Antes de que la motosierra se convirtiera en símbolo político del presidente de una nación, la herramienta predilecta del desmembrador de adolescentes de La matanza de Texas (1974) adquirió carácter de icono pop en la escena de Vigo. Para trazar su rastro, hay que remontarse a la respuesta que la cinematografía gallega dio a aquel clásico del terror, La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos (1993), comedia gore que aseguraba basarse en “hechos reales ocurridos en la provincia de Ourense” y en cuyo elenco militaban figuras como Julián Hernández (Siniestro Total), César Strawberry (Def Con Dos) o una emergente artista joven acreditada como Silvia Pintos, conocida luego por el nombre artístico de Silvia Superstar (Vigo, 52 años). Con una breve experiencia como cantante en la última etapa de Aerolíneas Federales, en la película sería una de las víctimas de la antropofágica familia de psicópatas, pero a partir de 1994 pasaría a empuñar el arma al frente de la banda The Killer Barbies, con la motosierra como emblema.
“Ya no la sacamos en los conciertos”, aclara Silvia Superstar, que suena afligida al decirlo. “Tuve una experiencia un poco bestia con alguien del público. Tenía gasolina, lo que no tenía eran los dientes. Y una vez bajé, hice como que le cortaba el pecho en dos a un fan y, claro, se pensó que le había cortado en serio. El pobre chico se quedó verde”. La otra parte fija de The Killer Barbies, el batería Billy King (de nombre real Antonio Domínguez, Vigo, 58 años), recuerda el incidente: “Es que el ruido que hace la motosierra al encenderla da miedo. La gente no sabía que le habíamos sacado los dientes y la cadena, así que pensamos, ‘hostia, nos vamos a meter en un follón por esto”. La anécdota la rememoran por videoconferencia junto a quien ha sido su confidente desde hace dos años, Luis León Luri (Pamplona, 43 años), que recoge este y muchos más episodios en el libro Voy a matarte esta noche: La ruidosa y acelerada historia de Killer Barbies (Applehead Team), biografía del grupo en formato de historia oral.
“Killer Barbies nunca ha tenido demasiada literatura. Yo mismo al documentarme vi que en internet había muy poca información sobre ellos que no fuera demasiado evidente”, cuenta. “Así que decidí hacerles un homenaje, porque me encanta la banda y, casi empezando la casa por la ventana, me gustaba el título que me vino a la cabeza”. Es la traducción literal (I’m gonna kill you tonight) de lo que el grupo cantaba en el estribillo de Love Killer, canción que sonó en todos los hogares españoles de los noventa gracias a una campaña del refresco Radical, donde un asesino perseguía y descuartizaba frutas para convertirlas en bebida.
Que una canción propia aparezca en un anuncio de televisión es un chollo para casi cualquier músico, aunque Luri, con humor, rescata al inicio del libro una correspondencia que mantuvo de adolescente con Silvia Superstar a través del club de fans, molesto porque se volvieran comerciales.
“Era ese rollo un poco de adolescente de 16 años, de que si salía tu grupo favorito en Los 40 era una decepción”, reconoce entre risas. “Y Silvia me contestó como me tenía que contestar”, dice de la respuesta de la cantante, que en una carta manuscrita defendía llegar a la mayor cantidad de público y firmaba con un corazón. “Es que yo lo veía como algo guay”, se reafirma Superstar, rostro visible de una de las bandas que contribuyó a la eclosión de la música alternativa de la década en España. “Que Los 40 Principales pusiera a grupos como nosotros era abrir una puerta. Cuando haces música, quieres que la gente se entere”.
Voy a matarte esta noche recorre junto a múltiples voces invitadas la historia de un proyecto que nació en el seno de una relación sentimental, la que mantuvieron Silvia y Billy hasta 2003, aunando los gustos de la pareja por el cine de terror, la música punk o los tebeos, y que les acabó poniendo frente a frente con sus ídolos. “Hay un juego de espejos interesante en su vida como músicos, porque eran un grupo muy hecho por fans y para fans”, explica Luis León Luri. Giraron con Iggy Pop, fueron invitados de Misfits para un concierto en Halloween y lograron actuar en el CBGB, templo neoyorquino del punk, por recomendación de Joey Ramone.
