Las Misiones Católicas de Tánger es, tal vez, el proyecto más desconocido de Antoni Gaudí . «Tanto el Estado español como el marqués de Comillas vieron en las misiones franciscanas un recurso efectivo para crear puntos de influencia y establecer centros que fortalecieran sus intereses en Marruecos», señalan Concepción Peig y Manuel Arenas, coautores de ‘Gaudí en Tánger’ (Editorial Base).Noticia Relacionada SPECTATOR IN BARCINO opinion Si El Orgullo Charnego, material inflamable Sergi Doria Se antoja excéntrico a la Cataluña que solo concibe una forma de catalanidad. La de la ANC, Òmnium, Junts, Alianza Catalana y el Manifiesto KoinéSu investigación nos traslada a l as misiones católicas de África en el bienio 1892-1893. El marqués de Comillas es Claudio López Bru, hijo de Antonio López, fundador de la Compañía Trasatlántica. Entre 1886 y 1889 la Trasatlántica obtuvo del Gobierno español varias líneas de navegación a vapor para unir los puertos de Cádiz, Málaga, Algeciras y Barcelona con Tánger, Larache y Ceuta. Los intereses económicos de la naviera motivaron la constitución en Tánger de la Cámara de Comercio Española y el Centro Comercial Español. Apoyado por ministros como Segismundo Moret y Romero Robledo, López Bru «se esforzó por estar presente en la vida tangerina creando la primera empresa de alumbrado público», apuntan Peig y Arenas. La actividad económica con la construcción del ferrocarril Tánger-Fez, el barrio europeo, una banca marroquí y una fábrica textil que no llegaron a realizarse se conjugó con el mecenazgo social y religioso: creación de escuelas católicas y expansión misionera.Una simulación del ‘skyline’ de Tánger si se hubiera construido el templo de Antonio Gaudí ABCCon las misiones franciscanas Claudio López consolidaba la expansión financiera de su compañía en el norte de África y la presencia española frente a la competencia francesa. En este contexto, el marqués contacta con el prefecto de las Misiones Franciscanas, José Lerchundi: construir un colegio de segunda enseñanza «el cual podría destinarse en adelante, sea para colegio, sea para escuela superior, sea para convento…». El tono indeterminado de la propuesta disimula el objetivo último: un templo católico en Tánger. En África no existía ninguna diócesis o vicariato, remarcan Peig y Arenas: «Las iglesias católicas en Tánger –todas atendidas por franciscanos– eran muy pequeñas para acoger dignamente al creciente número de feligreses». La idea de la catedral palpitaba en la correspondencia entre el marqués y el prefecto franciscano. Discreción que Peig y Arenas atribuyen a las tensiones coloniales: «Reforzar la presencia de la iglesia a través de la rama española franciscana no interesaba a la comunidad internacional de Tánger, sobre todo a Francia, que buscaba apuntarse ese tanto para hacer crecer su presencia y prestigio en Marruecos». Lo que eran «misiones» sobre el papel «era ‘sotto voce’, una futura catedral y la sede de la diócesis», advierten. El proyecto contaba con Lerchundi, López y su esposa, María Fernández-Gayón y Barrié, impulsora de la Asociación de Señoras de María Inmaculada y el Gobierno español. El palacio de GüellY es ahora cuando entra en escena Antonio Gaudí . El marqués no dudó en elegir al arquitecto del pabellón de la Compañía Trasatlántica en la Exposición Universal de 1888 o el palacio de su cuñado Eusebio Güell. En diciembre de 1891 Gaudí debió haber aceptado el encargo. Entre enero y mayo de 1892 el arquitecto viajó a Tánger con el marqués de Comillas para entrevistarse con Lerchundi. El proyecto de las Misiones Católicas estuvo listo en octubre de 1893: un edificio multifuncional que agruparía a los misioneros hasta entonces diseminados. «Se trataba de mejorar el tejido social de escuelas y hospitales que los franciscanos habían trabajado desde el siglo XIV, el conocimiento de la sociedad marroquí de Lerchundi ayudó a Gaudí a adaptar su proyecto al territorio», acotan Peig y Arenas. Un proyecto que se conoce por una fotografía de la fachada principal y un esquema de la planta del conjunto. La imagen está datada en Barcelona 1892-1893 y lleva la firma de Gaudí. Otro dibujo de fecha desconocida y atribuido a Juan Matamala, estrecho colaborador del arquitecto, muestra el taller de la Sagrada Familia: tres personas contemplan en una de las paredes el plano de las Misiones Católicas de África. En su proyecto de Tánger Gaudí tuvo muy presente que el