La vivienda ha emergido como un grave problema social en los últimos tiempos. Se ve en las encuestas, en los debates políticos, en las manifestaciones que han recorrido muchas ciudades españolas y también en las librerías. Tres ensayos recientes abordan el asunto con ópticas complementarias en ocasiones y contradictorias (cuando no abiertamente enfrentadas) en otras. En ellos tratan de responder a las siguientes cuestiones: ¿de dónde vienen las dificultades actuales para encontrar una casa? ¿qué ha hecho la clase política para revertir la situación? ¿contamos con una legislación adecuada para encarar el problema? Y, sobre todo, ¿tiene solución?
Ediciones Asimétricas lanzó en febrero La vivienda social y asequible (análisis y propuestas para un derecho constitucional). Lo firma Joan Clos, veterano político que, además de alcalde de Barcelona o ministro de Industria, también cuenta en su trayectoria con siete años (entre 2010 y 2017) al frente de ONU Hábitat, el programa de Naciones Unidas para los asentamientos urbanos. Su propuesta, casi un manual sobre vivienda asequible, puede ser entendida también como “un manifiesto contra el mal urbanismo”, reivindica el autor. En algo menos de 200 páginas reclama lo poco que se ha hecho y lo mucho que queda por hacer, empezando por aclarar terminológicamente qué es (o qué debería ser) la vivienda social y la asequible, y quién debería pagarlas y encargarse de su edificación.
“No han cambiado las cosas ni cambiarán de forma suficiente hasta que vayamos a la raíz del problema; el modelo histórico que se hacía antes de la crisis ya no sirve”, lanza Clos. Le gustaría que su libro lo leyeran, en primer lugar, “los responsables de los programas de vivienda de las diferentes Administraciones involucradas, que son todas: la local, la autonómica y la central”. Y si el diagnóstico centra la primera parte, el grueso de páginas se destinan a su propuesta para un problema que “no se puede banalizar ni debatir superficialmente”. El libro, pues, busca contribuir a la reflexión pública en unos momentos en que esta tiende a transcurrir por otros canales: “Esto no es carne de tertulia, es demasiado complicado”, zanja Clos.
Aunque el instinto político no se le ha ido y aclara su punto de partida: “Como socialista, me cabrea mucho que mis correligionarios, cuando les ha tocado gestionar, no hayan podido resolver este problema, pero la solución que propone la derecha es aún más psicodélica”, argumenta. “Su único mantra es la liberalización del suelo, que es otra falsa solución”, completa. Pero también guarda algún dardo para propuestas provenientes de la izquierda. “Prohibir el incremento de precio es una fórmula que está demostrado reiteradamente que no funciona porque disminuye la oferta”, asegura, “puedes prohibir si a la vez aumentas la oferta, de lo contrario no consigues nada”.
El libro parte de la base de que “en el Estado de bienestar del modelo social europeo tiene que haber una parte importante de la vivienda que esté fuera de la dinámica del mercado”. Y como aperitivo cuenta con un prólogo del arquitecto Paul Karakusevic, un referente en proyectos de vivienda social en el Reino Unido.
Del interés de las editoriales por el tema da cuenta Javier Burón, quien relata que Arpa Editores le contactó para que aportara su punto de vista tras más de dos décadas de relación con la edificación y gestión de casas asequibles. El resultado es El problema de la vivienda. Cómo desactivar la bomba de relojería que amenaza con colapsar España, una obra dirigida “al público lector de ensayos sobre temas relevantes, porque este es un tema en el que el país se la juega”, indica el autor.
El libro está deliberadamente “centrado en las soluciones, puesto que existe mucha más literatura sobre el diagnóstico”, destaca Burón. Aun así, las dos primeras partes describen las dificultades actuales y sintetizan la historia de las políticas de vivienda en España, desde el franquismo hasta la aparición de fenómenos recientes como la turismofobia. “Nuestras ciudades son muy atractivas y los usos a corto plazo y precio alto son mucho más rentables, lo que erosiona usos a largo plazo como el residencial”, describe el autor, quien apuesta por “regular mientras se genera una infraestructura de parque público y asequible”.
