Llega el momento de hacer balance de lo que el año dio de sí, y a uno le cuesta saber por dónde empezar. Ponemos el ya casi cadáver de 2024 sobre la mesa de disección para la autopsia, y posiblemente lo mejor es fijarlo a la misma por dos eventos que lo singularizaron con respecto al año pasado o el que está por llegar. Y no me refiero a centenarios, que casi pasaron sin pena ni gloria comparados con otros ( Tàpies, celebrado en el Reina Sofía y su fundación, ahora museo; Chillida, con picos en Tabakalera o ARTIUM; el del Surrealismo, aquí recordado en la Fundación Canal…).Noticias relacionadasEmpiezo, pues, clavando al ‘fiambre’ por dos citas internacionales que nos tocaron de cerca: la Bienal de Venecia y Manifesta. El problema es que por ambas nos puede hacer jirón. La cita de Adriano Pedrosa, el primer latino en dirigirla, no convenció y terminó siendo de nuevo una entrega de carnets de idoneidad de lo que es ser un inmigrante del sur por parte de un hombre blanco que vive en el Primer Mundo. De hecho, por momentos, se hacía confuso distinguir entre arte, artesanía y antropología. Sí que sirvió para constatar que España no pinta nada en el arte internacional (¡ni cuando la selección la hace un latino!) y para que nosotros optáramos por Sandra Gamarra para auto-referenciarnos; «primera artista no nacida en España», vendíamos, aunque jugábamos con las cartas marcadas, pues Gamarra tiene la doble nacionalidad. Su ‘Pinacoteca migrante’ engarzaba a la perfección con el discurso decolonizador (o ‘descorazonador’) dominante, pero no valió para alzarnos con galardón alguno.Dando fallos La segunda, Manifesta, convertía Barcelona y su área metropolitana en sede de su 15 edición. Sin embargo, ese deseo suyo de ‘resucitar’ lo industrial y poner en valor lo periférico resultó fallido. No solo por la calidad de las propuestas. Sus ideas de sostenibilidad, paridad y horizontalidad diluían su personalidad y la convertían en bienal ad hoc para cualquier destino. Y curiosa forma de ‘los comunes’ (con los que se negoció el acuerdo) de entender el arte, siempre con la espada de Damocles sobre la cabeza sobre si lo artístico es más creatividad o mercado (¿por qué no puede ser las dos cosas, como el cine?), que de alguna forma sustituyeron una sede del Hermitage en la capital catalana por otra franquicia, mientras ahora el nuevo consistorio (más socialista) le dice sí a un nuevo Museo Thyssen. Ya veremos…Y tampoco me vale intentar agarrar el asunto con los primeros y los últimos eventos del año, pues saldríamos mal parados. De un lado teníamos el cierre de Juana de Aizpuru que se consuma ahora, a 31 de diciembre, del todo. También este año han cerrado Marlborough y Fúcares. Tres históricos, cada uno en su liga. Del otro, la entrada de Jeff Koons en La Alhambra, un ejemplo de ‘neocolonialismo’, cuando el país está a otra cosa, a mayor gloria de la galería Almine Rech y a costa del erario público. Catetada millonaria.De todo un poco. De arriba abajo, detalle de la muestra de Hilma af Klint en el Guggenheim; del diálogo e koons y Picasso en La Alhambra; y obra de Carlos Bunga en Manifesta Así que prefiero recordarle las grandes citas que nos han dejado estos doce meses: Para mí, la exposición del año ha sido la de Hilma af Klint en el Guggenheim, aunque su ‘blockbuster’ fue Yoshitomo Nara. Y hemos tenido otras muy buenas, como la de Ana Mendieta en MUSAC (allí se nota ya la mano de su director, Álvaro R. Fominaya, que se consiguió traer a Ai Weiwei ) o la de Delcy Morelos en el CAAC. Como verán, no han faltado los nombres femeninos en las programaciones, que cada vez se hacen más hueco de forma natural. Así, hubo revisiones de históricas como Isabel Quintanilla o Rosario Velasco en el Thyssen. También de María Blanchard en el Picasso-Málaga o Juana Francés en el IVAM. Y de Mari Chordà (MACBA), Agnès Varda (CCCB), Chiharu Shiota (M. Tàpies), Cristina García Rodero (Círculo de BB.AA., en un PHotoEspaña en el que se estranaba con nota María Santoyo) o Eva Lootz (M. Reina Sofía y Alcalá 