Jorge Fernández Díaz es la gran figura latinoamericana de la novela y el periodismo actual. Acaba de ganar el Nadal, pero quiero hablar del pulso de un escritor forjado en el periodismo. Es el maestro de la distancia necesaria frente al poder. Siempre templado para que el lector siga con paso calmado sus argumentos. Y, por supuesto, el poder -el de antes como el de ahora- nunca se lo ha perdonado. Fue un látigo contra la corrupción del kirchnerismo que llevó a Argentina a su profunda crisis y ahora, con una lógica difícil de esquivar en esta profesión en estos tiempos, está en las listas de periodistas más incómodos de Milei y de sus libertarios para todo, menos para las críticas. Vivir señalado no es algo nuevo para él, pero deberíamos preguntarnos todos qué sentido y qué valor se necesita para mantenerse enfrente de un poder que aspira al aplauso o la autocracia y tiene una piel tan fina, inflamable, atópica. Y en esto, Fernández Díaz es un ejemplo para todos, siempre serio en los argumentos, moderado en las formas. ¿Se valora todavía esto en un mundo estridente de redes y trolls? Yo creo que sí.El pasado mes de diciembre volvía a afear las soeces formas del presidente argentino y el amedrentamiento de empresarios y políticos por parte de quienes detentan el poder y separaba los éxitos indudables de la gestión económica del acoso continuo contra la cortesía democrática. Cabe recordar que Milei lo insultó personalmente en directo en la TV y sus asesores han hecho circular cualquier especie, cualquier patraña para acallarlo, como nos contó el pasado mayo.Pero la fuerza de Jorge está en su trayectoria. Por eso es un referente para esa gran cantidad de ciudadanos que votaron a Milei pero no aprueban sus malas formas. Cada domingo publica, desde hace años, el artículo más importante de análisis político en ‘La Nación’ (que se se puede leer días después en España en Zenda) donde la esquiva actualidad cobra mayor calado porque Jorge ordena los hechos y mientras pide auxilio a la biblioteca en la que habita (o que le habita) para llegar al fondo de las cuestiones y a las preguntas más pertinentes. No es que todos los mandatarios protagonicen situaciones que recuerden obras de Shakespeare, desde luego, pero todas las traiciones y las peleas y los abusos se parecen a las que contaban los libros de historia y las viejas crónicas. Quien tanto ha leído, lo ha visto todo y lo ha pensado todo. Y sólo él sabe jugar con ese espejo de narraciones diferentes en un mundo fragmentario, lleno de esquirlas, en el que la velocidad y la tecnología, sumadas a la zafiedad de la política, nos proponen un par de idus de marzo de bisutería cada mes. Noticia Relacionada CONTACTO EN BUENOS AIRES opinion Si Viaje a las tumbas blancas Jorge Fernández Díaz La sociedad argentina, con mala conciencia, por haber apoyado aquel desastre, quiso borrarlo y condenó a sus combatientes al ostracismoPara muestra un botón: en su última crónica de ‘La Nación’ contaba la epopeya de la profesión en Argentina desde los 90 hasta la polarización actual, y tras ese recorrido aporta una idea cabal de lo que significa, todavía, para la sociedad democrática, que exista un periodismo independiente y crítico con el poder. Todo ello a cuenta de la muerte del gran periodista insobornable Jorge Lanata, a quien ni fallecido respetó la polarización. Y a cuenta de lo difícil que se lo ha puesto al periodismo, más que nunca, o como siempre, el poder. Jorge comenzó como reportero a pie de calle, algo que tiene menos romanticismo del que podría parecer. A su primer editor en La Razón, Jacobo Timerman, lo acabó asesinando la dictadura. Poco después salió de Buenos Aires para fundar un periódico en Neuquén, en la Patagonia, tal y como contaba hace dos días a nuestros lectores. En la pequeña sociedad pampeña practicó lo que llama reporterismo de cercanía, contando los crímenes a riesgo de cruzarse con los criminales y sus madres y demás familia al cruzar la calle. De ahí, observa, que aprendiera lo importante que es el rigor y el humanismo para el periodista. Y cuenta de sus antiguos jefes y compañeros de redacción las historias más inverosímiles, todas ciertas, desde balas cuya trayectoria haría palidecer al autor del informe Warren hasta pequeños, diminutos triunfos en una profesión que no está hecha de victorias, precisamente.Esto salta a la vista en cualquier conversación con el flamante premio Nadal. Por ejemplo, recuerdo que cuando Sergio Ramírez tuvo que abandonar Nicaragua por la