Espíritus del presente es la última entrega de un proyecto apasionante: una trilogía donde el ensayista alemán Wolfram Eilenberger elabora una especie de contrahistoria de la filosofía del siglo XX. La estructura de los tres volúmenes es similar: el autor escoge a cuatro personajes, que son autores influyentes, pero por lo general no formaban parte del establishment, y sigue sus vidas y su pensamiento durante un periodo bien delimitado. Selecciona elementos que articulan el relato desde el punto de vista conceptual, como los vínculos entre las investigaciones de sus protagonistas y sobre todo la idea que define el periodo y el libro. Combina el bosquejo biográfico con la explicación de las obras y los conceptos. Entre sus protagonistas hay influencia, rivalidad, paralelismos y contrastes, admiraciones duraderas o antipatías irreparables; en su escritura hay talento narrativo, habilidad para la analogía y la síntesis, ironía e ingenio.
En el primer libro, Tiempo de magos, que abarca entre 1919 y 1929, Eilenberger sigue a Ludwig Wittgenstein, Walter Benjamin, Martin Heidegger y Ernest Cassirer. Todos parecen obsesionados por la búsqueda del origen: del lenguaje, del pensamiento simbólico. El momento climático es el célebre debate de Davos, que enfrentó en 1929 a Cassirer, representante de una tradición liberal, con Heidegger, con una imagen más radical y apelaciones a lo auténtico o a prescindir del elemento cultural y simbólico que Cassirer había analizado minuciosamente. Por supuesto, los jóvenes que asistieron al encuentro prefirieron la energía de Heidegger a la sensatez de Cassirer. El volumen también mostraba el crecimiento del antisemitismo o la influencia de los avatarares biográficos de Benjamin o Wittgenstein en el desarrollo de sus ideas.
Si los protagonistas de Tiempo de magos eran hombres y el libro trataba del ser y del significado, el segundo libro, El fuego de la libertad, se centraba en cuatro filósofas y giraba en torno a lo social, el otro, la libertad. Tiempo de magos transcurría durante la República de Weimar, mientras que el telón de fondo de El fuego de la libertad es el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
La política afectaba dramáticamente la vida de las cuatro pensadoras: Simone de Beauvoir, referente del existencialismo y del feminismo; Ayn Rand, exiliada de la Revolución rusa, defensora de una versión un tanto tosca del “liberalismo” y perspicaz en el análisis de las patologías cotidianas; Hannah Arendt, otra víctima del totalitarismo y otra emigrada a Estados Unidos; Simone Weil, que según Ramón J. Sender era una de esas personas inusuales que son a la vez santos, héroes y poetas.
El tercer volumen cubre un periodo de tiempo mucho más largo, desde 1948 a 1984. El movimiento del segundo es hacia Estados Unidos; el de Espíritus del presente, de vuelta a Europa. Arranca con Theodor Adorno regresando de California a Frankfurt, mientras una Susan Sontag adolescente entrevista a Thomas Mann. En Adorno vemos paradojas, el análisis de la posguerra alemana y episodios tragicómicos como cuando el creador de la teoría crítica llama a la policía para sofocar protestas estudiantiles o cuando unas estudiantes lo interrumpen en clase poniéndose en topless. Sontag aparece brillante y ansiosa, más pendiente de la aprobación de los demás de lo que uno imaginaría, con problemas económicos cuando ya era una estrella y sin saber cuál era el canal adecuado para su deslumbrante talento. El tercer protagonista es Paul Feyerabend, a quien Rüdiger Safranski llama “genio de la oposición”. Filósofo de la ciencia que empezó próximo a la filosofía analítica (y se hartó), su obra más conocida es Contra el método, que propone una “epistemología anarquista” y niega la existencia del método científico. La cuarta figura es Michel Foucault: contradictorio, elusivo y una fuerza intelectual de primer orden. En cierto modo, el tema de Espíritus del presente —unas catas, digamos, en la filosofía después de Auschwitz— es la supervivencia de la Ilustración, en este caso gracias a personajes que suelen ser acusados de traidores a las Luces. Esto resulta particularmente claro en el caso de Foucault: Eilenberger considera que es un continuador de ese movimiento y que su obra ha sido malentendida por sus críticos, pero también por quienes recurren a él para defender determinadas posiciones políticas.