31). Entre ellos, James Lee Byars (MNCARS) o Jeff Wall (Virreina), por recordar a algunos.Turbulencias en los museosHa sido este un año turbuilento en los museos, de entradas y salidas, donde nuestra generación de ‘las buenas prácticas’ siguen conociendo la letra pero no la música de la melodía. Subió un escalón Tania Pardo en CA2M y llegaron también con sus polémicas Sergio Rubira al TEA y Miren Arzalluz al Guggenheim. Salío Nuria Enguita del IVAM y desde entonces a este centro capital del arte en España le crecen los enanos, con su sede en Alcoy también parada y el nuevo concurso en el aire. El Reina ya tiene subdirectora ( Amanda de la Garza ). Inma Prieto cambió Es Baluard por la Tàpies, dejándole vía libre a David Barro en Mallorca. El año acaba Fernando Pérez fuera del Azkuna.2024 es el año en el que ARCO se movió a la primavera. En el que nos despedimos de figuras como Pierre Gonnord o Eugenio Castro. En el que reabrió el Museo ABC, mientras cerró el CACMálaga. Fue Premio Princesa de Asturias de la Concordia la Agencia Magnum, cuyas tres creadoras españolas expusieron en Ponce+Robles. Y en galerías nos dio un susto (y una espléndida programación) Mira Bernabeu, y buenas propuestas Maribel Nazco (José de la Mano) o Donald Judd (Elvira González). También Muntadas, que ‘fusionó’ a Nogueras y Joan Prats.Adriano Pedrosa, dirctor de la última Bienal de Venecia ABCAsimismo, dejaron titulares Irving Penn (Fundación MOP), William Kentridge (F. Sorigué), Annie Leibovitz (Banco de España), Cildo Meireles (F. Altra), Didi-Huberman (Círculo y Reina), Chagal (Mapfre), Saul Steinberg (F. J. March) Pérez Simón (CentroCentro) o Alicia Framis, que se casó con una IA… Al muerto le falló el corazón, pero, hasta entonces, este le batió a mil ‘programaciones’ por minuto. Llega el momento de hacer balance de lo que el año dio de sí, y a uno le cuesta saber por dónde empezar. Ponemos el ya casi cadáver de 2024 sobre la mesa de disección para la autopsia, y posiblemente lo mejor es fijarlo a la misma por dos eventos que lo singularizaron con respecto al año pasado o el que está por llegar. Y no me refiero a centenarios, que casi pasaron sin pena ni gloria comparados con otros ( Tàpies, celebrado en el Reina Sofía y su fundación, ahora museo; Chillida, con picos en Tabakalera o ARTIUM; el del Surrealismo, aquí recordado en la Fundación Canal…).Noticias relacionadasEmpiezo, pues, clavando al ‘fiambre’ por dos citas internacionales que nos tocaron de cerca: la Bienal de Venecia y Manifesta. El problema es que por ambas nos puede hacer jirón. La cita de Adriano Pedrosa, el primer latino en dirigirla, no convenció y terminó siendo de nuevo una entrega de carnets de idoneidad de lo que es ser un inmigrante del sur por parte de un hombre blanco que vive en el Primer Mundo. De hecho, por momentos, se hacía confuso distinguir entre arte, artesanía y antropología. Sí que sirvió para constatar que España no pinta nada en el arte internacional (¡ni cuando la selección la hace un latino!) y para que nosotros optáramos por Sandra Gamarra para auto-referenciarnos; «primera artista no nacida en España», vendíamos, aunque jugábamos con las cartas marcadas, pues Gamarra tiene la doble nacionalidad. Su ‘Pinacoteca migrante’ engarzaba a la perfección con el discurso decolonizador (o ‘descorazonador’) dominante, pero no valió para alzarnos con galardón alguno.Dando fallos La segunda, Manifesta, convertía Barcelona y su área metropolitana en sede de su 15 edición. Sin embargo, ese deseo suyo de ‘resucitar’ lo industrial y poner en valor lo periférico resultó fallido. No solo por la calidad de las propuestas. Sus ideas de sostenibilidad, paridad y horizontalidad diluían su personalidad y la convertían en bienal ad hoc para cualquier destino. Y curiosa forma de ‘los comunes’ (con los que se negoció el acuerdo) de entender el arte, siempre con la espada de Damocles sobre la cabeza sobre si lo artístico es más creatividad o mercado (¿por qué no puede ser las dos cosas, como el cine?), que de alguna forma