Lamine Yamal ha aprovechado los dos días de fiesta que le ha dado Flick para ir a Montecarlo a zumbarse a su novieta y me parece muy bien, lo mismo que su fiesta de cumpleaños con chicas debidamente seleccionadas. Que no le importe lo que dirán o pensarán es el olvidado gesto de los rebeldes y tiene en nuestra era más de superhéroe que su fútbol estratosférico.¿Quién no quiere a los 18 años demostrar que ha llegado si las cosas le van bien? «Yo quería jugar en el Madrid y volver ‘en haiga’ un día al barrio», Víctor Manuel lo canta. Los ‘haiga» eran los coches de los nuevos ricos porque iban al concesionario y decían: «Póngame el más grande que haiga».Noticia Relacionada Un verano perdido estandar Si El reto viral de hacer caca en las piscinas: «Por una conciencia social orgánica» Salvador Sostres «Entonces en usted lo importante no es tanto la caca como la dedicación y el esfuerzo que pone en hacerla en el lugar y momento oportunos»Yo tenía 30 y trabajaba en Crónicas Marcianas y fue la vez que más he cobrado por una sola intervención y además mi abuela me había dejado un millón en Suiza para que lo arrasara y aprendiera el lujo, y pudiera escribir como los de esta serie. Y a mí los enanos nunca me han gustado, ni las chicas seleccionadas, pero tenía una novia muy bonita y quedábamos los jueves a la una o la una y media en Luz de Gas, al salir de la tele, y nos bajábamos dos gintónics, los días de mucha euforia tal vez tres, y a las tres nos íbamos a casa a follar con prisas, que es como mejor se hace, pensando en la inminencia de otra cosa; y a las 4:30 salíamos camino del aeropuerto porque a las seis partía el avión de París. Íbamos sin maletas. No hacía falta ni reservar la habitación del Hotel Costes y cada jueves nos esperaban y cuando llegábamos muy pronto tenían nuestros bañadores preparados en la piscina y antes de ir a comer pasábamos por Armani, porque Armani era la única tienda de ropa que todavía quedaba en la Place Vendôme, las demás eran joyerías. Y en Armani comprábamos lo mío y lo suyo para ir a cenar y pasar el fin de semana. Tenía mucho dinero, dinero para quemar y mirándolo a la cara, billetes de 500 con que tapaba a Silvia desnuda y ella se reía y yo me sentía coronando la última finalidad para la que un hombre está hecho, y volvíamos a follar y a veces por el sudor alguno de los billetes se le quedaba pegado a una teta. ¿Qué puedo reprochar a un futbolista?Y claro que me aprovechaba de mi personaje, ¿o es que Lamine Yamal no puede seducir a través de sus goles? Y por supuesto mis padres me decían que si seguía así me estrellaría y que nunca llegaría nada. Y por supuesto me decían que gastaba de manera compulsiva para disimular otras frustraciones y que la vida es muy larga y castiga al que despilfarra. Y por supuesto. Y por supuesto. Y por supuesto. Todos los por supuesto puestos encima el uno del otro hacían montoncito en mi escritorio, mientras yo volvía a París y cada jueves el mismo estrago, la misma celebración, el héroe de mí tan eufórico tan henchido y pensábamos que el mundo era infinito pero sabíamos que todo tiene un final.«Cada generación tiene su lista de éxitos, su exhibicionismo para anunciar que por fin eres alguien»Lamine Yamal comparado con Messi es difícil de encajar, pero comparado con el niño bestia que yo fui es mucho más fácil de entender. Que la vida no es como él cree, es posible. Pero es un hecho indiscutible que la mayor parte de reproches no son más que envidia cochina. Sus pletóricos 18 años contra lo que tú no vas a ser capaz ni de soñar en toda vida.Cada generación tiene su lista de éxitos, su exhibicionismo para anunciar al mundo que por fin eres alguien. Cada héroe que de la nada consigue levantar su imperio necesita una escenificación de su éxito. Una vida nueva necesita nuevos límites y una parte de la fortuna la gastas en autodestruirte, aunque Lamine Yamal es probable que aún no lo sepa. Cuando tienes una discusión de las que se ponen feas y tu chica empieza a llorar en un tres estrellas, se reflejan en sus lágrimas tus excesos, y por mucho que en la disputa tuvieras toda la razón, te sientes como un imbécil.Crónicas se acabó. El millón de euros también, y el romanticismo de tener una cuenta en Suiza . Con los últimos setenta y cinco mil invité a mis amigos más ricos e importantes sabiendo que cuando dejara de salir en la tele y mi economía volviera a la normalidad jamás los volvería a ver. Luego me ha ido mucho mejor que entonces, hasta que un día lo que escriba deje de tener interés y sólo pido que la muerte se dé cuenta un par de artículos antes que usted, y no hace falta despedirse si igualmente nos veremos después. Lamine Yamal ha aprovechado los dos días de fiesta que le ha dado Flick para ir a Montecarlo a zumbarse a su novieta y me parece muy bien, lo mismo que su fiesta de cumpleaños con chicas debidamente seleccionadas. Que no le importe lo que dirán o pensarán es el olvidado gesto de los rebeldes y tiene en nuestra era más de superhéroe que su fútbol estratosférico.