Donald Trump se propone ahora transformar profundamente uno de los baluartes de la vida cultural y artística de Estados Unidos: la institución Smithsonian , que gestiona algunos de los museos más visitados del país, incluidos el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo del Aire y el Espacio, y el Museo Nacional de Historia Americana. A través de una orden ejecutiva firmada el 27 de marzo de 2025, el presidente instruye al vicepresidente –en su rol de miembro de la Junta Directiva del Smithsonian– a eliminar lo que define como «ideología divisiva» en exposiciones y programas educativos, y a garantizar que los contenidos reflejen «el progreso, los logros y la grandeza de la nación estadounidense». La orden plantea una revisión profunda del enfoque museístico y educativo, centrado en una visión más afirmativa de la historia nacional.El decreto contempla medidas concretas: supervisar el uso de fondos públicos, revisar los monumentos retirados tras las protestas raciales de 2020, y reestructurar órganos directivos dentro de la institución. Además, establece que las futuras exposiciones deberán promover una visión unificadora , y no podrán incluir elementos que –según la nueva política– socaven los valores fundacionales del país . Poco antes de este anuncio, la Casa Blanca había impulsado el cierre de la Oficina de Diversidad del Smithsonian y la congelación de todas las contrataciones federales en el organismo. Estas acciones se enmarcan en una política cultural más amplia que prioriza la unidad nacional y el heroísmo, y rechaza las interpretaciones críticas centradas en raza, género o colonialismo.El complejo del Smithsonian en Washington se ha convertido así en el escenario de una disputa de fondo sobre la memoria histórica y el relato oficial del país. Aunque la institución no es formalmente una agencia federal, recibe cada año más de mil millones de dólares del Congreso y emplea a unos 6.500 trabajadores, de los cuales cerca de dos tercios son empleados federales. El decreto presidencial otorga al vicepresidente un papel clave en la supervisión de contenidos y en la selección de nuevos miembros de la Junta de Directores, que también incluye al presidente del Tribunal Supremo, tres senadores, tres representantes y nueve ciudadanos.Noticia Relacionada Nueva Ley de Patrimonio estandar Si Sumar quiere más control sobre los bienes de la Iglesia Jaime G. Mora Insta a Urtasun a reformar la ley con una exigencia de mayor «transparencia y corresponsabilidad»Uno de los antecedentes más visibles de esta disputa se remonta al 15 de junio de 2022, cuando se inauguró la exposición ‘¡Presente! Una historia latina de EE.UU.’ dentro del Museo Nacional de Historia Americana. Se trataba de la primera muestra del futuro Museo Nacional del Latino Estadounidense , que aún no tiene sede propia. La exposición generó controversia desde sus primeros días por el tratamiento del legado español en América. Entre las piezas más comentadas se encontraba una pintura de castas del siglo XVII, ‘ De español y negra, mulata ‘, cedida por el Museo de América de Madrid, presentada como testimonio de la jerarquización racial impuesta durante la época colonial.La muestra abordaba episodios como la esclavitud, la guerra de Cuba o la expansión imperial estadounidense, ofreciendo una narrativa crítica que fue interpretada por algunos sectores como una visión reduccionista del papel de España en la historia del continente. Sus responsables, Jorge Zamanillo y Eduardo Díaz , defendieron que el enfoque respondía al objetivo de reflejar las experiencias de los latinos que viven en Estados Unidos. Con una comunidad de más de 60 millones de personas, afirmaron que el foco debía estar en sus trayectorias migratorias, luchas sociales y contribuciones al país, más que en sus orígenes externos. Aunque la exposición incluía elementos de origen español, evitaba retratar esa influencia de forma central, priorizando procesos de mestizaje e integración.Este tipo de exposición forma parte de una corriente museística que ha ganado visibilidad en los últimos años, pero que ahora se ve directamente interpelada por la nueva orientación cultural del Gobierno. La administración Trump ha calificado como «ilegales e inmorales» las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), promovidas por muchas instituciones culturales y académicas. En este contexto, el Smithsonian y otros centros con financiación pública, como la National Gallery of Art, han comenzado a desmontar departamentos dedicados a estas cuestiones, marcando un cambio de rumbo institucional.El debate sobre la relación entre política e instituciones culturales no es nuevo. En septiembre de 2019, el entonces secretario del Smithsonian, Lonnie G. Bunch III, relató en sus memorias una visita privada que ofreció al presidente Trump en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. Según escribió, el equipo de Trump había solicitado que el recorrido se realizara el Día de Martin Luther King Jr . en 2017, pero la dirección del museo se negó a cerrarlo al público en una fecha tan simbólica. La visita fue reprogramada, aunque poco antes de su llegada, los asesores del presidente advirtieron que él no quería ver «nada difícil». Bunch recordó que Trump se detuvo ante