“A mí me encanta conocer a mis ídolos, aunque no a todos, porque tuve un choque con Marky Ramone”, recuerda Silvia, aludiendo a un episodio del libro donde menciona el comportamiento de divo del exbatería de Ramones, que les quitó el camerino en un concierto conjunto y dedicó cortes de mangas en la prueba de sonido. “También su primera canción fue I wanna live in Tromaville y acabaron conociendo a Lloyd Kaufman”, dice Luri del encuentro de la banda con el director de El vengador tóxico (1984), ambientada en la ciudad ficticia de Tromaville, quien les sondeó para una película nunca concretada. No necesitaron irse lejos para tener no una, sino dos películas a las órdenes de otra leyenda de la serie B, Jesús Franco.
Litros de sangre y Kike Sarasola
“Es un auténtico bodrio. Exageradamente mala. No tiene el encanto de las pelis malas. ¿Seremos el primer grupo hundido por una peli por lo mala que es?”, escribía el 8 de mayo de 1996 en su diario Dr. Gonzo, el entonces guitarrista de The Killer Barbies. Cedida e incluida en el libro, la página se refiere al primer pase en Madrid de la película Killer Barbys, que alteraba el nombre del grupo con una i griega para evitar un litigio con los fabricantes de Barbie, Mattel, y tuvo una acogida desastrosa. En Voy a matarte esta noche, el grupo y su círculo describen todo tipo de reacciones adversas, desde gente gritando “¡Menuda puta mierda!” hasta Pedro Almodóvar o Álex de la Iglesia levantándose a fumar a media película para no volver, pasando por Carlos Galán, del sello Subterfuge, descubriendo in situ que lo que él creía haber visto como premontaje (fallos técnicos, cambios de luz bruscos, noches americanas explícitas) era lo que Jesús Franco había entregado como montaje final.
“Se esperaba mucho porque El Día de la Bestia [1995] se había estrenado un poquito antes y también salía Santiago Segura”, cree Luis León Luri. La radicalidad de Jesús Franco, autor de culto con cerca de dos centenares de títulos en su filmografía y escaso respeto por la ortodoxia, se impuso en una pieza de explotación semierótica y sangrienta, con mezcla de inglés y español, donde la banda se enfrentaba a una vampiresa cupletista y, de forma insólita en una película promocional de un grupo, sonaban las canciones de otra formación, Sexy Sadie. El grupo repetiría experiencia en una secuela más disparatada, Killer Barbys vs. Drácula (2002), con el exdeportista y empresario Kike Sarasola, presidente y fundador de Room Mate Hotels, entregando una sobreactuación de época como conde Drácula. Sarasola participa en el libro y defiende orgulloso su interpretación. “Existía la leyenda de que él no quería saber nada de la película y estaba arrepentido. Pero es un mito, porque estuvo encantadísimo de hablar y agradecido de haber hecho Killer Barbys vs. Drácula”, afirma el escritor.
Aunque Billy King no ha sido capaz de volver a ver las películas, tanto él como Silvia reivindican su trabajo con Jesús Franco. “Era un cachondo el tío”, dice King. “Una central nuclear con muchísimas ganas de hacer cosas, de rodar todo el día, aunque tenía carácter y era un cascarrabias cuando no estaba todo preparado”. Superstar recuerda su política de rodar “una o dos tomas máximo” o su brutal economía de recursos: “Era surrealismo puro. Había trozos donde nos doblaban la voz él o su mujer, Lina Romay. Son películas de las que nos gustan a nosotros. Recuerdo a gente que me decía que había ido al cine y solo eran cinco en la sala. A mí me entraba la risa, ¿qué esperaban?”.
Aquella tardía segunda película se llevó a cabo aprovechando el tirón a principios de los dos miles de The Killer Barbies en Alemania, en coproducción con el país teutón. En el libro se cita una entrevista donde Amparo Llanos, de Dover, compara su éxito en Alemania con el de Héroes del Silencio. “Sí, yo creo que, junto con ellos, somos el grupo español que más se ha conocido allí. Ska-P también ha tenido mucho éxito en Alemania”, dice Silvia. “Modestamente hay que decir que Héroes del Silencio fueron muchísimo más grandes que nosotros”, matiza Billy. La pareja se instaló en el país casi un año y grabó allí el disco Sin Is In (2003). “Llegamos a estar a 13 grados bajo cero. Había por ahí algún perro callejero y se helaban sus meadas, se quedaban cristalizadas”, rememora el batería, aunque las condiciones climáticas no fueron la razón definitiva por la que el balance de esa etapa terminó siendo agridulce.