¿Quién no quiere a los 18 años demostrar que ha llegado si las cosas le van bien? «Yo quería jugar en el Madrid y volver ‘en haiga’ un día al barrio», Víctor Manuel lo canta. Los ‘haiga» eran los coches de los nuevos ricos porque iban al concesionario y decían: «Póngame el más grande que haiga».Noticia Relacionada Un verano perdido estandar Si El reto viral de hacer caca en las piscinas: «Por una conciencia social orgánica» Salvador Sostres «Entonces en usted lo importante no es tanto la caca como la dedicación y el esfuerzo que pone en hacerla en el lugar y momento oportunos»Yo tenía 30 y trabajaba en Crónicas Marcianas y fue la vez que más he cobrado por una sola intervención y además mi abuela me había dejado un millón en Suiza para que lo arrasara y aprendiera el lujo, y pudiera escribir como los de esta serie. Y a mí los enanos nunca me han gustado, ni las chicas seleccionadas, pero tenía una novia muy bonita y quedábamos los jueves a la una o la una y media en Luz de Gas, al salir de la tele, y nos bajábamos dos gintónics, los días de mucha euforia tal vez tres, y a las tres nos íbamos a casa a follar con prisas, que es como mejor se hace, pensando en la inminencia de otra cosa; y a las 4:30 salíamos camino del aeropuerto porque a las seis partía el avión de París. Íbamos sin maletas. No hacía falta ni reservar la habitación del Hotel Costes y cada jueves nos esperaban y cuando llegábamos muy pronto tenían nuestros bañadores preparados en la piscina y antes de ir a comer pasábamos por Armani, porque Armani era la única tienda de ropa que todavía quedaba en la Place Vendôme, las demás eran joyerías. Y en Armani comprábamos lo mío y lo suyo para ir a cenar y pasar el fin de semana. Tenía mucho dinero, dinero para quemar y mirándolo a la cara, billetes de 500 con que tapaba a Silvia desnuda y ella se reía y yo me sentía coronando la última finalidad para la que un hombre está hecho, y volvíamos a follar y a veces por el sudor alguno de los billetes se le quedaba pegado a una teta. ¿Qué puedo reprochar a un futbolista?Y claro que me aprovechaba de mi personaje, ¿o es que Lamine Yamal no puede seducir a través de sus goles? Y por supuesto mis padres me decían que si seguía así me estrellaría y que nunca llegaría nada. Y por supuesto me decían que gastaba de manera compulsiva para disimular otras frustraciones y que la vida es muy larga y castiga al que despilfarra. Y por supuesto. Y por supuesto. Y por supuesto. Todos los por supuesto puestos encima el uno del otro hacían montoncito en mi escritorio, mientras yo volvía a París y cada jueves el mismo estrago, la misma celebración, el héroe de mí tan eufórico tan henchido y pensábamos que el mundo era infinito pero sabíamos que todo tiene un final.«Cada generación tiene su lista de éxitos, su exhibicionismo para anunciar que por fin eres alguien»Lamine Yamal comparado con Messi es difícil de encajar, pero comparado con el niño bestia que yo fui es mucho más fácil de entender. Que la vida no es como él cree, es posible. Pero es un hecho indiscutible que la mayor parte de reproches no son más que envidia cochina. Sus pletóricos 18 años contra lo que tú no vas a ser capaz ni de soñar en toda vida.Cada generación tiene su lista de éxitos, su exhibicionismo para anunciar al mundo que por fin eres alguien. Cada héroe que de la nada consigue levantar su imperio necesita una escenificación de su éxito. Una vida nueva necesita nuevos límites y una parte de la fortuna la gastas en autodestruirte, aunque Lamine Yamal es probable que aún no lo sepa. Cuando tienes una discusión de las que se ponen feas y tu chica empieza a llorar en un tres estrellas, se reflejan en sus lágrimas tus excesos, y por mucho que en la disputa tuvieras toda la razón, te sientes como un imbécil.Crónicas se acabó. El millón de euros también, y el romanticismo de tener una cuenta en Suiza . Con los últimos setenta y cinco mil invité a mis amigos más ricos e importantes sabiendo que cuando dejara de salir en la tele y mi economía volviera a la normalidad jamás los volvería a ver. Luego me ha ido mucho mejor que entonces, hasta que un día lo que escriba deje de tener interés y sólo pido que la muerte se dé cuenta un par de artículos antes que usted, y no hace falta despedirse si igualmente nos veremos después.
