Las dos personas normales se dan un paseo bajo el sol por el recinto de Ferias y Congresos de la ciudad, más gris que verde y más descubierto que techado, salvo por las propias naves de aluminio, cerradas hoy. La explanada acoge una exhibición de coches antiguos que a veces circulan un poco y a veces no, pero que en general tienen bastante con no desmoronarse. La primera persona normal dice:—Me gustan a mí los coches.—Y a mí.—Ya, pero yo lo he dicho antes.—Ya, pero no hay por qué elegir. No es como con las porras.—¿Qué pasa con las porras? Yo soy más de churros, te lo advierto.—Las porras de apostar, digo.—¿Te apuestas tú unas porras? ¿Tanto te gustan las porras?—A mí las porras me dan lo mismo, yo soy más de sobaos. Digo las porras de adivinar.—¿Cómo de adivinar?—Las de adivinar resultados; las de cómo va a quedar un partido, si tres a tres o cuatro a dos.—Ah, ya. Tú dices las porras… Y ¿por qué no es como las porras, dices? —Porque pueden gustarme los coches aunque lo digas tú antes. Si quiero, claro.—No te sigo…—En las porras, por ejemplo, si te pides tres a uno, pues el siguiente que juega ya tiene que pedirse cuatro a dos. O dos a cero. O lo que sea. Porque está prohibido repetir.—¿Así es con las porras siempre?—Muchas veces, por lo menos. Dependerá un poco del grupo…—¿De qué grupo?—Del que haga la porra, claro. Y del tamaño. Si es un grupo pequeño y todo eso, pues está prohibido repetir. Pero, si es un grupo grande, porque es un bar grande, o largo, o una oficina muy grande, llena de gente por dentro, y todos juegan, o es un grupo así, muy grande, un grupo humano, digo, un grupo que sea grande siempre, como por ejemplo los bomberos…—Y las bomberas…—Y las bomberas… Pues entonces ya sí vale repetir, porque, si no valiera, sería un lío morrocotudo, y al final habría que decir doce a uno o trece a seis… Y, claro, eso no pasa…—Menos con Malta…—Menos con Malta. Pero, en general, no pasa. Por eso digo que me pueden gustar los coches si quiero, aunque te gusten también a ti. Y, como me gustan, pues lo digo. Y, si son antiguos, pues mejor.—Ahora te entiendo perfectamente. Tenías que haber empezado por ahí…Un Hispano-Suiza de tres velocidades, de carrocería sobria y refinada, le pasa a la primera persona normal por encima del pie.—Pues dices tú, pero ese Hispano-Suiza de tres velocidades acaba de pasarme por encima el pie.—¿Rápido o lento?—Normal. —¿El pie izquierdo o el derecho?—El izquierdo. El derecho lo he quitado a tiempo.—¿Te ha dolido?—No.—Pues considéralo un privilegio.—¿Por qué?—Porque es un coche muy elegante.—Y eso, ¿qué significa?—La elegancia es una cualidad muy buena. No es lo mismo que te pise un Hispano-Suiza que un Hyundai Tucson, por ejemplo.—¿Por qué?—Pues porque no. Porque un Hyundai Tucson le pisa el pie a cualquiera. Un Hyundai Tucson es una vulgaridad.—Y ¿si es un híbrido?—También. Pero un Hispano-Suiza… Ese, por ejemplo, ¿qué era?, ¿un H6B?—Pues no lo sé.—¿Cómo era el radiador?—Pues no lo sé. ¿Caliente?—¿Tenía forma de trapecio invertido?—No me he fijado.—¿Estaba coronado por la emblemática cigüeña de plata, símbolo de una escuadrilla aérea, y tenía un capó largo y noble, bajo el que rugía un motor con doble árbol de levas?—¿Eres una revista?—Si te ha pisado —continúa—, es porque no lo has oído. Y ¿sabes por qué no lo has oído?—Por qué.—Porque su mecánica es excepcionalmente silenciosa, potente y fiable. Y ofrece, fíjate lo que te digo, hasta ciento treinta y cinco caballos de vapor. Algo inaudito en su tiempo para un coche de serie.—Ya…—Y ¿te has fijado en el interior?—No me ha dado tiempo, la verdad.