Cómo lograrlo es el objeto de la central del libro: “Repasamos el catálogo de lo que ahora mismo hay en Occidente, es sobre todo un catálogo de medidas europeas y una reflexión de los pros y contras de cada una”, indica el actual director gerente de la empresa pública de vivienda de Navarra (Nasuvinsa). El conjunto trasluce un esfuerzo por superar “el ruido político partidista” y describir cada instrumento: “Mi punto de vista es técnico y muy matizado: creo que hay que hacer muchas cosas y durante bastante tiempo”, resume Burón.
Aunque quien dio unos primeros pasos en la política de la mano de Izquierda Unida y llegó a ser viceconsejero del Gobierno vasco no rehúye los grandes debates del momento. “Creo que en el libro marco también mis líneas rojas, dónde estoy más cómodo y dónde más incómodo”, explica. Esto último se lo provocan “las opiniones muy puras”. “Es que yo defiendo el control de alquileres y a la vez las empresas mixtas [promotora y gestoras de vivienda con participación pública privada]”, justifica. “Ambas cosas las veo necesarias porque generar la infraestructura para resolver de manera estructural el problema se puede hacer en dos o tres lustros si nos ponemos, pero mientras tanto tenemos que hacer algo con los precios”, agrega.
Una de las ideas fuerza que recorre el libro es precisamente que la vivienda está abriendo una brecha generacional, en cómo se ve el problema y en cómo se resuelve. “Para alguien de la generación X [los nacidos desde mediados de los sesenta hasta los ochenta] tardar 10 o 15 años en solucionar el problema puede ser razonable, pero a alguien que tiene ahora 30 años lo que les estás diciendo es que los mejores años de su vida adulta va a estar machacado en ese aspecto”, asegura Burón. Por eso anima a que “quien tenga una solución la ponga sobre la mesa” y defiende la oportunidad de su publicación y de otras: “Es bueno que aparezcan ensayos que apoyen el debate”.
El doctor en antropología económica e investigador en el Instituto de Investigación Urbana IDRA, Jaime Palomera, que fue uno de los fundadores y portavoz del Sindicato de Inquilinas en Barcelona, acaba de publicar El secuestro de la vivienda. Por qué es tan difícil tener casa y cómo esto puede romper la sociedad (Península). Explica que había recibido ofertas anteriores para escribir sobre vivienda, pero que se decidió “para intervenir en el debate” ante “la gravedad de la crisis y las barbaridades que se están diciendo”. Su ensayo plantea que la vivienda está “rompiendo la sociedad” entre los que cada vez acumulan más propiedades… y los que viven en alquileres que no paran de subir y nunca podrán ser propietarios (salvo que les ayuden sus padres con la entrada o una herencia). Palomera compara la situación con “una partida de Monopoly” -sobre el que recuerda sus reglas originales– en la que si entras cuando ya ha comenzado es imposible ganar.
En tono directo y didáctico el autor retrocede al siglo pasado, cuando en los países occidentales se invirtió en grandes parques públicos de casas, sobre los que a partir de 1980 los estados suavizaron el blindaje, convirtiendo “a los ciudadanos en inversores”. En el caso de España, relata “la democracia de propietarios” que impulsó el Franquismo, con VPO de compra que se desclasificaron y que, sumados a los construidos en democracia, ahora serían un parque público de siete millones de pisos.
