando la música. Mejor aún, ‘Transacciones’, en el que el director llegó a cerrar los ojos, que en él no es un gesto para la galería. O ‘Vino, mujeres y canciones’, un vals en la cumbre del repertorio cuya introducción ‘Andante quasi religioso’ se escuchó convertida en un prodigio de ensoñación antes de que la exposición de sus secciones en forma de vals se convirtiera en un punto culminante del concierto.Sin duda, el de hoy fue uno de los mejores que se han escuchado en años. Sin dejar de lado el aspecto teatral, surge el programa centrado en una selección argumentalmente muy bien trabada, con epicentro en la obra de Johann Strauss hijo, recordado en su bicentenario. Desde que Karajan y luego Kleiber sentaran las bases modernas de este concierto no se recopilaba tal cantidad de obras ya interpretadas previamente. La novedadLa novedad más llamativa ha sido la presencia de la compositora Constanze Geiger con su vals ‘Ferdinandus’, escrito a los doce años, menos magistral de lo que dice Muti, pero muy revelador del tsunami musical en el que vivía el imperio de Francisco José y al que varias mujeres contribuyeron con éxito. Esta obra es una de las composiciones que Daniel Froschauer , primer violín y presidente de la junta directiva de la Filarmónica de Viena, se llevó a Rávena para que el maestro pudiera cerrar el programa. El resultado ha sido una primera parte más ligera, cargada, ‘aireada y perfumada’ como la polca rápida de Eduard Strauss que le puso final. Y una segunda más consistente con participación del Ballet de la Ópera Estatal de Viena y del español Pablo García Torres, con dirección de la británica Cathy Marston, quien hacía su debut al igual que el diseñador de escenarios y vestuario anglo-irlandés, Patrick Kinmonth. Novedades muy a tener en cuenta.La presencia de Muti en el Concierto de Año Nuevo ha sido algo importante. Desde un perspectiva musical por su capacidad para otorgar a este repertorio un significado sinfónico que corre en paralelo a su naturaleza popular. El caso de las polcas y marchas es muy evidente, ya sea la ‘polca de los demoledores’, la ‘de Ana’ o la rápida ‘Tritsch Trastsch’. Para demostrarlo queda el documental ‘2025. Una odisea de Strauss’, diseñado por Barbara Wessenbeck para el descanso del concierto y en el que una nave espacial capitaneada por Thomas Strauss recobra viejas grabaciones e imágenes a veces coloreadas de su tío tatarabuelo Johann Strauss hijo. No es menos reseñable el hecho de que en sus mejores momentos, y este lo ha sido sin duda, Muti siga siendo un incómodo portavoz. «La música no solo es una profesión, sino una misión», explicó en un amplio mensaje en 2021 tratando de convencer sobre su poder terapéutico. Sus palabras, en la despedida de este año, tras interrumpir como es de rigor el ‘Danubio azul’, se han concentrado en tres deseos: «Pace, fratellanza e amore in tutto il mondo». Suena muy bien para comenzar 2025 y mientras se descuentan días para que Yannick Nézet-Séguin se coloque al frente del Concierto de Año Nuevo 2026. En este caso, sobre el aval de una carrera que le sitúa como director del Metropolitan Opera House de Nueva York, la Orquesta de Montreal y la Filadelfia: una personalidad musicalmente apasionada de quien cabe esperar algo especial. Distinto, sin duda, pero no debería ser menos penetrante. El Concierto de Año Nuevo que la Filarmónica de Viena envía al mundo desde hace 86 años tiene mucho de austriaco y un punto de suizo. Al menos mientras siga vivo el tópico de la precisión relojera. Para aclararlo, el director Riccardo Muti , responsable de la dirección musical en su última edición de 2025, declaraba en la rueda de prensa previa que se trata de un concierto «molto delicato», que hay que engranar con mucha precisión. Por supuesto, siempre hay que escuchar a Muti teniendo en cuenta que su dialéctica parte de una teatralidad ‘giocosa’, muy propia de sus raíces napolitanas, y no menos de un barniz dramáticamente más solemne que bronceó durante sus muchos años al frente de la Scala de Milán. Hoy, a sus 83 años, y tras muchas batallas musicales, Muti sigue activo y dispuesto a seguir siendo una bomba de relojería, por lo que dice y por lo que hace desde el podio. Entre otras consideraciones queda la advertencia sobre el carácter un poco deteriorado en el que se encuentra este concierto, lo que dicho sin modestia significa confiar en él para que todo vuelva a su exacta posición.Los espectadores austriacos lo han escuchado de primera mano porque, como anticipo del concierto, pudieron ver un documental, emitido únicamente para aquel país, en el que Barbara Pichler-Hausegger y su equipo construyen el trascámara del evento: a explicaciones muy detalladas sobre varios detalles del programa y la grabación de los ballets que se editan previamente, se unen imágenes más divertidas acerca de la preparación floral, el alarde televisivo sostenido sobre catorce cámaras de alta definición que en esta ocasión ha gobernado el veterano realizador Michael Beyer, y otras tantas tomas en los ensayos. En ellas