Fue al leer a Karl Marx cuando la escritora Cristina Rivera Garza entendió que no solo había maneras de cambiar el mundo, sino su propio mundo. “Supongo que eso es lo que están haciendo esos carteles de allí atrás”, ha dicho la autora este martes por la tarde en un abarrotado Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, interrumpiendo durante unos segundos el texto que traía escrito para su Pregó de la Lectura, el discurso que arranca los actos culturales de Sant Jordi en la capital catalana.
Tiene lógica que la autora mexicana provocase un silencio para que toda la sala girase sus cabezas durante unos segundos y así los presentes hayan podido leer la decena de pancartas que los trabajadores de bibliotecas públicas sostenían en alto de forma silenciosa desde el inicio del acto (“Falta personal”, “Bibliotecarias maltratadas” o “Somos personas, no números”, eran algunas de las denuncias). Migrada a Estados Unidos desde hace años, profesora en la universidad de Houston y ganadora del Pulitzer 2024 por El invencible verano de Liliana, el ensayo sobre cómo su hermana fue víctima de un feminicidio en 1990 que se ha convertido en texto seminal para poner nombre y denunciar a la violencia de género, la autora reivindicó antes de leer su parlamento que “las bibliotecas son instituciones fundamentales para la vida pública que se han de defender igual que la educación pública”.
Tras recordar su paso por una Barcelona “cosmopolita e integradora” mientras disfrutaba de la beca María Zambrano y dedicar su pregón a los migrantes “que en momentos difíciles como estos nos sostienen”, Rivera Garza ha reivindicado en su pregón la lectura como arma para la transformación colectiva. “La vivencia única de la lectura ofrece la libertad radical e inalienable desde la que es fácil imaginar otras vidas y otros mundos”, ha sostenido. Alérgica a la figura del autor como pensador aislado y ensimismado, la mexicana ha apelado a la potencia de la imaginación para producir nuevas realidades colectivas. “La verdadera lectura nos transforma. Entramos siendo una persona y salimos siendo otra. Yo nunca volví a ser la misma después de leer Las olas de Virginia Woolf”, ha dicho, para después nombrar a otras autoras o autores capitales en su experiencia lectora: Herman Hesse, Annie Ernaux, Rebecca Solnit, Carmen Laforet o José Revueltas, entre otros.
Recordando el potencial creativo de los usos de la puntuación de Gertrude Stein, Selva Amada, Laura Fernández, Gabriela Wiener (presente en primera fila, sentada a pocos metros de Gemma Ruiz Palà), Rivera Garza ha nombrado a su hermana Liliana y su afición por los puntos suspensivos en los textos que recuperó tras su asesinato como una nueva forma de diálogo en la que el papel, más allá del realismo mágico, ejerce de intermediario entre ellas. “Todas las palabras meneadas por los signos de puntuación son aliento”, ha dicho, para enfatizar que “las bibliotecas son bocanadas de aire fresco” y que “la lectura nos permite recuperar el aliento en los tiempos asfixiantes que nos acechan ahora mismo”.
“Nos une la frase que ata tus pulmones a los míos. Leer es respirar al unísono”, ha dicho al cerrar su discurso, apostando por el “incendio de la imaginación acuerpada”, por el “pensamiento crítico” y sintiéndose más atraída por esas lecturas que más que llevarnos a la identificación como espejo, nos provocan extrañamiento. “Son las visiones de otros las que también suelen poner en entredicho nuestras creencias más férreas. Los que nos hacen ver que la vida no es como la había imaginado. El mundo puede ser algo más. Esto va más allá”, ha dicho.
En su posterior charla con la comunicadora Anna Guitart, Rivera Garza ha recordado que el premio Pulitzer ha servido para “reactivar la conversación, para identificar los peligros y cómo proteger a las mujeres y enseñar un mundo donde puedan caminar en paz” frente a la violencia de género.
Por su parte, el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Xavier Marcé, ha reivindicado a Rivera Garza como “una de las voces más relevantes de la literatura mexicana contemporánea” y ha destacado, “frente a un mundo conmocionado”, la etapa como profesor del Papa Francisco enseñando a sus alumnos García Lorca, “un Papa al que le gustaba la literatura” y ha recordado las palabras de Mario Vargas Llosa cuando dijo que “Barcelona en Sant Jordi es una gran librería” para destacar la relevancia de una de las frases célebres de la pregonera: ““Si pensáramos que el mundo está bien, no tendríamos necesidad de escribir”.
La escritora mexicana, ganadora del Pulitzer, ensalza el poder de las bibliotecas públicas en tiempos asfixiantes y dedica el Pregó de la Lectura a los migrantes
La escritora mexicana, ganadora del Pulitzer, ensalza el poder de las bibliotecas públicas en tiempos asfixiantes y dedica el Pregó de la Lectura a los migrantes