A menudo, Eilenberger reivindica una visión que se aparta de la opinión recibida. Cassirer es un autor menos leído fuera de la academia que los otros personajes de Tiempo de magos; él destaca su relevancia. Si Arendt suele ser presentada como la “filósofa de los derechos humanos”, él señala que su vida presentó muchos ejemplos de compromiso y altruismo concretos, pero no tenía una opinión particularmente elevada de la humanidad; la hacemos portavoz de certezas que nunca tuvo. Al hablar de Simone Weil, recomendaba el estremecedor “No empecemos otra vez la Guerra de Troya”.
Eilenberger, que fue redactor jefe de la revista Philosophie Magazine y presenta un programa sobre la disciplina en la televisión suiza, dedicó una tesina a Mijail Bajtín, introductor del concepto de polifonía en los estudios literarios: tiene que ver con una concepción dialógica del lenguaje y la verdad, y designa la capacidad de la narrativa para incluir una pluralidad de voces, conciencias y puntos de vista simultáneos. Ese principio opera en estos libros, que entrecruzan las voces de esos pensadores, pero también de sus contemporáneos, sus amigos, sus amantes, sus rivales. A partir de discusiones y debates, de contradicciones, herencias y azares, de erudición y cotilleo, de ironía, pero también de una genuina simpatía por sus personajes, Eilenberger construye un relato fascinante y da a sus personajes y sus ideas una viveza extraordinaria
En ‘Espíritus del presente’, Wolfram Eilenberger elabora una contrahistoria del pensamiento del siglo XX. De Adorno a Foucault, sus protagonistas no formaban parte del ‘establishment’, pero sus ideas dieron forma a una nueva manera de comprender el mundo
Espíritus del presente es la última entrega de un proyecto apasionante: una trilogía donde el ensayista alemán Wolfram Eilenberger elabora una especie de contrahistoria de la filosofía del siglo XX. La estructura de los tres volúmenes es similar: el autor escoge a cuatro personajes, que son autores influyentes, pero por lo general no formaban parte del establishment, y sigue sus vidas y su pensamiento durante un periodo bien delimitado. Selecciona elementos que articulan el relato desde el punto de vista conceptual, como los vínculos entre las investigaciones de sus protagonistas y sobre todo la idea que define el periodo y el libro. Combina el bosquejo biográfico con la explicación de las obras y los conceptos. Entre sus protagonistas hay influencia, rivalidad, paralelismos y contrastes, admiraciones duraderas o antipatías irreparables; en su escritura hay talento narrativo, habilidad para la analogía y la síntesis, ironía e ingenio.
En el primer libro, Tiempo de magos, que abarca entre 1919 y 1929, Eilenberger sigue a Ludwig Wittgenstein, Walter Benjamin, Martin Heidegger y Ernest Cassirer. Todos parecen obsesionados por la búsqueda del origen: del lenguaje, del pensamiento simbólico. El momento climático es el célebre debate de Davos, que enfrentó en 1929 a Cassirer, representante de una tradición liberal, con Heidegger, con una imagen más radical y apelaciones a lo auténtico o a prescindir del elemento cultural y simbólico que Cassirer había analizado minuciosamente. Por supuesto, los jóvenes que asistieron al encuentro prefirieron la energía de Heidegger a la sensatez de Cassirer. El volumen también mostraba el crecimiento del antisemitismo o la influencia de los avatarares biográficos de Benjamin o Wittgenstein en el desarrollo de sus ideas.