“Hubo una crisis muy importante en la última gira que dimos por Alemania que ya fue nuestra separación total como pareja”, apunta Superstar. El proyecto quedó en barbecho hasta la década pasada, por una fiesta de Subterfuge en la que les invitaron a tocar, si bien ambos en el libro coinciden en que fue una reunión tensa. Entre tanto, Silvia dio un paso al frente como celebridad y, tras haber presentado el mítico programa infantil Xabarín Club en la televisión autonómica gallega, volvió a actuar, participó en concursos (estuvo recientemente en Maestros de la costura, en La 1), inició un proyecto en solitario y fundó la firma de ropa Exótica. También revela que Aerolíneas Federales le llamó para incorporarse a la formación en su regreso en 2011: “Me dieron el toque. De hecho, empecé a ensayar con ellos, pero me di cuenta de que no era lo que quería hacer”.
Billy King sí volvió a dar unos pocos conciertos con su primer grupo, Los Cafres, que tuvieron un efímero éxito en los ochenta con Soy una alimaña, antes de su abrupta disolución. “Lo que cortó el grupo en aquel momento es que a uno se lo llevaron a la cárcel. Era otro momento, el servicio militar era obligatorio y, si no te presentabas, te metías en un lío. Pasabas de ser prófugo a ser desertor, te hacían juicio militar y otras cosas muy serias”.
La siguiente y desafortunada fecha de regreso de The Killer Barbies fue 2020, con un disco, Vive Le Punk!, que quedó sin presentación por la pandemia. Para mayo, la banda tiene previsto publicar álbum nuevo, El pop se autodestruirá en 4, 3, 2, 1… (otra vez con Subterfuge), y volver a los escenarios. ¿Es fácil estar en una banda con tu ex? “Antes era más sencillo, porque pasas muchas horas en común y es más fácil componer, compartir ideas o probar cosas. Ahora no es que sea más difícil, es que es más lento, pero nunca ha sido un problema”, explica King. “Es inevitable que la vida privada influya, nos sigue influyendo ahora sin ser pareja, pero hemos tratado de mantenerla separada de lo profesional y siempre hemos tenido una conexión muy buena”, dice por su lado Silvia. No es el único gran cambio que afrontan. La banda también suena ahora en castellano, un giro que el batería (y letrista) reclamaba años atrás. La cantante asume el chasco con deportividad: “Es que Billy dice que hablo muy mal inglés”.
Antes de que la motosierra se convirtiera en símbolo político del presidente de una nación, la herramienta predilecta del desmembrador de adolescentes de La matanza de Texas (1974) adquirió carácter de icono pop en la escena de Vigo. Para trazar su rastro, hay que remontarse a la respuesta que la cinematografía gallega dio a aquel clásico del terror, La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos (1993), comedia gore que aseguraba basarse en “hechos reales ocurridos en la provincia de Ourense” y en cuyo elenco militaban figuras como Julián Hernández (Siniestro Total), César Strawberry (Def Con Dos) o una emergente artista joven acreditada como Silvia Pintos, conocida luego por el nombre artístico de Silvia Superstar (Vigo, 52 años). Con una breve experiencia como cantante en la última etapa de Aerolíneas Federales, en la película sería una de las víctimas de la antropofágica familia de psicópatas, pero a partir de 1994 pasaría a empuñar el arma al frente de la banda The Killer Barbies, con la motosierra como emblema.“Ya no la sacamos en los conciertos”, aclara Silvia Superstar, que suena afligida al decirlo. “Tuve una experiencia un poco bestia con alguien del público. Tenía gasolina, lo que no tenía eran los dientes. Y una vez bajé, hice como que le cortaba el pecho en dos a un fan y, claro, se pensó que le había cortado en serio. El pobre chico se quedó verde”. La otra parte fija de The Killer Barbies, el batería Billy King (de nombre real Antonio Domínguez, Vigo, 58 años), recuerda el incidente: “Es que el ruido que hace la motosierra al encenderla da miedo. La gente no sabía que le habíamos sacado los dientes y la cadena, así que pensamos, ‘hostia, nos vamos a meter en un follón por esto”. La anécdota la rememoran por videoconferencia junto a quien ha sido su confidente desde hace dos años, Luis León Luri (Pamplona, 43 años), que recoge este y muchos más episodios en el libro Voy a matarte esta noche: La ruidosa y acelerada historia de Killer Barbies (Applehead Team), biografía del grupo en formato de historia oral.