templo no podía chocar con la religión musulmana. El arquitecto, subrayan Peig y Arenas, ponía a dialogar su obra con el entorno. Comunicar el cristianismo con el islamismo en la dimensión espiritual: «Un proyecto ecléctico que no era neogótico, ni orientalista, ni modernista que es lo que siempre se atribuye a Gaudí». Arquitectura contemporánea con soluciones nuevas: «Las torres no eran campanarios, sino conductoras del aire y la luz cenital rematadas con esculturas de palomas, un motivo oriental; lo que parecían claustros eran las casas-patio marroquíes, unos módulos versátiles para alojar los colegios, la biblioteca y una escuela de traductores», explican. Aunque se dijo que el proyecto gaudiniano no se hizo realidad por ser demasiado ostentoso para albergar a la orden franciscana, el proyecto de las Misiones en Tánger no se realizó por falta de dinero , sino por la tensa coyuntura diplomática. Francia y Alemania acaparaban el poder colonial en un momento de declive español como el último decenio del XIX: «España quiso reforzar su presencia a través de la misión franciscana, pero Francia le puso el veto en la Santa Sede», concluyen. El espíritu de Tánger pervivió en las obras posteriores de Gaudí. Así lo recordará el arquitecto César Martinell: «En una visita que el segundo marqués de Comillas y su mujer hicieron a la Sagrada Familia le dijeron que las torres del Templo eran como las de aquel proyecto (tangerino), y él respondió que sí: que el tiempo transcurrido no le había hecho cambiar de parecer». Las Misiones Católicas de Tánger es, tal vez, el proyecto más desconocido de Antoni Gaudí . «Tanto el Estado español como el marqués de Comillas vieron en las misiones franciscanas un recurso efectivo para crear puntos de influencia y establecer centros que fortalecieran sus intereses en Marruecos», señalan Concepción Peig y Manuel Arenas, coautores de ‘Gaudí en Tánger’ (Editorial Base).Noticia Relacionada SPECTATOR IN BARCINO opinion Si El Orgullo Charnego, material inflamable Sergi Doria Se antoja excéntrico a la Cataluña que solo concibe una forma de catalanidad. La de la ANC, Òmnium, Junts, Alianza Catalana y el Manifiesto KoinéSu investigación nos traslada a l as misiones católicas de África en el bienio 1892-1893. El marqués de Comillas es Claudio López Bru, hijo de Antonio López, fundador de la Compañía Trasatlántica. Entre 1886 y 1889 la Trasatlántica obtuvo del Gobierno español varias líneas de navegación a vapor para unir los puertos de Cádiz, Málaga, Algeciras y Barcelona con Tánger, Larache y Ceuta. Los intereses económicos de la naviera motivaron la constitución en Tánger de la Cámara de Comercio Española y el Centro Comercial Español. Apoyado por ministros como Segismundo Moret y Romero Robledo, López Bru «se esforzó por estar presente en la vida tangerina creando la primera empresa de alumbrado público», apuntan Peig y Arenas. La actividad económica con la construcción del ferrocarril Tánger-Fez, el barrio europeo, una banca marroquí y una fábrica textil que no llegaron a realizarse se conjugó con el mecenazgo social y religioso: creación de escuelas católicas y expansión misionera.Una simulación del ‘skyline’ de Tánger si se hubiera construido el templo de Antonio Gaudí ABCCon las misiones franciscanas Claudio López consolidaba la expansión financiera de su compañía en el norte de África y la presencia española frente a la competencia francesa. En este contexto, el marqués contacta con el prefecto de las Misiones Franciscanas, José Lerchundi: construir un colegio de segunda enseñanza «el cual podría destinarse en adelante, sea para colegio, sea para escuela superior, sea para convento…». El tono indeterminado de la propuesta disimula el objetivo último: un templo católico en Tánger. En África no existía ninguna diócesis o vicariato, remarcan Peig y Arenas: «Las iglesias católicas en Tánger –todas atendidas por franciscanos– eran muy pequeñas para acoger dignamente al creciente número de feligreses». La idea de la catedral palpitaba en la correspondencia entre el marqués y el prefecto franciscano. Discreción que Peig y Arenas atribuyen a las tensiones coloniales: «Reforzar la presencia de la iglesia a través de la rama española franciscana no interesaba a la comunidad internacional de Tánger, sobre todo a Francia, que buscaba apuntarse ese tanto para hacer crecer su presencia y prestigio en Marruecos». Lo que eran «misiones» sobre el papel «era ‘sotto voce’, una futura catedral y la sede de la diócesis», advierten. El proyecto contaba con Lerchundi, López y su esposa, María Fernández-Gayón y Barrié, impulsora de la Asociación de Señoras de María Inmaculada y el Gobierno español. El palacio de GüellY es ahora cuando entra en escena Antonio Gaudí . El marqués no dudó en elegir al arquitecto del pabellón de la Compañía Trasatlántica en la Exposición Universal de 1888 o el palacio de su cuñado Eusebio Güell. En diciembre de 1891 Gaudí debió haber aceptado el encargo. Entre enero y mayo de 1892 el arquitecto viajó a Tánger con el marqués de Comillas para entrevistarse con Lerchundi. El proyecto de las Misiones Católicas estuvo listo en octubre de 1893: un edificio multifuncional que agruparía a los misioneros hasta entonces diseminados. «Se trataba de mejorar el tejido social de escuelas y hospitales que los franciscanos habían trabajado desde el siglo XIV, el conocimiento de la sociedad marroquí de Lerchundi ayudó a Gaudí a adaptar su proyecto al territorio», acotan Peig y Arenas. Un proyecto que se conoce por una fotografía de la fachada principal y un esquema de la planta del conjunto. La imagen está datada en Barcelona 1892-1893 y lleva la firma de Gaudí. Otro dibujo de fecha desconocida y atribuido a Juan Matamala, estrecho colaborador del arquitecto, muestra el taller de la Sagrada Familia: tres personas contemplan en una de las paredes el plano de las Misiones Católicas de África. En su proyecto de Tánger Gaudí tuvo muy presente que el templo no podía chocar con la religión musulmana. El arquitecto, subrayan Peig y Arenas, ponía a dialogar su obra con el entorno. Comunicar el cristianismo con el islamismo en la dimensión espiritual: «Un proyecto ecléctico que no era neogótico, ni orientalista, ni modernista que es lo que siempre se atribuye a Gaudí». Arquitectura contemporánea con soluciones nuevas: «Las torres no eran campanarios, sino conductoras del aire y la luz cenital rematadas con esculturas de palomas, un motivo oriental; lo que parecían claustros eran las casas-patio marroquíes, unos módulos versátiles para alojar los colegios, la biblioteca y una escuela de traductores», explican. Aunque se dijo que el proyecto gaudiniano no se hizo realidad por ser demasiado ostentoso para albergar a la orden franciscana, el proyecto de las Misiones en Tánger no se realizó por falta de dinero , sino por la tensa coyuntura diplomática. Francia y Alemania acaparaban el poder colonial en un momento de declive español como el último decenio del XIX: «España quiso reforzar su presencia a través de la misión franciscana, pero Francia le puso el veto en la Santa Sede», concluyen. El espíritu de Tánger pervivió en las obras posteriores de Gaudí. Así lo recordará el arquitecto César Martinell: «En una visita que el segundo marqués de Comillas y su mujer hicieron a la Sagrada Familia le dijeron que las torres del Templo eran como las de aquel proyecto (tangerino), y él respondió que sí: que el tiempo transcurrido no le había hecho cambiar de parecer».
Las Misiones Católicas de Tánger es, tal vez, el proyecto más desconocido de Antoni Gaudí. «Tanto el Estado español como el marqués de Comillas vieron en las misiones franciscanas un recurso efectivo para crear puntos de influencia y establecer centros que fortalecieran sus intereses … en Marruecos», señalan Concepción Peig y Manuel Arenas, coautores de ‘Gaudí en Tánger’ (Editorial Base).
Su investigación nos traslada a las misiones católicas de África en el bienio 1892-1893. El marqués de Comillas es Claudio López Bru, hijo de Antonio López, fundador de la Compañía Trasatlántica. Entre 1886 y 1889 la Trasatlántica obtuvo del Gobierno español varias líneas de navegación a vapor para unir los puertos de Cádiz, Málaga, Algeciras y Barcelona con Tánger, Larache y Ceuta. Los intereses económicos de la naviera motivaron la constitución en Tánger de la Cámara de Comercio Española y el Centro Comercial Español.
Apoyado por ministros como Segismundo Moret y Romero Robledo, López Bru «se esforzó por estar presente en la vida tangerina creando la primera empresa de alumbrado público», apuntan Peig y Arenas. La actividad económica con la construcción del ferrocarril Tánger-Fez, el barrio europeo, una banca marroquí y una fábrica textil que no llegaron a realizarse se conjugó con el mecenazgo social y religioso: creación de escuelas católicas y expansión misionera.