Si los protagonistas deTiempo de magos eran hombres y el libro trataba del ser y del significado, el segundo libro, El fuego de la libertad, se centraba en cuatro filósofas y giraba en torno a lo social, el otro, la libertad. Tiempo de magos transcurría durante la República de Weimar, mientras que el telón de fondo de El fuego de la libertad es el ascenso del nazismo y la Segunda Guerra Mundial.
La política afectaba dramáticamente la vida de las cuatro pensadoras: Simone de Beauvoir, referente del existencialismo y del feminismo; Ayn Rand, exiliada de la Revolución rusa, defensora de una versión un tanto tosca del “liberalismo” y perspicaz en el análisis de las patologías cotidianas; Hannah Arendt, otra víctima del totalitarismo y otra emigrada a Estados Unidos; Simone Weil, que según Ramón J. Sender era una de esas personas inusuales que son a la vez santos, héroes y poetas.
El tercer volumen cubre un periodo de tiempo mucho más largo, desde 1948 a 1984. El movimiento del segundo es hacia Estados Unidos; el de Espíritus del presente,de vuelta a Europa. Arranca con Theodor Adorno regresando de California a Frankfurt, mientras una Susan Sontag adolescente entrevista a Thomas Mann. En Adorno vemos paradojas, el análisis de la posguerra alemana y episodios tragicómicos como cuando el creador de la teoría crítica llama a la policía para sofocar protestas estudiantiles o cuando unas estudiantes lo interrumpen en clase poniéndose en topless. Sontag aparece brillante y ansiosa, más pendiente de la aprobación de los demás de lo que uno imaginaría, con problemas económicos cuando ya era una estrella y sin saber cuál era el canal adecuado para su deslumbrante talento. El tercer protagonista es Paul Feyerabend, a quien Rüdiger Safranski llama “genio de la oposición”. Filósofo de la ciencia que empezó próximo a la filosofía analítica (y se hartó), su obra más conocida es Contra el método, que propone una “epistemología anarquista” y niega la existencia del método científico. La cuarta figura es Michel Foucault: contradictorio, elusivo y una fuerza intelectual de primer orden. En cierto modo, el tema de Espíritus del presente —unas catas, digamos, en la filosofía después de Auschwitz— es la supervivencia de la Ilustración, en este caso gracias a personajes que suelen ser acusados de traidores a las Luces. Esto resulta particularmente claro en el caso de Foucault: Eilenberger considera que es un continuador de ese movimiento y que su obra ha sido malentendida por sus críticos, pero también por quienes recurren a él para defender determinadas posiciones políticas.
A menudo, Eilenberger reivindica una visión que se aparta de la opinión recibida. Cassirer es un autor menos leído fuera de la academia que los otros personajes de Tiempo de magos; él destaca su relevancia. Si Arendt suele ser presentada como la “filósofa de los derechos humanos”, él señala que su vida presentó muchos ejemplos de compromiso y altruismo concretos, pero no tenía una opinión particularmente elevada de la humanidad; la hacemos portavoz de certezas que nunca tuvo. Al hablar de Simone Weil, recomendaba el estremecedor “No empecemos otra vez la Guerra de Troya”.
Eilenberger, que fue redactor jefe de la revista Philosophie Magazine y presenta un programa sobre la disciplina en la televisión suiza, dedicó una tesina a Mijail Bajtín, introductor del concepto de polifonía en los estudios literarios: tiene que ver con una concepción dialógica del lenguaje y la verdad, y designa la capacidad de la narrativa para incluir una pluralidad de voces, conciencias y puntos de vista simultáneos. Ese principio opera en estos libros, que entrecruzan las voces de esos pensadores, pero también de sus contemporáneos, sus amigos, sus amantes, sus rivales. A partir de discusiones y debates, de contradicciones, herencias y azares, de erudición y cotilleo, de ironía, pero también de una genuina simpatía por sus personajes, Eilenberger construye un relato fascinante y da a sus personajes y sus ideas una viveza extraordinaria
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