Cuando acepto ser padrino dejo muy claro que voy a intervenir y que si sólo quieren un espantapájaros para el bautizo que se busquen a otro. Si estoy en la vida de alguien es para hacer algo de ella .La madre ha insistido este verano en mandar a mi ahijado de 17 a unos campamentos en la militante Cataluña interior -cerca de Vic-, en parte por la formación de su espíritu catalanista , en estos tiempos de bajón y trayecto agotado, pero sobre todo porque son los campamentos a los que ha ido desde niño y le cuesta aceptar que ya no lo es. Le dije: «no lo hagas» y «nos pondrás a todos en una situación muy difícil». Pero las madres desaforadas no atienden y mi ahijado me ha escrito esta mañana a las 5:03 con el breve y previsible mensaje: «Sácame de aquí, por favor» . No ha pegado ojo, sabe que va a haber lío pero al final se ha decidido.No tengo coche. No tengo carné. Pero tengo ideas y llamo a los padres de los amigos de mi ahijado, pido una documentación que pueden obtener por internet muy fácil y rápido y alquilo un minibús con chófer y los paso a recoger uno a uno y somos 4, contándome a mí, y el que se llama Pellicer dice que la música la pone él. Myke Towers :«Le puse las piernas como las puertas de un LamborghiniY cuando yo le estoy dando, siempre acelerando.El novio se mudó para OrlandoLa tengo arrodillada y no es por ti que ella está orando».Y con este ambientazo nos ponemos rumbo a Vic. Noticia Relacionada Un verano perdido estandar Si Una educación sentimental Salvador Sostres Aprovechando su ausencia tomé de la caja fuerte las llaves de la torre de Castelldefels y le dije a Soni que iríamos a pasar la nocheEscribo a mi ahijado para que se prepare y lo tenga todo listo, no le digo que vamos todos, merece un momento de euforia. Me pregunta si he hablado con sus padres y le contesto que se calle. Llegamos a los campamentos, es la hora del desayuno. Estos amigos son majos y obedecen y les digo que entren en la dependencia corriendo y gritando muy fuerte el nombre de mi ahijado , muy fuerte y muchas veces, hasta que encuentren el comedor y entonces corran todavía más a abrazarlo; y que se hagan con su maleta y que sin hablar con nadie lo suban al coche que nos vamos.Gran euforia en el minibús, mi ahijado pregunta: «pero y mi madre» y le digo que no se preocupe, que yo me he encargado. Camino del campamento escribí al padre para explicarle. Creen que les llevo de vuelta a casa pero cuando el minibús nos deja en la terminal de Vueling son las 12:00 y todos reciben a la vez el mismo whatsapp de sus padres: «¡Buen viaje!». No saben ni dónde ni cuándo. Pasamos el control de seguridad y entonces hablo con ellos. «Tenéis razón vosotros, tienen razón vuestros padres. Ni sois tan mayores ni tan listos, ni sois los bebés que vuestras madres creen. Probablemente éste sea el último verano de vuestro niño, así que vamos a despedirlo como Dios manda». El vuelo es a París. Vamos a Disney . Con Disney empezó todo. ‘It’s a small world after all’.Llegamos a las cinco, he comprado los pases para no hacer cola. Mi ahijado está tan contento y han entrado todos tan de lleno a la magia del parque que me duele al cabo de dos horas decir que nos vamos. Otro minibús nos lleva a París, en Uniqlo compro a cada uno una americana y a las 20:30 -tarde, lo sé- entramos en L’Ambroisie, de Bernard Pacaud , a quien tanto quiero. Dentro de dos o tres noches Pacaud, el chef más importante de París desde que Joël Robuchon cerró su tres estrellas, dará su último servicio. El restaurante continuará pero él se retira. «Siempre podréis decir que visteis al último dinosaurio de un mundo que se extinguió para que diera comienzo el vuestro», les dice monsieur Pacaud y nos invita a unos huevos pasados por agua con seda de espárragos verdes y caviar.La noche en el Costes, el hotel más sexy de la ciudad. Para ellos una suite, para mí la ‘petite chambre’. Se quedan en el bar, fascinados por las camareras y las clientas y el perfume que para la casa creó Olivia Giacobetti; París te toma en este hotel, te desabrocha, se te abre. Mi ahijado y sus amigos recordarán siempre este día , y más si llegan a coronar, lo que no me extrañaría; y siempre he pensado que tener recuerdos míticos da más sentido a tu vida que una carrera universitaria. Subo a mi pequeña habitación. Solía ser la que usaba hace 25 años, cuando también mi mundo empezaba y era muy joven y estaba muy contento y tenía mucha fuerza y un gran deseo, y pensaba: «espero no olvidar nunca esta gran gloria que ahora siento». Cuando