El ensayo señala un “Monopoly amañado” y enumera las legislaciones y bonificaciones fiscales con las que “el Estado subsidia acaparar pisos y el rentismo”: exenciones del 50% para las rentas del alquiler, sociedades de inversión que no pagan impuesto de sociedades, bonificaciones del 95% a estas empresas para el impuesto de transmisiones, exención de IVA a los pisos turísticos o un rescate bancario sobre el que Palomera reprocha que el Estado no se quedara los pisos de la burbuja para ampliar el parque público. “El mercado de la vivienda está intervenido a favor de los propietarios y para que el precio siempre suba”, concluye. Califica de “parasitaria” la “máquina del rentismo”, alerta de cómo el mercado ha normalizado el “chabolismo vertical” a golpe de anglicismos como el “coliving”. Y desmonta expresiones obscenas como que “la hipoteca se paga sola” o “el piso trabaja por ti”. “La hipoteca la paga el inquilino y quien trabaja por ti es el arrendatario”, responde.
El conflicto en torno a la vivienda, dice, es una “batalla cultural sobre cómo son las ciudades donde vivimos” y cita los casos de Viena (Austria), por su parque de vivienda pública; y la peculiar isla-ciudad-Estado de Singapur, por su férrea política fiscal que desincentiva la acumulación de propiedades. Palomera vaticina que “si no se actúa, en España el precio de la vivienda puede doblarse en dos años, como ha pasado con el oro”. El ensayo acaba con un listado de recetas “sobre cada uno de los factores que permiten que las casas sean un objeto de especulación, que su precio siempre suba y la sociedad se rompa”. Y de todos, se queda con un punto: “Frenar la acaparación con impuestos a partir de la segunda vivienda”.
La vivienda ha emergido como un grave problema social en los últimos tiempos. Se ve en las encuestas, en los debates políticos, en las manifestaciones que han recorrido muchas ciudades españolas y también en las librerías. Tres ensayos recientes abordan el asunto con ópticas complementarias en ocasiones y contradictorias (cuando no abiertamente enfrentadas) en otras. En ellos tratan de responder a las siguientes cuestiones: ¿de dónde vienen las dificultades actuales para encontrar una casa? ¿qué ha hecho la clase política para revertir la situación? ¿contamos con una legislación adecuada para encarar el problema? Y, sobre todo, ¿tiene solución?Ediciones Asimétricas lanzó en febrero La vivienda social y asequible (análisis y propuestas para un derecho constitucional). Lo firma Joan Clos, veterano político que, además de alcalde de Barcelona o ministro de Industria, también cuenta en su trayectoria con siete años (entre 2010 y 2017) al frente de ONU Hábitat, el programa de Naciones Unidas para los asentamientos urbanos. Su propuesta, casi un manual sobre vivienda asequible, puede ser entendida también como “un manifiesto contra el mal urbanismo”, reivindica el autor. En algo menos de 200 páginas reclama lo poco que se ha hecho y lo mucho que queda por hacer, empezando por aclarar terminológicamente qué es (o qué debería ser) la vivienda social y la asequible, y quién debería pagarlas y encargarse de su edificación.“No han cambiado las cosas ni cambiarán de forma suficiente hasta que vayamos a la raíz del problema; el modelo histórico que se hacía antes de la crisis ya no sirve”, lanza Clos. Le gustaría que su libro lo leyeran, en primer lugar, “los responsables de los programas de vivienda de las diferentes Administraciones involucradas, que son todas: la local, la autonómica y la central”. Y si el diagnóstico centra la primera parte, el grueso de páginas se destinan a su propuesta para un problema que “no se puede banalizar ni debatir superficialmente”. El libro, pues, busca contribuir a la reflexión pública en unos momentos en que esta tiende a transcurrir por otros canales: “Esto no es carne de tertulia, es demasiado complicado”, zanja Clos.Aunque el instinto político no se le ha ido y aclara su punto de partida: “Como socialista, me cabrea mucho que mis correligionarios, cuando les ha tocado gestionar, no hayan podido resolver este problema, pero la solución que propone la derecha es aún más psicodélica”, argumenta. “Su único