Galardonada hace un año con el Premio Internacional Julio González «por su aportación al arte contemporáneo», la franco-libanesa Simone Fattal presenta por primera vez en España esta muestra individual en la que se recogen 85 obras (esculturas y dibujos) realizadas a lo largo de un cuarto de siglo, al tiempo que se presenta, a modo de instalación escultórica, su trabajo al frente de la editorial por ella creada en 1982: Post Apollo Press.La abstracción en el arte moderno supuso una ruptura radical de la vía imitativa/representativa de la realidad circundante y abrió las puertas a la expresión del mundo interior propio. Esa búsqueda de lo esencial, de lo original, de la pureza, encontró su camino en la simplificación sin llegar necesariamente a la ruptura figurativa. Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Constelaciones abstractas’, de Pepa Caballero, en el CAAC: la perceptiva poética de una ‘desconocida’ Iván de la Torre Amerighi estandar Si CRÍTICA DE: ‘Tierra en blanco’, de Rosell Meseguer, en la Sala Verónicas: contrarrelatos telúricos Juan Francisco RuedaLo primitivo, lo inocente, lo auténtico, encerraban valores estéticos válidamente contemporáneos, contemporáneamente válidos. No es de extrañar que tanto Picasso (la razón) como Matisse (la emoción) fueran coleccionistas de arte africano. Décadas después, Simone Fattal se inscribe con naturalidad cultivada y determinación política en ese camino que profundiza desde la intimidad en los símbolos universales, en los saberes mitológicos, en las culturas mediterráneas y del Oriente Medio. Materia primigeniaPara ello recurre al barro primordial, a la materia primigenia de nuestra vida cultural, como instrumento fundamental de su poética. Sus figuras nos remiten bien a personajes o escenas arquetípicos (Adán y Eva, Ulises, Hércules, héroes, guerreros, ángeles, centauros; visitaciones, conversaciones, abrazos…), bien a elementos arquitectónicos emblemáticos como estelas y columnas. Por mucho que se puedan sugerir referentes como Medardo Rosso, Giacometti, Brancusi, no cabe duda de que su principal fuente de inspiración brota de esa atávica conexión personal entre mente, mano y materia.Nacida en Damasco en 1942 y criada en El Líbano, Fattal estudió Filosofía en París y se estableció como pintora autodidacta a finales de los setenta en Beirut hasta el comienzo de la guerra civil libanesa. En 1980, abandonó El Líbano y se instaló en California; a finales del siglo pasado trasladó su residencia a París. En 1988 retoma su actividad artística centrada en la escultura, especialmente cerámica. No es hasta 2019 cuando el PS1 realizó su primera gran individual retrospectiva que supuso su tardía consagración internacional. De todas formas. En las imágenes, distintas obras de Simone Fattal, de su muestra valenciana Miguel LorenzoDesde esta perspectiva viajera, transgresora, multicultural e interdisciplinar cabe adentrarse y recorrer los tres espacios en los que se ha estructurado esta muestra, planteada como una interacción entre sus trabajos y el espectador mediante unas ‘instrucciones de uso’ en las que se le invita a adoptar diversas posturas: «Sentarse, recostarse o incluso relajarse en un diván». Para ello se han construido una especie de bancos cubiertos con alfombras, dispuestos en dos de las salas. Su dureza, tanto visual como material, dificultan esa invitación escrita y apuntan la divergencia existente entre el planteamiento expositivo y la materialización del montaje. En la primera sala, una estructura cuadrada contiene en su centro una serie de publicaciones protegidas con un cristal. Perimetralmente, algunos libros asegurados con un cable están accesibles para su consulta. El espartano mobiliario no permite hacerse una idea de la importancia que tuvo esta editorial –hoy de culto– volcada en poesía experimental, prosa y traducción de relevantes o singulares textos.En la segunda, el plato fuerte de la exposición, un notable conjunto de piezas cerámicas dispuestas sobre unas contundentes plataformas, alternadas con los bancos de rigor que albergan solitarias cartelas cuya complejidad visual requiere de agudeza y paciencia para identificar las obras. Un ejercicio ambiguo entre la normatividad expositiva y la libertad interpretativa que se procura. Dejando bancos y cartelas, la articulación longitudinal de algunas partes evoca los conceptos de huida, de éxodo, de exilio, de viaje, de travesía; temas centrales en la actividad posicionada de Fattal.Simone Fattal ‘Suspensión de la incredulidad’. IVAM. Valencia. C/ Guillén de Castro, 118. Comisarios: Nuria Enguita y Rafael Barber. Hasta el 1 de junio. Dos estrellas.En la tercera, unos dibujos flotantes generan un ambiente de difícil adjetivación. Papeles de gran formato con apenas unos trazos o salpicados de profunda tinta que el soporte absorbe y muestra por sus dos caras. Gestos directos, crudos, abstractos. Escritos sin palabras ni páginas que podemos contraponer y relacionar con los libros impresos de la primera sala, pero que, en los que cuesta encontrar alguna relación afectiva/atractiva con ellos. Una vez más, los duros divanes completan el recorrido.En definitiva, la premiada artista es merecedora de un homenaje a la altura de su consideración y presencia internacional. Galardonada hace un año con el Premio Internacional Julio González «por su aportación al arte contemporáneo», la franco-libanesa Simone Fattal presenta por primera vez en España esta muestra individual en la que se recogen 85 obras (esculturas y dibujos) realizadas