Fue al leer a Karl Marx cuando la escritora Cristina Rivera Garza entendió que no solo había maneras de cambiar el mundo, sino su propio mundo. “Supongo que eso es lo que están haciendo esos carteles de allí atrás”, ha dicho la autora este martes por la tarde en un abarrotado Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, interrumpiendo durante unos segundos el texto que traía escrito para su Pregó de la Lectura, el discurso que arranca los actos culturales de Sant Jordi en la capital catalana.
Tiene lógica que la autora mexicana provocase un silencio para que toda la sala girase sus cabezas durante unos segundos y así los presentes hayan podido leer la decena de pancartas que los trabajadores de bibliotecas públicas sostenían en alto de forma silenciosa desde el inicio del acto (“Falta personal”, “Bibliotecarias maltratadas” o “Somos personas, no números”, eran algunas de las denuncias). Migrada a Estados Unidos desde hace años, profesora en la universidad de Houston y ganadora del Pulitzer 2024 por El invencible verano de Liliana, el ensayo sobre cómo su hermana fue víctima de un feminicidio en 1990 que se ha convertido en texto seminal para poner nombre y denunciar a la violencia de género, la autora reivindicó antes de leer su parlamento que “las bibliotecas son instituciones fundamentales para la vida pública que se han de defender igual que la educación pública”.
Tras recordar su paso por una Barcelona “cosmopolita e integradora” mientras disfrutaba de la beca María Zambrano y dedicar su pregón a los migrantes “que en momentos difíciles como estos nos sostienen”, Rivera Garza ha reivindicado en su pregón la lectura como arma para la transformación colectiva. “La vivencia única de la lectura ofrece la libertad radical e inalienable desde la que es fácil imaginar otras vidas y otros mundos”, ha sostenido. Alérgica a la figura del autor como pensador aislado y ensimismado, la mexicana ha apelado a la potencia de la imaginación para producir nuevas realidades colectivas. “La verdadera lectura nos transforma. Entramos siendo una persona y salimos siendo otra. Yo nunca volví a ser la misma después de leer Las olas de Virginia Woolf”, ha dicho, para después nombrar a otras autoras o autores capitales en su experiencia lectora: Herman Hesse, Annie Ernaux, Rebecca Solnit, Carmen Laforet o José Revueltas, entre otros.

Recordando el potencial creativo de los usos de la puntuación de Gertrude Stein, Selva Amada, Laura Fernández, Gabriela Wiener (presente en primera fila, sentada a pocos metros de Gemma Ruiz Palà), Rivera Garza ha nombrado a su hermana Liliana y su afición por los puntos suspensivos en los textos que recuperó tras su asesinato como una nueva forma de diálogo en la que el papel, más allá del realismo mágico, ejerce de intermediario entre ellas. “Todas las palabras meneadas por los signos de puntuación son aliento”, ha dicho, para enfatizar que “las bibliotecas son bocanadas de aire fresco” y que “la lectura nos permite recuperar el aliento en los tiempos asfixiantes que nos acechan ahora mismo”.
“Nos une la frase que ata tus pulmones a los míos. Leer es respirar al unísono”, ha dicho al cerrar su discurso, apostando por el “incendio de la imaginación acuerpada”, por el “pensamiento crítico” y sintiéndose más atraída por esas lecturas que más que llevarnos a la identificación como espejo, nos provocan extrañamiento. “Son las visiones de otros las que también suelen poner en entredicho nuestras creencias más férreas. Los que nos hacen ver que la vida no es como la había imaginado. El mundo puede ser algo más. Esto va más allá”, ha dicho.
En su posterior charla con la comunicadora Anna Guitart, Rivera Garza ha recordado que el premio Pulitzer ha servido para “reactivar la conversación, para identificar los peligros y cómo proteger a las mujeres y enseñar un mundo donde puedan caminar en paz” frente a la violencia de género.
Por su parte, el concejal de Cultura del Ayuntamiento, Xavier Marcé, ha reivindicado a Rivera Garza como “una de las voces más relevantes de la literatura mexicana contemporánea” y ha destacado, “frente a un mundo conmocionado”, la etapa como profesor del Papa Francisco enseñando a sus alumnos García Lorca, “un Papa al que le gustaba la literatura” y ha recordado las palabras de Mario Vargas Llosa cuando dijo que “Barcelona en Sant Jordi es una gran librería” para destacar la relevancia de una de las frases célebres de la pregonera: ““Si pensáramos que el mundo está bien, no tendríamos necesidad de escribir”.
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Sobre la firma

Periodista cultural. Redactora de S Moda desde 2012 y forma parte del equipo de Cultura desde 2022.
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