UN VERANO PERDIDO
Que la vida no es como él cree, es posible. Pero la mayor parte de los reproches son envidia cochina
Lamine Yamal ha aprovechado los dos días de fiesta que le ha dado Flick para ir a Montecarlo a zumbarse a su novieta y me parece muy bien, lo mismo que su fiesta de cumpleaños con chicas debidamente seleccionadas. Que no le importe lo … que dirán o pensarán es el olvidado gesto de los rebeldes y tiene en nuestra era más de superhéroe que su fútbol estratosférico.
¿Quién no quiere a los 18 años demostrar que ha llegado si las cosas le van bien? «Yo quería jugar en el Madrid y volver ‘en haiga’ un día al barrio», Víctor Manuel lo canta. Los ‘haiga» eran los coches de los nuevos ricos porque iban al concesionario y decían: «Póngame el más grande que haiga».
Yo tenía 30 y trabajaba en Crónicas Marcianas y fue la vez que más he cobrado por una sola intervención y además mi abuela me había dejado un millón en Suiza para que lo arrasara y aprendiera el lujo, y pudiera escribir como los de esta serie. Y a mí los enanos nunca me han gustado, ni las chicas seleccionadas, pero tenía una novia muy bonita y quedábamos los jueves a la una o la una y media en Luz de Gas, al salir de la tele, y nos bajábamos dos gintónics, los días de mucha euforia tal vez tres, y a las tres nos íbamos a casa a follar con prisas, que es como mejor se hace, pensando en la inminencia de otra cosa; y a las 4:30 salíamos camino del aeropuerto porque a las seis partía el avión de París. Íbamos sin maletas. No hacía falta ni reservar la habitación del Hotel Costes y cada jueves nos esperaban y cuando llegábamos muy pronto tenían nuestros bañadores preparados en la piscina y antes de ir a comer pasábamos por Armani, porque Armani era la única tienda de ropa que todavía quedaba en la Place Vendôme, las demás eran joyerías. Y en Armani comprábamos lo mío y lo suyo para ir a cenar y pasar el fin de semana. Tenía mucho dinero, dinero para quemar y mirándolo a la cara, billetes de 500 con que tapaba a Silvia desnuda y ella se reía y yo me sentía coronando la última finalidad para la que un hombre está hecho, y volvíamos a follar y a veces por el sudor alguno de los billetes se le quedaba pegado a una teta. ¿Qué puedo reprochar a un futbolista?
Y claro que me aprovechaba de mi personaje, ¿o es que Lamine Yamal no puede seducir a través de sus goles? Y por supuesto mis padres me decían que si seguía así me estrellaría y que nunca llegaría nada. Y por supuesto me decían que gastaba de manera compulsiva para disimular otras frustraciones y que la vida es muy larga y castiga al que despilfarra. Y por supuesto. Y por supuesto. Y por supuesto. Todos los por supuesto puestos encima el uno del otro hacían montoncito en mi escritorio, mientras yo volvía a París y cada jueves el mismo estrago, la misma celebración, el héroe de mí tan eufórico tan henchido y pensábamos que el mundo era infinito pero sabíamos que todo tiene un final.
«Cada generación tiene su lista de éxitos, su exhibicionismo para anunciar que por fin eres alguien»
Lamine Yamal comparado con Messi es difícil de encajar, pero comparado con el niño bestia que yo fui es mucho más fácil de entender. Que la vida no es como él cree, es posible. Pero es un hecho indiscutible que la mayor parte de reproches no son más que envidia cochina. Sus pletóricos 18 años contra lo que tú no vas a ser capaz ni de soñar en toda vida.
Cada generación tiene su lista de éxitos, su exhibicionismo para anunciar al mundo que por fin eres alguien. Cada héroe que de la nada consigue levantar su imperio necesita una escenificación de su éxito. Una vida nueva necesita nuevos límites y una parte de la fortuna la gastas en autodestruirte, aunque Lamine Yamal es probable que aún no lo sepa. Cuando tienes una discusión de las que se ponen feas y tu chica empieza a llorar en un tres estrellas, se reflejan en sus lágrimas tus excesos, y por mucho que en la disputa tuvieras toda la razón, te sientes como un imbécil.
Crónicas se acabó. El millón de euros también, y el romanticismo de tener una cuenta en Suiza. Con los últimos setenta y cinco mil invité a mis amigos más ricos e importantes sabiendo que cuando dejara de salir en la tele y mi economía volviera a la normalidad jamás los volvería a ver. Luego me ha ido mucho mejor que entonces, hasta que un día lo que escriba deje de tener interés y sólo pido que la muerte se dé cuenta un par de artículos antes que usted, y no hace falta despedirse si igualmente nos veremos después.
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