mantra es la liberalización del suelo, que es otra falsa solución”, completa. Pero también guarda algún dardo para propuestas provenientes de la izquierda. “Prohibir el incremento de precio es una fórmula que está demostrado reiteradamente que no funciona porque disminuye la oferta”, asegura, “puedes prohibir si a la vez aumentas la oferta, de lo contrario no consigues nada”.El libro parte de la base de que “en el Estado de bienestar del modelo social europeo tiene que haber una parte importante de la vivienda que esté fuera de la dinámica del mercado”. Y como aperitivo cuenta con un prólogo del arquitecto Paul Karakusevic, un referente en proyectos de vivienda social en el Reino Unido.Del interés de las editoriales por el tema da cuenta Javier Burón, quien relata que Arpa Editores le contactó para que aportara su punto de vista tras más de dos décadas de relación con la edificación y gestión de casas asequibles. El resultado es El problema de la vivienda. Cómo desactivar la bomba de relojería que amenaza con colapsar España, una obra dirigida “al público lector de ensayos sobre temas relevantes, porque este es un tema en el que el país se la juega”, indica el autor.El libro está deliberadamente “centrado en las soluciones, puesto que existe mucha más literatura sobre el diagnóstico”, destaca Burón. Aun así, las dos primeras partes describen las dificultades actuales y sintetizan la historia de las políticas de vivienda en España, desde el franquismo hasta la aparición de fenómenos recientes como la turismofobia. “Nuestras ciudades son muy atractivas y los usos a corto plazo y precio alto son mucho más rentables, lo que erosiona usos a largo plazo como el residencial”, describe el autor, quien apuesta por “regular mientras se genera una infraestructura de parque público y asequible”.Cómo lograrlo es el objeto de la central del libro: “Repasamos el catálogo de lo que ahora mismo hay en Occidente, es sobre todo un catálogo de medidas europeas y una reflexión de los pros y contras de cada una”, indica el actual director gerente de la empresa pública de vivienda de Navarra (Nasuvinsa). El conjunto trasluce un esfuerzo por superar “el ruido político partidista” y describir cada instrumento: “Mi punto de vista es técnico y muy matizado: creo que hay que hacer muchas cosas y durante bastante tiempo”, resume Burón.Aunque quien dio unos primeros pasos en la política de la mano de Izquierda Unida y llegó a ser viceconsejero del Gobierno vasco no rehúye los grandes debates del momento. “Creo que en el libro marco también mis líneas rojas, dónde estoy más cómodo y dónde más incómodo”, explica. Esto último se lo provocan “las opiniones muy puras”. “Es que yo defiendo el control de alquileres y a la vez las empresas mixtas [promotora y gestoras de vivienda con participación pública privada]”, justifica. “Ambas cosas las veo necesarias porque generar la infraestructura para resolver de manera estructural el problema se puede hacer en dos o tres lustros si nos ponemos, pero mientras tanto tenemos que hacer algo con los precios”, agrega.Una de las ideas fuerza que recorre el libro es precisamente que la vivienda está abriendo una brecha generacional, en cómo se ve el problema y en cómo se resuelve. “Para alguien de la generación X [los nacidos desde mediados de los sesenta hasta los ochenta] tardar 10 o 15 años en solucionar el problema puede ser razonable, pero a alguien que tiene ahora 30 años lo que les estás diciendo es que los mejores años de su vida adulta va a estar machacado en ese aspecto”, asegura Burón. Por eso anima a que “quien tenga una solución la ponga sobre la mesa” y defiende la oportunidad de su publicación y de otras: “Es bueno que aparezcan ensayos que apoyen el debate”.El doctor en antropología económica e investigador en el Instituto de Investigación Urbana IDRA, Jaime Palomera, que fue uno de los fundadores y portavoz del Sindicato de Inquilinas en Barcelona, acaba de publicar El secuestro de la vivienda. Por qué es tan difícil tener casa y cómo esto puede romper la sociedad (Península). Explica que había recibido ofertas anteriores para escribir sobre vivienda, pero que se decidió “para intervenir