acepto ser padrino dejo muy claro que voy a intervenir y que si sólo quieren un espantapájaros para el bautizo que se busquen a otro. Si estoy en la vida de alguien es para hacer algo de ella .La madre ha insistido este verano en mandar a mi ahijado de 17 a unos campamentos en la militante Cataluña interior -cerca de Vic-, en parte por la formación de su espíritu catalanista , en estos tiempos de bajón y trayecto agotado, pero sobre todo porque son los campamentos a los que ha ido desde niño y le cuesta aceptar que ya no lo es. Le dije: «no lo hagas» y «nos pondrás a todos en una situación muy difícil». Pero las madres desaforadas no atienden y mi ahijado me ha escrito esta mañana a las 5:03 con el breve y previsible mensaje: «Sácame de aquí, por favor» . No ha pegado ojo, sabe que va a haber lío pero al final se ha decidido.No tengo coche. No tengo carné. Pero tengo ideas y llamo a los padres de los amigos de mi ahijado, pido una documentación que pueden obtener por internet muy fácil y rápido y alquilo un minibús con chófer y los paso a recoger uno a uno y somos 4, contándome a mí, y el que se llama Pellicer dice que la música la pone él. Myke Towers :«Le puse las piernas como las puertas de un LamborghiniY cuando yo le estoy dando, siempre acelerando.El novio se mudó para OrlandoLa tengo arrodillada y no es por ti que ella está orando».Y con este ambientazo nos ponemos rumbo a Vic. Noticia Relacionada Un verano perdido estandar Si Una educación sentimental Salvador Sostres Aprovechando su ausencia tomé de la caja fuerte las llaves de la torre de Castelldefels y le dije a Soni que iríamos a pasar la nocheEscribo a mi ahijado para que se prepare y lo tenga todo listo, no le digo que vamos todos, merece un momento de euforia. Me pregunta si he hablado con sus padres y le contesto que se calle. Llegamos a los campamentos, es la hora del desayuno. Estos amigos son majos y obedecen y les digo que entren en la dependencia corriendo y gritando muy fuerte el nombre de mi ahijado , muy fuerte y muchas veces, hasta que encuentren el comedor y entonces corran todavía más a abrazarlo; y que se hagan con su maleta y que sin hablar con nadie lo suban al coche que nos vamos.Gran euforia en el minibús, mi ahijado pregunta: «pero y mi madre» y le digo que no se preocupe, que yo me he encargado. Camino del campamento escribí al padre para explicarle. Creen que les llevo de vuelta a casa pero cuando el minibús nos deja en la terminal de Vueling son las 12:00 y todos reciben a la vez el mismo whatsapp de sus padres: «¡Buen viaje!». No saben ni dónde ni cuándo. Pasamos el control de seguridad y entonces hablo con ellos. «Tenéis razón vosotros, tienen razón vuestros padres. Ni sois tan mayores ni tan listos, ni sois los bebés que vuestras madres creen. Probablemente éste sea el último verano de vuestro niño, así que vamos a despedirlo como Dios manda». El vuelo es a París. Vamos a Disney . Con Disney empezó todo. ‘It’s a small world after all’.Llegamos a las cinco, he comprado los pases para no hacer cola. Mi ahijado está tan contento y han entrado todos tan de lleno a la magia del parque que me duele al cabo de dos horas decir que nos vamos. Otro minibús nos lleva a París, en Uniqlo compro a cada uno una americana y a las 20:30 -tarde, lo sé- entramos en L’Ambroisie, de Bernard Pacaud , a quien tanto quiero. Dentro de dos o tres noches Pacaud, el chef más importante de París desde que Joël Robuchon cerró su tres estrellas, dará su último servicio. El restaurante continuará pero él se retira. «Siempre podréis decir que visteis al último dinosaurio de un mundo que se extinguió para que diera comienzo el vuestro», les dice monsieur Pacaud y nos invita a unos huevos pasados por agua con seda de espárragos verdes y caviar.La noche en el Costes, el hotel más sexy de la ciudad. Para ellos una suite, para mí la ‘petite chambre’. Se quedan en el bar, fascinados por las camareras y las clientas y el perfume que para la casa creó Olivia Giacobetti; París te toma en este hotel, te desabrocha, se te abre. Mi ahijado y sus amigos recordarán siempre este día , y más si llegan a coronar, lo que no me extrañaría; y siempre he pensado que tener recuerdos míticos da más sentido a tu vida que una carrera universitaria. Subo a mi pequeña habitación. Solía ser la que usaba hace 25 años, cuando también mi mundo empezaba y era muy joven y estaba muy contento y tenía mucha fuerza y un gran deseo, y pensaba: «espero no olvidar nunca esta gran gloria que ahora siento».