persecución del dictador Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, fue Jorge Fernández Díaz el que nos dio una clave novedosa: «Es el primer escritor que debe exiliarse por haber escrito una novela negra (en referencia a la policiaca ‘Tongolele no sabía bailar’) y eso obliga a darle mucha más importancia a este género que era considerado un género menor y ahora en Latinoamérica es casi el único en el que un escritor puede contar la realidad corrupta y la violencia de los Estados, no sólo de las dictaduras». Al otro lado del teléfono, fui consciente de que ahí había una portada de ABC Cultural, y la hicimos . Es tan lúcida su reflexión que la ha llevado a la práctica también dentro de su obra de ficción. En su novela ‘El puñal’ se transparenta el pozo séptico de la narcopolítica de un modo que hace pensar en la última etapa del kirchnerismo y en su influjo en las relaciones, por ejemplo, con España.Sus artículos en nuestro suplemento y en la Tercera de ABC son siempre maravillosos. No pocas veces ha adelantado realidades como la polarización que vivimos en España desde su experiencia en Argentina. Nos cabe el honor de que escribió una columna en la que podría verse el germen de la novela que ha ganado el Nadal, que ficciona la vida de su padre, Marcial . Como los más grandes, siempre que envía su colaboración, expresa alguna duda: «Esto acá se conoce bien. ¿Lo entenderá bien el lector español?»Nadie es capaz de ejercer ambos oficios, el del novelista y el del periodista, con tanta elegancia. Falta decir que en este último, el periodismo, lo ha hecho todo, editor, director, fundador, plumilla, columnista, reportero, entrevistador… y aun hoy es capaz de dirigir y presentar uno de los más exitosos programas de radio en Argentina, líder absoluto durante años entre los programas de actualidad y hoy trasmutado en magazín de fin de semana: ‘Pensándolo bien’. Sigue con el share imbatible en su franja . Los mundos de ficción y del periodismo los ha simultaneado con tan aparente facilidad que uno, que sabe hasta qué punto Jorge conoce como la palma de su mano las calles de la sociedad y la política, donde se conduce con el máximo rigor y las luces de más largo alcance, se pregunta cómo es posible que, a la vez, conozca todos los túneles y las salidas que, casi en cada esquina, conducen hacia los mundos de la imaginación. A la invención de vidas y ficciones tan bien ancladas en el mundo real. Y sí, los recorre a menudo y por ello sus novelas están tintadas por lo vivido. Eso se nota. Hasta en la última, ‘Cora’, que nació de relatos veraniegos publicados en ABC con una detective que se llamaba Corín .Antes de la novela premiada con el Nadal, que ficciona la historia de su padre, la curiosidad le llevó a escribir sobre la historia (el drama, que desconocía) de su madre. Ella estaba triste e iba a terapia. Un día Jorge le preguntó: ¿Qué tal con el terapeuta? Y cuenta que ella respondió: Y bien, se la pasa llorando todo el rato. Y el escritor debió preguntarse como hijo: ¿Mamá hace llorar a un profesional del sufrimiento humano? Así que decidió entrevistarla, unas 40 horas, para poder contar la historia verdadera de su madre: ‘Mamá’ se llama el libro, que escribió para que lo leyese la familia y algún amigo. Hasta que alguien le convenció de la gran historia que contenía, como el que ha ganado el Nadal, también un retrato de una sociedad y de una época. Un retrato nuestro, que es algo que también puede intuirse en sus textos periodísticos. Para bien y para mal, lo que escribe nos refleja.Como periodista es brillante, templado, responsable y verdaderamente culto. Dijo Kundera, y bien está recordarlo en tiempos de cancelación, que el escritor de ficción sólo debe rendir cuentas a Cervantes, el hombre que inventó la novela que ilumina el mundo criticándolo con humor. Un escritor como Jorge Fernández Díaz, que debe entrenarse como periodista en el escrutinio donoso de los datos, las lecturas y dar testimonio, como hacen los mejores reporteros, con las voces prestadas, de otros, lo sabe bien. Por eso creo posible que tal vez haya ido alguna vez a ver también a don Miguel con algún reportaje. Eso explicaría mejor su enorme pericia, la delicia de leerle, su importante huella. Jorge Fernández Díaz es la gran figura latinoamericana de la novela y el periodismo actual. Acaba de ganar el Nadal, pero quiero hablar del pulso de un escritor forjado en el periodismo. Es el maestro de la distancia necesaria frente al poder. Siempre templado