una exhibición sobre la participación holandesa en el comercio de esclavos, pero rápidamente comentó: «Saben, me quieren mucho en los Países Bajos».Noticia Relacionada estandar No Una batalla política amenaza la existencia del primer museo del legado hispano en EE.UU. David Alandete Tres años después de que el Capitolio diera luz verde al proyecto, sigue paralizado y al borde del colapsoEse episodio reflejaba ya entonces las tensiones entre los contenidos de los museos federales y las expectativas del poder político. Desde su primer mandato, Trump ha planteado la necesidad de reformular el relato histórico del país . En 2020, creó la llamada Comisión 1776, como respuesta al «Proyecto 1619» del diario New York Times, que situaba la esclavitud en el centro de la fundación de Estados Unidos. La Comisión 1776 propuso una enseñanza centrada en los ideales de libertad, unidad y progreso, rechazando interpretaciones que, en su opinión, dividían a los estadounidenses por razones ideológicas.El 30 de octubre de 2019, en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana dedicó todo un simposio al «Proyecto 1619». Se debatieron temas como la influencia duradera de la esclavitud, el papel de la música afroamericana como expresión de libertad, y la demanda de reparaciones.También durante su primer mandato, Trump ordenó la creación del Jardín Nacional de los Héroes Americanos, un parque con esculturas de figuras históricas del país. El proyecto incluía estatuas de personajes como George Washington, Abraham Lincoln, Martin Luther King Jr., Amelia Earhart, Ronald Reagan y Antonin Scalia. Aunque no llegó a concretarse, reflejaba la intención de consolidar una narrativa nacional unificadora frente a lo que el entonces presidente consideraba una tendencia creciente hacia la revisión ideológica del pasado. Donald Trump se propone ahora transformar profundamente uno de los baluartes de la vida cultural y artística de Estados Unidos: la institución Smithsonian , que gestiona algunos de los museos más visitados del país, incluidos el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo del Aire y el Espacio, y el Museo Nacional de Historia Americana. A través de una orden ejecutiva firmada el 27 de marzo de 2025, el presidente instruye al vicepresidente –en su rol de miembro de la Junta Directiva del Smithsonian– a eliminar lo que define como «ideología divisiva» en exposiciones y programas educativos, y a garantizar que los contenidos reflejen «el progreso, los logros y la grandeza de la nación estadounidense». La orden plantea una revisión profunda del enfoque museístico y educativo, centrado en una visión más afirmativa de la historia nacional.El decreto contempla medidas concretas: supervisar el uso de fondos públicos, revisar los monumentos retirados tras las protestas raciales de 2020, y reestructurar órganos directivos dentro de la institución. Además, establece que las futuras exposiciones deberán promover una visión unificadora , y no podrán incluir elementos que –según la nueva política– socaven los valores fundacionales del país . Poco antes de este anuncio, la Casa Blanca había impulsado el cierre de la Oficina de Diversidad del Smithsonian y la congelación de todas las contrataciones federales en el organismo. Estas acciones se enmarcan en una política cultural más amplia que prioriza la unidad nacional y el heroísmo, y rechaza las interpretaciones críticas centradas en raza, género o colonialismo.El complejo del Smithsonian en Washington se ha convertido así en el escenario de una disputa de fondo sobre la memoria histórica y el relato oficial del país. Aunque la institución no es formalmente una agencia federal, recibe cada año más de mil millones de dólares del Congreso y emplea a unos 6.500 trabajadores, de los cuales cerca de dos tercios son empleados federales. El decreto presidencial otorga al vicepresidente un papel clave en la supervisión de contenidos y en la selección de nuevos miembros de la Junta de Directores, que también incluye al presidente del Tribunal Supremo, tres senadores, tres representantes y nueve ciudadanos.Noticia Relacionada Nueva Ley de Patrimonio estandar Si Sumar quiere más control sobre los bienes de la Iglesia Jaime G. Mora Insta a Urtasun a reformar la ley con una exigencia de mayor «transparencia y corresponsabilidad»Uno de los antecedentes más visibles de esta disputa se remonta al 15 de junio de 2022, cuando se inauguró la exposición ‘¡Presente! Una historia latina de EE.UU.’ dentro del Museo Nacional de Historia Americana. Se trataba de la primera muestra del futuro Museo Nacional del Latino Estadounidense , que aún no tiene sede propia. La exposición generó controversia desde sus primeros días por el tratamiento del legado español en América. Entre las piezas más comentadas se encontraba una pintura de castas del siglo XVII, ‘ De español y negra, mulata ‘, cedida por el Museo de América de Madrid, presentada como testimonio de la jerarquización racial impuesta durante la época colonial.La muestra abordaba episodios como la esclavitud, la guerra de Cuba o la expansión imperial estadounidense, ofreciendo una narrativa crítica que fue interpretada por algunos sectores como una visión reduccionista del papel de España en la historia del