“Killer Barbies nunca ha tenido demasiada literatura. Yo mismo al documentarme vi que en internet había muy poca información sobre ellos que no fuera demasiado evidente”, cuenta. “Así que decidí hacerles un homenaje, porque me encanta la banda y, casi empezando la casa por la ventana, me gustaba el título que me vino a la cabeza”. Es la traducción literal (I’m gonna kill you tonight) de lo que el grupo cantaba en el estribillo de Love Killer, canción que sonó en todos los hogares españoles de los noventa gracias a una campaña del refresco Radical, donde un asesino perseguía y descuartizaba frutas para convertirlas en bebida.Que una canción propia aparezca en un anuncio de televisión es un chollo para casi cualquier músico, aunque Luri, con humor, rescata al inicio del libro una correspondencia que mantuvo de adolescente con Silvia Superstar a través del club de fans, molesto porque se volvieran comerciales.“Era ese rollo un poco de adolescente de 16 años, de que si salía tu grupo favorito en Los 40 era una decepción”, reconoce entre risas. “Y Silvia me contestó como me tenía que contestar”, dice de la respuesta de la cantante, que en una carta manuscrita defendía llegar a la mayor cantidad de público y firmaba con un corazón. “Es que yo lo veía como algo guay”, se reafirma Superstar, rostro visible de una de las bandas que contribuyó a la eclosión de la música alternativa de la década en España. “Que Los 40 Principales pusiera a grupos como nosotros era abrir una puerta. Cuando haces música, quieres que la gente se entere”.Voy a matarte esta noche recorre junto a múltiples voces invitadas la historia de un proyecto que nació en el seno de una relación sentimental, la que mantuvieron Silvia y Billy hasta 2003, aunando los gustos de la pareja por el cine de terror, la música punk o los tebeos, y que les acabó poniendo frente a frente con sus ídolos. “Hay un juego de espejos interesante en su vida como músicos, porque eran un grupo muy hecho por fans y para fans”, explica Luis León Luri. Giraron con Iggy Pop, fueron invitados de Misfits para un concierto en Halloween y lograron actuar en el CBGB, templo neoyorquino del punk, por recomendación de Joey Ramone.“A mí me encanta conocer a mis ídolos, aunque no a todos, porque tuve un choque con Marky Ramone”, recuerda Silvia, aludiendo a un episodio del libro donde menciona el comportamiento de divo del exbatería de Ramones, que les quitó el camerino en un concierto conjunto y dedicó cortes de mangas en la prueba de sonido. “También su primera canción fue I wanna live in Tromaville y acabaron conociendo a Lloyd Kaufman”, dice Luri del encuentro de la banda con el director de El vengador tóxico (1984), ambientada en la ciudad ficticia de Tromaville, quien les sondeó para una película nunca concretada. No necesitaron irse lejos para tener no una, sino dos películas a las órdenes de otra leyenda de la serie B, Jesús Franco.Litros de sangre y Kike Sarasola“Es un auténtico bodrio. Exageradamente mala. No tiene el encanto de las pelis malas. ¿Seremos el primer grupo hundido por una peli por lo mala que es?”, escribía el 8 de mayo de 1996 en su diario Dr. Gonzo, el entonces guitarrista de The Killer Barbies. Cedida e incluida en el libro, la página se refiere al primer pase en Madrid de la película Killer Barbys, que alteraba el nombre del grupo con una i griega para evitar un litigio con los fabricantes de Barbie, Mattel, y tuvo una acogida desastrosa. En Voy a matarte esta noche, el grupo y su círculo describen todo tipo de reacciones adversas, desde gente gritando “¡Menuda puta mierda!” hasta Pedro Almodóvar o Álex de la Iglesia levantándose a fumar a media película para no volver, pasando por Carlos Galán, del sello Subterfuge, descubriendo in situ que lo que él creía haber visto como premontaje (fallos técnicos, cambios de luz bruscos, noches americanas explícitas) era lo que Jesús Franco había entregado como montaje final.