Como músico, Johann Sebastian Bach (1685–1750) fue genial y prolífico, pero como viajero dejó mucho que desear. Si exceptuamos su viaje juvenil de formación a Luneburgo y su famosa escapada de varios meses a Lübeck para conocer al maestro organista Dietrich Buxtehude, la totalidad de su vida transcurrió en un mismo terreno, el que separa su localidad natal, Eisenach, en el actual estado alemán de Turingia, de Dresde, capital de Sajonia, que en línea recta apenas supera los 230 kilómetros.
Por eso lo tienen fácil quienes este año visiten Alemania con la excusa de los fastos y eventos que se celebran en torno al 275º aniversario de la muerte de uno de los compositores más importantes de la historia de la música europea. Tras las huellas de Bach, la ruta que la Oficina Nacional de Turismo de Alemania ha diseñado para conmemorar el evento, tiene solo 325 kilómetros y discurre por los estados de Turingia, Sajonia y Alta Sajonia.
Eisenach y sus inicios
El inicio, no podía ser de otra manera, está en Eisenach, donde nació Bach en el seno de una familia de larga tradición musical que a lo largo de dos siglos dio al mundo hasta 35 grandes intérpretes y compositores. Entre ellos su padre, Johann Ambrosius Bach. Allí se visita el museo Casa Bach (Bachhaus), el más antiguo y grande en torno a su figura. Aunque Bach nunca vivió en esta casa burguesa del siglo XV —la auténtica estaba cerca, pero desapareció—, acoge una perfecta recreación del mundo de la música en su época, con diferentes objetos originales así como notas, escrituras e instrumentos y una reconstrucción de su estudio, su dormitorio y su cuarto de estar.
Sus primeras obras en Weimar
De Eisenach a Weimar, la siguiente parada, hay apenas 85 kilómetros. En 1708, cuando nuestro protagonista tenía 23 años, Juan Ernesto III, duque de Sajonia-Weimar, le ofreció un puesto de concertista y organista de la corte ducal. Viviría en esta ciudad del estado de Turingia hasta 1717, periodo en el que dio comienzo a su larga y fructífera obra como compositor, desde preludios y fugas a cantatas y conciertos para órgano. Weimar era entonces, como lo sigue siendo ahora, uno de los grandes polos culturales del este de Alemania. Aquí nació la Bauhaus, el movimiento modernista de arquitectura y diseño fundado en 1919 por Walter Gropius. En esta ciudad, además de Bach, vivieron Liszt, Goethe, Schiller, Nietzsche y Schopenhauer, entre otros grandes nombres de las letras, el pensamiento y la música. Goethe y Schiller están enterrados además en Weimar. Todo su casco histórico está declarado patrimonio mundial de la Unesco desde 1998, y es una sucesión de palacios, iglesias, parques y jardines, además de museos, galerías de arte y monumentos que la convierten en uno de los destinos más visitados de Turingia.
Traslado a Köthen
La siguiente parada en busca de las huellas de Johann Sebastian Bach es Köthen, a unos 170 kilómetros al noreste de Weimar. En 1717, Leopoldo de Anhalt-Köthen, príncipe del entonces pequeño estado del noroeste de Alemania —hoy dentro de Alta Sajonia—, le hizo una jugosa oferta como maestro de capilla, para gran cabreo de su empleador hasta ese momento, el duque de Sajonia-Weimar. En aquella época a los buenos músicos se lo rifaban los nobles con ofertas tentadoras, como ahora a los futbolistas los clubes, porque tenerlos en su nómina era un marchamo de poder. Y Bach era ya un reputado concertista y compositor, al menos en el oriente germánico por donde él se movía. En Köthen residió hasta 1723 y allí compuso las Suites para orquesta, las Sonatas y partitas para violín solo y la que, quizá, es su obra más famosa (con permiso de Tocata y fuga en re menor) y pieza maestra del barroco: los Conciertos de Brandeburgo. Hoy el mayor atractivo de Köthen es el castillo, un soberbio edificio barroco construido en el siglo XVII que alberga un museo y la Academia de Música Franz Liszt, además de la iglesia de San Jacobo, construida hacia 1400 en estilo gótico.