continente. Sus responsables, Jorge Zamanillo y Eduardo Díaz , defendieron que el enfoque respondía al objetivo de reflejar las experiencias de los latinos que viven en Estados Unidos. Con una comunidad de más de 60 millones de personas, afirmaron que el foco debía estar en sus trayectorias migratorias, luchas sociales y contribuciones al país, más que en sus orígenes externos. Aunque la exposición incluía elementos de origen español, evitaba retratar esa influencia de forma central, priorizando procesos de mestizaje e integración.Este tipo de exposición forma parte de una corriente museística que ha ganado visibilidad en los últimos años, pero que ahora se ve directamente interpelada por la nueva orientación cultural del Gobierno. La administración Trump ha calificado como «ilegales e inmorales» las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), promovidas por muchas instituciones culturales y académicas. En este contexto, el Smithsonian y otros centros con financiación pública, como la National Gallery of Art, han comenzado a desmontar departamentos dedicados a estas cuestiones, marcando un cambio de rumbo institucional.El debate sobre la relación entre política e instituciones culturales no es nuevo. En septiembre de 2019, el entonces secretario del Smithsonian, Lonnie G. Bunch III, relató en sus memorias una visita privada que ofreció al presidente Trump en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. Según escribió, el equipo de Trump había solicitado que el recorrido se realizara el Día de Martin Luther King Jr . en 2017, pero la dirección del museo se negó a cerrarlo al público en una fecha tan simbólica. La visita fue reprogramada, aunque poco antes de su llegada, los asesores del presidente advirtieron que él no quería ver «nada difícil». Bunch recordó que Trump se detuvo ante una exhibición sobre la participación holandesa en el comercio de esclavos, pero rápidamente comentó: «Saben, me quieren mucho en los Países Bajos».Noticia Relacionada estandar No Una batalla política amenaza la existencia del primer museo del legado hispano en EE.UU. David Alandete Tres años después de que el Capitolio diera luz verde al proyecto, sigue paralizado y al borde del colapsoEse episodio reflejaba ya entonces las tensiones entre los contenidos de los museos federales y las expectativas del poder político. Desde su primer mandato, Trump ha planteado la necesidad de reformular el relato histórico del país . En 2020, creó la llamada Comisión 1776, como respuesta al «Proyecto 1619» del diario New York Times, que situaba la esclavitud en el centro de la fundación de Estados Unidos. La Comisión 1776 propuso una enseñanza centrada en los ideales de libertad, unidad y progreso, rechazando interpretaciones que, en su opinión, dividían a los estadounidenses por razones ideológicas.El 30 de octubre de 2019, en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana dedicó todo un simposio al «Proyecto 1619». Se debatieron temas como la influencia duradera de la esclavitud, el papel de la música afroamericana como expresión de libertad, y la demanda de reparaciones.También durante su primer mandato, Trump ordenó la creación del Jardín Nacional de los Héroes Americanos, un parque con esculturas de figuras históricas del país. El proyecto incluía estatuas de personajes como George Washington, Abraham Lincoln, Martin Luther King Jr., Amelia Earhart, Ronald Reagan y Antonin Scalia. Aunque no llegó a concretarse, reflejaba la intención de consolidar una narrativa nacional unificadora frente a lo que el entonces presidente consideraba una tendencia creciente hacia la revisión ideológica del pasado.
Donald Trump se propone ahora transformar profundamente uno de los baluartes de la vida cultural y artística de Estados Unidos: la institución Smithsonian, que gestiona algunos de los museos más visitados del país, incluidos el Museo Nacional de Historia Natural, el Museo del Aire … y el Espacio, y el Museo Nacional de Historia Americana. A través de una orden ejecutiva firmada el 27 de marzo de 2025, el presidente instruye al vicepresidente –en su rol de miembro de la Junta Directiva del Smithsonian– a eliminar lo que define como «ideología divisiva» en exposiciones y programas educativos, y a garantizar que los contenidos reflejen «el progreso, los logros y la grandeza de la nación estadounidense». La orden plantea una revisión profunda del enfoque museístico y educativo, centrado en una visión más afirmativa de la historia nacional.
El decreto contempla medidas concretas: supervisar el uso de fondos públicos, revisar los monumentos retirados tras las protestas raciales de 2020, y reestructurar órganos directivos dentro de la institución. Además, establece que las futuras exposiciones deberán promover una visión unificadora, y no podrán incluir elementos que –según la nueva política– socaven los valores fundacionales del país.
Poco antes de este anuncio, la Casa Blanca había impulsado el cierre de la Oficina de Diversidad del Smithsonian y la congelación de todas las contrataciones federales en el organismo. Estas acciones se enmarcan en una política cultural más amplia que prioriza la unidad nacional y el heroísmo, y rechaza las interpretaciones críticas centradas en raza, género o colonialismo.