aparece Muti en estado puro: diciendo cosas trascendentes que luego en el podio ensaya, ríe y gesticula. Se nota que está muy a gusto junto a la Filarmónica de Viena, que le considera entre sus miembros honorarios y tras más de 500 conciertos dirigidos. Y que todo lo que hace lo disfruta, como es habitual, uniendo al músico y al personaje, al genio y al vituperador. Para quien quiera escuchar, queda el aviso sobre los aplausos en la marcha ‘Radetzky’, según él, un mal hábito convertido en costumbre.El rigor de las formasA Muti le preocupa mucho el rigor de las formas que es un tema realmente interesante cuando se aborda en referencia al estilo de esta música, cuestión para la que los más conspicuos especialistas no acaban de encontrar solución. Por ejemplo, sobre la exacta pronunciación del vals, que Muti, siempre defensor de lo filológico, ha colocado en su séptimo Concierto de Año Nuevo en una posición sublime, tras la más pasable y compleja de 2021 con la COVID acechando. Para empezar las ‘Golondrinas rurales de Austria’ del melancólico Josef Strauss, según el director, una obra «en la que se puede sentir algo de dolor». O el ‘Vals de la laguna’ de Johann Strauss hijo , que Muti ofreció meciendo muy suavemente el compás, acariciando la música. Mejor aún, ‘Transacciones’, en el que el director llegó a cerrar los ojos, que en él no es un gesto para la galería. O ‘Vino, mujeres y canciones’, un vals en la cumbre del repertorio cuya introducción ‘Andante quasi religioso’ se escuchó convertida en un prodigio de ensoñación antes de que la exposición de sus secciones en forma de vals se convirtiera en un punto culminante del concierto.Sin duda, el de hoy fue uno de los mejores que se han escuchado en años. Sin dejar de lado el aspecto teatral, surge el programa centrado en una selección argumentalmente muy bien trabada, con epicentro en la obra de Johann Strauss hijo, recordado en su bicentenario. Desde que Karajan y luego Kleiber sentaran las bases modernas de este concierto no se recopilaba tal cantidad de obras ya interpretadas previamente. La novedadLa novedad más llamativa ha sido la presencia de la compositora Constanze Geiger con su vals ‘Ferdinandus’, escrito a los doce años, menos magistral de lo que dice Muti, pero muy revelador del tsunami musical en el que vivía el imperio de Francisco José y al que varias mujeres contribuyeron con éxito. Esta obra es una de las composiciones que Daniel Froschauer , primer violín y presidente de la junta directiva de la Filarmónica de Viena, se llevó a Rávena para que el maestro pudiera cerrar el programa. El resultado ha sido una primera parte más ligera, cargada, ‘aireada y perfumada’ como la polca rápida de Eduard Strauss que le puso final. Y una segunda más consistente con participación del Ballet de la Ópera Estatal de Viena y del español Pablo García Torres, con dirección de la británica Cathy Marston, quien hacía su debut al igual que el diseñador de escenarios y vestuario anglo-irlandés, Patrick Kinmonth. Novedades muy a tener en cuenta.La presencia de Muti en el Concierto de Año Nuevo ha sido algo importante. Desde un perspectiva musical por su capacidad para otorgar a este repertorio un significado sinfónico que corre en paralelo a su naturaleza popular. El caso de las polcas y marchas es muy evidente, ya sea la ‘polca de los demoledores’, la ‘de Ana’ o la rápida ‘Tritsch Trastsch’. Para demostrarlo queda el documental ‘2025. Una odisea de Strauss’, diseñado por Barbara Wessenbeck para el descanso del concierto y en el que una nave espacial capitaneada por Thomas Strauss recobra viejas grabaciones e imágenes a veces coloreadas de su tío tatarabuelo Johann Strauss hijo. No es menos reseñable el hecho de que en sus mejores momentos, y este lo ha sido sin duda, Muti siga siendo un incómodo portavoz. «La música no solo es una profesión, sino una misión», explicó en un amplio mensaje en 2021 tratando de convencer sobre su poder terapéutico. Sus palabras, en la despedida de este año, tras interrumpir como es de rigor el ‘Danubio azul’, se han concentrado en tres deseos: «Pace, fratellanza e amore in tutto il mondo». Suena muy bien para comenzar 2025 y mientras se descuentan días para que Yannick Nézet-Séguin se coloque al frente del Concierto de Año Nuevo 2026. En este caso, sobre el aval de una carrera que le sitúa como director del Metropolitan Opera House de Nueva York, la Orquesta de Montreal y la Filadelfia: una personalidad musicalmente apasionada de quien cabe esperar algo especial. Distinto, sin duda, pero no debería ser menos penetrante.
El director de orquesta italiano, a sus 83 años, dio ayer una de las mejores actuaciones que se han escuchado en años el 1 de nero, con epicentro en la obra de Johann Strauss hijo
El Concierto de Año Nuevo que la Filarmónica de Viena envía al mundo desde hace 86 años tiene mucho de austriaco y un punto de suizo. Al menos mientras siga vivo el tópico de la precisión relojera. Para aclararlo, el director Ricardo Muti, …
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