sustituyeron una sede del Hermitage en la capital catalana por otra franquicia, mientras ahora el nuevo consistorio (más socialista) le dice sí a un nuevo Museo Thyssen. Ya veremos…Y tampoco me vale intentar agarrar el asunto con los primeros y los últimos eventos del año, pues saldríamos mal parados. De un lado teníamos el cierre de Juana de Aizpuru que se consuma ahora, a 31 de diciembre, del todo. También este año han cerrado Marlborough y Fúcares. Tres históricos, cada uno en su liga. Del otro, la entrada de Jeff Koons en La Alhambra, un ejemplo de ‘neocolonialismo’, cuando el país está a otra cosa, a mayor gloria de la galería Almine Rech y a costa del erario público. Catetada millonaria.De todo un poco. De arriba abajo, detalle de la muestra de Hilma af Klint en el Guggenheim; del diálogo e koons y Picasso en La Alhambra; y obra de Carlos Bunga en Manifesta Así que prefiero recordarle las grandes citas que nos han dejado estos doce meses: Para mí, la exposición del año ha sido la de Hilma af Klint en el Guggenheim, aunque su ‘blockbuster’ fue Yoshitomo Nara. Y hemos tenido otras muy buenas, como la de Ana Mendieta en MUSAC (allí se nota ya la mano de su director, Álvaro R. Fominaya, que se consiguió traer a Ai Weiwei ) o la de Delcy Morelos en el CAAC. Como verán, no han faltado los nombres femeninos en las programaciones, que cada vez se hacen más hueco de forma natural. Así, hubo revisiones de históricas como Isabel Quintanilla o Rosario Velasco en el Thyssen. También de María Blanchard en el Picasso-Málaga o Juana Francés en el IVAM. Y de Mari Chordà (MACBA), Agnès Varda (CCCB), Chiharu Shiota (M. Tàpies), Cristina García Rodero (Círculo de BB.AA., en un PHotoEspaña en el que se estranaba con nota María Santoyo) o Eva Lootz (M. Reina Sofía y Alcalá 31). Entre ellos, James Lee Byars (MNCARS) o Jeff Wall (Virreina), por recordar a algunos.Turbulencias en los museosHa sido este un año turbuilento en los museos, de entradas y salidas, donde nuestra generación de ‘las buenas prácticas’ siguen conociendo la letra pero no la música de la melodía. Subió un escalón Tania Pardo en CA2M y llegaron también con sus polémicas Sergio Rubira al TEA y Miren Arzalluz al Guggenheim. Salío Nuria Enguita del IVAM y desde entonces a este centro capital del arte en España le crecen los enanos, con su sede en Alcoy también parada y el nuevo concurso en el aire. El Reina ya tiene subdirectora ( Amanda de la Garza ). Inma Prieto cambió Es Baluard por la Tàpies, dejándole vía libre a David Barro en Mallorca. El año acaba Fernando Pérez fuera del Azkuna.2024 es el año en el que ARCO se movió a la primavera. En el que nos despedimos de figuras como Pierre Gonnord o Eugenio Castro. En el que reabrió el Museo ABC, mientras cerró el CACMálaga. Fue Premio Princesa de Asturias de la Concordia la Agencia Magnum, cuyas tres creadoras españolas expusieron en Ponce+Robles. Y en galerías nos dio un susto (y una espléndida programación) Mira Bernabeu, y buenas propuestas Maribel Nazco (José de la Mano) o Donald Judd (Elvira González). También Muntadas, que ‘fusionó’ a Nogueras y Joan Prats.Adriano Pedrosa, dirctor de la última Bienal de Venecia ABCAsimismo, dejaron titulares Irving Penn (Fundación MOP), William Kentridge (F. Sorigué), Annie Leibovitz (Banco de España), Cildo Meireles (F. Altra), Didi-Huberman (Círculo y Reina), Chagal (Mapfre), Saul Steinberg (F. J. March) Pérez Simón (CentroCentro) o Alicia Framis, que se casó con una IA… Al muerto le falló el corazón, pero, hasta entonces, este le batió a mil ‘programaciones’ por minuto.
ARTE
BALANCE DE 2024
Si 2024 fuera un moribundo, podríamos decir que desde el mundo de arte dio algún susto, manifestó reincidencias, pero también tuvo momentos inolvidables. Así lo resumimos
Llega el momento de hacer balance de lo que el año dio de sí, y a uno le cuesta saber por dónde empezar. Ponemos el ya casi cadáver de 2024 sobre la mesa de disección para la autopsia, y posiblemente lo mejor es fijarlo …
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