ABC
Con las misiones franciscanas Claudio López consolidaba la expansión financiera de su compañía en el norte de África y la presencia española frente a la competencia francesa. En este contexto, el marqués contacta con el prefecto de las Misiones Franciscanas, José Lerchundi: construir un colegio de segunda enseñanza «el cual podría destinarse en adelante, sea para colegio, sea para escuela superior, sea para convento…». El tono indeterminado de la propuesta disimula el objetivo último: un templo católico en Tánger.
En África no existía ninguna diócesis o vicariato, remarcan Peig y Arenas: «Las iglesias católicas en Tánger –todas atendidas por franciscanos– eran muy pequeñas para acoger dignamente al creciente número de feligreses». La idea de la catedral palpitaba en la correspondencia entre el marqués y el prefecto franciscano. Discreción que Peig y Arenas atribuyen a las tensiones coloniales: «Reforzar la presencia de la iglesia a través de la rama española franciscana no interesaba a la comunidad internacional de Tánger, sobre todo a Francia, que buscaba apuntarse ese tanto para hacer crecer su presencia y prestigio en Marruecos». Lo que eran «misiones» sobre el papel «era ‘sotto voce’, una futura catedral y la sede de la diócesis», advierten.
El proyecto contaba con Lerchundi, López y su esposa, María Fernández-Gayón y Barrié, impulsora de la Asociación de Señoras de María Inmaculada y el Gobierno español.
El palacio de Güell
Y es ahora cuando entra en escena Antonio Gaudí. El marqués no dudó en elegir al arquitecto del pabellón de la Compañía Trasatlántica en la Exposición Universal de 1888 o el palacio de su cuñado Eusebio Güell. En diciembre de 1891 Gaudí debió haber aceptado el encargo. Entre enero y mayo de 1892 el arquitecto viajó a Tánger con el marqués de Comillas para entrevistarse con Lerchundi. El proyecto de las Misiones Católicas estuvo listo en octubre de 1893: un edificio multifuncional que agruparía a los misioneros hasta entonces diseminados. «Se trataba de mejorar el tejido social de escuelas y hospitales que los franciscanos habían trabajado desde el siglo XIV, el conocimiento de la sociedad marroquí de Lerchundi ayudó a Gaudí a adaptar su proyecto al territorio», acotan Peig y Arenas. Un proyecto que se conoce por una fotografía de la fachada principal y un esquema de la planta del conjunto. La imagen está datada en Barcelona 1892-1893 y lleva la firma de Gaudí.
Otro dibujo de fecha desconocida y atribuido a Juan Matamala, estrecho colaborador del arquitecto, muestra el taller de la Sagrada Familia: tres personas contemplan en una de las paredes el plano de las Misiones Católicas de África.
En su proyecto de Tánger Gaudí tuvo muy presente que el templo no podía chocar con la religión musulmana. El arquitecto, subrayan Peig y Arenas, ponía a dialogar su obra con el entorno. Comunicar el cristianismo con el islamismo en la dimensión espiritual: «Un proyecto ecléctico que no era neogótico, ni orientalista, ni modernista que es lo que siempre se atribuye a Gaudí». Arquitectura contemporánea con soluciones nuevas: «Las torres no eran campanarios, sino conductoras del aire y la luz cenital rematadas con esculturas de palomas, un motivo oriental; lo que parecían claustros eran las casas-patio marroquíes, unos módulos versátiles para alojar los colegios, la biblioteca y una escuela de traductores», explican.
Aunque se dijo que el proyecto gaudiniano no se hizo realidad por ser demasiado ostentoso para albergar a la orden franciscana, el proyecto de las Misiones en Tánger no se realizó por falta de dinero, sino por la tensa coyuntura diplomática. Francia y Alemania acaparaban el poder colonial en un momento de declive español como el último decenio del XIX: «España quiso reforzar su presencia a través de la misión franciscana, pero Francia le puso el veto en la Santa Sede», concluyen. El espíritu de Tánger pervivió en las obras posteriores de Gaudí. Así lo recordará el arquitecto César Martinell: «En una visita que el segundo marqués de Comillas y su mujer hicieron a la Sagrada Familia le dijeron que las torres del Templo eran como las de aquel proyecto (tangerino), y él respondió que sí: que el tiempo transcurrido no le había hecho cambiar de parecer».
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