en el debate” ante “la gravedad de la crisis y las barbaridades que se están diciendo”. Su ensayo plantea que la vivienda está “rompiendo la sociedad” entre los que cada vez acumulan más propiedades… y los que viven en alquileres que no paran de subir y nunca podrán ser propietarios (salvo que les ayuden sus padres con la entrada o una herencia). Palomera compara la situación con “una partida de Monopoly” -sobre el que recuerda sus reglas originales- en la que si entras cuando ya ha comenzado es imposible ganar.En tono directo y didáctico el autor retrocede al siglo pasado, cuando en los países occidentales se invirtió en grandes parques públicos de casas, sobre los que a partir de 1980 los estados suavizaron el blindaje, convirtiendo “a los ciudadanos en inversores”. En el caso de España, relata “la democracia de propietarios” que impulsó el Franquismo, con VPO de compra que se desclasificaron y que, sumados a los construidos en democracia, ahora serían un parque público de siete millones de pisos.El ensayo señala un “Monopoly amañado” y enumera las legislaciones y bonificaciones fiscales con las que “el Estado subsidia acaparar pisos y el rentismo”: exenciones del 50% para las rentas del alquiler, sociedades de inversión que no pagan impuesto de sociedades, bonificaciones del 95% a estas empresas para el impuesto de transmisiones, exención de IVA a los pisos turísticos o un rescate bancario sobre el que Palomera reprocha que el Estado no se quedara los pisos de la burbuja para ampliar el parque público. “El mercado de la vivienda está intervenido a favor de los propietarios y para que el precio siempre suba”, concluye. Califica de “parasitaria” la “máquina del rentismo”, alerta de cómo el mercado ha normalizado el “chabolismo vertical” a golpe de anglicismos como el “coliving”. Y desmonta expresiones obscenas como que “la hipoteca se paga sola” o “el piso trabaja por ti”. “La hipoteca la paga el inquilino y quien trabaja por ti es el arrendatario”, responde.El conflicto en torno a la vivienda, dice, es una “batalla cultural sobre cómo son las ciudades donde vivimos” y cita los casos de Viena (Austria), por su parque de vivienda pública; y la peculiar isla-ciudad-Estado de Singapur, por su férrea política fiscal que desincentiva la acumulación de propiedades. Palomera vaticina que “si no se actúa, en España el precio de la vivienda puede doblarse en dos años, como ha pasado con el oro”. El ensayo acaba con un listado de recetas “sobre cada uno de los factores que permiten que las casas sean un objeto de especulación, que su precio siempre suba y la sociedad se rompa”. Y de todos, se queda con un punto: “Frenar la acaparación con impuestos a partir de la segunda vivienda”. Seguir leyendo
La vivienda ha emergido como un grave problema social en los últimos tiempos. Se ve en las encuestas, en los debates políticos, en las manifestaciones que han recorrido muchas ciudades españolas y también en las librerías. Tres ensayos recientes abordan el asunto con ópticas complementarias en ocasiones y contradictorias (cuando no abiertamente enfrentadas) en otras. En ellos tratan de responder a las siguientes cuestiones: ¿de dónde vienen las dificultades actuales para encontrar una casa? ¿qué ha hecho la clase política para revertir la situación? ¿contamos con una legislación adecuada para encarar el problema? Y, sobre todo, ¿tiene solución?

Ediciones Asimétricas lanzó en febrero La vivienda social y asequible (análisis y propuestas para un derecho constitucional). Lo firma Joan Clos, veterano político que, además de alcalde de Barcelona o ministro de Industria, también cuenta en su trayectoria con siete años (entre 2010 y 2017) al frente de ONU Hábitat, el programa de Naciones Unidas para los asentamientos urbanos. Su propuesta, casi un manual sobre vivienda asequible, puede ser entendida también como “un manifiesto contra el mal urbanismo”, reivindica el autor. En algo menos de 200 páginas reclama lo poco que se ha hecho y lo mucho que queda por hacer, empezando por aclarar terminológicamente qué es (o qué debería ser) la vivienda social y la asequible, y quién debería pagarlas y encargarse de su edificación.