Director musical en Leipzig
En 1723 Bach se trasladaría a Leipzig, en el estado de Sajonia, donde es contratado como Thomaskantor (director musical del coro, en español) de la iglesia de Santo Tomás, además de gestor musical de otras principales iglesias de la ciudad. Un puesto de más prestigio y mejor remunerado que, además, dependía de la municipalidad y no de un aristócrata, como hasta entonces había venido trabajando. En Leipzig vivió 27 años, hasta su muerte en 1750, componiendo e interpretando, pero también batallando con sus empleadores, a los que consideraba tacaños porque no le daban todo lo que pedía. En contraposición, el concejo municipal lo tuvo siempre por alguien problemático por su altivez y aires de grandeza, aunque nadie dudaba de su genio.
Leipzig es otro de los grandes centros culturales y musicales de Alemania, y paraíso para los amantes del arte. Aquí nació Richard Wagner, vivieron Robert Schumann y su mujer, la pianista Clara Wieck, y murió Felix Mendelssohn. La Universidad lleva más de 600 años de funcionamiento ininterrumpido. Su orquesta sinfónica, con sede en la Gewandhaus, es de las más prestigiosas de Europa y tiene la tercera compañía de ópera más antigua del continente (data de 1693, aunque el edificio actual de la Ópera es de 1960 porque el anterior resultó destruido en los bombardeos de 1944). El centro de la ciudad e inicio de toda ruta urbana es la Augustusplatz, la plaza donde se han celebrado mercados toda la vida y ahora es escenario de los muchos conciertos y festivales que se programan durante todo el año. El Bachfest, el festival anual de Bach, este año por la onomástica, será más importante que nunca. Está programado del 12 al 22 de junio.
La iglesia de Santo Tomás, en la que trabajó Bach, fue prácticamente destruida en la II Guerra Mundial, pero luce casi igual ahora tras la renovación. En su interior descansan los restos mortales del compositor, después de que su ataúd sufriera olvidos y traslados durante siglo y medio. Y una enorme estatua de él preside el acceso al templo. Justo frente a esta iglesia, en la antigua casa de la familia Bose, contemporánea del compositor, se encuentra el Museo Bach de Leipzig, con manuscritos originales, instrumentos barrocos, una consola de órgano que usó en 1743 y un recorrido audiovisual y muy interactivo sobre la vida del compositor y el Leipzig barroco.
El Altes Rathaus (Ayuntamiento, en español), una excelente muestra de la arquitectura renacentista, con una fachada ornamentada de amarillo y rojo y su curiosa torre central desplazada ligeramente a la izquierda, acoge el museo de Historia de la Ciudad de Leipzig. Más lugares a visitar son la iglesia de San Nicolás, la más antigua de la ciudad, en cuyo órgano, uno de los más valiosos de Alemania, también tocó Bach. Y el Völkerschlachtdenkmal, el monumento en conmemoración de la Batalla de las Naciones, un imponente memorial a cuatro kilómetros del centro que recuerda la decisiva batalla de 1813 en la que las tropas aliadas de Prusia, Austria, Rusia y Suecia derrotaron a las de Napoleón.
La ruta oficial siguiendo la huella de Bach que ha preparado la Oficina Nacional de Turismo de Alemania acaba en Leipzig. Pero, si tiene tiempo, merece la pena acercarse también a Dresde, ciudad a la que Bach viajó varias veces, aunque nunca residió allí, muy a su pesar, ya que varias veces intentó que lo contratara Augusto III, el rey de Sajonia, para dejar Leipzig. Dresde es conocida como la ciudad del barroco y tiene uno de los cascos históricos más bonitos y monumentales de Alemania. Tristemente, este resultó casi totalmente destruido durante el bombardeo al que las fuerzas aliadas sometieron a la ciudad días antes de la capitulación de la Alemania nazi. La Frauenkirche, la gran iglesia luterana; la Hofkirche, la iglesia católica de la Corte; la Kreuzkirche y otros tantos edificios y lugares monumentales, como el Dresdner Schloos, el puente de Augusto o la terraza de Brühl; lucen hoy con la misma majestuosidad de antes, pero está todo reconstruido, las obras empezaron en época soviética y terminaron hace pocos años.
Para conmemorar la efeméride, se ha creado una ruta por los lugares donde vivió y trabajó uno de los compositores más importantes de la música europea: de Eisenach, donde nació, a Leipzig, donde está enterrado
Como músico, Johann Sebastian Bach (1685–1750) fue genial y prolífico, pero como viajero dejó mucho que desear. Si exceptuamos su viaje juvenil de formación a Luneburgo y su famosa escapada de varios meses a Lübeck para conocer al maestro organista Dietrich Buxtehude, la totalidad de su vida transcurrió en un mismo terreno, el que separa su localidad natal, Eisenach, en el actual estado alemán de Turingia, de Dresde, capital de Sajonia, que en línea recta apenas supera los 230 kilómetros.