Cuando acepto ser padrino dejo muy claro que voy a intervenir y que si sólo quieren un espantapájaros para el bautizo que se busquen a otro. Si estoy en la vida de alguien es para hacer algo de ella.
La madre ha insistido este … verano en mandar a mi ahijado de 17 a unos campamentos en la militante Cataluña interior -cerca de Vic-, en parte por la formación de su espíritu catalanista, en estos tiempos de bajón y trayecto agotado, pero sobre todo porque son los campamentos a los que ha ido desde niño y le cuesta aceptar que ya no lo es.
Le dije: «no lo hagas» y «nos pondrás a todos en una situación muy difícil». Pero las madres desaforadas no atienden y mi ahijado me ha escrito esta mañana a las 5:03 con el breve y previsible mensaje: «Sácame de aquí, por favor». No ha pegado ojo, sabe que va a haber lío pero al final se ha decidido.
No tengo coche. No tengo carné. Pero tengo ideas y llamo a los padres de los amigos de mi ahijado, pido una documentación que pueden obtener por internet muy fácil y rápido y alquilo un minibús con chófer y los paso a recoger uno a uno y somos 4, contándome a mí, y el que se llama Pellicer dice que la música la pone él. Myke Towers:
«Le puse las piernas como las puertas de un Lamborghini
Y cuando yo le estoy dando, siempre acelerando.
El novio se mudó para Orlando
La tengo arrodillada y no es por ti que ella está orando».
Y con este ambientazo nos ponemos rumbo a Vic.
Escribo a mi ahijado para que se prepare y lo tenga todo listo, no le digo que vamos todos, merece un momento de euforia. Me pregunta si he hablado con sus padres y le contesto que se calle. Llegamos a los campamentos, es la hora del desayuno. Estos amigos son majos y obedecen y les digo que entren en la dependencia corriendo y gritando muy fuerte el nombre de mi ahijado, muy fuerte y muchas veces, hasta que encuentren el comedor y entonces corran todavía más a abrazarlo; y que se hagan con su maleta y que sin hablar con nadie lo suban al coche que nos vamos.
Gran euforia en el minibús, mi ahijado pregunta: «pero y mi madre» y le digo que no se preocupe, que yo me he encargado. Camino del campamento escribí al padre para explicarle. Creen que les llevo de vuelta a casa pero cuando el minibús nos deja en la terminal de Vueling son las 12:00 y todos reciben a la vez el mismo whatsapp de sus padres: «¡Buen viaje!».
No saben ni dónde ni cuándo. Pasamos el control de seguridad y entonces hablo con ellos. «Tenéis razón vosotros, tienen razón vuestros padres. Ni sois tan mayores ni tan listos, ni sois los bebés que vuestras madres creen. Probablemente éste sea el último verano de vuestro niño, así que vamos a despedirlo como Dios manda». El vuelo es a París. Vamos a Disney. Con Disney empezó todo. ‘It’s a small world after all’.
Llegamos a las cinco, he comprado los pases para no hacer cola. Mi ahijado está tan contento y han entrado todos tan de lleno a la magia del parque que me duele al cabo de dos horas decir que nos vamos. Otro minibús nos lleva a París, en Uniqlo compro a cada uno una americana y a las 20:30 -tarde, lo sé- entramos en L’Ambroisie, de Bernard Pacaud, a quien tanto quiero. Dentro de dos o tres noches Pacaud, el chef más importante de París desde que Joël Robuchon cerró su tres estrellas, dará su último servicio. El restaurante continuará pero él se retira. «Siempre podréis decir que visteis al último dinosaurio de un mundo que se extinguió para que diera comienzo el vuestro», les dice monsieur Pacaud y nos invita a unos huevos pasados por agua con seda de espárragos verdes y caviar.
La noche en el Costes, el hotel más sexy de la ciudad. Para ellos una suite, para mí la ‘petite chambre’. Se quedan en el bar, fascinados por las camareras y las clientas y el perfume que para la casa creó Olivia Giacobetti; París te toma en este hotel, te desabrocha, se te abre. Mi ahijado y sus amigos recordarán siempre este día, y más si llegan a coronar, lo que no me extrañaría; y siempre he pensado que tener recuerdos míticos da más sentido a tu vida que una carrera universitaria. Subo a mi pequeña habitación. Solía ser la que usaba hace 25 años, cuando también mi mundo empezaba y era muy joven y estaba muy contento y tenía mucha fuerza y un gran deseo, y pensaba: «espero no olvidar nunca esta gran gloria que ahora siento».
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