“No han cambiado las cosas ni cambiarán de forma suficiente hasta que vayamos a la raíz del problema; el modelo histórico que se hacía antes de la crisis ya no sirve”, lanza Clos. Le gustaría que su libro lo leyeran, en primer lugar, “los responsables de los programas de vivienda de las diferentes Administraciones involucradas, que son todas: la local, la autonómica y la central”. Y si el diagnóstico centra la primera parte, el grueso de páginas se destinan a su propuesta para un problema que “no se puede banalizar ni debatir superficialmente”. El libro, pues, busca contribuir a la reflexión pública en unos momentos en que esta tiende a transcurrir por otros canales: “Esto no es carne de tertulia, es demasiado complicado”, zanja Clos.
Aunque el instinto político no se le ha ido y aclara su punto de partida: “Como socialista, me cabrea mucho que mis correligionarios, cuando les ha tocado gestionar, no hayan podido resolver este problema, pero la solución que propone la derecha es aún más psicodélica”, argumenta. “Su único mantra es la liberalización del suelo, que es otra falsa solución”, completa. Pero también guarda algún dardo para propuestas provenientes de la izquierda. “Prohibir el incremento de precio es una fórmula que está demostrado reiteradamente que no funciona porque disminuye la oferta”, asegura, “puedes prohibir si a la vez aumentas la oferta, de lo contrario no consigues nada”.
El libro parte de la base de que “en el Estado de bienestar del modelo social europeo tiene que haber una parte importante de la vivienda que esté fuera de la dinámica del mercado”. Y como aperitivo cuenta con un prólogo del arquitecto Paul Karakusevic, un referente en proyectos de vivienda social en el Reino Unido.
Del interés de las editoriales por el tema da cuenta Javier Burón, quien relata que Arpa Editores le contactó para que aportara su punto de vista tras más de dos décadas de relación con la edificación y gestión de casas asequibles. El resultado es El problema de la vivienda. Cómo desactivar la bomba de relojería que amenaza con colapsar España, una obra dirigida “al público lector de ensayos sobre temas relevantes, porque este es un tema en el que el país se la juega”, indica el autor.
El libro está deliberadamente “centrado en las soluciones, puesto que existe mucha más literatura sobre el diagnóstico”, destaca Burón. Aun así, las dos primeras partes describen las dificultades actuales y sintetizan la historia de las políticas de vivienda en España, desde el franquismo hasta la aparición de fenómenos recientes como la turismofobia. “Nuestras ciudades son muy atractivas y los usos a corto plazo y precio alto son mucho más rentables, lo que erosiona usos a largo plazo como el residencial”, describe el autor, quien apuesta por “regular mientras se genera una infraestructura de parque público y asequible”.
Cómo lograrlo es el objeto de la central del libro: “Repasamos el catálogo de lo que ahora mismo hay en Occidente, es sobre todo un catálogo de medidas europeas y una reflexión de los pros y contras de cada una”, indica el actual director gerente de la empresa pública de vivienda de Navarra (Nasuvinsa). El conjunto trasluce un esfuerzo por superar “el ruido político partidista” y describir cada instrumento: “Mi punto de vista es técnico y muy matizado: creo que hay que hacer muchas cosas y durante bastante tiempo”, resume Burón.
Aunque quien dio unos primeros pasos en la política de la mano de Izquierda Unida y llegó a ser viceconsejero del Gobierno vasco no rehúye los grandes debates del momento. “Creo que en el libro marco también mis líneas rojas, dónde estoy más cómodo y dónde más incómodo”, explica. Esto último se lo provocan “las opiniones muy puras”. “Es que yo defiendo el control de alquileres y a la vez las empresas mixtas [promotora y gestoras de vivienda con participación pública privada]”, justifica. “Ambas cosas las veo necesarias porque generar la infraestructura para resolver de manera estructural el problema se puede hacer en dos o tres lustros si nos ponemos, pero mientras tanto tenemos que hacer algo con los precios”, agrega.