Por eso lo tienen fácil quienes este año visiten Alemania con la excusa de los fastos y eventos que se celebran en torno al 275º aniversario de la muerte de uno de los compositores más importantes de la historia de la música europea. Tras las huellas de Bach, la ruta que la Oficina Nacional de Turismo de Alemania ha diseñado para conmemorar el evento, tiene solo 325 kilómetros y discurre por los estados de Turingia, Sajonia y Alta Sajonia.
Eisenach y sus inicios
El inicio, no podía ser de otra manera, está en Eisenach, donde nació Bach en el seno de una familia de larga tradición musical que a lo largo de dos siglos dio al mundo hasta 35 grandes intérpretes y compositores. Entre ellos su padre, Johann Ambrosius Bach. Allí se visita el museo Casa Bach (Bachhaus), el más antiguo y grande en torno a su figura. Aunque Bach nunca vivió en esta casa burguesa del siglo XV —la auténtica estaba cerca, pero desapareció—, acoge una perfecta recreación del mundo de la música en su época, con diferentes objetos originales así como notas, escrituras e instrumentos y una reconstrucción de su estudio, su dormitorio y su cuarto de estar.

Sus primeras obras en Weimar
De Eisenach a Weimar, la siguiente parada, hay apenas 85 kilómetros. En 1708, cuando nuestro protagonista tenía 23 años, Juan Ernesto III, duque de Sajonia-Weimar, le ofreció un puesto de concertista y organista de la corte ducal. Viviría en esta ciudad del estado de Turingia hasta 1717, periodo en el que dio comienzo a su larga y fructífera obra como compositor, desde preludios y fugas a cantatas y conciertos para órgano. Weimar era entonces, como lo sigue siendo ahora, uno de los grandes polos culturales del este de Alemania. Aquí nació la Bauhaus, el movimiento modernista de arquitectura y diseño fundado en 1919 por Walter Gropius. En esta ciudad, además de Bach, vivieron Liszt, Goethe, Schiller, Nietzsche y Schopenhauer, entre otros grandes nombres de las letras, el pensamiento y la música. Goethe y Schiller están enterrados además en Weimar. Todo su casco histórico está declarado patrimonio mundial de la Unesco desde 1998, y es una sucesión de palacios, iglesias, parques y jardines, además de museos, galerías de arte y monumentos que la convierten en uno de los destinos más visitados de Turingia.
Traslado a Köthen
La siguiente parada en busca de las huellas de Johann Sebastian Bach es Köthen, a unos 170 kilómetros al noreste de Weimar. En 1717, Leopoldo de Anhalt-Köthen, príncipe del entonces pequeño estado del noroeste de Alemania —hoy dentro de Alta Sajonia—, le hizo una jugosa oferta como maestro de capilla, para gran cabreo de su empleador hasta ese momento, el duque de Sajonia-Weimar. En aquella época a los buenos músicos se lo rifaban los nobles con ofertas tentadoras, como ahora a los futbolistas los clubes, porque tenerlos en su nómina era un marchamo de poder. Y Bach era ya un reputado concertista y compositor, al menos en el oriente germánico por donde él se movía. En Köthen residió hasta 1723 y allí compuso las Suites para orquesta, las Sonatas y partitas para violín solo y la que, quizá, es su obra más famosa (con permiso de Tocata y fuga en re menor) y pieza maestra del barroco: los Conciertos de Brandeburgo. Hoy el mayor atractivo de Köthen es el castillo, un soberbio edificio barroco construido en el siglo XVII que alberga un museo y la Academia de Música Franz Liszt, además de la iglesia de San Jacobo, construida hacia 1400 en estilo gótico.
Director musical en Leipzig
En 1723 Bach se trasladaría a Leipzig, en el estado de Sajonia, donde es contratado como Thomaskantor (director musical del coro, en español) de la iglesia de Santo Tomás, además de gestor musical de otras principales iglesias de la ciudad. Un puesto de más prestigio y mejor remunerado que, además, dependía de la municipalidad y no de un aristócrata, como hasta entonces había venido trabajando. En Leipzig vivió 27 años, hasta su muerte en 1750, componiendo e interpretando, pero también batallando con sus empleadores, a los que consideraba tacaños porque no le daban todo lo que pedía. En contraposición, el concejo municipal lo tuvo siempre por alguien problemático por su altivez y aires de grandeza, aunque nadie dudaba de su genio.