“Se esperaba mucho porque El Día de la Bestia [1995] se había estrenado un poquito antes y también salía Santiago Segura”, cree Luis León Luri. La radicalidad de Jesús Franco, autor de culto con cerca de dos centenares de títulos en su filmografía y escaso respeto por la ortodoxia, se impuso en una pieza de explotación semierótica y sangrienta, con mezcla de inglés y español, donde la banda se enfrentaba a una vampiresa cupletista y, de forma insólita en una película promocional de un grupo, sonaban las canciones de otra formación, Sexy Sadie. El grupo repetiría experiencia en una secuela más disparatada, Killer Barbys vs. Drácula (2002), con el exdeportista y empresario Kike Sarasola, presidente y fundador de Room Mate Hotels, entregando una sobreactuación de época como conde Drácula. Sarasola participa en el libro y defiende orgulloso su interpretación. “Existía la leyenda de que él no quería saber nada de la película y estaba arrepentido. Pero es un mito, porque estuvo encantadísimo de hablar y agradecido de haber hecho Killer Barbys vs. Drácula”, afirma el escritor.Aunque Billy King no ha sido capaz de volver a ver las películas, tanto él como Silvia reivindican su trabajo con Jesús Franco. “Era un cachondo el tío”, dice King. “Una central nuclear con muchísimas ganas de hacer cosas, de rodar todo el día, aunque tenía carácter y era un cascarrabias cuando no estaba todo preparado”. Superstar recuerda su política de rodar “una o dos tomas máximo” o su brutal economía de recursos: “Era surrealismo puro. Había trozos donde nos doblaban la voz él o su mujer, Lina Romay. Son películas de las que nos gustan a nosotros. Recuerdo a gente que me decía que había ido al cine y solo eran cinco en la sala. A mí me entraba la risa, ¿qué esperaban?”.Aquella tardía segunda película se llevó a cabo aprovechando el tirón a principios de los dos miles de The Killer Barbies en Alemania, en coproducción con el país teutón. En el libro se cita una entrevista donde Amparo Llanos, de Dover, compara su éxito en Alemania con el de Héroes del Silencio. “Sí, yo creo que, junto con ellos, somos el grupo español que más se ha conocido allí. Ska-P también ha tenido mucho éxito en Alemania”, dice Silvia. “Modestamente hay que decir que Héroes del Silencio fueron muchísimo más grandes que nosotros”, matiza Billy. La pareja se instaló en el país casi un año y grabó allí el disco Sin Is In (2003). “Llegamos a estar a 13 grados bajo cero. Había por ahí algún perro callejero y se helaban sus meadas, se quedaban cristalizadas”, rememora el batería, aunque las condiciones climáticas no fueron la razón definitiva por la que el balance de esa etapa terminó siendo agridulce.“Hubo una crisis muy importante en la última gira que dimos por Alemania que ya fue nuestra separación total como pareja”, apunta Superstar. El proyecto quedó en barbecho hasta la década pasada, por una fiesta de Subterfuge en la que les invitaron a tocar, si bien ambos en el libro coinciden en que fue una reunión tensa. Entre tanto, Silvia dio un paso al frente como celebridad y, tras haber presentado el mítico programa infantil Xabarín Club en la televisión autonómica gallega, volvió a actuar, participó en concursos (estuvo recientemente en Maestros de la costura, en La 1), inició un proyecto en solitario y fundó la firma de ropa Exótica. También revela que Aerolíneas Federales le llamó para incorporarse a la formación en su regreso en 2011: “Me dieron el toque. De hecho, empecé a ensayar con ellos, pero me di cuenta de que no era lo que quería hacer”.Billy King sí volvió a dar unos pocos conciertos con su primer grupo, Los Cafres, que tuvieron un efímero éxito en los ochenta con Soy una alimaña, antes