—Pues estaba tapizado en cuero de altísima calidad, te lo aseguro, o hasta de terciopelo; con madera de la buena en el salpicadero. Muy bonito todo y de muy buenas características. —¿Estás leyendo el catálogo?—Un poco.—¿Por eso miras de lado?—Sí.—Porque de coches sabes lo justo…—Más o menos lo que tú. Pero yo lo he dicho primero.—Sabes que eso no cuenta, ¿no?—Me lo has dejado claro, sí. No son porras.—Justo. Y ¿cómo sabes que es un Hispano-Suiza?—Lo pone en el culo. Y por delante.—Y ¿cómo sabes que es un H6B? —Saberlo no lo sé, es lo primero que he mirado. Leer de lado es muy difícil, si lo piensas.—Pues venga. Voy a pensarlo…Las personas normales valoran lo sucedido. El calor agita el paisaje. El viento silba en el páramo gris. Sin apartar la mirada, una de las dos personas normales dice:—Entonces, nos vamos ya, ¿no?—Pues igual sí.—Aquí hace un calor que pela. Vamos a buscar un sitio fresco y te invito a una horchatita, o lo que sea. ¿A ti te gusta la horchata?—A mí sí.—Y a mí también.—Pero yo lo he dicho antes.—Daba igual, habíamos quedado. —¿Seguro?—Lo habías dicho tú, creo.La persona normal se lo piensa.—Es verdad… Entonces, sí.. Las dos personas normales se dan un paseo bajo el sol por el recinto de Ferias y Congresos de la ciudad, más gris que verde y más descubierto que techado, salvo por las propias naves de aluminio, cerradas hoy. La explanada acoge una exhibición de coches antiguos que a veces circulan un poco y a veces no, pero que en general tienen bastante con no desmoronarse. La primera persona normal dice:—Me gustan a mí los coches.—Y a mí.—Ya, pero yo lo he dicho antes.—Ya, pero no hay por qué elegir. No es como con las porras.—¿Qué pasa con las porras? Yo soy más de churros, te lo advierto.—Las porras de apostar, digo.—¿Te apuestas tú unas porras? ¿Tanto te gustan las porras?—A mí las porras me dan lo mismo, yo soy más de sobaos. Digo las porras de adivinar.—¿Cómo de adivinar?—Las de adivinar resultados; las de cómo va a quedar un partido, si tres a tres o cuatro a dos.—Ah, ya. Tú dices las porras… Y ¿por qué no es como las porras, dices? —Porque pueden gustarme los coches aunque lo digas tú antes. Si quiero, claro.—No te sigo…—En las porras, por ejemplo, si te pides tres a uno, pues el siguiente que juega ya tiene que pedirse cuatro a dos. O dos a cero. O lo que sea. Porque está prohibido repetir.—¿Así es con las porras siempre?—Muchas veces, por lo menos. Dependerá un poco del grupo…—¿De qué grupo?—Del que haga la porra, claro. Y del tamaño. Si es un grupo pequeño y todo eso, pues está prohibido repetir. Pero, si es un grupo grande, porque es un bar grande, o largo, o una oficina muy grande, llena de gente por dentro, y todos juegan, o es un grupo así, muy grande, un grupo humano, digo, un grupo que sea grande siempre, como por ejemplo los bomberos…—Y las bomberas…—Y las bomberas… Pues entonces ya sí vale repetir, porque, si no valiera, sería un lío morrocotudo, y al final habría que decir doce a uno o trece a seis… Y, claro, eso no pasa…—Menos con Malta…—Menos con Malta. Pero, en general, no pasa. Por eso digo que me pueden gustar los coches si quiero, aunque te gusten también a ti. Y, como me gustan, pues lo digo. Y, si son antiguos, pues mejor.—Ahora te entiendo perfectamente. Tenías que haber empezado por ahí…Un Hispano-Suiza de tres velocidades, de carrocería sobria y refinada, le pasa a la primera persona normal por encima del pie.—Pues dices tú, pero ese Hispano-Suiza de tres velocidades acaba de pasarme por encima el pie.—¿Rápido o lento?—Normal. —¿El pie izquierdo o el derecho?—El izquierdo. El derecho lo he quitado a tiempo.