Tres de las más destacadas escritoras en español publican nuevas ficciones. Los libros de Sara Mesa, Belén Gopegui y Samanta Schweblin son radicalmente distintos, pero hay un tema que los cruza a los tres: la soledad y la incomunicación. Andrea Toribio ha leído Oposición, de Sara Mesa, Domingo Ródenas de Moya se ocupa de Te siguen, de Belén Gopegui, y Nadal Suau reseña los cuentos que Samanta Schweblin recopila en El buen mal. Las tres autoras, en un momento de plenitud de su carrera, reflexionan literariamente sobre la condición humana contemporánea.
Oposición, el último libro de Sara Mesa (Sevilla, 1976), habla con sorna sobre la burocracia: un sistema que no permite la enajenación transitoria o la duda. También sobre cubrir un puesto interino dentro de una administración pública. Pero la crítica a la burocracia no es el tema de la novela. En el centro del texto aparece la amistad de Sara, la protagonista, con Sabina, una compañera que trabaja en el departamento de informática. La administración en la que Sara se integra, como advierte Toribio, es un teatro en el que desarrollar la siguiente idea: ¿notan los demás nuestro dolor?
“No pasen de largo, este título nos interpela: somos nosotros los seguidos”, afirma Domingo Ródenas de Moya en el arranque de la crítica del último título de Belén Gopegui (Madrid, 1963). Te siguen trata del robo de la privacidad y del actual del régimen de vigilancia obsesiva de los ciudadanos. No es una novela de tesis. Los observados, dos jóvenes en la treintena, pertenecen a mundos opuestos: una funcionaria de la Dirección General de Protección Civil, harta de la palabrería usual en su medio, y un ingeniero con conciencia moral que abandonó su trabajo para ser dependiente en una tienda. Poco a poco se va complicando el espionaje de unos sobre otros, como también se van estrechando sus vínculos e incluso el contagio de las desazones y la causas que las provocan.
Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) se estrena en Seix Barral con los cinco cuentos de El buen mal. En todas estas narraciones, al decir de Nadal Suau, los personajes viven una extraña tensión: entre el aislamiento y la necesidad de vínculo, entre el reconocimiento y el extrañamiento respecto del otro. Y por ello lo que desencadena su movimiento humano, es decir, literario, es la irrupción de una presencia que no se esperaba o una ausencia más tangible que la mayoría de las presencias. “La literatura de Samanta Schweblin adopta poco a poco la textura de una llamada en la noche que atendemos sabiendo que al otro lado no hablarán, y, sin embargo, habrá alguien cuya voz en silencio nos apelará hasta la raíz”
Las novelas ‘Oposición’ y ‘Te siguen’ y los cuentos de ‘El buen mal’ exploran la soledad y la incomunicación usando las herramientas de la mejor narrativa
Tres de las más destacadas escritoras en español publican nuevas ficciones. Los libros de Sara Mesa, Belén Gopegui y Samanta Schweblin son radicalmente distintos, pero hay un tema que los cruza a los tres: la soledad y la incomunicación. Andrea Toribio ha leído Oposición, de Sara Mesa, Domingo Ródenas de Moya se ocupa de Te siguen, de Belén Gopegui, y Nadal Suau reseña los cuentos que Samanta Schweblin recopila en El buen mal. Las tres autoras, en un momento de plenitud de su carrera, reflexionan literariamente sobre la condición humana contemporánea.
Oposición, el último libro de Sara Mesa (Sevilla, 1976), habla con sorna sobre la burocracia: un sistema que no permite la enajenación transitoria o la duda. También sobre cubrir un puesto interino dentro de una administración pública. Pero la crítica a la burocracia no es el tema de la novela. En el centro del texto aparece la amistad de Sara, la protagonista, con Sabina, una compañera que trabaja en el departamento de informática. La administración en la que Sara se integra, como advierte Toribio, es un teatro en el que desarrollar la siguiente idea: ¿notan los demás nuestro dolor?
“No pasen de largo, este título nos interpela: somos nosotros los seguidos”, afirma Domingo Ródenas de Moya en el arranque de la crítica del último título de Belén Gopegui (Madrid, 1963). Te siguen trata del robo de la privacidad y del actual del régimen de vigilancia obsesiva de los ciudadanos. No es una novela de tesis. Los observados, dos jóvenes en la treintena, pertenecen a mundos opuestos: una funcionaria de la Dirección General de Protección Civil, harta de la palabrería usual en su medio, y un ingeniero con conciencia moral que abandonó su trabajo para ser dependiente en una tienda. Poco a poco se va complicando el espionaje de unos sobre otros, como también se van estrechando sus vínculos e incluso el contagio de las desazones y la causas que las provocan.
Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) se estrena en Seix Barral con los cinco cuentos de El buen mal. En todas estas narraciones, al decir de Nadal Suau, los personajes viven una extraña tensión: entre el aislamiento y la necesidad de vínculo, entre el reconocimiento y el extrañamiento respecto del otro. Y por ello lo que desencadena su movimiento humano, es decir, literario, es la irrupción de una presencia que no se esperaba o una ausencia más tangible que la mayoría de las presencias. “La literatura de Samanta Schweblin adopta poco a poco la textura de una llamada en la noche que atendemos sabiendo que al otro lado no hablarán, y, sin embargo, habrá alguien cuya voz en silencio nos apelará hasta la raíz”
La autora integra a la protagonista en la administración pública, un teatro en el que desarrollar la siguiente idea: ¿notan los demás nuestro dolor?
Los cuentos de la escritora argentina son un catálogo de soledades, con el añadido doloroso de que las presencias que deberían curar dicha soledad están tan cerca
Este relato polifónico pone varios dedos en la llaga de nuestra vulnerabilidad e indefensión, no sin mantener la esperanza en que cualquier resistencia, mejor si es colectiva y organizada, es necesaria
EL PAÍS