de su abrupta disolución. “Lo que cortó el grupo en aquel momento es que a uno se lo llevaron a la cárcel. Era otro momento, el servicio militar era obligatorio y, si no te presentabas, te metías en un lío. Pasabas de ser prófugo a ser desertor, te hacían juicio militar y otras cosas muy serias”.La siguiente y desafortunada fecha de regreso de The Killer Barbies fue 2020, con un disco, Vive Le Punk!, que quedó sin presentación por la pandemia. Para mayo, la banda tiene previsto publicar álbum nuevo, El pop se autodestruirá en 4, 3, 2, 1… (otra vez con Subterfuge), y volver a los escenarios. ¿Es fácil estar en una banda con tu ex? “Antes era más sencillo, porque pasas muchas horas en común y es más fácil componer, compartir ideas o probar cosas. Ahora no es que sea más difícil, es que es más lento, pero nunca ha sido un problema”, explica King. “Es inevitable que la vida privada influya, nos sigue influyendo ahora sin ser pareja, pero hemos tratado de mantenerla separada de lo profesional y siempre hemos tenido una conexión muy buena”, dice por su lado Silvia. No es el único gran cambio que afrontan. La banda también suena ahora en castellano, un giro que el batería (y letrista) reclamaba años atrás. La cantante asume el chasco con deportividad: “Es que Billy dice que hablo muy mal inglés”. Seguir leyendo
Antes de que la motosierra se convirtiera en símbolo político del presidente de una nación, la herramienta predilecta del desmembrador de adolescentes de La matanza de Texas (1974) adquirió carácter de icono pop en la escena de Vigo. Para trazar su rastro, hay que remontarse a la respuesta que la cinematografía gallega dio a aquel clásico del terror, La matanza caníbal de los garrulos lisérgicos (1993), comedia gore que aseguraba basarse en “hechos reales ocurridos en la provincia de Ourense” y en cuyo elenco militaban figuras como Julián Hernández (Siniestro Total), César Strawberry (Def Con Dos) o una emergente artista joven acreditada como Silvia Pintos, conocida luego por el nombre artístico de Silvia Superstar (Vigo, 52 años). Con una breve experiencia como cantante en la última etapa de Aerolíneas Federales, en la película sería una de las víctimas de la antropofágica familia de psicópatas, pero a partir de 1994 pasaría a empuñar el arma al frente de la banda The Killer Barbies, con la motosierra como emblema.
“Ya no la sacamos en los conciertos”, aclara Silvia Superstar, que suena afligida al decirlo. “Tuve una experiencia un poco bestia con alguien del público. Tenía gasolina, lo que no tenía eran los dientes. Y una vez bajé, hice como que le cortaba el pecho en dos a un fan y, claro, se pensó que le había cortado en serio. El pobre chico se quedó verde”. La otra parte fija de The Killer Barbies, el batería Billy King (de nombre real Antonio Domínguez, Vigo, 58 años), recuerda el incidente: “Es que el ruido que hace la motosierra al encenderla da miedo. La gente no sabía que le habíamos sacado los dientes y la cadena, así que pensamos, ‘hostia, nos vamos a meter en un follón por esto”. La anécdota la rememoran por videoconferencia junto a quien ha sido su confidente desde hace dos años, Luis León Luri (Pamplona, 43 años), que recoge este y muchos más episodios en el libro Voy a matarte esta noche: La ruidosa y acelerada historia de Killer Barbies (Applehead Team), biografía del grupo en formato de historia oral.
“Killer Barbies nunca ha tenido demasiada literatura. Yo mismo al documentarme vi que en internet había muy poca información sobre ellos que no fuera demasiado evidente”, cuenta. “Así que decidí hacerles un homenaje, porque me encanta la banda y, casi empezando la casa por la ventana, me gustaba el título que me vino a la cabeza”. Es la traducción literal (I’m gonna kill you tonight) de lo que el grupo cantaba en el estribillo de Love Killer, canción que sonó en todos los hogares españoles de los noventa gracias a una campaña del refresco Radical, donde un asesino perseguía y descuartizaba frutas para convertirlas en bebida.