Leipzig es otro de los grandes centros culturales y musicales de Alemania, y paraíso para los amantes del arte. Aquí nació Richard Wagner, vivieron Robert Schumann y su mujer, la pianista Clara Wieck, y murió Felix Mendelssohn. La Universidad lleva más de 600 años de funcionamiento ininterrumpido. Su orquesta sinfónica, con sede en la Gewandhaus, es de las más prestigiosas de Europa y tiene la tercera compañía de ópera más antigua del continente (data de 1693, aunque el edificio actual de la Ópera es de 1960 porque el anterior resultó destruido en los bombardeos de 1944). El centro de la ciudad e inicio de toda ruta urbana es la Augustusplatz, la plaza donde se han celebrado mercados toda la vida y ahora es escenario de los muchos conciertos y festivales que se programan durante todo el año. El Bachfest, el festival anual de Bach, este año por la onomástica, será más importante que nunca. Está programado del 12 al 22 de junio.
La iglesia de Santo Tomás, en la que trabajó Bach, fue prácticamente destruida en la II Guerra Mundial, pero luce casi igual ahora tras la renovación. En su interior descansan los restos mortales del compositor, después de que su ataúd sufriera olvidos y traslados durante siglo y medio. Y una enorme estatua de él preside el acceso al templo. Justo frente a esta iglesia, en la antigua casa de la familia Bose, contemporánea del compositor, se encuentra el Museo Bach de Leipzig, con manuscritos originales, instrumentos barrocos, una consola de órgano que usó en 1743 y un recorrido audiovisual y muy interactivo sobre la vida del compositor y el Leipzig barroco.
El Altes Rathaus (Ayuntamiento, en español), una excelente muestra de la arquitectura renacentista, con una fachada ornamentada de amarillo y rojo y su curiosa torre central desplazada ligeramente a la izquierda, acoge el museo de Historia de la Ciudad de Leipzig. Más lugares a visitar son la iglesia de San Nicolás, la más antigua de la ciudad, en cuyo órgano, uno de los más valiosos de Alemania, también tocó Bach. Y el Völkerschlachtdenkmal, el monumento en conmemoración de la Batalla de las Naciones, un imponente memorial a cuatro kilómetros del centro que recuerda la decisiva batalla de 1813 en la que las tropas aliadas de Prusia, Austria, Rusia y Suecia derrotaron a las de Napoleón.

La ruta oficial siguiendo la huella de Bach que ha preparado la Oficina Nacional de Turismo de Alemania acaba en Leipzig. Pero, si tiene tiempo, merece la pena acercarse también a Dresde, ciudad a la que Bach viajó varias veces, aunque nunca residió allí, muy a su pesar, ya que varias veces intentó que lo contratara Augusto III, el rey de Sajonia, para dejar Leipzig. Dresde es conocida como la ciudad del barroco y tiene uno de los cascos históricos más bonitos y monumentales de Alemania. Tristemente, este resultó casi totalmente destruido durante el bombardeo al que las fuerzas aliadas sometieron a la ciudad días antes de la capitulación de la Alemania nazi. La Frauenkirche, la gran iglesia luterana; la Hofkirche, la iglesia católica de la Corte; la Kreuzkirche y otros tantos edificios y lugares monumentales, como el Dresdner Schloos, el puente de Augusto o la terraza de Brühl; lucen hoy con la misma majestuosidad de antes, pero está todo reconstruido, las obras empezaron en época soviética y terminaron hace pocos años.
Más pistas
- Las Semanas Bach de Turingia se celebran este año del 11 de abril al 4 de mayo y acogen más de 60 conciertos y actividades culturales en torno a la figura del compositor en diversas ciudades del estado. Toda la programación se puede consultar en la web thueringer-bachwochen.de.
- Existe también una ruta cicloturista de 54 kilómetros de longitud que pasa por otras pequeñas ciudades que tuvieron relación con Bach, como Arnstadt, Wechmar, Ohrdruf y Dornheim. Más info en la web bach-thueringen.de/en/auf-bachs-spuren.
- Los conciertos en Dresde por el 275º aniversario de la muerte de Bach se pueden consultar en la web visit-dresden-elbland.de/en/bach.
EL PAÍS