El complejo del Smithsonian en Washington se ha convertido así en el escenario de una disputa de fondo sobre la memoria histórica y el relato oficial del país. Aunque la institución no es formalmente una agencia federal, recibe cada año más de mil millones de dólares del Congreso y emplea a unos 6.500 trabajadores, de los cuales cerca de dos tercios son empleados federales. El decreto presidencial otorga al vicepresidente un papel clave en la supervisión de contenidos y en la selección de nuevos miembros de la Junta de Directores, que también incluye al presidente del Tribunal Supremo, tres senadores, tres representantes y nueve ciudadanos.
Uno de los antecedentes más visibles de esta disputa se remonta al 15 de junio de 2022, cuando se inauguró la exposición ‘¡Presente! Una historia latina de EE.UU.’ dentro del Museo Nacional de Historia Americana. Se trataba de la primera muestra del futuro Museo Nacional del Latino Estadounidense, que aún no tiene sede propia. La exposición generó controversia desde sus primeros días por el tratamiento del legado español en América. Entre las piezas más comentadas se encontraba una pintura de castas del siglo XVII, ‘De español y negra, mulata‘, cedida por el Museo de América de Madrid, presentada como testimonio de la jerarquización racial impuesta durante la época colonial.
La muestra abordaba episodios como la esclavitud, la guerra de Cuba o la expansión imperial estadounidense, ofreciendo una narrativa crítica que fue interpretada por algunos sectores como una visión reduccionista del papel de España en la historia del continente. Sus responsables, Jorge Zamanillo y Eduardo Díaz, defendieron que el enfoque respondía al objetivo de reflejar las experiencias de los latinos que viven en Estados Unidos. Con una comunidad de más de 60 millones de personas, afirmaron que el foco debía estar en sus trayectorias migratorias, luchas sociales y contribuciones al país, más que en sus orígenes externos. Aunque la exposición incluía elementos de origen español, evitaba retratar esa influencia de forma central, priorizando procesos de mestizaje e integración.
Este tipo de exposición forma parte de una corriente museística que ha ganado visibilidad en los últimos años, pero que ahora se ve directamente interpelada por la nueva orientación cultural del Gobierno. La administración Trump ha calificado como «ilegales e inmorales» las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI), promovidas por muchas instituciones culturales y académicas. En este contexto, el Smithsonian y otros centros con financiación pública, como la National Gallery of Art, han comenzado a desmontar departamentos dedicados a estas cuestiones, marcando un cambio de rumbo institucional.
El debate sobre la relación entre política e instituciones culturales no es nuevo. En septiembre de 2019, el entonces secretario del Smithsonian, Lonnie G. Bunch III, relató en sus memorias una visita privada que ofreció al presidente Trump en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana. Según escribió, el equipo de Trump había solicitado que el recorrido se realizara el Día de Martin Luther King Jr. en 2017, pero la dirección del museo se negó a cerrarlo al público en una fecha tan simbólica. La visita fue reprogramada, aunque poco antes de su llegada, los asesores del presidente advirtieron que él no quería ver «nada difícil». Bunch recordó que Trump se detuvo ante una exhibición sobre la participación holandesa en el comercio de esclavos, pero rápidamente comentó: «Saben, me quieren mucho en los Países Bajos».
Ese episodio reflejaba ya entonces las tensiones entre los contenidos de los museos federales y las expectativas del poder político. Desde su primer mandato, Trump ha planteado la necesidad de reformular el relato histórico del país. En 2020, creó la llamada Comisión 1776, como respuesta al «Proyecto 1619» del diario New York Times, que situaba la esclavitud en el centro de la fundación de Estados Unidos. La Comisión 1776 propuso una enseñanza centrada en los ideales de libertad, unidad y progreso, rechazando interpretaciones que, en su opinión, dividían a los estadounidenses por razones ideológicas.
El 30 de octubre de 2019, en el Museo Nacional de Historia y Cultura Afroamericana dedicó todo un simposio al «Proyecto 1619». Se debatieron temas como la influencia duradera de la esclavitud, el papel de la música afroamericana como expresión de libertad, y la demanda de reparaciones.
También durante su primer mandato, Trump ordenó la creación del Jardín Nacional de los Héroes Americanos, un parque con esculturas de figuras históricas del país. El proyecto incluía estatuas de personajes como George Washington, Abraham Lincoln, Martin Luther King Jr., Amelia Earhart, Ronald Reagan y Antonin Scalia. Aunque no llegó a concretarse, reflejaba la intención de consolidar una narrativa nacional unificadora frente a lo que el entonces presidente consideraba una tendencia creciente hacia la revisión ideológica del pasado.
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