Que una canción propia aparezca en un anuncio de televisión es un chollo para casi cualquier músico, aunque Luri, con humor, rescata al inicio del libro una correspondencia que mantuvo de adolescente con Silvia Superstar a través del club de fans, molesto porque se volvieran comerciales.

“Era ese rollo un poco de adolescente de 16 años, de que si salía tu grupo favorito en Los 40 era una decepción”, reconoce entre risas. “Y Silvia me contestó como me tenía que contestar”, dice de la respuesta de la cantante, que en una carta manuscrita defendía llegar a la mayor cantidad de público y firmaba con un corazón. “Es que yo lo veía como algo guay”, se reafirma Superstar, rostro visible de una de las bandas que contribuyó a la eclosión de la música alternativa de la década en España. “Que Los 40 Principales pusiera a grupos como nosotros era abrir una puerta. Cuando haces música, quieres que la gente se entere”.
Voy a matarte esta noche recorre junto a múltiples voces invitadas la historia de un proyecto que nació en el seno de una relación sentimental, la que mantuvieron Silvia y Billy hasta 2003, aunando los gustos de la pareja por el cine de terror, la música punk o los tebeos, y que les acabó poniendo frente a frente con sus ídolos. “Hay un juego de espejos interesante en su vida como músicos, porque eran un grupo muy hecho por fans y para fans”, explica Luis León Luri. Giraron con Iggy Pop, fueron invitados de Misfits para un concierto en Halloween y lograron actuar en el CBGB, templo neoyorquino del punk, por recomendación de Joey Ramone.

“A mí me encanta conocer a mis ídolos, aunque no a todos, porque tuve un choque con Marky Ramone”, recuerda Silvia, aludiendo a un episodio del libro donde menciona el comportamiento de divo del exbatería de Ramones, que les quitó el camerino en un concierto conjunto y dedicó cortes de mangas en la prueba de sonido. “También su primera canción fue I wanna live in Tromaville y acabaron conociendo a Lloyd Kaufman”, dice Luri del encuentro de la banda con el director de El vengador tóxico (1984), ambientada en la ciudad ficticia de Tromaville, quien les sondeó para una película nunca concretada. No necesitaron irse lejos para tener no una, sino dos películas a las órdenes de otra leyenda de la serie B, Jesús Franco.
Litros de sangre y Kike Sarasola
“Es un auténtico bodrio. Exageradamente mala. No tiene el encanto de las pelis malas. ¿Seremos el primer grupo hundido por una peli por lo mala que es?”, escribía el 8 de mayo de 1996 en su diario Dr. Gonzo, el entonces guitarrista de The Killer Barbies. Cedida e incluida en el libro, la página se refiere al primer pase en Madrid de la película Killer Barbys, que alteraba el nombre del grupo con una i griega para evitar un litigio con los fabricantes de Barbie, Mattel, y tuvo una acogida desastrosa. En Voy a matarte esta noche, el grupo y su círculo describen todo tipo de reacciones adversas, desde gente gritando “¡Menuda puta mierda!” hasta Pedro Almodóvar o Álex de la Iglesia levantándose a fumar a media película para no volver, pasando por Carlos Galán, del sello Subterfuge, descubriendo in situ que lo que él creía haber visto como premontaje (fallos técnicos, cambios de luz bruscos, noches americanas explícitas) era lo que Jesús Franco había entregado como montaje final.

“Se esperaba mucho porque El Día de la Bestia [1995] se había estrenado un poquito antes y también salía Santiago Segura”, cree Luis León Luri. La radicalidad de Jesús Franco, autor de culto con cerca de dos centenares de títulos en su filmografía y escaso respeto por la ortodoxia, se impuso en una pieza de explotación semierótica y sangrienta, con mezcla de inglés y español, donde la banda se enfrentaba a una vampiresa cupletista y, de forma insólita en una película promocional de un grupo, sonaban las canciones de otra formación, Sexy Sadie. El grupo repetiría experiencia en una secuela más disparatada, Killer Barbys vs. Drácula (2002), con el exdeportista y empresario Kike Sarasola, presidente y fundador de Room Mate Hotels, entregando una sobreactuación de época como conde Drácula. Sarasola participa en el libro y defiende orgulloso su interpretación. “Existía la leyenda de que él no quería saber nada de la película y estaba arrepentido. Pero es un mito, porque estuvo encantadísimo de hablar y agradecido de haber hecho Killer Barbys vs. Drácula”, afirma el escritor.