a lo largo de un cuarto de siglo, al tiempo que se presenta, a modo de instalación escultórica, su trabajo al frente de la editorial por ella creada en 1982: Post Apollo Press.La abstracción en el arte moderno supuso una ruptura radical de la vía imitativa/representativa de la realidad circundante y abrió las puertas a la expresión del mundo interior propio. Esa búsqueda de lo esencial, de lo original, de la pureza, encontró su camino en la simplificación sin llegar necesariamente a la ruptura figurativa. Noticias relacionadas estandar Si CRÍTICA DE: ‘Constelaciones abstractas’, de Pepa Caballero, en el CAAC: la perceptiva poética de una ‘desconocida’ Iván de la Torre Amerighi estandar Si CRÍTICA DE: ‘Tierra en blanco’, de Rosell Meseguer, en la Sala Verónicas: contrarrelatos telúricos Juan Francisco RuedaLo primitivo, lo inocente, lo auténtico, encerraban valores estéticos válidamente contemporáneos, contemporáneamente válidos. No es de extrañar que tanto Picasso (la razón) como Matisse (la emoción) fueran coleccionistas de arte africano. Décadas después, Simone Fattal se inscribe con naturalidad cultivada y determinación política en ese camino que profundiza desde la intimidad en los símbolos universales, en los saberes mitológicos, en las culturas mediterráneas y del Oriente Medio. Materia primigeniaPara ello recurre al barro primordial, a la materia primigenia de nuestra vida cultural, como instrumento fundamental de su poética. Sus figuras nos remiten bien a personajes o escenas arquetípicos (Adán y Eva, Ulises, Hércules, héroes, guerreros, ángeles, centauros; visitaciones, conversaciones, abrazos…), bien a elementos arquitectónicos emblemáticos como estelas y columnas. Por mucho que se puedan sugerir referentes como Medardo Rosso, Giacometti, Brancusi, no cabe duda de que su principal fuente de inspiración brota de esa atávica conexión personal entre mente, mano y materia.Nacida en Damasco en 1942 y criada en El Líbano, Fattal estudió Filosofía en París y se estableció como pintora autodidacta a finales de los setenta en Beirut hasta el comienzo de la guerra civil libanesa. En 1980, abandonó El Líbano y se instaló en California; a finales del siglo pasado trasladó su residencia a París. En 1988 retoma su actividad artística centrada en la escultura, especialmente cerámica. No es hasta 2019 cuando el PS1 realizó su primera gran individual retrospectiva que supuso su tardía consagración internacional. De todas formas. En las imágenes, distintas obras de Simone Fattal, de su muestra valenciana Miguel LorenzoDesde esta perspectiva viajera, transgresora, multicultural e interdisciplinar cabe adentrarse y recorrer los tres espacios en los que se ha estructurado esta muestra, planteada como una interacción entre sus trabajos y el espectador mediante unas ‘instrucciones de uso’ en las que se le invita a adoptar diversas posturas: «Sentarse, recostarse o incluso relajarse en un diván». Para ello se han construido una especie de bancos cubiertos con alfombras, dispuestos en dos de las salas. Su dureza, tanto visual como material, dificultan esa invitación escrita y apuntan la divergencia existente entre el planteamiento expositivo y la materialización del montaje. En la primera sala, una estructura cuadrada contiene en su centro una serie de publicaciones protegidas con un cristal. Perimetralmente, algunos libros asegurados con un cable están accesibles para su consulta. El espartano mobiliario no permite hacerse una idea de la importancia que tuvo esta editorial –hoy de culto– volcada en poesía experimental, prosa y traducción de relevantes o singulares textos.En la segunda, el plato fuerte de la exposición, un notable conjunto de piezas cerámicas dispuestas sobre unas contundentes plataformas, alternadas con los bancos de rigor que albergan solitarias cartelas cuya complejidad visual requiere de agudeza y paciencia para identificar las obras. Un ejercicio ambiguo entre la normatividad expositiva y la libertad interpretativa que se procura. Dejando bancos y cartelas, la articulación longitudinal de algunas partes evoca los conceptos de huida, de éxodo, de exilio, de viaje, de travesía; temas centrales en la actividad posicionada de Fattal.Simone Fattal ‘Suspensión de la incredulidad’. IVAM. Valencia. C/ Guillén de Castro, 118. Comisarios: Nuria Enguita y Rafael Barber. Hasta el 1 de junio. Dos estrellas.En la tercera, unos dibujos flotantes generan un ambiente de difícil adjetivación. Papeles de gran formato con apenas unos trazos o salpicados de profunda tinta que el soporte absorbe y muestra por sus dos caras. Gestos directos, crudos, abstractos. Escritos sin palabras ni páginas que podemos contraponer y relacionar con los libros impresos de la primera sala, pero que, en los que cuesta encontrar alguna relación afectiva/atractiva con ellos. Una vez más, los duros divanes completan el recorrido.En definitiva, la premiada artista es merecedora de un homenaje a la altura de su consideración y presencia internacional.
CRÍTICA DE:
VALENCIA
Por su aportación a la abstracción desde oriente y su labor editorial, S. Fattal se alzó con el premio Julio González. Sin embargo, su revisión en el IVAM no está a la altura
Galardonada hace un año con el Premio Internacional Julio González «por su aportación al arte contemporáneo», la franco-libanesa Simone Fattal presenta por primera vez en España esta muestra individual en la que se recogen 85 obras (esculturas y dibujos) realizadas a lo …
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