para que el lector siga con paso calmado sus argumentos. Y, por supuesto, el poder -el de antes como el de ahora- nunca se lo ha perdonado. Fue un látigo contra la corrupción del kirchnerismo que llevó a Argentina a su profunda crisis y ahora, con una lógica difícil de esquivar en esta profesión en estos tiempos, está en las listas de periodistas más incómodos de Milei y de sus libertarios para todo, menos para las críticas. Vivir señalado no es algo nuevo para él, pero deberíamos preguntarnos todos qué sentido y qué valor se necesita para mantenerse enfrente de un poder que aspira al aplauso o la autocracia y tiene una piel tan fina, inflamable, atópica. Y en esto, Fernández Díaz es un ejemplo para todos, siempre serio en los argumentos, moderado en las formas. ¿Se valora todavía esto en un mundo estridente de redes y trolls? Yo creo que sí.El pasado mes de diciembre volvía a afear las soeces formas del presidente argentino y el amedrentamiento de empresarios y políticos por parte de quienes detentan el poder y separaba los éxitos indudables de la gestión económica del acoso continuo contra la cortesía democrática. Cabe recordar que Milei lo insultó personalmente en directo en la TV y sus asesores han hecho circular cualquier especie, cualquier patraña para acallarlo, como nos contó el pasado mayo.Pero la fuerza de Jorge está en su trayectoria. Por eso es un referente para esa gran cantidad de ciudadanos que votaron a Milei pero no aprueban sus malas formas. Cada domingo publica, desde hace años, el artículo más importante de análisis político en ‘La Nación’ (que se se puede leer días después en España en Zenda) donde la esquiva actualidad cobra mayor calado porque Jorge ordena los hechos y mientras pide auxilio a la biblioteca en la que habita (o que le habita) para llegar al fondo de las cuestiones y a las preguntas más pertinentes. No es que todos los mandatarios protagonicen situaciones que recuerden obras de Shakespeare, desde luego, pero todas las traiciones y las peleas y los abusos se parecen a las que contaban los libros de historia y las viejas crónicas. Quien tanto ha leído, lo ha visto todo y lo ha pensado todo. Y sólo él sabe jugar con ese espejo de narraciones diferentes en un mundo fragmentario, lleno de esquirlas, en el que la velocidad y la tecnología, sumadas a la zafiedad de la política, nos proponen un par de idus de marzo de bisutería cada mes. Noticia Relacionada CONTACTO EN BUENOS AIRES opinion Si Viaje a las tumbas blancas Jorge Fernández Díaz La sociedad argentina, con mala conciencia, por haber apoyado aquel desastre, quiso borrarlo y condenó a sus combatientes al ostracismoPara muestra un botón: en su última crónica de ‘La Nación’ contaba la epopeya de la profesión en Argentina desde los 90 hasta la polarización actual, y tras ese recorrido aporta una idea cabal de lo que significa, todavía, para la sociedad democrática, que exista un periodismo independiente y crítico con el poder. Todo ello a cuenta de la muerte del gran periodista insobornable Jorge Lanata, a quien ni fallecido respetó la polarización. Y a cuenta de lo difícil que se lo ha puesto al periodismo, más que nunca, o como siempre, el poder. Jorge comenzó como reportero a pie de calle, algo que tiene menos romanticismo del que podría parecer. A su primer editor en La Razón, Jacobo Timerman, lo acabó asesinando la dictadura. Poco después salió de Buenos Aires para fundar un periódico en Neuquén, en la Patagonia, tal y como contaba hace dos días a nuestros lectores. En la pequeña sociedad pampeña practicó lo que llama reporterismo de cercanía, contando los crímenes a riesgo de cruzarse con los criminales y sus madres y demás familia al cruzar la calle. De ahí, observa, que aprendiera lo importante que es el rigor y el humanismo para el periodista. Y cuenta de sus antiguos jefes y compañeros de redacción las historias más inverosímiles, todas ciertas, desde balas cuya trayectoria haría palidecer al autor del informe Warren hasta pequeños, diminutos triunfos en una profesión que no está hecha de victorias, precisamente.Esto salta a la vista en cualquier conversación con el flamante premio Nadal. Por ejemplo, recuerdo que cuando Sergio Ramírez tuvo que abandonar Nicaragua por la persecución del dictador Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo, fue Jorge Fernández Díaz el que nos dio una clave novedosa: «Es el primer escritor que debe exiliarse por haber escrito una novela negra (en referencia a la policiaca ‘Tongolele no