—¿Te ha dolido?—No.—Pues considéralo un privilegio.—¿Por qué?—Porque es un coche muy elegante.—Y eso, ¿qué significa?—La elegancia es una cualidad muy buena. No es lo mismo que te pise un Hispano-Suiza que un Hyundai Tucson, por ejemplo.—¿Por qué?—Pues porque no. Porque un Hyundai Tucson le pisa el pie a cualquiera. Un Hyundai Tucson es una vulgaridad.—Y ¿si es un híbrido?—También. Pero un Hispano-Suiza… Ese, por ejemplo, ¿qué era?, ¿un H6B?—Pues no lo sé.—¿Cómo era el radiador?—Pues no lo sé. ¿Caliente?—¿Tenía forma de trapecio invertido?—No me he fijado.—¿Estaba coronado por la emblemática cigüeña de plata, símbolo de una escuadrilla aérea, y tenía un capó largo y noble, bajo el que rugía un motor con doble árbol de levas?—¿Eres una revista?—Si te ha pisado —continúa—, es porque no lo has oído. Y ¿sabes por qué no lo has oído?—Por qué.—Porque su mecánica es excepcionalmente silenciosa, potente y fiable. Y ofrece, fíjate lo que te digo, hasta ciento treinta y cinco caballos de vapor. Algo inaudito en su tiempo para un coche de serie.—Ya…—Y ¿te has fijado en el interior?—No me ha dado tiempo, la verdad.—Pues estaba tapizado en cuero de altísima calidad, te lo aseguro, o hasta de terciopelo; con madera de la buena en el salpicadero. Muy bonito todo y de muy buenas características. —¿Estás leyendo el catálogo?—Un poco.—¿Por eso miras de lado?—Sí.—Porque de coches sabes lo justo…—Más o menos lo que tú. Pero yo lo he dicho primero.—Sabes que eso no cuenta, ¿no?—Me lo has dejado claro, sí. No son porras.—Justo. Y ¿cómo sabes que es un Hispano-Suiza?—Lo pone en el culo. Y por delante.—Y ¿cómo sabes que es un H6B? —Saberlo no lo sé, es lo primero que he mirado. Leer de lado es muy difícil, si lo piensas.—Pues venga. Voy a pensarlo…Las personas normales valoran lo sucedido. El calor agita el paisaje. El viento silba en el páramo gris. Sin apartar la mirada, una de las dos personas normales dice:—Entonces, nos vamos ya, ¿no?—Pues igual sí.—Aquí hace un calor que pela. Vamos a buscar un sitio fresco y te invito a una horchatita, o lo que sea. ¿A ti te gusta la horchata?—A mí sí.—Y a mí también.—Pero yo lo he dicho antes.—Daba igual, habíamos quedado. —¿Seguro?—Lo habías dicho tú, creo.La persona normal se lo piensa.—Es verdad… Entonces, sí..
Las dos personas normales se dan un paseo bajo el sol por el recinto de Ferias y Congresos de la ciudad, más gris que verde y más descubierto que techado, salvo por las propias naves de aluminio, cerradas hoy. La explanada acoge una exhibición de … coches antiguos que a veces circulan un poco y a veces no, pero que en general tienen bastante con no desmoronarse. La primera persona normal dice:
—Me gustan a mí los coches.
—Y a mí.
—Ya, pero yo lo he dicho antes.
—Ya, pero no hay por qué elegir. No es como con las porras.
—¿Qué pasa con las porras? Yo soy más de churros, te lo advierto.
—Las porras de apostar, digo.
—¿Te apuestas tú unas porras? ¿Tanto te gustan las porras?
—A mí las porras me dan lo mismo, yo soy más de sobaos. Digo las porras de adivinar.
—¿Cómo de adivinar?
—Las de adivinar resultados; las de cómo va a quedar un partido, si tres a tres o cuatro a dos.
—Ah, ya. Tú dices las porras… Y ¿por qué no es como las porras, dices?
—Porque pueden gustarme los coches aunque lo digas tú antes. Si quiero, claro.
—No te sigo…
—En las porras, por ejemplo, si te pides tres a uno, pues el siguiente que juega ya tiene que pedirse cuatro a dos. O dos a cero. O lo que sea. Porque está prohibido repetir.
—¿Así es con las porras siempre?
—Muchas veces, por lo menos. Dependerá un poco del grupo…
—¿De qué grupo?