Una de las ideas fuerza que recorre el libro es precisamente que la vivienda está abriendo una brecha generacional, en cómo se ve el problema y en cómo se resuelve. “Para alguien de la generación X [los nacidos desde mediados de los sesenta hasta los ochenta] tardar 10 o 15 años en solución el problema puede ser razonable, pero a alguien que tiene ahora 30 años lo que les estás diciendo es que los mejores años de su vida adulta va a estar machacado en ese aspecto”, asegura Burón. Por eso anima a que “quien tenga una solución la ponga sobre la mesa” y defiende la oportunidad de su publicación y de otras porque “es bueno que aparezcan ensayos que apoyen el debate”.
El doctor en antropología económica e investigador en el Instituto de Investigación Urbana IDRA, Jaime Palomera, que fue uno de los fundadores y portavoz del Sindicato de Inquilinas en Barcelona, acaba de publicar El secuestro de la vivienda. Por qué es tan difícil tener casa y cómo esto puede romper la sociedad (Península). Explica que había recibido ofertas anteriores para escribir sobre vivienda, pero que se decidió “para intervenir en el debate” ante “la gravedad de la crisis y las barbaridades que se están diciendo”. Su ensayo plantea que la vivienda está “rompiendo la sociedad” entre los que cada vez acumulan más propiedades… y los que viven en alquileres que no paran de subir y nunca podrán ser propietarios (salvo que les ayuden sus padres con la entrada o una herencia). Palomera compara la situación con “una partida de Monopoly” -sobre el que recuerda sus reglas originales– en la que si entras cuando ya ha comenzado es imposible ganar.
En tono directo y didáctico el autor retrocede al siglo pasado, cuando en los países occidentales se invirtió en grandes parques públicos de casas, sobre los que a partir de 1980 los estados suavizaron el blindaje, convirtiendo “a los ciudadanos en inversores”. En el caso de España, relata “la democracia de propietarios” que impulsó el Franquismo, con VPO de compra que se desclasificaron y que, sumados a los construidos en democracia, ahora serían un parque público de siete millones de pisos.
El ensayo señala un “Monopoly amañado” y enumera las legislaciones y bonificaciones fiscales con las que “el Estado subsidia acaparar pisos y el rentismo”: exenciones del 50% para las rentas del alquiler, sociedades de inversión que no pagan impuesto de sociedades, bonificaciones del 95% a estas empresas para el impuesto de transmisiones, exención de IVA a los pisos turísticos o un rescate bancario sobre el que Palomera reprocha que el Estado no se quedara los pisos de la burbuja para ampliar el parque público. “El mercado de la vivienda está intervenido a favor de los propietarios y para que el precio siempre suba”, concluye. Califica de “parasitaria” la “máquina del rentismo”, alerta de cómo el mercado ha normalizado el “chabolismo vertical” a golpe de anglicismos como el “coliving”. Y desmonta expresiones obscenas como que “la hipoteca se paga sola” o “el piso trabaja por ti”. “La hipoteca la paga el inquilino y quien trabaja por ti es el arrendatario”, responde.
El conflicto en torno a la vivienda, dice, es una “batalla cultural sobre cómo son las ciudades donde vivimos” y cita los casos de Viena (Austria), por su parque de vivienda pública; y la peculiar isla-ciudad-Estado de Singapur, por su férrea política fiscal que desincentiva la acumulación de propiedades. Palomera vaticina que “si no se actúa, en España el precio de la vivienda puede doblarse en dos años, como ha pasado con el oro”. El ensayo acaba con un listado de recetas “sobre cada uno de los factores que permiten que las casas sean un objeto de especulación, que su precio siempre suba y la sociedad se rompa”. Y de todos, se queda con un punto: “Frenar la acaparación con impuestos a partir de la segunda vivienda”.

Joan Clos
Asimétricas, 2025
200 páginas
22 euros

Javier Buron
Arpa, 2025
336 páginas
19,90 euros

Jaime Palomera
Península, 2025
224 páginas
17,90 euros
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