Aunque Billy King no ha sido capaz de volver a ver las películas, tanto él como Silvia reivindican su trabajo con Jesús Franco. “Era un cachondo el tío”, dice King. “Una central nuclear con muchísimas ganas de hacer cosas, de rodar todo el día, aunque tenía carácter y era un cascarrabias cuando no estaba todo preparado”. Superstar recuerda su política de rodar “una o dos tomas máximo” o su brutal economía de recursos: “Era surrealismo puro. Había trozos donde nos doblaban la voz él o su mujer, Lina Romay. Son películas de las que nos gustan a nosotros. Recuerdo a gente que me decía que había ido al cine y solo eran cinco en la sala. A mí me entraba la risa, ¿qué esperaban?”.

Aquella tardía segunda película se llevó a cabo aprovechando el tirón a principios de los dos miles de The Killer Barbies en Alemania, en coproducción con el país teutón. En el libro se cita una entrevista donde Amparo Llanos, de Dover, compara su éxito en Alemania con el de Héroes del Silencio. “Sí, yo creo que, junto con ellos, somos el grupo español que más se ha conocido allí. Ska-P también ha tenido mucho éxito en Alemania”, dice Silvia. “Modestamente hay que decir que Héroes del Silencio fueron muchísimo más grandes que nosotros”, matiza Billy. La pareja se instaló en el país casi un año y grabó allí el disco Sin Is In (2003). “Llegamos a estar a 13 grados bajo cero. Había por ahí algún perro callejero y se helaban sus meadas, se quedaban cristalizadas”, rememora el batería, aunque las condiciones climáticas no fueron la razón definitiva por la que el balance de esa etapa terminó siendo agridulce.
“Hubo una crisis muy importante en la última gira que dimos por Alemania que ya fue nuestra separación total como pareja”, apunta Superstar. El proyecto quedó en barbecho hasta la década pasada, por una fiesta de Subterfuge en la que les invitaron a tocar, si bien ambos en el libro coinciden en que fue una reunión tensa. Entre tanto, Silvia dio un paso al frente como celebridad y, tras haber presentado el mítico programa infantil Xabarín Club en la televisión autonómica gallega, volvió a actuar, participó en concursos (estuvo recientemente en Maestros de la costura, en La 1), inició un proyecto en solitario y fundó la firma de ropa Exótica. También revela que Aerolíneas Federales le llamó para incorporarse a la formación en su regreso en 2011: “Me dieron el toque. De hecho, empecé a ensayar con ellos, pero me di cuenta de que no era lo que quería hacer”.

Billy King sí volvió a dar unos pocos conciertos con su primer grupo, Los Cafres, que tuvieron un efímero éxito en los ochenta con Soy una alimaña, antes de su abrupta disolución. “Lo que cortó el grupo en aquel momento es que a uno se lo llevaron a la cárcel. Era otro momento, el servicio militar era obligatorio y, si no te presentabas, te metías en un lío. Pasabas de ser prófugo a ser desertor, te hacían juicio militar y otras cosas muy serias”.
La siguiente y desafortunada fecha de regreso de The Killer Barbies fue 2020, con un disco, Vive Le Punk!, que quedó sin presentación por la pandemia. Para mayo, la banda tiene previsto publicar álbum nuevo, El pop se autodestruirá en 4, 3, 2, 1… (otra vez con Subterfuge), y volver a los escenarios. ¿Es fácil estar en una banda con tu ex? “Antes era más sencillo, porque pasas muchas horas en común y es más fácil componer, compartir ideas o probar cosas. Ahora no es que sea más difícil, es que es más lento, pero nunca ha sido un problema”, explica King. “Es inevitable que la vida privada influya, nos sigue influyendo ahora sin ser pareja, pero hemos tratado de mantenerla separada de lo profesional y siempre hemos tenido una conexión muy buena”, dice por su lado Silvia. No es el único gran cambio que afrontan. La banda también suena ahora en castellano, un giro que el batería (y letrista) reclamaba años atrás. La cantante asume el chasco con deportividad: “Es que Billy dice que hablo muy mal inglés”.
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