—Del que haga la porra, claro. Y del tamaño. Si es un grupo pequeño y todo eso, pues está prohibido repetir. Pero, si es un grupo grande, porque es un bar grande, o largo, o una oficina muy grande, llena de gente por dentro, y todos juegan, o es un grupo así, muy grande, un grupo humano, digo, un grupo que sea grande siempre, como por ejemplo los bomberos…
—Y las bomberas…
—Y las bomberas… Pues entonces ya sí vale repetir, porque, si no valiera, sería un lío morrocotudo, y al final habría que decir doce a uno o trece a seis… Y, claro, eso no pasa…
—Menos con Malta…
—Menos con Malta. Pero, en general, no pasa. Por eso digo que me pueden gustar los coches si quiero, aunque te gusten también a ti. Y, como me gustan, pues lo digo. Y, si son antiguos, pues mejor.
—Ahora te entiendo perfectamente. Tenías que haber empezado por ahí…
Un Hispano-Suiza de tres velocidades, de carrocería sobria y refinada, le pasa a la primera persona normal por encima del pie.
—Pues dices tú, pero ese Hispano-Suiza de tres velocidades acaba de pasarme por encima el pie.
—¿Rápido o lento?
—Normal.
—¿El pie izquierdo o el derecho?
—El izquierdo. El derecho lo he quitado a tiempo.
—¿Te ha dolido?
—No.
—Pues considéralo un privilegio.
—¿Por qué?
—Porque es un coche muy elegante.
—Y eso, ¿qué significa?
—La elegancia es una cualidad muy buena. No es lo mismo que te pise un Hispano-Suiza que un Hyundai Tucson, por ejemplo.
—¿Por qué?
—Pues porque no. Porque un Hyundai Tucson le pisa el pie a cualquiera. Un Hyundai Tucson es una vulgaridad.
—Y ¿si es un híbrido?
—También. Pero un Hispano-Suiza… Ese, por ejemplo, ¿qué era?, ¿un H6B?
—Pues no lo sé.
—¿Cómo era el radiador?
—Pues no lo sé. ¿Caliente?
—¿Tenía forma de trapecio invertido?
—No me he fijado.
—¿Estaba coronado por la emblemática cigüeña de plata, símbolo de una escuadrilla aérea, y tenía un capó largo y noble, bajo el que rugía un motor con doble árbol de levas?
—¿Eres una revista?
—Si te ha pisado —continúa—, es porque no lo has oído. Y ¿sabes por qué no lo has oído?
—Por qué.
—Porque su mecánica es excepcionalmente silenciosa, potente y fiable. Y ofrece, fíjate lo que te digo, hasta ciento treinta y cinco caballos de vapor. Algo inaudito en su tiempo para un coche de serie.
—Ya…
—Y ¿te has fijado en el interior?
—No me ha dado tiempo, la verdad.
—Pues estaba tapizado en cuero de altísima calidad, te lo aseguro, o hasta de terciopelo; con madera de la buena en el salpicadero. Muy bonito todo y de muy buenas características.
—¿Estás leyendo el catálogo?
—Un poco.
—¿Por eso miras de lado?
—Sí.
—Porque de coches sabes lo justo…
—Más o menos lo que tú. Pero yo lo he dicho primero.
—Sabes que eso no cuenta, ¿no?
—Me lo has dejado claro, sí. No son porras.
—Justo. Y ¿cómo sabes que es un Hispano-Suiza?
—Lo pone en el culo. Y por delante.
—Y ¿cómo sabes que es un H6B?
—Saberlo no lo sé, es lo primero que he mirado. Leer de lado es muy difícil, si lo piensas.
—Pues venga. Voy a pensarlo…
Las personas normales valoran lo sucedido. El calor agita el paisaje. El viento silba en el páramo gris. Sin apartar la mirada, una de las dos personas normales dice:
—Entonces, nos vamos ya, ¿no?
—Pues igual sí.
—Aquí hace un calor que pela. Vamos a buscar un sitio fresco y te invito a una horchatita, o lo que sea. ¿A ti te gusta la horchata?
—A mí sí.
—Y a mí también.
—Pero yo lo he dicho antes.
—Daba igual, habíamos quedado.
—¿Seguro?
—Lo habías dicho tú, creo.
La persona normal se lo piensa.
—Es verdad… Entonces, sí..
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Volver a intentar
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Sigue navegando
Artículo solo para suscriptores
RSS de noticias de cultura