sabía bailar’) y eso obliga a darle mucha más importancia a este género que era considerado un género menor y ahora en Latinoamérica es casi el único en el que un escritor puede contar la realidad corrupta y la violencia de los Estados, no sólo de las dictaduras». Al otro lado del teléfono, fui consciente de que ahí había una portada de ABC Cultural, y la hicimos . Es tan lúcida su reflexión que la ha llevado a la práctica también dentro de su obra de ficción. En su novela ‘El puñal’ se transparenta el pozo séptico de la narcopolítica de un modo que hace pensar en la última etapa del kirchnerismo y en su influjo en las relaciones, por ejemplo, con España.Sus artículos en nuestro suplemento y en la Tercera de ABC son siempre maravillosos. No pocas veces ha adelantado realidades como la polarización que vivimos en España desde su experiencia en Argentina. Nos cabe el honor de que escribió una columna en la que podría verse el germen de la novela que ha ganado el Nadal, que ficciona la vida de su padre, Marcial . Como los más grandes, siempre que envía su colaboración, expresa alguna duda: «Esto acá se conoce bien. ¿Lo entenderá bien el lector español?»Nadie es capaz de ejercer ambos oficios, el del novelista y el del periodista, con tanta elegancia. Falta decir que en este último, el periodismo, lo ha hecho todo, editor, director, fundador, plumilla, columnista, reportero, entrevistador… y aun hoy es capaz de dirigir y presentar uno de los más exitosos programas de radio en Argentina, líder absoluto durante años entre los programas de actualidad y hoy trasmutado en magazín de fin de semana: ‘Pensándolo bien’. Sigue con el share imbatible en su franja . Los mundos de ficción y del periodismo los ha simultaneado con tan aparente facilidad que uno, que sabe hasta qué punto Jorge conoce como la palma de su mano las calles de la sociedad y la política, donde se conduce con el máximo rigor y las luces de más largo alcance, se pregunta cómo es posible que, a la vez, conozca todos los túneles y las salidas que, casi en cada esquina, conducen hacia los mundos de la imaginación. A la invención de vidas y ficciones tan bien ancladas en el mundo real. Y sí, los recorre a menudo y por ello sus novelas están tintadas por lo vivido. Eso se nota. Hasta en la última, ‘Cora’, que nació de relatos veraniegos publicados en ABC con una detective que se llamaba Corín .Antes de la novela premiada con el Nadal, que ficciona la historia de su padre, la curiosidad le llevó a escribir sobre la historia (el drama, que desconocía) de su madre. Ella estaba triste e iba a terapia. Un día Jorge le preguntó: ¿Qué tal con el terapeuta? Y cuenta que ella respondió: Y bien, se la pasa llorando todo el rato. Y el escritor debió preguntarse como hijo: ¿Mamá hace llorar a un profesional del sufrimiento humano? Así que decidió entrevistarla, unas 40 horas, para poder contar la historia verdadera de su madre: ‘Mamá’ se llama el libro, que escribió para que lo leyese la familia y algún amigo. Hasta que alguien le convenció de la gran historia que contenía, como el que ha ganado el Nadal, también un retrato de una sociedad y de una época. Un retrato nuestro, que es algo que también puede intuirse en sus textos periodísticos. Para bien y para mal, lo que escribe nos refleja.Como periodista es brillante, templado, responsable y verdaderamente culto. Dijo Kundera, y bien está recordarlo en tiempos de cancelación, que el escritor de ficción sólo debe rendir cuentas a Cervantes, el hombre que inventó la novela que ilumina el mundo criticándolo con humor. Un escritor como Jorge Fernández Díaz, que debe entrenarse como periodista en el escrutinio donoso de los datos, las lecturas y dar testimonio, como hacen los mejores reporteros, con las voces prestadas, de otros, lo sabe bien. Por eso creo posible que tal vez haya ido alguna vez a ver también a don Miguel con algún reportaje. Eso explicaría mejor su enorme pericia, la delicia de leerle, su importante huella.
«Jorge Fernández Díaz es un escritor forjado en el periodismo. Es el maestro de la distancia necesaria frente al poder. Y, por supuesto, el poder -el de antes como el de ahora- nunca se lo ha perdonado»
Jorge Fernández Díaz es la gran figura latinoamericana de la novela y el periodismo actual. Acaba de ganar el Nadal, pero quiero hablar del pulso de un escritor forjado en el periodismo. Es el maestro de la distancia necesaria frente al poder. Siempre templado para …
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